𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼#7.

"Sí pudiéramos descifrar todo lo que calla un corazón en guerra.¿quizás podríamos entender un poco el caos que hay en él?".
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Inglaterra, Londres./ 07 de abril.

𝐆𝐚𝐥𝐢𝐚 𝐑𝐨𝐨𝐬.

Es decepcionante el saber que comencé a sanar sólo por la opresión de otros hacia mí.

Y no por un deseo propio como debía ser.

Inicie una aventura en la cuál nunca tenía tuves las armas para afrontarla . Ya que lo único que hice fue perder el tiempo en algo incorrecto.

Dejé de tener mi propia opinión con respecto a mi vida, cuando deje que otros tomadan desiciones que no hacían más que hacerme dañó .Nunca debí aceptar ir a un lugar con mayor frecuencia de personas. Si no estaba lista.

Pero me esforcé más en mantener felices a todos, de hacerles creer que estaba bien. Qué me olvidé por completo de lo que en verdad me hacía feliz a mí misma.

No cometas ese error de aceptar decisiones que sobrepasan lo que eres capaz de soportar. Porque solo te harás dañó días tras día.Y no merecemos más daño del que ya sufrimos, o más dolor del que ya soportas.

Y aunque tarde lo entiendas, debes también comprender que nunca es tarde para enmendarlo.

Así que hoy tenía como objetivo.

Empezar a sanar a mi manera. Sin importarme la opinión de otros. Porque ya está había influenciado mucho en mi vida. Era el momento de tomar mis propias decisiones.

Cómo lo haría no tenía idea.

Me quede perdida en mis pensamientos.Queriendo olvidar todo lo sucedido pero sabía que era una perdida de tiempo.

La puerta se abre y veo a un muy sonríente Daniel.

—Hola Galia.— Dice el doctor interrumpiendo mis pensamientos.
—Como se encuentran tus heridas.

Supongo que la Galia de hace unos meses le hubieras dicho que bien estando mal. Pero de nada en este momento valía seguir con la misma fachada.

No podemos pasarnos la vida ocultandonos con una máscara de felicidad.Si no había otra emoción que no fuera dolor en tú corazón.

La heridas física sanan apesar de dejar cicatrices, pero las mentales esas que se encuentran en lo más profundo de tu alma. Son las más difíciles de curar.

—Solo diré que físicamente estoy bien.—Le digo desviando mi mirada al piso .

—Y mentalmente.—Murmura él con compresión.

Estaba mal demasiado mal.

—Es un completo caos.—Le digo con tristeza y lágrimas en mis ojos.— Me adentré a un camino que me asfixiaba. Y en vez de buscar una alternativa que me hiciera sentir mejor deje que me asfixiada más y más , hasta que llegue a este punto.

El me mirá con tristeza. Abre y cierra la boca no sabe que decirme. Se encamina a dónde me encuentro y se sienta ami lado.

—He tenido millones de pacientes con tu condición y me han dicho todo lo contrario. Que terminaron sanando por la presión de otras personas hacia ellos. —Me asegura él con una sonrisa triste.— Pero terminaron curando sus heridas más por obligación,que por decisión. Y no quiero que te pasé lo mismo.

—Ya me paso.—Le digo sin más.

—Ningún error es tarde para corregirlo.—Dice el con una sonrisa genuina.— Galia hoy te dan de alta, y no dudes cuando te digo que hay un mundo enorme allá fuera.

—De que vale vivir en un mundo enorme si todos te juzgan por como eres.— Le digo con voz poco audible.

—Pues con amor propio.— Dice con sinceridad.— No soy un psicólogo, pero ten presente que sí te amas lo suficiente. No habrá nadie que pueda detenerte o ponerte límites.

—El problema es que me detengo yo misma.—Le digo con honestidad.

—Entonces corre si es lo que quieres.
Haz lo que te haga feliz. Es tu vida Galia nadie tiene derecho a opinar sobre ella a excepción de tí misma.— Dice con seguridad.

—¿Qué quieres decirme con ésto?.—Le digo frunciendo el ceño.

—Tienes que descubrirlo por tí mismas.—Dice guiñándome un ojo.

—Lo intentaré.— Niego con la cabeza por tal comentario que solté.

—¿Lo intentaras?.— Pregunta al ver que no estoy segura de mi repuestas.

—¿No?,Lo haré.— Le aseguro con una sonrisa triste y el me sonríe genuinamente.

—Me alegra que lo hayas entendido.
— Dicho ésto Daniel sale de mi habitación dejándome un poco confundida.

Segundos después me levanto y decido sentarme en la ventana y ver la cuidad.Londres está conformado por cuidades muy hermosa al igual que las personas que viven en ellas.Visualizo madres con sus niños , sonriendo y apreciando el mundo. Algunos trabajadores apresurados por llegar a la hora correspondida a sus respectivos trabajos. Tantas personas quejándose de su vida , y otras creyendo que la vida es eterna.

Que me doy cuenta qué son esos momentos en los que te detiene a ver el mundo de otra perspectiva. En los que abres los ojos y te das cuenta de la realidad.

Y es que pasamos toda la vida creyendo que tenemos todo el tiempo del mundo.

¿Y no es así?.

Cada vez que veo mis cicatrices tanto las internas,como las externas. Es cuando entiendo qué no hay que desaprovechar la única oportunidad que nos regalan de vivir.

Tengo cicatrices nuevas que ahora están es mis muñecas que aún siguen sangrando y por las cuales estoy sufriendo. Pero que apesar de todo mi dolor y sufrimiento sigo con vida. Y sigo de pie luchando para sanar cada una de ellas.

Porque aveces simplemente debemos despertar en la realidad. Respirar y encontrar conciencia para luego continúar con lo que tienes que afrontar.

Porque no se que tan rápido está pasando la vida. Pero lo único que sé.
Es que no quiero perder más tiempo .

Al pensar en todo esto decido perderme en el belleza de la cuidad. Hasta que una dulce voz hace acto de presencia en mi habitación.

—Hola, tu debes ser Galia.— Cuando volteó veo a una enfermedad de cabello caoba, que debe tener unos treinta y dos años. Es una chica morena muy linda.—Soy Amber Cadell, vine a limpiar tus heridas para evitar cualquier tipo de infección.

Me informa y se ha que se refiere.

—Tranquila lo entiendo perfectamente.— Bajo de la ventana y me encamino a dónde está la enfermeda.

Me siento en la camilla ella se sienta a mi lado y me mira con dulzura con sus ojos azules, unos ojos tan claro como el cielo. Pone su botiquín de primeros auxilios a un lado y con delicadeza va desatando las vendas que se encuentran en mis muñecas.

Al ver la heridas con algunos puntos los ojos se me ponen aguados pero desvío la vista.

—Estas bien.— Inquiere la chica con una sonrisa triste, yo no respondo.

— Bueno que pregunta.— Dice ella apenada.— No estas bien, pero eso no significa que nunca lo estarás. Las heridas que marcan nuestras piel no te hacen débil. De hecho refleja nuestra valentía.—Dice con sinceridad.

Para luego soltar con delicadeza mis manos en las que mis muñecas están expuestas y se levanta un poco la camisa beis que trae consigo. Y al hacerlo visualizo una cicatriz un poco grande a un costado de sus caderas.

Al verla no se cómo reaccionar. De hecho es sorprendente que no se avergüenze de esa herida. Sino que se sienta orgullosa de tenerla.

—Lamento mucho que hayas tenido que pasar por algo así.— Le digo con sinceridad.

Ella sonríe con ternura y niega con la cabeza segundos después.

—La historia detrás de esa cicatriz es muy horrible.— Dice cabizbaja.—Pero necesitas escucharla para que puedas entenderme.— Dice ella tomando otra vez asiento a mi lado.

» Tenía una pareja cuando tenía tu edad empecé el típico noviazgo perfecto.

Cumplimos cinco años viviendo juntos. Fueron los mejores años de mi vida. Yo estudiaba medicina y el administración. En ese momento no pensé en nada.

No pensé en al futuro solo me centre en el presente. Pues ya no tenía dudas que estaba con la persona correcta, estaba con mi otra mitad.

Pero en esta vida nada es como lo imaginas. Un día de la nada empezó a ingerir bebidas alcohólicas. Yo trataba de hacerlo entrar en razón, de evitar que siguiera con ese vicio pero de nada valía mis intentos. Así que lo deje hasta que el mismo se diera cuenta de sus errores.

Pero una noche sin motivos alguno, me golpeó tan fuerte que tuve morados por una semana.— Algunas lágrimas se resbalan de sus ojos y yo sin poder contenerme lloro junto a ella.

La chica respira y cuando siente que está lista continúa.— Otra persona en mi posición quizás lo hubiera dejado, pero yo no fui capaz. Lo amaba lo suficiente Galia.— En eso momentos la abrazo con mucho cuidado de no lastimarme.— El me pidió disculpa y prometió que jamás lo volvería hacer. Y  Fuí tan ingenua que creí en su palabras y decidí darle una nueva oportunidad.— En ese momento su voz se corta.»

—Volvio hacerlo,¿Verdad?.— Le pregunto yo deshaciendo el abrazo para mirarla a sus ojos azules. Ella asiente y el corazón se me encoge.

—Días después lo hizo de nuevo pero está vez peor. Perdió la razón. — Dice ella con horror.—Me golpeó una y otra vez. Dejando morados en todo mi cuerpo. Y como si eso no fuera suficiente.— Ella desvía la vista inmediatamente.—Esa noche agarro un cuchillo y me hizo una herida tan profundo que dejó esa cicatriz que ahora vez.

—Después de ese momento tuve dos semanas en el hospital. Me agarraron puntos, mi cuerpo tenía morados y hematomas. En todo ese tiempo el jamás fue a visitarme. No sé si era por arrepentimiento, o la culpa.

Pero hay entendí que no podía darle otra oportunidad. Porque sabía que si lo hacía. Lo siguiente que probablemente pasaría, era mi muerte.— Me dice con
nostalgia.— Cuando me dieron de alta lo primero que hice fué ir a una comisaría. Denunciarlo y ponerle una orden de alejamiento.

Continué con mi vida y conseguí a una persona que me hizo valorarme, me enseñó el verdadero amor. Pero también me enseñó que el amor propio en algo primordial que sólo puedes crear tú.— Dice ella mirándome con sus ojos aguados y una sonrisa deslumbrante.

—Las heridas marcan tu piel, y en ocasiones tu alma.—Me asegura.— Pero por muy grande que sean. Todas ellas en algún momento sanan. Y solo se convierten en el recuerdo de un mal momento. Pero también la experiencia de que las cosas nos marcan más no te definen.

—Eres muy valiente al sentirte orgullosa de tus imperfecciones.— Le aseguro y ella me sonríe con una sonrisa genuina.

—Lo soy Galia.— Dicho ésto se levanta y se vuelve a levantar la camisa.— Está cicatriz simplemente está marcada en mi piel más no define lo que soy.—  Dice señalando la hermosa marca que adorna su piel morena.— Por eso no dejes que nadie ,ni siquiera tu pasado o tus hermosas imperfecciones definen quien eres. Amate hasta que no puedas más, valórate, y crea tu historia sin límites.

—Gracias Amber.—Le digo con sinceridad .

Ella me sonríe con ternura y se sienta a mi lado. Saca el alcohol absoluto de botiquín y con un poco de algodón lo pasa con delicadeza por mis heridas para evitar cualquiera infección. Hace el proceso dos veces más , para luego venderlas con vendas nuevas.

—Ya está listo.— Dice ella sonriente.

La veo guardando las cosas en el maletín de primeros auxilios. Bota los algodones que utilizó en la papelera. Y luego guarda varias vendas y algunos frascos de alcohol absoluto en una bolsita.

—Lo necesitarás.—Me asegura y con amabilidad me entrega la bolsita.— Vamos tu familia debe estar esperándote.

—¿Encerio?.— Le pregunto entusiasmada.

—Muy encerio.— Se ríe y yo lo hago con ella.

Recojo mis pertenencias y guardo la bolsita que me dió Amber . Para luego juntas salir de la habitación y encaminarnos a la sala de espera.

En dónde visualizo a mi abuela sólamente. Y a Daniel que se encuentra hablando con ella.

—Donde están los demás.— Le pregunto a mi abuela frunciendo el entrecejo.

—No pudieron venir.— Yo asiento sin no tener más nada que decir.

—Galia espero y te mejores pronto. Tanto física, como mentalmente.— Dice con honestidad Daniel.

—Yo también lo espero.— Le digo con una media sonrisa.

—Esa es mi nieta.— Dice mi abuela orgullosa y todos nos reímos a carcajadas.

—Hasta luego Galia, nunca me olvides.—Me dice en forma de súplica Amber.

Yo jamás la olvidaré, eso lo tenía claro.No cuando fué ella la que me motivo como todo una guerrera capaz de soportar tanta dolor.

—No podría hacerlo.—Le aseguro.

Dicho ésto, mi abuela y yo nos encaminamos a la salida del hospital.
Pasamos por el pasillo de emergencias, por la sala principal y atravesamos algunas habitaciones y finalmente salimos del mismo.

En el cuál de un lado hay un extenso estacionamiento en el cuál nos espera Marcus con el Rolls Royce de mi abuela. Tecnicamente nuestro transporte familiar.

Me adentro al vehículo en los asientos de atrás y mi abuela se sienta a mi lado. Marcus enciende el motor y el vehículo comienza a andar por las calles de Londres.

El transcurso se me hace eterno decido recostarme de la ventana y cerrar los ojos.

En ese instante me olvidó del mundo, de mis problemas y del caos que soportó. Simplemente trató de encontrar un momento de paz en medio de una guerra.

Los minutos pasan hasta que por fin se detiene el vehículo. Cuando el peso de la realidad cae sobre mí.  Abro mis ojos y  quedó sorprendida con lo qué mi vista capta.

" Te mereces todo lo bonito del mundo Galia.".

Dice en un cartel con letras rojas y globos en los extremos. En todo el médio del jardín que se encuentran en la entrada de la mansión.

La casa está decoradas con globos y flores.

La sorpresa es reflejada en mi expresión cuando veo a la mayoría de los trabajadores, a mi mejor amiga ( Layla), y a su mamá (Alya). Con un cartel un poco más grande en el cuál se encuentra un mensaje que sin evitarlo me hace sonreír.

"Bienvenida chica que casi me mata".

De verdad que sonreí. Y como odiaba a Emiliano por ser el único capaz de hacerme sentir tantas emociones en un solo momento.

Todos me sonríeron y yo les devolví el gesto.

—Te gustó la sorpresa.— Pregunta Layla con una sonrisa deslumbrante.

—¿Que si me gustó?.— Le digo incrédula.— Me encantó, gracias a todos.— Le digo con honestidad.

La mayoría dan saltitos de alegría y mi abuela se acerca hacia mí.

—No agradezca cariño, nosotros solo cumplimos órdenes.— Dice ella con una sonrisa.— Todo ésto fué obra del señorito Reyes.

La noticia me sorprendió claro que sabía que la mayor parte la había propuesto él.Pero no que todo era idea suya.

—¿Entonces dónde está Emiliano?.— Inquiero confundida al recordar que prometió que vendría por mí.

Todos empiezan a mirarse entre sí. No saben que decirme, o talvez sí.  Pero no quieren hacerlo.

—No pudo asistir.— Dice mi abuela al fin.— Por eso se esforzó tanto en hacer ésto para tí.— Me dice con sinceridad.

—Tranquila lo comprendo.— Le digo sin más.— Aún así gracias a todos por recibirme.— Sin decir una palabra mas ingreso a la mansión.

Y como es costumbre todo está impecable. Voy a la sala principal y me siento en unos de los muebles en la soledad. Qué no dura mucho tiempo que digamos.

Porque Segundos después ingresa mi abuela, y Layla.Ambas se sientan en el mueble que está delante de mí.

—Cariño yo quiero saber porqué volviste a cometer el mismo error de hace algunos años.—Inquiere mi abuela confundida rompiendo el silencio.— Pensé que estabas sanando, incluso Luz comento que estabas dispuestas a hacer lo que fuera necesario.— Acusa un poco confundida.

Ese era el gran problema . Yo no estaba sanando si no dañandome.

—Galia.— Presiona Layla al ver que no reacciono.

Bastó simplemente un poco de tiempo para decir todo lo que había retenido durante tantas semanas.

—Abuela eso no es sanar. — Le digo a la defensiva.— Mi vida no ha Sido como en  los cuentos de hadas. He pasado cuatro años encerrada del mundo porque ni yo mimas sabía que hacer con el mío. Y sabes que es lo peor que cuando me diste la oportunidad de estudiar no lo pensé ni dos veces y la acepte.

»Porque apesar de que me dolería intentarlo. Más me dolía el hecho de ser cada día lo que soy. Lo intente, les seguí la corriente,aceptando cada unas de sus decisiones. Sólo para que todos fueran felices. Para no seguir preocupandolos más.

Pensé tanto en su felicidad que el dolor me consumió y me llevo a ésto. —Señaló las vendas en mi muñecas.— Pero ya no lo soporto más , quiero que me apoyen. No que tomen decisiones o me obliguen hacer cosas que sólo me hacen daño. Quiero sanar a mi manera, a mi modo y sin sentir la presión del mundo sobre mis hombros. Si voy a sanar , pero lo haré como yo creo que es mejor, no como todos lo desean.»

Al terminar siento el aire otra vez en mis pulmones. De verdad que aveces es mejor desahogar lo que nos atormenta.

—Cariño, me lo hubieras dicho antes.
— Dice mi abuela con voz comprensiva y se levanta para venir dónde estoy y acariciarme la mejilla con sutileza.— Si quieres sanar dejando de asistir a la preparatoria, dejando de ir al psicólogo. Encerrada, libre e incluso en el otro lado del mundo. Hazlo yo te apoyo.— Me asegura y yo le sonríe.

 Y sin evitarlo le doy un abrazo.

—Gracias por entenderme.— Le digo con sinceridad.

—Gracias a ti por contarme.— Mi abuela deshace el abrazo y sin decir una palabra se marcha de la sala dejándome con Layla.

—¿Oye?.— Se queja mi mejor amiga.— Siempre soy la última que me entero de lo que te atormenta. Soy tu Amiga tengo derecho a saber lo que te pasa.— Dice cabisbaja.

—Lo lamento mucho Layla.— Le digo mirándola a sus ojos avellanas.— Lamento que tenga que ser mi amiga en el momento menos apropiado. Pero prometo que apartir de hoy. Habrá la suficiente confianza para contarte todo.

—Lo prometes.— Inquiere ella.

—Te lo prometo.

Ambas nos quedamos en silencio. Era ese tipo de silencio en los que no había que articular palabra para sentirse cómodo. Porque ya en este te encontrabas bien.

—Te confieso que cuando te conocí ví en tí algo que tu todavía no alcanzas a ver.— Me asegura mi amiga.— Eres ese tipo de persona que transmite seguridad, que te reconforta nada más con su presencia.Y aunque no estás del todo bien. Créeme que eres capaz de hacer felices a una
multitud de personas.

Hoy todo el mundo me ha dicho tanta cosas. Que me dejan sin argumento.

—No se que decirte.— Le confieso en un susurro.

— No tienes que decir nada.— Dice ella con una sonrisa genuina. — Sólo empieza a escribir tu historia, a tu manera y a tu forma.

—El problema no es escribirla, es que no se por dónde empezar a hacerlo.
— Le digo con tristeza.

— Escríbela sin sentido alguno. Es tu historia tu decides que sucederá o no en ella.

—Entonces creade mi historia más allá de lo común. Una historia única.

— Una historia imposible.— Dice Layla con una sonrisa y yo asiento.

En ese momento tan bonito somos interrumpida por la señora Wilson.

— Layla necesito tu ayuda.— Le dice Alya una señora de ojos grises un poco oscuros. Era una señora bajita, tenía años trabajando en la mansión. Era una mujer muy hermosa y amable.

— Voy enseguida madre.— Le grita layla en reproche.— Lo siento Galia debo irme, nos vemos luego.—Me dice algo apenada.

— No te preocupes lo entiendo.— Digo con una sonrisa genuina y ella sólo se limita a asentir.

Sale corriendo a la cocina apresurada. Y yo sin otra alternativa me dirijo a mi recamara. Subo las escaleras de la sala principal para llegar a la segunda planta. Y luego ingresar a mi habitación.

Pasó todo la tarde encerrada pensando en todo lo sucedido. Reflexionando muchas cosas con respecto a mi vida.

Corriendo en un sentido no definido.
No tenía idea de que debía hacer para darle un orden a todo mi caos. Entonces volvió a suceder lo que siempre pasaba , perdía mi tarde encerrada pensando en todo para siempre terminar en nada.

Vi la hora en mi teléfono y me di cuenta que eran las diez de la noche. Me doy una ducha rápida para después colocarme unos shorts cortos y una camisa blanca de tiras. Salgo de mi habitación, y las luces estaban apagadas un escalofríos recorrió mi cuerpo al recordar lo sucedido aquella noche. Pero decidí alejar aquellos pensamientos.

Me encamino al pasillo para poder bajar la escalera y encontrar mi camino a la cocina. Al llegar Layla se encuentra en el extenso comedor sola tomando un vaso de leche. Y mi cena se encuentran frente a ella.

—No tenías por qué esperarme.— Le digo con normalidad.

—Eres mi amiga claro que te esperaré.
— Se queja Layla.— Además no me da sueño si no después de las doce y media.

Ese comentario me inquieta no tenía idea de que ella se acostada tan tarde.

—Porque no duermes más temprano.
— Inquiero con curiosidad.

—Son cosas que no deseo contar. O almenos no hoy. — Dice ella un poco inquieta.

— Estás bien solo ten presente que yo siempre estaré para ti.— Le aseguro, ella mi mira y sonríe con ternura.

—Siempre lo he sabido Galia.

Nos quedamos en un profundo silencio.Yo me limitó a consumir mi cena, que consiste en ensalada con arroz y un poco de carne mellada. Apesar de no tener apetito trató en lo posible de consumir algo. Termino comiendo un poco más de medio platillo y decido alejarlo después.

—Tienes que alimentarte mejor.— Reprende mi mejor amiga.

Tenía razón pero mi estómago no quería más nada.

— Créeme estoy conciente.— Le aseguro con toda la honestidad.— Pero simplemente no tengo apetito.

—Suele pasar. — Dice restándole importancia al tema.

—Supongo.— Le digo encogiéndome de hombros.

Las dos nos volvemos a sumergir en un profundo silencio. Qué Segundos después es interrumpido por mi teléfono.

Al prenderlo veo que es una llamada de un número desconocido. Frunso el ceño al no saber quién pueda ser y sin dudarlo más contestó.

—Hola.— Digo casi en murmuró.

—Hola chica boba.

No necesitaba tener poderes porque reconocería esa voz  dónde fuera era la voz de Emiliano Reyes.

—Te paso algo.—Pregunto angustiada, al ver que son casi las once de la noche.

—Estoy bien.— Dice con sinceridad, al instante, y mi corazón se normaliza.— Sólo vine por tí.

Queeeeeeee.
No había dicho lo que creo que dijo.¿Verdad?.

—Emiliano, dime qué es un chiste.— Me quejo.— Porque es de mal gustó.—Él se ríe y mi corazón de un saltó de felicidad.

—Asomarte en la ventana y averígualo por ti misma.

—Estas de bromas.—Le digo hastiada.

—Solo hazlo.

Sin más opción cortó la llamada. Y me encamino a la ventana más cercana a la cocina. Layla me mira confundida pero no comenta nada al respecto, y lo agradezco internamente. Entonces deslizó las cortinas beis que cubren la ventana, la ruedo un poco para luego asomarme. Y bueno el muy engreído estaba en medio del jardín principal.

—¿Qué haces aquí?.— Le gritó desde donde me encuentro confundida.

—Cumpliendo mi promesa.— Me asegura y yo me río a carcajadas.

— Estás loco.— Le digo negando con la cabeza.

El mira a su alrededor y luego centra su mirada en mi.

—Quizas un poco.— Confiesa.— Te gustaría escaparte está noche conmigo.— Me pregunta y no sé qué responderle.

Me alejo de la ventana veo a mi mejor amiga la cuál me regala una sonrisa genuina y me hace señas con la cabeza de que acepte.

—Anda Galia, diviértete.— Me anima.

—Es una locura.— Le confieso en un susurro.

—Qué más da. — Dice restándole importancia.

Me encamino devuelta a la ventana. Todavía dudando si esto es una buena idea. Miro a mi amiga quien me levanta ambos pulgares en aprobación. Y solo eso me basta para seguir con esta locura.

—Acepto chico engreído.— Le digo y el se ríe a carcajadas.

Mil emociones se apoderando de mi corazón. Y fue en ese momento de locura dónde supe que sus ojos , su sonrisa. Eran mi calma.

No podría describir cómo era posible, pero entre los gritos del mundo. Yo sólo era capaz de escuchar su voz.

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Nota de la autora:  Hola mis queridos lectores. Lamento la tardanza.

De corazón les deseo a todos ustedes una Feliz navidad y un próspero año nuevo ;).

El capitulo de hoy es un regalo para todos ustedes. Y como si fuera poco respoderes cualquier interrogante que tengas sobre la historia.

En mi cuenta de facebook.

Gv Victoria.

Muak los quiero 💘

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