𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼#6
"¿Y si todo en la vida es felicidad, Porque las personas sufren?"
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Inglaterra, California./ 06 de abril.
𝐆𝐚𝐥𝐢𝐚 𝐑𝐨𝐨𝐬.
Sentir ese agotamiento después de un día de trabajo debería ser algo común, pero sencillamente para mí no lo es, tengo apenas 14 años y no es común que una niña a mi edad trabajé y estudié.
Pero mi vida nunca ha sido sencilla.
Llegó a la casa de mi madre y todas las luces están apagadas. Algo que siendo sincera no me sorprende para nada. Me dirijo hacia la cocina y como es costumbre no me guardaron nada para cenar, como no tengo ánimo de cocinar, pues estoy agotada entre las clases y el trabajo no tengo energía de hacer algo para comer.
Así que me preparo unas tostadas con mermelada y me siento en el comedor en compañía de la soledad y la oscuridad algo que no es muy favorable. Pero aún así me digno a consumir mis tostadas las cuales devoró con avidez.
Luego de algunos minutos voy hacia mi habitación me despojó de mi ropa e ingreso al cuarto de baño. Entró a la ducha y dejó que el agua relaje mi cuerpo, que la suciedad se vaya con está para luego emjabonarme y así terminar de ducharme por completó, salgo envuelta en una toalla hacia el vestidor.
Me alistó con unos pantalones cortos y una camisa de tirantes. Y me acuesto agotada en mi cama, de tal manera que caigo en un sueño profundo.
A media noche me muevo incómoda siento las manos de alguien manoseando mi cuerpo. De inmediato me levanto y trato de apartar las manos de esa persona pero no puedo. Pues resulta que mis manos están atadas con una cadena al espaldar de la cama. Las lágrimas recorren por mis mejillas y me desespero.¿Qué está pasando? es lo único que repite mi mente.
—¿Quién está ahí?.— Pronuncié con voz poco audible.
Las lágrimas seguían recorriendo por mis mejillas. Y en medio de la oscuridad estaba mi mayor miedo, estaba él. Con una sonrisa cínica, y rostro de satisfacción. Se acercó hacia mi con pasos lentos mientras yo trataba de alejarme lo más posible sabiendo que era en vano hacerlo.
—Te lo dije pequeña.—Lo dice orgulloso. —Te lastimare lo suficiente que no quedará nada bueno en tí. —Lo dijo con tal sinceridad qué temblé de miedo.
—Empece a gritar pero mi cuarto estaba lejos del de mi madre y vivía en una calle desolada. Por lo tanto nadie podría rescatarme.
Empezó a manosear mi cuerpo, incluso en las partes que no debía. La desesperación se aporedo de mí, las lágrimas fluyeron con desesperación. El miedo me hacia temblar y el vapor dominaba cada parte de mí ser.
—NO BASTA. — Le dije pero no sé detenía.—POR FAVOR NO SIGAS.
—TE LO SUPLICO. — Pero de nada valieron mis súplicas, porque su respuesta fué peor de lo que pensé.
Su puño impacto bruscamente contra mi rostro y esté empezó a arder . Las lágrimas seguían recorriendo y ya no podía seguir luchando, o más bien de nada valía hacerlo.
—Se que lo estás disfrutando pequeña.—Y empezó a reírse a carcajadas.
No entendía la razón hasta que lo dijo.
—Esto es solo el comienzo de todo lo que tengo preparado para tí.
—No...—NO...— Gritó y abro mis ojos.
Me despierto con desesperación.
Mi respiración empieza a fallar, el nerviosismo sé está apoderando de cada parte de mí ser. Empiezo a temblar sin evitarlo y desesperadamente las lágrimas recorren por mis mejillas, sin poder hacer nada.
El dolor y el miedo de esa noche se hacen presente.
Fué una pesadilla me repito a mi misma.
Sólo eso una pesadilla.
Mis manos tiemblan, decido caminar de un lado a otro. Pero nada me calma o da resultado.Los recuerdos me invaden y cientos de imágenes de el manoseando mi cuerpo,sin mi consentimiento. Y yo amarrada sin poder hacer nada, se reproducen en mi mente una y otra vez.
Las lágrimas siguen cayendo, los pensamientos son distorsionados, la ansiedad empieza a presenciarse en mí.
Siento que voy a colapsar de tanto dolor que no puedo respirar y lo único que hago sin pensarlo dos veces es correr a la cocina. Donde no hay nadie, todo está en sóledad. Haciéndome recordar esa noche como si fuera hoy. Me recuesto en el piso y me tapó mi cara con ambas manos. No sé que hacer, aparto mis manos y veo los cuchillos de diversos tamaños y forma. En mi mente se empieza a crear un plan que no sé si es el correcto.
Con miedo agarró uno pensando si en verdad está es la salida a todos mis problemas. Pero ¿A quien engaño?, está es mi única salida.
No hay nada más que pensar o hacer.
-Ya basta de sufrir.
-Ya no quiero sentir más dolor.
Las lágrimas fluyen, y no puedo hacer nada para evitarlo. La opresión en mi pecho se instala.Corro como si vivir un segundo fuera una condena es este mundo y aunque no lo admita esa es mi verdad. Porque para mí si es una condena.
Me encierro en el cuarto de baño y aseguro la puerta para que nadie entre, recojo las mangas de mi suéter dejando a la vista mi muñecas. Tengo el cuchillo en la mano y solo un corte en mi vena hará que el dolor hulla.
Solo un corte y ya todos se irá.
Lloró porque no es lo que en verdad deseo pero ya no aguanto tanto dolor. No puedo seguir resistiendo tanto sufrimiento. Hago mi primer corte la sangre empieza a fluir exageradamente y siento algo de calma pero el dolor aún sigue latente.
Dicen que cuando estás cerca de la muerte tu vida pasa frente a tus ojos. Pero yo sólo siento un dolor inmenso.
Decido hacerme otro corte pero siento que nada hace efecto decido hacerme otro más. Cuando la voz de alguien me interrumpe en el acto.
—Galia abreme la puerta.—Grita Layla dándoles golpes a la puerta con desesperación.—Por favor no hagas esto, piensa en todos tus sueños, en lo que te falta por vivir. —Dice ella con voz entrecortada y se que está llorando por mi causa, lo que hace que más lágrimas recorran por mis ojos.—Buscarle otro ángulo a tu vida. Pero por favor no te hagas más dañó del que ya te hicieron.
El dolor en mi pecho en insoportable, sigo llorando. Siento mi cuerpo manoseado aunque nadie lo ha hecho.
Visualizo la sangre y el cuchillo en mis manos y me doy cuenta de algo en especifico que esto fué un completo error, que lastimosamente no puedo revertir. Siento que volví a comerte el mismo error de hace años pero que ahora como en todas esas ocasiones debo afrontar las consecuencias.
Sintiéndome débil abro la puerta de el cuarto del baño y al ver a Layla dolida y con lágrimas. Es dónde entiendo la profundidad de mi problema.
—Lo lamento mucho.—Es lo primero que digo con lágrimas en mis ojos.
Sus ojos conectan con los míos y veo la angustia en éstos.
—Dime que no lo hiciste.— Dice ella casi en una súplica con lágrimas recorriendo por sus mejillas.—Por favor dime qué no lo has hecho.—Grita desesperada.
Y mi corazón cae en pedazos al saber que la lastimé. Aún cuando ella no se lo merece.
—Perdóname Layla.—Es lo único que le digo.
Antes de sentir como las piernas me fallan, como la cabeza me da vueltas, empiezo a sudar sin entender el motivo. Y en medio de todo eso solo soy capaz de ver a Layla correr para evitar que caiga al suelo. Mientras no soy capaz de ver más nada porque mis ojos se cierran completamente .
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Me despierto y lo primero que siento es como si mi cuerpo pesada y me tuvieran amarrada. Mi respiración empieza a fallar y trato de calmarme pero soy incapaz, así que me desespero de inmediato al pensar que me pasará lo mismo de hace años.
—Calmarte estoy aquí.—Dice Emiliano con dulzura mientras de sus ojos resbalan algunas lágrimas.—Me tenías preocupado pensé que no despertarías.
El trasfondo de esas palabras hicieron que me sintiera peor. Se que los lastimé y preocupe a todos. Y eso me hacia sentir una mala persona.
—Lo siento tanto Emiliano.— Mis ojos verdes conectan con los de Él y lloró sin poderlo evitar.
El tiene un aspecto cansado. Y es algo que me da a entender que no ha dormido o descansado.
—Galia yá pasó, estás bien y es lo importante.—Me asegura.
— Cuánto tiempo llevo aquí.— Le pregunto angustiada al ver su aspecto.
—Casi dos días.— Dice con tristeza.
—De verdad la lamento tanto.— Le aseguro con honestidad.— No has descansado por mi culpa.— Le digo señalando su estado.
—No es tu culpa.— Me dice con nostalgia.— Fue mi decisión el quedarme para preocuparme por tí.
— Me afirma. Así que no te preocupes o te agobies.—Dice con compresión.— Iré avisarle al doctor que ya despertaste.—Yo me limitó a asentir y él se marcha.
Me quedo en la soledad de esta habitación. Me doy cuenta que tengo varios aparatos conectado a mi cuerpo por lo que rápidamente deduzco que fue muy grave.
La puerta se abre y veo entrar a mi abuela, Layla y Emiliano.
De inmediato miré a este último y siento vergüenza de mi misma al saber que me vió en este estado tan deprimente. Luego mi vista se dirige al hombre que los acompaña.Es un doctor algo mayor, tiene todo el cabello blanco,ojos oscuros y es algo alto. Lleva el típico atuendo de médico y tiene un estetoscopio .
—Hola Galia, soy el Doctor Daniel Morrison.Te hicimos algunos exámenes y tú heridas fueron demasiado graves. Te desmayaste después de cortarte debido a la perdida de sangre de tal modo que te causó un shock, lo que puede conducir a un estado de shock hipovolémico.—Me informa el doctor.—Tuviste suerte de no haber fallecido. Pues las heridas resiente más algunas cicatrices que tienes no dan a entender que no es la primera vez que intentas suicidarte.
La noticia me cae como balde de agua fría. No reacciono del todo, pues aún lo proceso.
—Perdiste mucha sangre eso te causó tal estado. Porque tú cuerpo no poseía la suficiente cantidad de fluidos como para mantener una presión sanguínea. Y por lo tanto te sentiste débil y pérdiste la conciencia.—Me asegura el médico revisando aún los exámenes.—Mi recomendación es qué te cuidas muy bien las heridas de tus muñecas, para evitar cualquier tipo de infección y con respecto a tu salud mental deberías buscar ayuda profesional lo necesitas urgentemente.
—Gracias por la información doctor.
—Le dice Emiliano al ver que yo no respondo.
Yo no digo o hago nada estoy en shock.Veo a mi abuela salir de la habitación con Daniel. Mientras Layla y Emiliano permanecen conmigo.
—Estas bien me pregunta Layla.— Miro a su dirección sus ojos están rojos a causa de tanto llorar lo que me hace sentir fatal y desvío mi vista hacia otro lado.
Emiliano mira la situación pero no dice, ni hace nada.
— Galia somos amigas.—Me recuerda.
—No merezco ser tú amiga.—Le digo con lágrimas en mis ojos.— No quiero ser la causante de hacerte sufrir por mis problemas, no lo mereces. Nadie lo merece.
—Hay muchas cosas que tú no te mereces y una de esas cosas es tu pasado. —Me asegura y yo solo lloró.
—Pero si hay alguien que se merezca mi amistad sin duda alguna eres tú.
—Te quiero, Layla
—Yo también te quiero, Galia.
—Dios sinceramente no puedo con tantos sentimientos.—Dice Emiliano con lágrimas en sus ojos.
Lo veo y apesar de mi estado mil emociones se apoderan de mi cuerpo. Al saber que se ha estado conteniendo para no llorar algo que al parecer no pudo lograr. Esté chico sin duda es el ser más dulce que he tenido la oportunidad de conocer.
—Te dejo a solas creo que le debes una explicación.—Dice Layla señalando al chico de ojos marrones.
—Te lo agradezco.—Le digo con sinceridad.
Layla se marcha de la habitación. Por lo que quedamos Emiliano y yo en un profundo silencio. Él se acerca hacia mí y yo apartó la mirada.
—Galia soy yo, el chico engreído que no soportas en ocasiones.— Dice con una sonrisa triste.— Él cuál quieres matar y con el que tropiezas siempre.— Continúa Emiliano pasando sus manos con delicadeza por mi rostro, mientras las lágrimas no paran de cesar.—No te ocultes o almenos no conmigo, porque sabes que te conozco lo suficiente.
Sólo esas palabras bastaron para mirarlo directamente a los ojos. Dónde él podía ver mi agonía y yo podía entender la de él.
—Sabes es confusos que todos te pregunté siempre la misma pregunta. ¿Estás bien?, cuando es obvio que no lo estás.—Le confieso con tristeza.
El me mira comprensible abre y cierra la boca sin saber que decir o que debería.
—Estoy cansada de sentir que por fin superó las cosas y de repente vuelvo otra vez a esa noche.
—¿Qué pasó esa noche Galia?.—Inquiere Emiliano angustiado.
Soy tan despistada que sin querer le confesé un dato de mi pasado. Y que sin darme cuenta le dije.
—Algo horrible de lo que no deseo hablar.
—Galia no es justo que te pases toda la vida atormentada de recuerdos que solo te provocan caos.—Dice él.—No deberías guardarte todo para ti, aveces es mejor expresar aquello que nos asfixia.
—Como sabes todo éso.—Le pregunto dudosa.
Su rostro demuestra una expresión algo triste y luego la cambia a una de compresión.
—Porque yo también pase por un pasado doloroso.
Su declaración me sorprendió nunca imaginé que el tan lleno de vida. Haya pasado por algo tan doloroso como lo que yo vivo.
—Lograste superarlo y eso te hace valiente.—Le digo con una sonrisa triste mirándolo a sus ojos.
—Pence qué me dirías que lo lamentabas.
—Y decirte la misma palabras que escuchaste por años, no es algo que sea favorable.—El me mirá anotado.
—¿Como lo sabes?.—Inquiere él.
—Es unas de las tantas frases que he escuchado durante toda mi vida.—Le digo encogiéndome de hombros.
—Ambos sabemos un poco de como se siente, o se sintió el otro.—Asegura con compresión.— Porque a la final por muy diferentes que sean nuestros pasados cada uno de nosotros de alguna manera llegamos a experimentar sentimientos similares.
—Estoy de acuerdo contigo.—Le digo.
—Nadie entenderá tú dolor, a excepción de la persona que lo está sufriendo o que dicha persona lo haya vívido en carne propia.
—Por eso ocultarte del mundo si eso te hace sentir bien, pero no ocultes tu mundo de mí.—Dice el mirándome a los ojos.
—Porque no quieres que oculte mi mundo de tí.—Inquiero frunciendo ligeramente el ceño.
—Porque deseo ser parte de él.
—No hay nada bueno en mi mundo Emiliano.—Le digo con sinceridad.
—Solo mirá todo lo que causo.
—Te lo dije una vez tu eres ese caos de emociones que no puedo soportar tener lejos.—Dice el regálandome una sonrisa.
Y como siempre caigo en el encanto de ella. Pero luego aparto la mirada al saber que nada puede ser tan sencillo o fácil.
—¿Te pasa algo?.—Pregunta con voz comprensiva y yo niego.—Galia no me mientas.
Me giro a su dirección y lo miro a eso ojos marrones que me encanta tanto.
Para tener un poco de valor, por lo qué le voy a confesar.
—Antes de lo sucedido creí que estaba mejorando pensé que en realidad ya había sanado .— Le confieso.—Pero luego me di cuenta que no soy capaz de vencer un ataque de pánico sin otra persona, que nunca vencí un ataque de ansiedad solo le hacía creer a mi mente que no había nadie y qué estaba sola aún cuando no fuera cierto. Nunca fui capaz de pasar por los pasillos sin sentirme asfixiada, y la mayoría de la veces que pase los pasillos llenos de estudiantes era porque caminaba ignorando a todo el mundo.
—Lo estabas intentando.—Me apoya.
— Eso no es intentar, es hacer algo solo por hacer felices a otros.—Le digo con una media sonrisa.
—Deberías dejar de preocuparte por los que otros piensan.
—¿Sabes? es complicado cuando pasas años con personas qué te repiten todos los días de tu vida que no vales nada,que eres algo insignificante que terminas creyéndotelo y lo sigues creyendo durante años hasta que llega un día en el que te miras al espejo y te dices a ti mismas .¡NO VALGO NADA!.
—Solo son palabras Galia.—Dice Emiliano.
—Si son solo palabras que te afectan Acaban con tú autoestima, se repite en tu mente. Y que otras personas te recuerdan a diario solo con el objetivo de qué tú mismo te la creas y somos tan frágiles que lo hacemos.
—Galia porque no dejamos llevar del concepto que otros tengan de nosotros que nos olvidamos del concepto que tenemos de nosotros mismo.—Me dice con sinceridad.
—Y por esa razón necesito sanar Emiliano, quiero volver a reírme de la vida, quiero ser feliz y dejar de vivir con dolor. Ya no quiero tener miedo, Solo deseo vivir de verdad—Le confieso todos mis temores tan repentinamente.
—Lo harás Galia.—Dice comprensivo.
—Porqué crees que todo es tan fácil.
—Me quejó.
—Porque creo en tí.—Dice a la defensiva.
Nos quedamos en silencio mirándonos a los ojos. Y siento por milésimas de segundos que el tiempo se detiene para nosotros dos.
Qué en verdad podemos ser todo y nada al mismo tiempo. Pero que aveces la realidad de la vida no es como esperamos.
—Cariño.—Escucho la voz de mi abuela y aparto la vista inmediatamente, entra a la habitación acompañará de Layla.
—Hola abuela.—Le digo mirándola con ternura.
—Ya es hora del almuerzo.—Dice ella y mi cara de incrédubilidad debe ser notable.—Te apetece algo.
Sin evitarlo recuerdo la vez que Layla me preparo sopa a media noche y como está me hizo sentir mejor.
—Si me apetece una sopa.—Layla me sonríe entendiendo el porque de mi elección y yo le devuelvo el gesto.
—Esta bien cariño, por cierto pasarás la noche en el hospital y mañana te darán de alta.—Me informa mi abuela y yo asiento.
—Gracias por todo.
—No me agradezca.—Se acerca y me da un beso en la frente y se marcha.
La habitación vuelve a quedar en silencio, pero no uno incómodo de hecho me hace sentir bien.
—Emiliano deberías irte a tu casa. Necesitas descansar y deberías comer algo si no quieres desfallecer.—Dice Layla rompiendo el silencio en el que nos encontrábamos.
—No quiero irme.—Dice él con reproche.
Me parece tierno su acto pero no soy capaz de soportar que el se encuentren o llegue a tener un mal estado. No lo soportaria.
—Come y descansa un poco, necesito al chico engreído ,que a veces no soporto en un buen estado.—Le digo y el sonríe.
Ya he dicho cuánto amo su sonrisa.
—Lo dice a diario desde que lo conoces.
¡Cállate conciencia!.
—Aun puedo enviarte un vídeo sonriendo.—Dice este con una sonrisa arrogante.
—Eres un engreído. —Le digo a la defensiva.
—Solo contigo, chica boba.—Dice el con una sonrisa arrogante y me guiña un ojo.
—Oigan todavía estoy aquí.—Se queja Layla.
La miró y la vergüenza se apodera de mi ser.Mis mejillas deben estar encendidas de rojo. Siempre pasaré pena al parecer.
—Debo irme—Dice Emiliano algo apenado y sin duda esa noticia me afecto.—Pero prometo venir por tí, mañana.—Me asegura y yo le regaló una media sonrisa.
Encerio no quiero que se vaya pero debe hacerlo. Necesita descansar.
Él me abraza y se marcha de la habitación y como siempre siento que una pequeña parte de mi se fué con éste.
Layla me mira y sonríe con una sonrisa cómplice.
—Galia ese es el chico causante de tus sonrisitas —Pregunta directamente.
Bueno si he sonreído más últimamente pero no por su causa.
—Estas equivocada.—Le aseguro.
En ese momento Emiliano vuelve a entrar. Nos mirá sin entender nuestro silencio, se acerca a mi y me entrega una nota y luego vuelve a irse de la habitación en la que me encuentro.
Y le sonrió como boba al papelito preguntándome qué ha escrito en él.
—¿Entonces?, supongo que esa sonrisa tampoco es por su causa .¿No?.—Dice Layla enarcando una ceja y me mira cruzada de brazos esperando una explicación.
Bueno ya no hay escusa. No puedo mentirle porque sin darme cuenta ya me ha descubierto.
—No sé lo que me pasa cuando estoy con él.—Le digo sincera.—Pero encerio me hace feliz. Es inexplicable pero solo un segundo a su lado hace que todo tenga sentido.
—Me alegra que almenos alguien llene tu vida de felicidad.—Dice ella con una sonrisa genuina.
—Tu también me haces feliz.—Le recuerdo y ella sonríe aún más.
Luego se acerca hacia mí y se acomoda en la camilla en la que me encuentro y me abraza. En sus brazos siento seguridad así que permanecemos en esa posición durante un largo momento.
Mi abuela me trae la sopa la cuál devoró junto a Layla. Ella me acompaña hasta el anochecer, pero luego se marcha a la casa a descansar y termino quedando sola en la habitación.
Le tengo miedo a la soledad. Pero hoy estoy aquí sola y nada malo ha pasado.
¿Quizás no todos los días son nuevos comienzos?.Y todos lo sabemos bien.
Hay momentos dónde llegamos a ese punto de partida en el cuál cuando arrancamos nos da miedo llegar al final.
Empezamos, intentamos las cosas, y seguimos una y otra vez. Pero siempre nos detiene la misma emoción "EL MIEDO".
¿Qué estamos haciendo?, Pues absolutamente nada. Porqué solo estamos volviendo nuestra vida un círculo vicioso del cuál no podemos salir pero tampoco hacemos nada para hacerlo.
Entonces es el momento de dejar lo que nos aterra¿No?. Empezando por el miedo que sentimos hacia nosotros mismos.
Porque si hay algo que he aprendido todos estos años sufriendo. Es que no hay miedo mayor que aquel que sientes hacia tí.
Y después de está noche lo tengo más presente que nunca.
Ya basta de dejar que el miedo influya en nuestras vidas. Es el momento de empezar a vencerlos para ser felices.
Con esos pensamientos decido leer la nota que Emiliano me dejó. Abro el papel y lo que hay en su interior me lleno de felicidad absoluta.
"No importa que nuestra historia dure diez años, toda la vida ,una mirada, o un segundo porque creeme...
Eso para mí es suficiente"
En la oscuridad de esa noche supe que encerio una persona puede convertirse en tu contraste de colores.
Porque Emiliano era ese arcoiris que le daba luz a mi oscuridad.
Aún cuando ya está se encontraba en mí.
Hay millones de heridas, tanto en la piel como en el alma. Y aunque son difíciles de sanar .No significa que debemos irnos por la salida más fácil.
Por lo tanto no debemos acabar con la única oportunidad que nos regalan de vivir.
" Así que nunca lo olvidemos nuestra piel no es un papel. No tenemos porqué cortarla".
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Nota de la Autora: Hola mis queridos lectores lamento la tardanza. Pero como saben ando con los estudios y casi no tengo tiempo de actualizar. :')
Este capítulo fué algo revelador.¿Cierto?.
Cambiando el tema para aquellos que no entendiendo el Estado de shock hipovolémico, es cuando no hay suficiente sangre en el cuerpo.
Debo de confesarles que pará mí fue difícil fue escribir esté capítulo porque muchas personas quieren suicidarse ya sea para no sentir, por miedo, por recuerdos que nos consumen o muchas otras cosas. Pero recuerden que la vida es una maravilla y que aunque ahorita no tengas esperanza. No dejes de seguir intentando, porque estoy segura de qué algún día serás capaz de volver a vivir.
Eres un Guerrer@, y cada batalla te llevará a una gran victoria.
Preguntas:
¿Quién será el causante de todo el dolor de Galia?.
¿Qué pasado doloroso se enfrentó Emiliano?.
Pues habrá que descubrirlo. :(
Saben que los quiero 💘
Nos vemos en un próximo capítulo ;)
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