𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼#21.
El sufrimiento no debería consumirnos a tal magnitud volviéndonos débiles de nuestros propios pasados.
_________________________
Inglaterra,California / 04 de Marzo.
𝐆𝐚𝐥𝐢𝐚 𝐑𝐨𝐨𝐬.
Muchas personas me dicen que a veces lo mejor que podemos hacer es nadar contra la marea. Pero nunca nadie dijo que a pesar de eso podías morir en la orilla.
Aquél día falleció todo lo bueno que habitaba en mi mundo. Dejando solamente pedazos esparcidos.
Yo no comprendía que sucedía en mi cabeza. Hasta que muy tarde entendí que la salud mental es tan indecifable que puede crearte traumas mucho después del suceso.
¿Alguna vez te imaginaste vivir dominada por tu mente?.
Nunca lo hice...
Pero todo quedó en el olvidó.
Mi pasado acabó los planes del presente, como aquellos del futuro.
Cambio toda mi felicidad, dejándome sumergido en la tristeza.
Ya no era una estrella brillante, solo una oscura.
Un simple agujero negro.
Una simple chica, pero su alma carecía de razones para seguir viviendo. El sufrimiento y el dolor eran como un peso que la ahogaba, y por eso deseaba profundamente cerrar los ojos y descansar por siempre.
Porque resultaba que el dolor físico hacia más tolerable el mental.
Aunque no sentía nada...
Sólo dolor...
Jamás pensé que algunas situaciones podían matarte.
Pero sí, hay situaciones que te matan aunque sigas respirando. Y sólo eres tú en cuerpo, pero tu espíritu ha muerto.
Y yo había muerto en vida. Mis pulmones seguían respirando, en cambio mi alma quedó estancada en el silencio de mis ojos vacíos.
Resultaba mucho más placentero escribir los pensamientos que no eras capaz de decirle a otros. Siempre escribo lo que pasa por mi cabeza. Ya qué es la única manera que tengo de desahogar el caos.
Ahora vivo con mi padre. Debería decir que tengo la vida que tenía hace unos meses atrás. Pero no es de ese modo...Todas las noches tengo miedo, no soy capaz de cerrar los ojos para descansar en paz.
Toda la tranquilidad me la habían arrebatado.
Entonces que propósito tenía mi existencia. La repuesta puede ser devastadora e incluso patetica pero no tenía algo a lo cuál aferrarme, que no fuera el sufrimiento .Y yo lastimosamente no quería sentir.
Me levanté de aquella cama, salí de mi habitación para poder caminar por el corredor y llegar a la cocina. En está encontré un cuchillo en la encimera. Un poco temblorosa lo sostuve en mis manos. Pero aunque el miedo estuviera presente nadie iba a detenerme.
Al salir de aquel lugar todo un plan se comenzó a crear. Mire al corredor donde mi vista se ciego por la luz de una linterna.
—Galia,¿Que haces despierta?.—Preguntó mi padre confundido.
Lo mire con pánico al saber que había sido descubierta. Por impulso escondí el cuchillo en mi espalda, pero el logro verlo antes de que pudiera esconderlo del todo.
—Dime que éso no es un cuchillo.—Preguntó nuevamente. Y yo sentí las lágrimas resbalar por el rostro.
Entonces sin tener otra alternativa corrí para el otro pasillo. Dónde llegue al cuarto de baño, abrí la puerta con la manos temblorosas para luego encerrarme en el mismo.
Cuando estás a punto de acabar con tu vida. Hay muchas cosas que deberían de tenerte, pero en ese momento no tenía razones para hacerlo.
Deseaba profundamente acabar conmigo misma. Sólo que no de la manera que otros lo hacían, yo no quería costarme las venas, sino una manera en la que todo fuera mucho más rápido.
Hice un corto en unos de mis muslos. Logré ver la sangre brotar, el cuchillo envuelto en está, mientras solo sentía el dolor físico déjando muy lejos el mental. Decidí hacerme un corto en el otro muslo, y nuevamente fuí testigo de toda la sangre que fluía.
Escuché los golpes en la puerta una y otra vez mientras mi padre gritaba con desesperación qua le abriera.
—Estrellita, no hagas esto más difícil.—Susurro desde el otro lado.—Por favor recuerda que aún puedes ser feliz.
La felicidad suele ser el don más valioso en la vida, pero cuando se pierde no puedes recuperarla fácilmente.
Sé que no se recomienda a nadie poner fin a su vida, porque siempre hay otra salida del sufrimiento. Pero en mi oscuro estado, no podía ver nada más que ese muro gris que me rodeaba. Yo no sabía qué hacer, pero sabía que podía encontrar la salida.
Las lágrimas caen por el rostro. Cómo mensaje de que había cometido un error y ahora me tocaba ser responsable de las consecuencias.
Abrí la puerta sintiéndome débil, desorientada, el agotamiento que experimentaba mi cuerpo era abrumador. Mi padre me sostuvo en sus brazos evitando que desfallecera.
Mientras me aseguraba repetitivamente.
—Todo estará bien.
"En medio del caos, aterrada pero abrazada por mí papá, me sentí por unos pocos momentos a salvo. Los brazos fuertes y protectores de mi padre eran como una armadura contra el mal que me acechaba, pero sabía que no serían suficientes. Porque este mal estaba adentro de mí, incrustado como una flecha en mi alma."
_______+________
—¿Dónde estoy?.—Pregunte en medio de toda la oscuridad en la que estaba.
Nadie respondía...
Todo estaba completamente vacío.
Pero algo me decía que estaba en peligro.
—¿Quién está hay?.—Volví a preguntar sintiendo temor.
Nuevamente todo era silencio.
Algo me gritaba que no me confiada.
Alguien estaba en esa habitación conmigo.
Y como si lo hubiera llamado mentalmente. Su sonrisa maligna resonó por toda la habitación haciéndome temblar de pánico.
El eco de su espeluznante voz, se repetía en aquel cuarto.
Desesperada me tape los oídos con las manos. Pero en mi cabeza se seguía repitiendo aquella voz tan aterradora.
Camine deseando encontrar una salida, pero no encontraba nada. Seguía caminando en buscá de un indicio de luz, y sólo hayaba oscuridad.
Por lo cual, antes de que pudiera pensar en algo más. Sentí su toque en la mi espalda y un escalofrío para nada agradable recorrió por mi cuerpo.
No me moví... Solo quedé paralizada.
Cómo una estatua.
—Vuelves a estar en mis guerras, pequeña.
Aquel momento me enseñó que mi pasado era una pesadilla constante.
En la cuál, mi mente estaba grabada por aquellos recuerdos horribles y no podía huir de ellos. Era como tener que cargar con una mochila pesada, la mochila del dolor, de las heridas y de todo el miedo.
Abrí mis ojos adaptándome a la luz de la habitación. Mientras sentía las lágrimas resbalando por mis mejillas. No me sorprendía tener pesadillas.
Porque las había tenido todas las noches después de que Adrián quedo libre.
Desde ese momento jamás he podido descansar en tranquilidad.
—Estrellita,¿Estás bien?.— Me preguntó mi padre con preocupación.
Estaba sentado al lado de la camilla. Y al parecer se acababa de levantar. Lo cuál me hacía cuestionarme que tanto tiempo había estado dormida en éste hospital.
—Cuanto tiempo llevo en este lugar.—Le pregunté desorientada.
—Tres días.—Dijo con nostalgia mientras sus ojos se cristalizaron.— No te imaginas cuánto miedo tuve de perderte.
Sus palabras se colaro por mi corazón. Mientras sentía el peso de cada una de ellas. Aparte la mirada y los ojos se cristalizaron pero de qué valía llorar.
Nada hiba a cambiar lo sucedido.
El doctor ingreso a la habitación. Comenzó a explicarme las consecuencias de haber pedido sangre, y otra cosas a las cuales no le preste atención.
No escuchaba nada alrededor que no fuera mis propios pensamientos. Estaba estática viendo fijamente un lugar de la pared, pero en presencia me encontraba ahí, en cambio en esencia me hayaba lejos.
Volvía a sentirme como aquella noche en la que me sucedió todo. Divagando en la mente como un muerto.
Las manos temblaban con desesperación. Una opresión en el pecho se instalaba tan ferozmente.
Dificultando la respiración.
—Doctor que le sucede a mi hija.—Con desesperación Preguntó, papá.—Estrellita, que sucede.—Digo mientras me movía con suavidad.
Pero mi cuerpo no tenía ninguna reacción. Me encontraba ida, desorientada y perdida.
El doctor un poco más angustiado se acercó hacía donde estaba. Mientras con sutileza me sostuvo del rostro.
—Galia, tienes que respirar.—Me aconsejó.—Respira y exhala.
Lo intentaba pero entre más me esforzaba, no lograba sentir oxígeno en mis pulmones. Todo parecía un mundo paralelo en el que la realidad no hacía parte.
Una fantasía creada por la mente humana. Dónde no quería escapar.
—Vamos estrellita, tu puedes.—Dijo entre lágrimas.—Respira... por favor hija respira.
Aquella dulce voz en agonía que se escuchaba tan lejos. Llegó a mis sentidos auditivos y todo lo que vino después fueron lágrimas que caían.
Volví a intentar respirar.
Lo intente tanta veces que no sentí la calma hasta que él oxígeno llego a mi cuerpo. Cuando estuve devuelta de mi trance, una lágrima se deslizó por el rostro.
Mi padre me envolvió en sus brazos. Mientras el doctor nos miraba con seriedad, como si lo que fuera a decirnos no hiba hacer agradable.
—Tengo buenas y malas noticias para ambos—Nos aseguró.
Mire a papá con la manos temblandome. Pero el me susurró "Papi está aquí, y siempre te protegerá"
"Ni las tormentas son capaces de derrumbar el refugio que sientes cuando tus padres te dicen "Te protegeré".
—Comience por la mala, Doctor.—Le pedí con un poco de temor.
—Lamento informarles que necesitas urgentemente asistir a un psicólogo. Me informó, y de cierta manera asustaba lo que venía a continuación.—Lo que presenciaste fué un ataque de pánico. Creó que sufres ansiedad, Galia.
No me sorprendía.
De alguna manera ya sospechaba que no todos estaba bien. Cómo se le dice al dolor que sientes cada día en tu pecho, que nombré recibe la persona que no siente alegría, a qué se le llama no tener ánimos de vivir, y la más importante de que vale hacerlo.
Lloraba en los brazos de papá, sintiendo tantas sentimientos y emociones confusas.
—¿Cual es la buena?, Doctor Merrisom.—Le preguntó mi padres.—Necesito algo positivo después de esa noticia.
—Las recientes heridas de su progenitora, fueron profundas lo cuál dejará una cicatrices en su piel de por vida. No obstante, está fuera de peligro, sólo tienen que limpiarla para evitar cualquier infección.—Nos dijo con una media sonrisa.
Desapareció de nuestro campo de visión. Dejándonos completamente solos en aquella habitación.
—¿Padre quiero irme a casa?.—Le dije con sinceridad.
Me miró con ternura mientras me regalaba una cálida sonrisa.
—Tranquila pequeña, pronto volveremos a casa.— Me aseguró.
"Sus palabras fueron mi refugio, un escudo protector contra el mundo exterior. Cada promesa era un hito, y cada verdad que nosotros entendíamos era más profunda que la comprensión de un alma sola. Sin embargo, nadie podía predecir si las palabras de mi refugio seguirían siendo las mismas en el futuro."
______+______
Estoy en la sala de espera de un consultorio privado esperando pacientemente que me llamen para entrar a la cita con una especialista en al salud mental. En fin... Un psicólogo.
Y otra vez me encuentro escribiendo en la libreta aquellos pensamientos que nadie entiende. Supongo que al no tener a alguien con quién desahogarte, lo mejor que puedes hacer es escribir lo que sientes.
¿Te imaginaste alguna vey ir a un psicólogo?
Pues...
Es una absurda pregunta.
...Nunca lo imaginé.
Aunque es entendible.
Nunca pensé que yo sería una de esas chicas que necesitaba ayuda para contener sus emociones o para ser sana. Creía que yo podría afrontar las dificultades con fuerza y coraje, pero el dolor había arrastrado mis emociones al caos, y yo no podía superarlo por mi cuenta.
Ya que a la final.
Estaba completa rota.
"En realidad, pedir ayuda no es un acto de debilidad, sino una muestra de la verdadera valentía humana. Saber cuándo necesitas ayuda y confiar en alguien es una de las cosas más difíciles en la vida".
Pero entonces porque sentía que estaba hundida en el océano...
—La paciente, Galia Roos.—Preguntaron esperando que cualquiera chica presente se levantará.
Con un poco de pesadez, y algo asustada también. Me levanté de la silla, agarré la libreta la cuál llevaba abrazada cómo si fuera mi jueguete favorito.
La enfermera me dirigió por un largo pasillo, dejándome en frente de una puerta en color azul claro.
—Puedes ingresar.—Me digo con amabilidad.—Adentro encontrarás a la psicóloga.
Aún dudosa, agarre el pomo para girarlo. La puerta se abrió, y con nerviosismo ingresé. Mis pasos pesaban, y cada pisada que daba era cada vez más lenta.
Mire a una mujer de aproximadamente cuarenta y cinco años. Su cabello negro tenía algunas canas, usaba lentes, y el color de sus ojos era de un tono marrón muy bonito.
—Bienvenida Galia.—Dijo con una sonrisa poco visible.—Me llamó Amadea Guzmán, Seré tú psicóloga.
Trate de sonreírle, pero no había sentimientos de alegría. Lo único seguro que evitaba en mis emociones se llamaba ausencia.
Nerviosa me acerque a dónde estaba y me senté delante de su escritorio. Para ser la primera consulta, no se sentía tan aterradora.
—¿Qué sientes?.—Me hizo la primera pregunta.—Explícame con claridad que está sucediendo en tú mente.
La observé anotada mientras pensaba que responderle. Hasta que decidí ser sincera, y desahogarme.
—Un completo desorden.—Le dije con honestidad.— Estoy bien, y de repente siento que vuelvo a esa noche. La alegría al parecer ya no forma parte de mis emociones. No tengo ánimos de levantarme, de seguir, y menos de vivir. Y el único pensamiento que tengo presente, es la muerte.
Ella asiente de manera comprensiva. Mienta anota algunas cosas en un cuaderno.
—¿Cuáles han sido los cambios que has experimentado desde lo sucedido?.—Inquirió.
—No comprendo.
Sonrió ampliamente para haceme sentir segura.
—Nuestra salud mental es muy compleja, Galia. No puedes deducir que sucede dentro de tu cabeza, pero puedes notar que hay un caos al sentir diversas emociones.—Informa de una manera profesional.—Aunque no podamos ponerle un nombre al desorden mental, somos capaces de sentir la diferencia entre una vida ordenada y una caótica.
No sé equivocaba al decir aquello. Las luchas mentales no te avisan cuando llegan, pero sientes cuando comienzan a atacarte.
—Al principio solo me perdía en mis pensamientos. Después... cada episodio me llevaba más lejos de la realidad.—Le comentó mientras algunas lágrimas caen de mis ojos.— Siempre estoy desanimada, la tristeza es la única emoción que prevalece en mi ser. Me esfuerzo por fingir que estoy bien, que nada sucede...—Mi voz se corta, y cuando estoy mejor sigo.—Pero no es verdad.
La psicóloga siguió anotando algunas cosas en su libreta. Para luego mírame fijamente.
—Ya tengo un diagnóstico.—Me aseguro leyendo su análisis.— Presenciaste un ataque de pánico, tienes pensamientos suicidas, no sientes ánimo de hacer tus actividades cotidianas, y vives por vivir.— Leyó todo eso , y luego fijo su mirada nuevamente en mí.—. Tienes depresión y la ansiedad no son trastornos menores que se puedan ignorar; ambos son profundamente dañinos para el ser humano si no se toman las medidas necesarias.
Asentí mientras la miraba a sus ojos marrones.
— Ambos transtornos tienen sus propias características distintivas y desgarradoras.—Me informó de manera amigable.—La ansiedad es el sentimiento de correr desesperadamente para alcanzar una meta que siempre está fuera de su alcance. Y la depresión es la sensación de que un peso invisible te sumerge en las profundidades de tu ser.
—Algun día podré vivir sin dolor de sufrir ambos trastornos.—Le pregunté preocupada.
—Tendras que pasar por un proceso un poco complicado.— Me dijo sincera.—Pero claro que la sanación es posible.
Sentí que me quitaron un peso de encima. Al pronunciar aquellas palabras.
—Ya me estaba asustando.—Le dije con nerviosismo.
—No tengas miedo a sanar, Galia.—Me recomendó.—Hay personas que le tienen tanto miedo a lo desconocido, que prefieren quedarse sumergidas en el dolor.
—Amadea, quiero sanar.—Le dije un poco afligida.—No quiero vivir llena de temor.
—Estoy segura que con esfuerzos lograrás la sanación.— Digo de manera alegré.— Solo debes controlar tus emociones antes de que ellas te controlen a tí.
—Me parece bien.—Le dije con seriedad.
—Te espero él viernes.
—Hay estaré.
"
Mientras salía a la luz, cada paso seguía siendo un reto para mi miedo, pero esos pasos fueron también la confirmación de que había una salida a mis problemas. Sé que el camino sería largo y difícil, pero sabía que cada día y cada esfuerzo me acercaría a la paz que buscaba."
______+_______
¿Alguna vez paso por tu mente la idea del suicidio?.
Cuando estás llena de vida, y sientes que vives en una burbuja de cristal en la que nadie puede romper tus sueños.
No hay otro deseo que no sea la vida.
Pero cuando la burbuja se rompe.
Y la realidad te consume.
Sólo reza para que algún día tus pedazos puedan volver a estar completos.
Yo estaba rota.
No había nada por reparar.
Los días pasaban dejando cada vez más atrás a esa chica que siempre llevaba una sonrisa en su rostro.
El miedo es causado por algo o alguien. Yo sentía miedo por lo que yo misma era capaz de hacerme.
Al mirar nuestros reflejos al menos deberíamos sentirnos conforme con lo que vemos...En otras palabras yo no estuve conforme con lo que ví.
Parecía un muerto.
Toda la seguridad que algun día tuve . Fue reemplazada con millones de inseguridades.
Ropa olgada: " Para que todas las personas que quisieran mirar mi cuerpo, no fueran capaces de hacerlo.
Alegría fingida: " Siempre aseguro que todo está bien , cuando en realidad sólo hay sufrimiento."
Tristeza camuflada: "Nadie logra verla pero yo la siento".
Vivir la vida: "De que vale existir cuando lo único que sientes es dolor".
No importaba cuánto lo intentará, que hiciera, o lo mucho que me esforzara por no querer suicidarme. Ese pensamiento me perseguía a dónde fuera... Y siendo sincera... Anhelaba la muerte.
Y una vez más estaba escribiendo todos lo que me ahogaba. Los pensamientos suicidas se habían hecho presente en más de una ocasión.
Los aleje siempre que tuve la oportunidad,pero en este momento no deseaba hacerlo. Hace un par de semanas compré una cantidad considerable de medicamentos.
¿Cuál era el propósito?, tener una sobredosis de medicación que me causará la muerte.
A qué nivel de dolor había llegado mi corazón para lastimarme de esta manera. Uno muy doloroso al parecer.
Mire todos aquellos medicamentos y aunque quería arrepentirme. Reemplace el sentimiento por un poco de paz. Agarré una pastilla la llevé a mi boca, tomé algo de agua y lo único que sentí fué cuando está paso por mi garganta.
Seguí tomando pastillas una trás de otra. Pidiendo internamente ya tomarlas todas para acabar con éste sufrimiento de una vez. Escuché unos toque en la puerta pero hice casó omiso.
Cuando hiba a Seguir con esta travesía para nada agradable. Mi padre entro a la habitación y con un poco de decepción me miró a los ojos.
—Tiene que ser una broma,Galia.—Dice molestó mientras me arrebata el vaso de agua.—Hace un mes intentaste suicidarte, una semana después te cortaste las venas, y ahora lo intentas a través de una sobredosis.—Me pregunto molestó mientras se pasa las manos por su cabello rubio.—Porque estrellita... Por qué te lastimas de esta manera.
Lo mire a aquellos ojos iguales a los míos. Mientras lloraba sin contenerme.
—El dolor que se crea por una herida duele pero nunca como el dolor mental, ese te consume te quiebra y te Rompe de una manera tan dolorosa que lo único que deseas es morir.—Le dije con sinceridad.
Su mirada me miró fijamente mostrando ningún tipo de emoción.
—Ya basta deja de lastimarte.—Me reclamó mi padre.
—No me crees,¿Verdad?.—Le pregunté mirándolo directamente.
—Acaso no ves todo lo que ocasionas.—Dice señalando nuestro alrededor.—Tu no eras así... Dónde quedo la estrella que alumbraba está casa.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al comprender que nadie me creía. Para todos yo inventó esa dolorosa tragedia.
Cuando la realidad era que ella me había matado.
— He sufrido tanto los últimos meses que dejar de sentir sería un favor, aunque sé que es un error. Pero si otros me hicieron daño Porque no hacerlo yo misma.
Sus ojos me mirando con rabia mientras se acercaba hacia donde me encontraba.
—No lo creo Galia.—Aseceró molestó —Deja de una vez el teatro que tienes Galia.No estás en una grabación de película, estás es la vida real así que deja de intentar acabar con ella.
Nunca pensé que las palabras podían doler de esta forma. No imaginé que la única persona que me hacía sentir segura, fuera la primera en dejarme expuesta.
—No es actuación...—Me corto mientras las lágrimas inundaban mi visión.— Sólo que ahora tu pequeña estrella lo único que siente es dolor.
Entonces salí de mi habitación sin querer escuchar otra palabra de su parte. Me bastaba con aquello que había dicho para saber que mi corazón estaba hecho pedazos.
" Nunca podrías imaginar lo doloroso que puede ser no creer en la palabra de la niña de tus ojos hasta que te das cuenta que esas mismas palabras se graban en su memoria, como un agudo taladro en su corazón.".
______+______
Estar rodeada de la mismas personas que te hicieron dañó, es sentír que aquella herida se abre y sangra Aunque intentes aparentar que todo está bien.
—Hoy nos encontramos en esta sala para decidir quién obtendrá la potestad completa de la pequeña, Galia Roos.—El juez informó aquellas palabras a todos los presentes.
Cuando logré ver al causante de todo el dolor que siento junto a la persona que se hace llamar mi amdre. Lo que sucedía alrededor paso a un segundo plano.
Mi mente solo revivía cada una de las noches, en recuerdos tan repetitivos que las lágrimas caían por mi rostro. Un ligero temblor comenzó en mi manos .
Todo sucedía tan rápido que no era capaz de comprender que me sucedía. La desesperación, y la ansiedad se instalaba en mi cuerpo, la opresión que se intensificaba en el pecho se hacía cara vez más insoportable.
No podía respirar.
Me levanté queriendo escapar de la sala, la cantidad de personas me asfixiaba. Traté de alejarme pero el dolor que experimentaba y la opresión en mi pecho no me dejaron moverme.
Caí al piso hiperventilando.
Algunas personas lo miraron pero la primera en llegar a dónde me encontraba, fué la abuela. Con sus delicadas manos me acaricia las mejillas .
—Cielo, ¿Que sucede?.—Preguntó mientras una lágrima recorría por su rostro.
—N-No puedo respirar.— Murmuré con voz poco audible.
—Mi cielito, claro que puedes.—Me aseguro.—Respira conmigo, uno, dos, y exhaló.
Lo intente pero aún así no sentía aire en mis pulmones. Mi cuerpo se estremecía de una manera tan aterradora que no comprendía como eso era posible.
—Galia, respira cielo.— Me digo mi abuela nuevamente.—Vamos hazlo conmigo, respiró, uno, dos , tres y exhaló. Otra vez cielito...
Respiré y exhale tanta veces como pude que sentí el oxígeno otra vez en los pulmones, las lágrimas cesaron, y mi cuerpo ya no temblaba.
Una vez más habia presenciado un episodio.
La mayoría de las personas que fueron testigos de la pequeña escena espeluznante que realicé, volvieron a sus asientos.
Y yo queriendo estar alejada de los principales puestos. Me senté junto a mi abuela en los últimos asientos de la sala del juicio.
—Llamamas a la señorita Galia, para que decida por su voluntad dónde desea vivir plenamente.— Mencionó el juez.
Yo tendría que decidir dónde vivir.
Mire a la abuela con un poco de temor. Pero ella me regaló una sonrisa comprensiva para luego envolverme en su brazos.
—Recuerda que eres una estrella y donde vayas siempre alumbrarás.—Asentí en repuesta mientras la miraba con agradecimiento.
Camine hacia el principio de la sala . Todos los ojos se posaron sobre mí, incluyendo el de aquellas personas que detestaba.
Respiré profundamente calmado el nerviosismo que presentía. Y con la poca valentía qué reuní me dirigí a todos los presentes.
—Gracias por estar hoy presente en este lugar. La mayoría a lo mejor esperan que elija a cualquiera de mis progenitores.—Comente con un poco de temor.—Pero siendo sincera con todos ustedes, y conmigo misma. No deseo vivir con mi madre, ni tampoco con mi padres.
Toda la sala quedó en murmullos. Mire al frente queriendo sentirme con valor de lo que diría a continuación.
»No obstante, hay alguien que estoy segura que no me defraudara. Es una persona que me prometió que me liberaría de la oscuridad... De voluntad deseó plenamente que Carmen Roos, tenga mi custodia por completo.«
Las personas aplauden por aquellas palabras. Mientras mi abuela está hecha un mar de lágrimas.
—Por decisión propia de Galia Roos. La potestad completa quedará bajo la responsabilidad de la señora Carmen Roos.—El golpe del maso es lo único que se escucha. Junto a la decisión final.
Mire a la persona responsable de mi bienestar. Y aunque los traumas aún permanecían estaba segura que con ella estaría a salvó.
—Ganamos abuela.—Le pregunté emocionada.
Su sonrisa se amplió mientras me miraba con todo el cariño del mundo.
—Les ganamos, cielito.
Solo esas palabras fueron lo único que necesitaba para saber que no iba a sufrir en manos de alguien más.
"Y entonces el mundo se tornó en nada para mí. No había felicidad, pero también no había dolor. En cambio, me encontré en un vacío donde no existían sentimientos, y me sentía a salvo.
Fue entonces cuando comprendí que era lo que quería: una paz vacía y desnuda."
_________________________________
Nota de la Autora: Hola mis amores. Reconozco que me perdí por un tiempo. Pero ya saben las razones.
Aunque creo que está doble actualización lo recompensa ;).
Han sido dos capítulos de mucho dolor, sufrimiento y experiencias que de alguna manera fueron traumáticas.
¡Quiero aclarar algo!, No estoy validando el suicidio, ni mucho menos pretendo hacerlo.
La salida del dolor es, en ocasiones, un camino tormentoso para muchos
No es la mejor opción para nadie, pero lo comprendo; entiendo que para muchos parece ser el único camino que se les muestra para escapar de la agonía del dolor.
"Sin embargo, un ataque contra tu vida no es la respuesta cuando la tormenta se hace más fuerte, cuando tus pensamientos comienzan a gritar y el dolor en tu mente se hace más intenso.
Porque...
Recuerda que la curación es un camino difícil y exhaustivo, pero que se llena de posibilidades y poderoso crecimiento".
Responderé algunas preguntas en mi cuenta de Instagram.
Sí tienen un poco de suerte, quizás actualice el fin de semana :).
Muak los quiero 💘
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top