𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼#17.

"Él pasado es sólo mirar esa pequeña versión de tí. Lo triste es aferrarse a ella y sentir cómo en el presente te quiebras de nuevo "
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Inglaterra, Londres/ 20 de Julio.

𝐆𝐚𝐥𝐢𝐚 𝐑𝐨𝐨𝐬.

Tenía alrededor de cuatro años que no sabía nada de Brandon Roos, es decir, mi padre. Y la verdad tampoco era algo de relevancia en mi vida. Pero estar en el mismo vehículo, con Emiliano inconsciente recostado en mis piernas y él conduciendo. Era un ambiente demasiado incómodo. Así que técnicamente me digne a mirar por la ventana.

—¿Qué tan importante es, él chico para ti?.—Inquiere el minutos después mirándome de reojo por el retrovisor.

De tantas preguntas que pudo haber formulado con respecto a mi persona. Había preguntado sobre alguien lejano a él.

Sin embargo, no me importaba, nuestra relación desde hace años había Sido destruida y no tenía nada que preguntar Sobre mí.

—Lo suficiente para estar en este mismo vehículo contigo.— Le respondí con desdén.

—Siempre estando a la defensiva.— Dice el con sarcasmo.—Veo que hay cosas que nunca cambian.

—Cuanto falta para llegar al hospital.—Le pregunto cambiando de una manera drástica el rumbo de nuestra conversación. Porque la verdad no me interesaba discutir con él.

—Alrededor de unos quince minutos.—Me notifica con sinceridad.—Si de algo te sirve el chico está desmayado pero sus latidos pueden escucharse y es una buena señal.

—¿Como lo sabes?.—Inquiero confundida.

— Estudié medicina general.— Dice orgulloso mientras yo no comente nada al respecto.

El ambiente quedó en un profundo silencioso. Y el trayecto cada vez se hacía más eterno. Pero cuando menos lo esperé llegamos al hospital.

Inmediatamente me baje del carro de mi padre a una velocidad que ni yo misma reconocía. Empecé a gritar pidiendo ayuda a los doctores, médicos y enfermeros presentes. Todos rápidamente corrieron detrás de mí al estacionamiento con una camilla donde con cuidado colocaron a Emiliano. Llevándolo rápidamente a urgencias.

Me quedé en la sala de espera sintiendo miedo de que algo le pasará y al mismo tiempo preocupada al saber que no tenía como
comunicarme con Natalie ó Liam.

—Todo saldrá bien, estoy seguro.— Me dice mi padre tratando de reconfortarme pero la verdad no era  algo que el pudiera hacer.

—Te importaría prestarme tu teléfono.—Le pregunto y el asiente.

Me entrega su celular, y apesar de que no tengo el número de Natalie, llame a mi abuela con la esperanza de que me respondiera. El teléfono vibro en mis manos por transcursos de minutos hasta que mi abuela contestó.

—¿Hijo?.—Pregunto ella un poco sorprendida.

— Soy Galia abuelita.—Le corrijo, y un profundo silencioso quedó en la línea.

—Cielo que ha sucedido.—Inquiere ella preocupada.—Y porque tienes el teléfono de tu padre.

—Abuela eso no importa, necesito que te comuniques con Natalie.—Le digo con seriedad.—Emiliano le comenzó a fallar las respiración y minutos despues sé desmayó. Está ingresado a emergencias.

—Ay cariño me imagino como te debes sentir. Llamare a Natalie, para luego ir hacerte compañía.

—Esta bien, abuela.—Le digo un poco más calmada. Para culminar la llamada.

Nuevamente me encamino en dirección a la sala de espera. Visualizo a mi padre aún sentado en ese lugar así que camino hacia el para entregarle su teléfono.

—Gracias.—Le digo educadamente para luego sentarme a su lado. Y él sólo me miró fijamente.

—Necesitamos hablar, Galia.—Me dice con sinceridad.

—No tenemos absolutamente nada de que hablar.—Le hago saber y el no comenta nada.— Pero sí quiero saber algo,¿Qué haces aquí?.

—Es una larga historia.— Me hace saber y yo resoplo hastiada.

—Tengo todo el tiempo del mundo.—Le aseguro para mirarlo atentamente.

—Desde que te fuiste de California, contraté dos investigadores que dieran con tu paradero. Pero ninguno lograba conseguir información sobre tí y mucho menos me daban algún indicio o noticia alguna.—Me explica con cierto sentimiento de
preocupación.—Sin embargo, esté año ingresaste al psicólogo y de alguna manera ellos pudieron encontrar información muy valiosa.

—A que te refieres con información muy valiosa.—Le pregunto un poco confundida y molesta a la vez.

—Lograrón conseguir los resultados de las pruebas que te hiciste hacé años.—Me dice y un escalofríos me recorre el cuerpo.—También consiguieron los expedientes médicos de todas las cuatro veces que trataste de suicidarse. Así como la localización de tu actual psicóloga, por lo tanto pude encontrarte. Después de años sin saber dónde estabas.

Yo no sabía cómo reaccionar con toda esa información. Era demasiado noticia en un solo momento. Mi padre me miró con compresión.

—Lamento todo lo que tuviste que pasar esa noche. Y perdóname por no haber creído en tú palabra.— Me Dice con sinceridad, mientras veo el arrepentimiento en sus ojos.

—No puedes simplemente venír aquí y querer borrar todo con un "Lo siento".—Le reclamó, sintiendo como estoy sufriendo por dentro.— Después de esa noche, busque en ti refugio porque solo era una niña de catorce años. La cuál estaba sintiendo un dolor que la consumía, y en su mente solo se repetía la idea de quitarse la vida una y otra vez.

En ese momento estoy hecha un mar de lágrimas que caen por mis mejillas una tras otra. Lo miró directamente con mis ojos cristalinos.

—Y cuáles fueron tus palabras. Cuando comencé con mis luchas mentales.—Le pregunto, mientras él solo se mantiene inexpresivo.

Sus palabras esa noche se habían grabado en mi mente. Y seguían en ella muy presente.

"Deja de una vez el teatro que tienes Galia.No estás en una grabación de película, estás es la vida real así que deja de intentar acabar con ella".

Las palabras marcan, afectan tu manera de pensar y ser. Pero lo que más te consume es que las misma venga de las personas más importantes en tu entorno.

Me he arrepentido todos estos años de no haberte creído.— Sé expresó con arrepentimiento.

—Nunca té mentí, jamás te oculte algo para que dudarás de mi palabra. Y la única vez que necesité que creyeras en ellas, me diste la espalda.—Le digo mirándolo fijamente con el dolor reflejado.

—Pense que era un teatro.—Me dice decepcionado no de mí, sino de el mismo.—Jamás té había visto de esa manera, no lograba comprender que sucedía. Y tardé me di cuenta que estabas sufriendo.

—El teatro que me discriminaste, siempre fué aquel dolor que me consumía a diario, era la depresión y la ansiedad acabando conmigo. Fueron ese intento de suicidio que presenciaste, y el recordatorio constante cada día de lo que sufrí.
—Al decir todo eso Sentía cómo las lágrimas inundaban mi visión.—Estaba muriéndo por dentro mientras trataba de sonreír por fuera. Y todos pensaron que era actuación.

Mi padre no argumento nada más, y yo no tenía nada que decir. El ambiente entre nosotros se había vuelto incómodo y el mismo se encontraba en un profundo silencio. Aún así me mantuve hay sentada esperando cualquier noticia con respecto al castaño.

Una media hora después llegó Natalie junto a mi abuela. La primera lucía un jean blanco con una camisa mangas largas de un color negro. Mi abuela en cambio llevaba un típico traje negro, cómo toda la empresaria que era.

—Como está Emiliano.—Pregunto Natalie preocupada por el estado de salud de su hijo.

—No han dado ninguna noticia desdé que entró a emergencias.— Le digo con honestidad mientras siento el mismo dolor y preocupación que ella.

—Tranquila Natalie, tu hijo es un guerrero.—Le dice mi abuela apretandole el hombro con delicadeza para darle apoyo.

—Estoy de acuerdo.— Le Mencionó con una sonrisa cálida.—El saldrá de está, estoy segura.

Ella me abraza mientras llora algunos minutos en mis hombros. Y yo solo me mantengo hay tratando de no derrumbarme pará poder reconfortarla.

Todas nos encaminamos a la sala de espera del hospital. Y alrededor de una hora seguimos hay sin recibir alguna noticia sobre el castaño. Los segundos se hacen interminables y los minutos eternos. Pero aún así trató de mantener la calma de qué todo saldrá bien.

—La familia de Emiliano Reyes.—Dice una dulces voz que reconozco muy bien.

—Amber.—Inquiero y ella me sonríe.—Dime que él está bien.—Le digo casi en súplica.

—El chico sufrió un infarto al corazón (Infarto al Miocardio), sin embargo se trató antes de que causará daño al músculo cardíaco, y por tal motivó el paciente está estable y fuera de peligro.—Informa Amber y todos resoplamos aliviados.

—Podemos verlo.—Le pregunto esperanzada de que la respuesta sea positiva.

—Pueden hacerlo pero por turno. Ya que no pueden ingresar todos al mismo tiempo.—Me dice con honestidad.

—Tranquila nosotros entendemos.—Le digo regálandole una sonrisa genuina.

—Cuando le darán de alta.—Inquiere Natalie un poco preocupada por la situación.

—El paciente estará hospitalizado un tiempo para monitorear los ritmos cardíaco, así como para administrarle medicamentos para prevenir la acumulación de coágulo de sangre.—Nos dice de una manera muy profesional.— Dependiendo de lo rápido que  responda al tratamiento. Le darán de alta en unas semanas.

—Me parece bien.—Le dice la señora Reyes un poco más calmada.—Puedo verlo ahora mismo.

—Claro, por favor sígame.—Le dice Amber con educación y Natalie se encamina detrás de ella.

Yo decido volver a sentarme en la sala de espera sintiendo muchísimas ganas de romper las reglas para ir a verlo.

Pero antes de que pueda seguir pensando en eso. Escucho claramente cuando alguien grita mi nombre.Al dirigir mi mirada al lugar de donde proviene el llamado veo a Liam caminar rápidamente hacia mí.

El rubio tiene una sudadera de color rojo con la silueta de un león en negro y un jean blanco.

—¿Cómo se encuentra?, ¿está bien?.—Me pregunta angustiado, y yo solo lo abrazo.

—Se encuentra estable.—Le aseguro y el vuelve a estar tranquilo.

—Estaba que me moría de un infarto también.—Comenta de repente y me río por sus ocurrencias.

—No exageres, Liam.— Le reclamo y esté solo se ríe a carcajadas.

Juntos volvemos a la sala de espera, en dónde segundo más tarde sale Natalie de la habitación con algunos rastro de lágrimas en su rostro. Me regala una sonrisa de agradecimiento y apesar de no entender el motivo le devuelvo el gesto.

—Liam, deberías ingresar a la habitación para que hables con tu amigo.— Le digo con honestidad colocando una mano en su hombro. El me mira un poco anotado por la situación, pero luego asiente.

—Te lo agradezco, Galia.— Me asegura y yo le sonrió.

El rubio ingresa a la habitación en donde se encuentra Emiliano. Natalie se encamina hacia mí y yo le sonrió.

—Debo irme a buscar unas cosas pará la comodidad de Emiliano mientras se encuentra hospitalizado.— Ella me notifica y yo asiento en respuesta.

La señora Reyes se había marchado del hospital. Mi padre no tenía idea de dónde se encontraba y mi abuela desde que no habían informado el estado del castaño la había perdido de vista.

En consecuencia de su ausencia, me encontraba complemente en soledad, en la sala de espera. Dónde solo pensaba en diversas cosas.

Estaba en la etapa de mi sanación dónde tenía que aprender a soltar los heridas que me ataban al pasado. Pero y si ellas me tenían atrapada cómo podría librarme.

A menudo, las heridas de pasado pueden mantenernos atrapados en un ciclo de dolor y rumiación, impidiendonos disfrutar plenamente del presente

Pero también recordemos que él sufrimiento es de diversos tamaños. Y cada guerras siempre es diseñadas para un guerrero resistente capaz de librarlas con valentía.

No es fácil perdonar, tampoco es fácil tratar de soltar el pasado que nos ha atormentado. Pero si somos valientes para intentarlo.

Jamás dudes de la valentía con la que luchas cada día.  Más bien sigue con más fortaleza y demuéstrale al mundo de lo que eres capaz de lograr.

—Hola cielo, te trae un poco de café—Me dice mi abuela con voz delicada.

Yo me sobresalto al no darme cuenta de su presencia, debido a que estaba sumergida en mis pensamientos. La miro un poco sorprendida pero luego reacciono y le respondo.

—Estaba un poco distraída abuela.— Le expresó con sinceridad.

—Tranquila lo noté.— Me asegura, para luego entregarme uno de los envases que poseían café.

Yo tomé un sorbo, y nos mantuvimos unos minutos en silencio hasta que fuí capaz de romperlo.

—No esperaba verlo en este momento de mi vida.— Le confieso refiriéndome a mi padre y mi abuela me mira fijamente.

—Lo entiendo cariño, pero te has puesto a pensar que quizás el pueda ayudarte en está nueva etapa de tu vida.— Me dice de repente y yo chasqueo un poco incómoda.

—El me hizo mucho dañó en el pasado con sus palabras y acciones.—Le digo con honestidad mirándo a mi abuela directamente.— Al verlo solo revivió en mi mente muchos momentos que todavía me lastiman.

—Te acuerdas que una vez te dije que todas las personas éramos un papel capaz de rompernos.— Inquiere ella y yo asiento.— Siempre podrán rompernos de alguna manera, pero después ya no podrán hacerlo. Sin embargo eso no quiere decir que no puedan lastimarte o dejarte heridas.

—Pero esas heridas aveces se convierte en un recordatorio constante. Y es abrumador.— Le expresó tratando de que logré comprender como me siento.

—Lo sé Galia.— Dice con simpleza.— El hecho de que tengamos cicatrices no implica que no pueden volver a sangrar. Pero recuerda que puedes volver a sanarlas, y pasar la página.

—No crees que es algo realmente impactante para ser posible.— Le digo muy dudosa.

—Tener la fortaleza de abrir una ventana a lo que muchas personas viven.—Dice mi abuela de repente.—Y al hacerlo, estás también mostrando el camino para salir de ello, ¿Creo que es algo posible, Galia?.—Me asegura mi abuela, para luego guiñarme un ojo y déjarme en la soledad.

Mi abuela siempre solía dejarme muy confundida.

Es importante asumir que el proceso es precisamente eso, un proceso. Un camino que puede ser largo y tener muchas complicaciones.

Pero al fin y al cabo es un camino.¿Verdad?.

No obstante, es posible superarlo para poder cambiar nuestra realidad. Y al hacerlo, nos convertimos en una inspiración, en un ejemplo de que el proceso de sanación y superación es un hecho posible.

"La vida suele ser injusta con las personas que intentamos hacer las cosas bien. Pero recuerda que los únicos límites lo ponemos nosotros.

Todos somos capaces de superar nuestras luchas internas y volvernos la versión más fuerte de nosotros mismo".

Me encontraba todavía en la sala de espera en completá soledad. Pero supongo que había aprendido mucho a lo largo de este viaje de sanación. Y eso era algo que me hacía sentir bien conmigo misma. Escucho la puerta de la habitación de Emiliano ser abierta y saliendo un muy sonriente Liam.

Me levanté para encaminarme a su dirección. Y antes de poder saludarlo el me envolvió en sus brazos de manera inmediata yo no reaccione al instante pero luego me devolví el abrazo.

—Gracias Galia.— Me susurra de manera sincera. Mientras rompo el abrazó y lo miró sin entender nada.

—Porque me agradeces.— Le pregunté un poco confundida con la situación.

—Tu hiciste que Emiliano fuera capaz de entregar su corazón, sin miedo a las consecuencias que eso conlleva.— Me confiesa y yo lo miró anotada.—Gracias por amarlo como lo haces, no te imaginas lo mucho que él lo necesitaba.

—Ha Sido un placer.— Le expresó y el me regala una sonrisa cálida.

Luego de eso se despide con las manos, para darme la espalda y encaminarse a la salida del hospital.
Yo un poco nerviosa me acerco a la puerta de la habitación y la abro con cuidado.

Visualizo al castaño acostado en la camilla con algunos aparatos conectados a su cuerpo. Me encamino hacia él y me siento muy cerca donde se encuentra. Sus lindos ojos marrones me miran y yo no puedo evitar sonreír.

—Como te encuentras.—Le pregunto, y el me sonríe ampliamente.

—Pues en este momento mucho mejor.—Me dice con simpleza y yo lo fulminó con la mirada.

—Estoy hablando encerio.—Me quejó cruzándome de brazos.

—Yo también.

—Eres insoportable lo sabías.

—No, pero gracias por recordarmelo.— Me dice guiñándome un ojo. Y yo volteo los míos.

—Cuando te desmayaste tuve mucho miedo de perderte.—Le confieso con honestidad.—Y sigo teniendo pavor de que eso suceda.

—Oye recuerda que siempre intentaré estar aquí para tí.— Me dice con sutileza tratando de hacerme sentir mejor.—Soy un desastres y quizás hay Muchas cosas que pueden lastimarte y no podré evitarlo.—Lo dice con sinceridad mientras me mira fijamente.—Pero si está a mi alcance haré lo que sea necesario para siempre sostener tu mano.

—Puedo abrazarte.—Le pregunto y el asiente.

El se acomoda para darme espacio y yo con sumó cuidado de no lastimarlo me recuesto a su lado. Emiliano paso un brazo sobre mi abdomen mientras acaricia mi cortó cabello.

—Estas un poco pensativa. Te sucede algo.—Inquiere y yo simplemente me acomode para quedar frente a frente.

—Mi padre está aquí en la cuidad, y la verdad ha revivido muchas cosas de mi pasado.—Le digo un poco apenada.

—Pense que nunca lo habías conocido.—Me recuerda lo que le dije en la relojería. Yo carraspee un poco incómoda.

—Lo dije porque después que me fuí de casa debido a que el creía que mis problemas mentales eran un teatro. La verdad nunca se me cruzo la idea de volverlo haber.—Le digo siendo lo más honesta posible.

—Pero el destino lo coloco en tu camino por alguna razón.—Dice el un poco pensativo.—A lo mejor quiere corregir su error, y arreglar las cosas contigo.

—Supongo.—Le respondo dudosa y el centra su mirada en Mí.

—Galia quizás tu padre cometió muchos errores en el pasado. Y no sé borrarán de la noche a la mañana con un "lo lamento". —Me aconseja Emiliano acariciando mis mejillas.—Pero eso no quita que se encuentra en este lugar solo porque quiere reparar sus equivocaciones.

—Crees que merece una segunda oportunidad.—Le pregunto y el me sonríe con tristeza.

—Todos merecemos una segunda oportunidad. Solemos equivocarnos mucho a lo largo de nuestras vidas pero en algún momento intentaremos repararlo.—Me asegura con esa sabiduría que lo caracteriza desde que lo conozco.—En este momento tienes la oportunidad de arreglar todo con tu padre.

—Tengo miedo de que suceda lo mismo.— Le confieso y el me mira con compresión.

—Yo perdí a mi padre a causa del dolor de la muerte de mi hermano. Pero si tuviera la opción de darle otra oportunidad estoy seguro que pase lo que pase estaría dispuesto hacerlo.—Lo dice con sinceridad mientras juega con mis hebras amarillas.—En algún momento necesitamos escuchar las versiones de otros para poder entender el porque de sus acciones.

—Gracias la verdad necesitaba desahogarme con alguien.— Le expresó y el me besa la frente con ternura.

—La vida está llena de momentos y situaciones que suelen ser complicadas. Pero depende de nosostros el ser capaces de afrontarlas.— Dice aquello y yo simplemente lo abrazo.

—Te amo, chico engreído.—Le expresó mientras sigo pegada a su cuerpo.

—Yo también, chica boba.

Seguí abrazada a él por minutos que fueron interminables. Hasta que minutos más tardé me levanté de la camilla, le di un casto beso en los labios, para luego decirle que lo haría.

Arreglaría las cosas con mi padre.

Salí del cuarto sintiendo muchísimas ganas de volver a entrar y no querer irme nunca. Pero necesitaba solucionar alguna cosas con respecto a mi vida. Me encamine por la sala de espera pero no era capaz de visualizar a mi padre.

Después segui caminando a la salida del hospital y logré verlo a la distancia sentado en una banca cerca de este lugar. Me dirige a dónde se encontraba y me senté a su lado.

—Necesitamos hablar.— Le dije de inmediato. Y mi padre centro su mirada en mí.

— Estoy de acuerdo contigo.— Me dice con simpleza .

—Me lástimaste con tus palabras en el pasado. Y fue un hecho que me marco tanto que sigue grabado en mi mente. —Le digo con honestidad mientras siento como mis ojos se cristalizan.— Las palabras pueden tener un profundo impacto y lastimosamente las tuyas lo tuvieron.

—Estoy consciente que no actúe de la mejor manera. Ni medí la magnitud de mis palabras. Pero estudié todos estos años medicina general porque quería entenderte.— Dice sincero mientras me visualiza con arrepentimiento.— Y aunque no logro comprenderlo completamente tengo un poco de conocimiento con tú trastornos mentales.

—Ese es el problema padre.— Le digo mientras lo miró directamente.—Nadie puede entender o comprender la magnitud de mi dolor a excepción de yo misma. Puedo estar sonriendo muy abiertamente cuando por dentro puedo estar sufriendo. El hecho de que veas a una persona depresiva riendo no significa que esté bien.

— Creeme eso lo aprendí.— Me asegura con la verdad reflejada en su rostro.—Cometí muchos errores pero en este momento quiero hacer las cosas de manera correcta. Te gustaría que fuera al psicólogo contigo.—Inquiere y yo lo miró anotada por la noticia.

—No creó que sea necesario.— Le digo antes de que haga una locura.

—Estas dándome la oportunidad de arreglar mis errores. Y yo quiero aprovecharlo de la mejor forma.

—Esta bien.— Le digo sin darle más vuelta al asunto.

— Espero que después de eso ésto puedas perdonarme.— Dice el añorando ese instante.

—Padre no puedo simplemente olvidar todo como si nada hubiera pasado.— Le expresó mientras lo miró con tristeza.— Solo esperemos que el tiempo nos de la repuesta.

—Lo entiendo perfectamente.

En ese momento ambos nos quedamos en silencio. Supongo que ya no había odio en nuestros corazones pero tampoco todo había Sido borrado.

Nuestra vida se definía por las oportunidades, incluso aquellas que perdemos.

Por eso sí tienes la opción de arreglar tus errores, y simplemente vuelves a traicionar la confianza de esa persona.Recuerda que ella no perdió a nadie.

Tú la perdiste a ella.

"En la vida, rompemos aquello que necesita ser reparado. Y aunque no se cuánto tardemos en recojer cada pieza, o el tiempo que necesitemos para arreglar las fisuras.

Siempre debemos estar dispuestos a armar nuestros rompecabezas"

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Nota de la Autora:  Hola mis amores perdonen por no haber actualizado ayer. Es que tuve muchas actividades y me reducieron el tiempo. Pero aunque no es sábado aquí tienen su actualización semanal.

Me encanto este capítulo, porque los trastornos mentales pueden ser dificiles de entender para aquellos que no los han experimentado. Sin embargo, el desconocimiento no debe ser excusa para minimizar la experiencia de los que los sufren. Ya que a menudo ellos mentalmente están luchando contra batallas invisibles, que pueden ser tan devastadoras como las batallas físicas.

Los trastorno mentales son enfermedades que nos persigue como una sobran en cada paso.

"Por lo cual recuerda que la felicidad puede ser tan falsa como la persona que la expresa".

"Así que mis queridos lectores sigan ganando esa batallas mentales que se guardan cada día para ustedes".

Si están pasando por lo mismos busquen ayuda profesional. Porque aunque el viaje a la sanación es difícil también es posible.

Perdonen el testamento pero era necesario :')

Muak los quiero 💘

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