𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼#11.

"Hay mentira en la verdad, dolor en las heridas. Y palabras que nunca entenderás hasta que llegue el momento adecuado"
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Inglaterra, Londres. / 17 de Junio.

𝐆𝐚𝐥𝐢𝐚 𝐑𝐨𝐨𝐬.

El tiempo ha pasado en mi vida tan rápido que no me he dado cuenta de nada.  En las últimas semanas. Solo me he dedicado a entregar todas mis actividades de manera online.

Cada día se ha ido tan velozmente.

Que hoy estamos iniciando el verano.

¿Que haremos en este tiempo de vacaciones?.

No tengo la menor idea.

Sin embargo he hecho una rutina propia. Cada día me levanto, me visualizo y trató de sonreírle a mi reflejo. Y me repito las mismas palabras que he tratado de creerme a mi misma.

Soy valiente,por luchar cada día por mi misma.

Mis cicatrices son imperfecciones que están marcadas en mi piel. Y aunque para muchos son horribles. Para mí son única.

Mi cabello rubio es alucinante. Porque brilla tanto como el sol

Tengo los mejores sentimientos apesar de tener muchas inseguridades. Y eso es admirable.

Mis ojos son el reflejo de mi alma. Definen lo que soy y lo que quiero ser.
Son de un verde esmeralda tan hermoso que no necesito buscar algo similar.

Soy lo que soy. Y me amo tal cuál soy.

Me he repetido eso tantas veces que he llegado a créermelo. Tengos mis encantos, soy hermosa, y no necesariamente necesito que alguien más me lo diga . Pues es como me siento.

A una mariposa no tienes que decirle que es hermosa simplemente lo es.

Tengo un lindo cuerpo y no por ser flaca.Amo mi cuerpo por lo que siempre ha Sido. Así que si eres Flaca, gorda o estás entre una balanza de ambas.

No te avergüences de tú cuerpo. Es hermoso e imperfecto.

¿Dónde queda lo perfecto?.

—Pues olvídalo.
—Déjalo de un lado.

No te preocupes por la perfección.
Estan predecibles que llega a cansar.
En cambio lo imperfecto están unico que no necesitas compararlo.

Sigo enfrente del espejo. Me visualizo por última vez. ¿Y sí?, no necesito más nada, o dudarlo más. Estoy bien conmigo misma. Mi cabello está igual de corto, ya casi no parezco desnutrida. Me he alimentado mejor en las últimas semanas gracias a Layla. Llevo un color de atuendo diferente a lo que usualmente uso. Llevo uno jean blanco y una camisa morada un poco grande con estampando. Aún no me gusta usar ropa más pegada a mi figura.

Pero es un gran avancé.Todo lo que he podido lograr sanando a mi manera.

Salgo de la habitación y me encamino a los pasillos. Bajo por la extensa escalera y llegó a la sala principal. Dónde se encuentra mi abuela en un vestido negro completo, que se adhiere a su piel. La falda es amplia y tienes bordes dorados.

—Buenos días.— Le digo con una sonrisa genuina.

Ella me mira un poco confundida. Sin embargo. Yo no paró de sonreírle.

—Cariño a qué se debe tanta felicidad.
— Inquiere mi abuela al ver mi estado de ánimo tan poco común en mí.

Pero ni yo misma lo sabía.  Simplemente estaba bien.

—No lo sé abuela.— Le digo con sinceridad. Encogiéndome de hombros.
— Sólo puedo decirte que cada día siento que no soy el desastre que pensaba que era.— Chasqueo un poco incómoda.—Siento que realmente valgo.

—Cielo tú siempre has valido.— Me asegura.

Yo la miro a sus ojos azules con la duda aún reflejada en mi rostro.

—Yo no me sentía de esa manera.— Le confieso.

—Te entiendo.— Me asegura con una sonrisa.— Pero estás equivocada cariño.
— Me dice acariciando mis mejillas.

—Porque siempre estás tan seguro de todo.— Le pregunto con curiosidad.

—Soy tu abuela cariño. Y nosotras sabemos tantas cosas. Porque los años y la vida nos han dado la experiencia necesaria. Por lo cuál se como hacerte entender que siempre has válido lo mismo.— Dice con tranquilidad. Para luego gritar.—MARCUS.

Yo la miro confundida pero aún así no comento nada al respecto. El mencionado hace acto de presencia.

—Necesita que la lleve algún lugar, Señora Roos.— Le dice nuestro chófer con educación.

—No querido.—Dice comprensiva.— Podrías por favor traerme unas de las hojas blanca tipo carta que están en mi oficina.

—Claro señora Carmen.— Le dice Marcus un poco confundido.

Sin embargo luego se retira y se marcha a buscar lo podido.

—¿Qué vas hacer con una simple hoja?.
—Le digo muy confundida tratando de entender la situación.

—Cariño aveces las cosas más simple cosas. No terminas regalando las mejores lecciones.— Contradice y no tuve otra opción que quedarme en silencio.

—Por cierto cielo, entregaste tus actividades.—Me pregunta con amabilidad.

—Si estoy al día con todas mis actividades.Ya estoy de vacaciones— Le respondo con tranquilidad.

—Me alegro mucho Cariño.

Nos quedamos en silencio y esperamos algunos minutos hasta que Marcus entro a la sala y finalmente le entrego la hoja que mi abuela había pedido.

—Aquí tiene lo pedido.— Dice Marcus cortésmente.— Ahora si me disculpan,
me retiro.

—Adelante.— Le dice mi abuela y el sin dudarlo se marcha.

Veo la hoja y la miro a ella. Y sinceramente no entiendo que va hacer con la misma.

—Presta mucha atención Galia.— Dice ella captando completamente mi atención.— En este mundo todos somos como una hoja de papel. Y queda una tiene un valor en específico. En este caso está hoja, valdrá seis.

Mi abuela agarrar su lapicero y comienza a marcar el número seis en toda la hoja. Sin casi dejar espacio. Yo frunso el ceño al no entender absolutamente nada.

Creo que mi abuela se volvió loca. O yo soy la loca.

— Cariño Céntrate.— Reprende.

—Estoy centrada.— Le aseguro.— Pero esto es una locura.— Le digo señalando lo que ella está haciendo.

—Galia, Pablo Noruda una ves dijo: " Hay un placer en la locura que solo un loco conoce".— Me dice con una sonrisa.

—Entonces estamos loca las dos.— Le digo con sinceridad. Y ella se ríe a carcajadas.

— No es una locura estoy marcando el seis para que entiendas que todo tenemos un valor. Y en este caso es ése número.— Me dice con seguridad mostrándome la hoja.— Y qué nunca, pase lo que pase dejamos de valer lo mismo.

—Como estás tan segura.— Inquiero con desconfianza.

—Galia cariño, las personas somos un papel tan frágil, hermoso y único. Vamos viviendo, experimentado y explorando el mundo. Sin detenernos a pensar que como hay luz también debe haber oscuridad.—Mi abuela sin darme cuenta rompe la hoja por la mitad .Y yo la miró sorprendida.— El que seamos valiosos no significa que no podamos rompernos.
—Dice con tranquilidad al ver mi expresión.—Al contrario tenemos derecho a hacerlo porque todos pasamos por muchas cosas, situaciones,problemas e incluso algunos desamores, en los cuales quedamos en pedazos. Pero al mirar los pedazos sigue el mismo valor que tenemos.

En eso no se equivocaba. Porque aunque la hoja estuviera por la mitad. Seguía reflejado el seis. Seguía valiendo lo mismo.

—Nos hacemos más pequeño pero aún más resistente.— Me asegura con esa sabiduría tan propia de ella.— Ya después, así tengamos que pasar por situaciones, problemas o caos. Ya no podrán romper lo que ya estaba roto, sin embargo si pueden lastimarlo.— En ese momento mi abuela arruga la hoja hasta hacerla una pequeña bolita.— Pero las heridas sanan aunque dejen cicatrices.— Desdobla la hoja y en ella se visualizan  diversas marcas y arrugas.— Así somos las personas, en un momento estamos completas y felices. Cómo en otros podemos estar con grietas y heridas. Pero eso no te quita el gran tesoro que eres. No te quita el valor porque todo  valemos mucho más de lo que imaginamos.

De inmediato la miró a sus ojos azules anotada por todo lo que me dijo. Y ella solo me sonríe genuinamente.

—Mira este papel Galia.— Dice ella mostrándome la hoja arrugada.— Paso por muchas cosas como la mayoría de las personas. Lo rompieron, lo lastimaron, le dejaron algunas heridas. Pero está sanando poco a poco. Y apesar de estar roto con grietas. Tiene el mismo valor y apesar de toda sus imperfecciones puedes seguir escribiendo en él.

—Como es eso posible si está arrugado.— Le digo sin entender la situación.

— Si cariño está arrugado en eso no te equivocas.— Me da la razón.— Pero cielo como terminaste sanando a tu manera.—Inquiere mi abuela con una pequeña sonrisa.

La miró con desconfianza sin embargo. Resopló y le respondo.

—Escribiendo una nueva historia. Cambiando la página de mi vida.
— Le digo con sinceridad. Ella se mantiene inexpresiva. Pero mantiene la misma sonrisa sospechosa.

—Y si pasas de página y volteas la hoja que encontraras del otro lado Galia.— Me pregunta directamente.

—Pues la hoja en blanco y las arrugas.
— Le aseguro sin entender que es lo que está tramando.— Es imposible escribir en el algo así.

— Entonces como tú hastá escribiendo una nueva historia. Si también has pasado por muchas cosas como estás hoja. Y aún tienes cicatrices por sanar.

Mi abuela me mira con profundidad pero yo estoy anotadas. Dio justo en el clavo.

No sé que decir.

—No me respondas cariño.— Me dice ella con comprensión.— Pero más que nadie sabes las respuestas a aquella pregunta.— Dicho ésto se acerca y me levanta el rostro con delicadeza.

Y me da un tierno beso en la frente para luego marcharse.

Al quedarme sola en el silencio decido ignorar la pregunta que me hizo mi abuela . Pero se me hace imposible.

Se repite la misma pregunta una y otra vez. Aunque me negara a pensar en ella.
Lo hacía sin poder controlarlo.

"Cómo yo teniendo grietas y cicatrices era capaz de escribir una nueva historia".

Había tantas repuesta, pero no todas serían la correcta.

Nuestra vida es como un libro no tenemos porque terminarlo. De hecho es todo lo contrario deberiamos escribirlo hasta que ya no queden más páginas.

Acaso era eso lo que mi abuela quería que entendiera.

Nunca lo sabría.

El primer paso de cualquier persona antes de empezar a escribir una nueva historia. Es estar cociente de las experiencias dolorosas que has pasado y como estás han dejado una huella imborrable en nuestras vidas. Sin embargo depende de tí, seguir de pie luchando cada día por seguir escribiendo que pasará en adelante.

Ya que aveces puede ser de gran ayuda explorar nuestros sentimientos, arriesgarnos , y conocernos mejor.

Esos nos va a motivar a que hagamos las cosas como deben ser . Para así descrir quiénes somos.

"Empecemos a escribir nuestras historia como nadie lo hace. Para mañana hacerlo como nadie puede".

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El verano llegó tan repentinamente que me sorprendio. Sin embargo ya es común que la vida nos sorprenda siempre.

Tanto así que incluso yo estoy sorprendida conmigo misma. He avanzado a mi manera, ami forma, y me siento demasiado bien.

Tengo insomnio, aún me da ansiedad al estar entre una gran cantidad de personas. Hay días en los que tengo ánimos de todos, como días en los que no quiero hacer nada.

Pero he logrado mi objetivo valorarme.
Cómo también he aceptado cada parte de mí, hasta aquellas que en algún momento nunca me gustaron. Ahora solo faltaba amarme.

Y estaré lista para sanar.

Creo que de cierta forma debemos sanar a nuestra manera. Sin dejarnos influenciar por los demás. Pero sobretodo sin presionarnos nosotros mismos. Estoy frente al espejo y juró que no amo lo que veo en él pero tampoco lo detesto, de cierta manera es agradable la vista.

La puerta de mi habitación rechina ya que es abierta.Y entra una muy sonriente Layla.

Me mira un poco anotada , sin embargo se acerca hacia mí.

—Te vez hermosa Galia.— Me dice con sinceridad colocándose a mi lado para vernos mutuamente en el espejo.— La belleza no solo es externa también es interna. Y creo que todos tenemos la suficiente de ambas.— Me asegura.

Yo le sonrió genuinamente, y al mismo tiempo se me resbalan algunas lágrimas.

—¿Sab?, este tiempos ha pasado tan rápido.— Le digo con honestidad.— Siento que he avanzado y retrocedido tanto, pero aún así estoy aquí como la guerrera que soy.

—Lo sé Galia, ha Sido meses un poco difíciles pero lo has sabido sobrellevar.

—No lo he sabido , tuve un ataque de pánico ayer.— Le recuerdo.

—Pero no pasó a mayores.— Dice en manera comprensiva.

— Y si hubiera pasado a mayores.— Le digo con tristeza.— Me da miedo.

—Es común que tengamos miedo.— Dice ella con tranquilidad.

—No es común Layla, quiero dejar de vivir siempre con miedo. Ya estoy cansada de que cada vez que intento algo siempre me detenga.— Le digo frustrada .

Ella abre y cierra la boca sin saber que decirme . Hasta que me mira con compresión.

—No te detiene el miedo.—Me asegura.
— Te detiene tu misma al creer que no lo vas a lograr. Pero lo has hecho Galia, lo has logrado y debes sentirte orgullosa de éso.

Yo sin dudarlo la abrazó, y ella igual.

—¿Qué haría sin tí?.— Le digo con honestidad.

Ella me mira con tristeza, pero luego trata de sonreír.

—Aveces me preguntó lo mismo.— Dice con sinceridad, y luego aparta la vista.
— Te espero abajo para ir a la biblioteca.— Dice con una sonrisa forzada para luego salir de mi habitación.

No entiendo su actitud. Suele estar bien y en ocasiones mal. Decido ignorar ese detalle, termino de visualizarme en el espejo y me encantó como luzco. Llevo una camisa negra y unos jeans blanco.

Bajo a la segunda planta de la casa. Dónde mi abuela me sonríe con ternura.

—Como amaneciste cariño.— Me dice con todo el cariño del mundo.

—Mejor que otros días.— Le aseguro.

—Es un avancé Cariño.— Me dice con orgullo para luego mirarme de pies a cabeza.— Para donde vas tan linda.— Inquiere con curiosidad.

—Voy a una biblioteca en la cuál nadie asiste.— Le digo con sinceridad.

—Ten cuidado cielo.— Dice inquieta.

—Estaré con Layla. —Le aseguro.

—Me llamaban.— Dice la mencionada con una sonrisa genuina.

—No querida.— Le dice mi abuela antes de que saqué conclusiones que no son.

—Entonces disculpe mi imprudencia.— Le dice Layla a mi abuela con educación.
— Pero necesitamos irnos Galia.— Dice acusatoriamente.

— Anda cielo.— Dice con ternura mi abuela.

—Gracias abuelita.— Le digo dándole una abrazo rápido.

—Hasta luego señora Roos.— Dice mi mejor amiga.

Las dos salimos de la sala principal, y nos dirigimos a la salida de la mansión. Dónde llegamos al estacionamiento en el cuál se encuentra un muy sonriente Marcus.

Ingresamos al vehículo, mi amiga le dice la dirección de nuestro destino. Y segundos más tarde nuestro vehículo está en marcha por las calles de Londres.

En el trayecto veo a Layla de reojo la cuál está un poquito inquieta.

—Te sucede algo.— Le digo un poco preocupada.

Ella me mira atentamente, y luego aparta su mirada a la ventana del vehículo.

—No.— Me asegura.— Sólo estoy un poco pensativa.

Yo la mira con preocupación sin embargo se que no puedo presionarla.

—Sabes que yo siempre estaré para tí.—Le recuerdo y ella me regala una sonrisa triste.

—No me recuerdes algo de lo cual ya estoy consiente.— Dice mirándome acusatoriamente.

—Es mi deber recordartelo somos amigas.— Le digo sin más y ella me regala una sonrisa genuina.

Luego de aquella conversación las dos nos quedamos en un profundo silencio.Dónde ambos solo nos dedicamos a mirar por la ventana. Hasta que llegamos a un pueblo un poco apartado de la ciudad. Y el cuál se encontraba la encontraba una casa un poco grande con algunas flores en el frente. Las paredes están pintadas de verde escalarta. Con un letrero que dice: Biblioteca de los sueños.

Layla y yo bajamos del carro.

—Estas segura que aquí no hay personas.
— Le digo con curiosidad.

—Nadie se acuerda de la existencia de este lugar.

—Entonces entremos.— Le digo entusiasmada. Y ella niega.

—Necesito que te vendes los ojos.— Dice tendiendome un listón rojo.

Yo la miro confundida sin embargo no digo nada. Lo recibo y me vendo los ojos.
Al hacerlo no veo nada pero Layla entrelaza nuestras manos.

—Yo te guío.— Me asegura.

Las dos marchamos, no veo nada sin embargo se que Layla me ayudará. Cruzamos por un pasillo, mi mejor amiga aún tiene su mano entrelazada con la mía. Volvemos a cruzar por un pasillo pero está vez a la izquierda. Seguimos caminando hasta que ella me suelta la mano y me deja sola.

—Galia puedes quitarte el listón.— Dice ella alegre.

Lo hago y el ver lo que tengo al frente me sorprendo. Estamos en una inmensa biblioteca donde hay una mesa con algunos postres delicioso, sobre está se encuentra una caja morada con un lazo blanco. Y hay un cartel que dice:"Para tí mejor amiga".

—Gracias, gracias.— Le digo con sinceridad a Layla. Y la abrazo fuertemente.

—Te quiero Galia.— Me dice con sinceridad.

—Quisiera decirte lo mismo.—Le digo honesta.

Ella me mira con compresión.

—Tranquila se que no puedes querer a alguien. Si ni siquiera  puedes quererte a tí misma.

— Lastimosamente esa es mi realidad.— Le digo un poco incómoda.

—Eso no cambia la persona que eres.
— Me asegura y yo le regalo una sonrisa triste.

Las dos nos sentamos en la mesa a leer un libro de Inma Rubiales. Llamado el arte de ser nosotros. En ocasiones comemos algunos de los postres como los ponqué.

Ambas nos quedamos en la lectura entretenidas. Y siento que el tiempo es indefinido, que estoy en Miles de universo. Me olvidó de la realidad para entrar a un lugar más bonito.

—Layla que sorpresa.— Dice una voz dulcemente.— Y tienes compañía.— Vuelve a decir nuevamente.

Cierro el libro para ver a la persona. Y al voltearme visualizo a una mujer de unos sesenta y cinco años. Lleva un vestido azul largo de una sola manga. Su cabello es ondulado completamente blanco.

—Hola Señora Evans .— Le dice Layla con amabilidad.— Ella es Galia Roos, Y Galia ella es Martina.

—Encantada.— Le digo con sinceridad.

—El sentimiento es mutuo.— Me asegura me dice con una sonrisa.— Lamento que pronto tengas que separar de tu amiga.— Dice con tristeza y yo no soy capaz de reaccionar.

Miro a Layla y ella está con algunas lágrimas en sus ojos. Y yo estoy de la misma manera. Martina nos mirá apenada.

— Lo lamento pensé que ya lo sabías.— Dice apenada para luego dejarnos en la soledad.

—Yo...— Dice mi mejor amiga pero se le corta la voz. Sin embargo no soy capaz de mirarla por lo que desvío la mirada.

—Por eso querías cumplir mi sueño de ir a una biblioteca. Porque esto es una despedida, ¿Cierto?.— Le pregunto y ella asiente.

—Hace unas semanas mi verdadera familia se comunicó conmigo. Me dijeron que tenían años buscándome.— Dice con dolor y la entiendo sé cuan doloroso es su pasado.— Al principio no lo creí, me negué a creer ese suceso. Pero posteriormente ellos no se rindieron y me enviaron al investigador encargado de mi caso. Y era cierto Galia tenía prueba del día en que murió mi madre, me explico cómo me encontró y yo aún así me negaba a qué eso fuera cierto.— Me asegura.

Pero es la verdad, si me buscaron por años. Y aunque al principio me costó aceptarlo, ellos son mi familia, ha pasado tiempo pero deseo conocerlos Galia.— Dice con sinceridad y dolor reflejado y claro que la entiendo.— Se lo comenté a Alya porque ella es mí madre. Es todo lo que siempre he tenido y como siempre me apoyó. Así que me mudo a California por tres meses.

— Sabes que yo también te hubiera apoyado.— Le recuerdo.— Cuando te vas.— Inquiero un poco dolida al saber que no la veré por un tiempo.

—Mañana al medio día, pero sé que puedes soporta esos meses sin mí.— Dice con sinceridad para luego abrazarme.

—Te voy a extrañar.— Le digo con sinceridad.

—Yo también Galia.

Las dos seguimos abrazadas deshacemos el abrazo y nos sonreímos.

—Ya es tarde debemos irnos.— Le digo a Layla .— Al ver qué son las siete de la noche.

— Es cierto es tarde.— Dice anotada por la hora.— Galia vas a dejar tu regalo.— Me dice señalando la caja con el lazo blanco.

Lo agarro y junto a ella salimos de la biblioteca. Caminamos al aparcamiento y subimos al vehículo. El trayecto fue silencioso pero no incómodo.

Llegamos más rápido de los esperado a la mansión. Bajamos del carro y nos adentramos a la casa.

— Debo empacar mis cosas para el viajé.
— Dice con una media sonrisa.

—No te preocupes estaré en mi cuarto por si necesitas ayuda .— Le digo sincera.

—No vemos luego.— Me asegura y yo le sonrió genuinamente.

Ella se encamina a su recamara y yo subo las escaleras para encerrarme en mi cuarto cómo siempre que necesito pensar.

Coloco el regalo de mi amiga en la cama me desahogo de mis ropa, ingreso al cuarto de baño y me ducho con rapidez.
Salgo para dirigirme al armario donde me decido por un shorts corto blanco y una camisa negra un poco grande.

Me suelto mi cabello rubio que está húmedo y me recuesto de la ventana.

En ese momento me pierdo de la realidad y pienso en muchas cosas. Decido levantarme para sentarme en la cama donde me doy cuenta que todavía no he abierto el regalo que me dió Layla.

Con delicadeza deshago el lazo y le quitó la tapa a la caja . Y en su interior hay un libro morado llamado "Sigue Mi Voz".

Lo abro y leo una dedicatoria hecha a mano con una letra muy linda.

"Esto es para tí que luchas día a día con tu depresión , con tu ansiedad, con cada una de tus inseguridades, con tus temores y miedos.

Nunca olvides que eres fuerte, eres admirable. Eres una estrella y las estrellas siempre vuelven a brillar".

Las lágrimas resbalan de mis rostros.
En ese momento las puertas de mi cuarto son abiertas por Layla. Quien lleva unos shorts cortos y una camisa de tiros vinotinto.

—Dime que estás llorando de alegría.—Me dice con un puchero.

—Estoy llorando porque eres la mejor.— Le digo señalando su regalo.

— Te confieso yo también lloré escribiendo esa dedicartoria.—Me asegura y yo sin evitarlo sonrió.

Ambas nos recostamos en la cama y nos envolvimos en las sábanas.

—Te quedaras a dormir.—Le pregunto esperanzada a qué diga que sí.

—Tu que crees.— Me dice con una sonrisa cómplice.

Y yo le devuelvo el gesto sin contenerme.

—Descansa Layla.— Le digo con ternura y sinceridad.

—Tu igual Galia.

Esa noche las dos nos encontrabamos descansado juntas.

Porque luego tendríamos que decirnos adiós.

Sin embargo no necesitaba de otro momento más. Sino disfrutar de aquel que estábamos creando.

Porque esté ya era perfecto.

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Nota de la Autora:  Hola mis queridos lectores. De verdad lamento la tardanza.Cómo saben ando estudiando y casi no tengo tiempo. Pero trato en lo posible de actualizar.

En fin.

¿Qué les pareció el capítulo?

Para lo que no entendieron lo que quiso decir la abuela de Galia. No se preocupen lo sabrán más adelante.

Cualquier pregunta la hacen en mis redes sociales. 

Y recuerden este años está historia llega a su final.

Muak los quiero 💘.

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