𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼#10.

" Me gustas tanto... Que me esfuerzo cada día por hacerte feliz".
___________________________

Inglaterra, Londres./ 21 de Mayo.

𝐆𝐚𝐥𝐢𝐚 𝐑𝐨𝐨𝐬.

Habían pasado algunas semanas desde que mis días se resumían a pasármela todo el día encerrada en la mansión de mi abuela.Cosa que no me gustaba, pues mi objetivo era avanzar y no retroceder.

Así que desde muy temprano me aliste, desayuné, y salí al inmenso jardín que tiene mi abuela en el fondo. Nunca lo mencioné porque ese era mi lugar secreto cuando me mudé hace unos años.

Estoy sentada en medio de los rosales y margaritas. Estoy escribiendo algunas cosas en mi libro de notas. Pero sin darme cuenta ya no me quedan página.
Resopló con frustración. Y al no tener más opción, me quedé perdida en el paisaje hasta que una linda voz hace acto de presencia.

—¿Qué haces aquí?.—Inquiere Layla mirándome con una ceja enarcada.

No respondo.

—Solo mira el paisaje.—Le digo con una pequeña sonrisa. Ella me mira un poco confundida pero no comenta nada al respecto.

—Vine a limpiar.—Me asegura y yo la miró con mala cara.

—Layla visualiza el paisaje.—Le digo nuevamente. Ella resopla frustrada pero se sienta a mi lado.

Las dos nos quedamos viendo la belleza y la infinidad. La brisa nos pega en el rostro. Y por primera vez disfruto la tranquilidad de este lugar.

—Estamos viendo unos simple rosales y margaritas.—Comenta Layla unos minutos más tarde.

—Son más que eso.— Le aseguro.—
Cada tipo de flor tiene características y cualidades que las hacé diferentes. Apesar de ser parecidas al resto. Ellas nos enseña la belleza y la tranquilidad. La Infinidad, la vida y el existir.—Layla me mira atenta y al mismo tiempo confundida.

—Sigo sin poder entender.—Dice frustrada por la situación. Y yo la mira con compresión.

—Te lo explicaré de una manera más clara.—Le digo mirándola con sinceridad.

—Normalmente para las personas. Las flores simplemente pueden ser iguales a muchas.Pero lo que no saben es que ellas son seres de vida que en ocasiones suelen marchitarse. Cómo en muchas circunstancias lo hacemos los seres humanos.

Sin embargo siempre conseguimos a una persona.Esa esperanza, que se preocupa por cuidarnos al igual que se preocupa porque volvamos a florecer. Simplemente porque la belleza y la infinidad la tenemos cada uno de nosotros. Por los cuál siempre habrá una persona que sepa apreciarla. Ya qué por muy parecido que seamos. Cada uno de nosotros tenemos algo que nos diferencia del resto.

Ella me mira anotada sin embargo se queda en silencio.

—Entonces ante el mundo somos flores iguales en un sólo jardin. Sin embargo siempre llegará alguien que sepa diferenciarte de las demás. Solo porqué eres su flor elegida.—Comenta ella y yo asiento.

Ella me regala una sonrisa genuina. Y en silencio seguimos viendo los rosales.

—Como sabes todo eso.—Me pregunta Layla segundos después. Yo le sonrió ampliamente y me encogo de hombros.

—Hace un tiempo me perdí en un jardín inmenso de flores. Y justamente tropecé con un chico engreído.— Le comento recordando aquel suceso que pasé con Emiliano. Y ella solo se ríe a carcajadas.

—El me dijo que todas esas flores en algún momento estuvieron marchitadas. Pero que si te propones a cuidarla y le presta la atención necesaria. Vuelven a florecer.— Ella me mira atenta. Y yo le sonrió ampliamente.—Y así somos las personas. Aveces necesitamos a alguien que cuide de nosotros. Como si fuéramos una pequeña flor. Ahora entiendo al principito. El amaba a su flor porque había algo en ella que la diferenciaba del resto. Nadie lo sabía ó entendía. Pero el sí.— Hago una pequeña pausa.

— Pero posteriormente también aprendió que si la arrancaba para llevársela. Ella fallecería, Por lo cuál hizo lo que muy pocas personas hacen. Proponerse a cuidarla y protegerla. Porque a la final valía la pena si ella estaba bien. Cualquiera puede arrancarte de tu sitio. Pero no todas las personas se quedan hay cuidándote para que sigas floreciendo.

Mi mejor amiga se queda en silencio procesando mis palabras. Y minutos después me sonríe. Y luego dice algo que no esperaba.

—No todas las persona ven el mundo desde esa perspectiva. Incluso yo pensaba que solo eran unas simples flores.

Yo la miro un poco anotada. Pero la entiendo. También era ese tipo de persona que no le daba importancia a las pequeñas cosas. Hasta que un día tuve que aprender a valorar las cosas que me rodeaban. Para poder aprender ha volorarme a mí.

—El mundo tiene belleza incluso en la oscuridad. Por lo cual nunca te límites a apreciar lo que tienes delante de ti cada día.—Le digo con sinceridad.

Layla me mira con una mirada que no puedo descifrar.

—Te admiró.—Comentá segundo después. Y yo frunso el ceño.

—¿Porque?.—Inquiero aún confundida.

—Porque Galia. Tu miras el mundo de una manera increíble. Incluso cuando has pasado por cosas que te han quitado las esperanza.—Me asegura ella con nostalgia.— Y aún así eres capaz de hacer felices a los demás. De aconsejarlos. Cómo también eres capaz de mostrarle el mundo de una manera transcendental.

Ella niega con la cabeza por lo que me acaba de decir. Y me mira como si fuera un ser de otro planeta.

—No se cómo eres capaz de brillar. Cuando te encuentras en la oscuridad.
—Dice finalmente.

La entiendo.

Claro que la entendía. Yo tampoco tenía idea de cómo era capaz de ayudar a otros Cuando ni yo misma estaba bien. Simplemente era algo que me salía de manera natural.

—No tengo idea Layla.—Le comento con sinceridad.—Todos los días tengo el mismo sueño. Cada día siento que el dolor de mi pecho es más intenso. Tanto que me asfixia. Hay días en los que mi fuerza de voluntad se agotan. Y mi único deseo es morir porque así las cosas serían más fáciles.—Le digo con tristeza.—La ansiedad, el nerviosismo y el miedo son una parte que me domina.— Mi voz se entrecorta y trato de respirar para seguir desahogandome.—No tengo idea de cómo todavía soy capaz de soportar todo eso. Cómo tampoco tengo la menor idea de cómo soy capaz de entender el dolor de los demás.—Sólo sé que trato de ponerme en su lugar. Porque aunque no tenga idea de que pasa por su mente. Hago lo posible porque su carga sea menos pesada.

Layla se queda en silencio y me mira con una expresión un poco sorprendida. Así que continuó.

—Lo peor es que apesar de que siempre comprendo a los demás. Muy pocas personas lo hacen conmigo. Así que tome la decisión de amarme tanto que nada pudiera detenerme.— Mi mejor amiga me mira con compresión y asiente.

—Te entiendo Galia.—Me asegura.
—Pero has pasado semanas encerrada en esta mansión. Cómo eres capaz de avanzar de esa forma si todos piensan que retrocedes.—Inquiere confundida.

Yo sonrió con tristeza. Para no llorar.

—Layla ese es el problema todo el mundo cree que retrocedo. Porque no estoy sanando a la manera que todos esperan.—Me cortó y las lágrimas caen por mis mejillas.— Pero si he avanzado. He logrado llegar a volorarme. ¿Y sabes porque?.— En ese momento sollozo y ella me abraza.

Lloró en su hombro sin poderlo evitar.
Estoy conciente de que siempre estoy llorando o triste.

Y me da igual.
Está bien. Él estar mal

—Antes los demás sólo soy una chica que está rota. Pero no me importa porque eso ya lo sé.—Le digo con sinceridad.
—Siempre lo he sabido, pero aún así trató cada día de unir mis piezas. Y nadie lo nota, pero creeme que yo sí.Y justamente hoy me di cuenta de eso al mirar esas flores.—Le digo señalando nuestro alrededor.

Ella me mirá tan sorprendida que su expresión es un poema.

—Es decir...— Comenta ella. Pero la corta.

—Si Layla. Ante el mundo solo soy igual a esas simple flores. Porque nadie es capaz de mirarme de otra manera. Pero no importa porque yo misma he sabido diferenciarme de las demás. Eso se llama ir creando tu amor propio.— Le aseguro.
— Tuve que aprender a valorar lo que me rodea. Para poder valorar cada parte de mí. Incluso esas que no me gustan.

Ella abre y cierra la boca sin saber que decir. Hasta que segundos después. Suelta algo inesperado.

—Lamento haberte juzgado por estar aquí encerrada.—Dice cabizbaja.—Lo siento mucho. Pero sabes estoy orgullosa de ti. No sé cómo lo has logrado pero si has sanado a tu manera.

La miro a sus ojos avellanas buscando cualquier avizmo de que miente. Pero por su expresión está siendo completamente sincera.

— Tranquila Layla, está bien.
— Le aseguro.

—Creo que está ha Sido una de tus mejores decisiones.— Comenta con la verdad reflejada en su rostro.—Me disculpas, pero debo irme.— Comenta ella algo apenada con sus mejillas rojas.- Después vendré a limpiar esta área.
—Me asegura.

Yo le regaló un mini sonrisa. Y asiento en su dirección en respuesta.

Layla se marcha del jardín de mi abuela e ingresa a la mansión. Yo me quedo sentada la mayoría de la tarde.

Viendo la belleza de aquel lugar.

Es impresionante los diversos paisajes que te regala la naturaleza. Cómo el cielos, los atardeceres, la luna y las estrellas.

Del mismo modo el validar tus emociones. Cómo La tristeza, el miedo o la felicidad.

Muchos validan la felicidad como el centro del universo. Pero porque no validamos la tristeza como el centro de nuestros mundos.

La tristeza es una emoción de entendimiento. De expresar todo el caos que guardas en tí.

Porque está bien reconocer que estás mal.

Pero aún así muchos creen que esa emoción es destructiva. Pero acaso no saben que la felicidad en cambio puede ser tan falsa como la persona que la expresa


¿Cuántas veces no has fingido una sonrisa. Sintiéndote de lo peor?.

Muchas veces lo has hecho.

Y no te culpó, porque yo también la he fingido.

Tantas veces que llegas a entender que el reserva el dolor, sólo te hace daño.

Por eso está bien, él que estemos mal.

Porque no todo en la vida tiene que ser felicidad.

Así que reconoce que está mal. Ya que fingir que está bien. Es como vivir con una marcada de falsedad.

Y eso no es vida.

"Llora si quieres llorar. Ríe si eres feliz.Expresa cada emoción sin contenerla. Porque el reservarla sólo te hará daño a tí."

_____+_____

—¿Oye?. Ten cuidado.—Me quejo y Layla me fulmina con la mirada.

—Si eres exagerada.— Me reprende.— Solo te estoy limpiando tus pequeñas heridas, ya casi cicatrizadas.

Bueno estaba siendo un poco exagerada lo admito. Pero es que ver mis cicatrices es algo que me afecta un poco.

Así que decido apartar la mirada.

—Solo limpiarlas rápido.— Le digo sin mucho ánimo.

Amber me había enseñado que las cicatrices no definen quién eres. Pero yo era tan cobarde que me dejaba llevar más por mis inseguridades.

Creo que eso me detenía de cierta manera.

Asi que me obligue a mirar al frente. Y Layla tenía razón. Estaban casi curadas.

Ella con delicadeza paso el algodón. Para mantener limpia la cicatriz que adorna mi muñeca. Porque ya era casi imposible que se infectaran. La dejo al aire libre porque no era necesario venderlas.

Ya estaban bien.

—Gracias.—Le murmuró con sinceridad.
Y ella me sonrió.

—Es un placer.

Se levanta para luego ir a votar las algodones y las pequeñas curitas que últimamente me colocaba.

Y yo me recuesto en mi cama. Cierro mis ojos. En ese momento deja de importarme lo que pasa a mi alrededor solo me dejó llevar de la tranquilidad. Siento que el colchón se hunde. Lo que me afirma que Layla se acostó a mi lado.

Ambas nos quedamos en un profundo silencio. Aveces las palabras no son necesarias. Y está era una de esas ocasiones.

—Galia son más de las doce del medio día. Tienes que ir al comedor para que almuerces.—Me recuerda y yo resopló.

Últimamente mi mejor amiga. Y la única por cierto. Se había encargado de obligarme a comer. Durante estás semanas traía la comida a mi habitación. Me regañaba e incluso en ocasiones preparaba otra aperitivo porque no me gusta lo ya preparado.

No siempre cumplía su objetivo. Pero si me había alimentado mejor últimamente.

—Tiene que ser justamente ahora.
—Le preguntó esperanzada. De que nos quedemos un rato más.

—Galia, tú abuela necesita hablar contigo en el almuerzo.—Me recuerda.

Lo olvide por completo. Me levanto apresurada. Y Layla niega con la cabeza como si no me soportará.

Les confieso algo . Yo tampoco me soporto en ocasiones.

Minutos después ambas salimos de mi recamara. Nos dirigimos hacia las escaleras dónde llegamos a la sala principal. De ahí nos encaminamos al pasillo para llegar al comedor.

Al llegar está la mesa repleta de platillos, postres. Cesta de frutas y de pan. Vino de gran calidad. Mi abuela está en la cabecilla con un vestido violeta de una sola manga, con pedrería desde el inicio de la falda hasta el final de la misma.

Alya se encuentra a su lado. Es una mujer de servicio muy amable. Lleva el uniforme de trabajo. Una camisa de botones blanca y una falda roja un poco larga.Ella era pelinegra, tenía ojos grises y era bajita. Era muy diferente a Layla pero aún así ella era su mamá. Quizás no materna. Pero si de corazón.

—Hola cariño.—Dice mi abuela con una sonrisa genuina.

—Hola hijita.—Le dice la señora Wilson con esa cariño de madre a Layla. Luego su mirada se retiene en mí.— Disculpe mis malos modales. —Buenas tarde señorita Roos.—Dice Alya algo apenada.

—No se preocupe señora Wilson.
—Le digo amablemente.

Layla y yo nos sentamos una al lado de la otra en el comedor.Y todas juntas consumimos nuestro alimentos en un profundo silencio. Que era un poco incómodo.

Después de que todas terminamos de consumir nuestros alimentos. Algunas chicas de servicio recogieron nuestros platos ya vacíos. Y Segundos más tarde nos traen el postre. Que consiste en un helado cremoso de fresa.

—Esto es una delicia.— Dice Layla rompiendo el silencio.

—En realidad si está delicioso. —Apoya mi abuela. Y yo les sonrió a ambas.

—Tú que opinas.—Me pregunta Alya.

Cómo no tengo la menor idea . Agarró una cucharada y la llevó a mi boca. Sinceramente el sabor es magnífico.

—Me encanta.— Digo con una sonrisa.

Volvemos a quedarnos en un silencio demasiado incómodo. Hasta que mi abuela lo rompe

—Galia no te importaría si hablamos delante de nuestras invitadas.¿Cierto.
—Inquiere mi abuela.

—No me importaría.— Le aseguro.

—Cariño quiero que sepas que lo intentamos todo . Pero no fue posible.
—Dice algo triste.

— En qué sentido.—Le digo un poco confundida.

-—Tus últimos años de estudio han Sido de manera virtual. Y no hubo inconveniente. Pero este último año los profesores quieren que los curses como cualquier otro estudiante.—Dice al fin y la noticia me afecta.

—Acaso no saben que estoy mal.—Le digo algo decepcionada.

—Cariño me temo que por eso desean que culmines tus estudios como otra persona. Porque creen que tú no mereces estar donde estás.

—Es decir, que creen que soy una inerta.
—Termino la frase por ella. La miró directamente a sus ojos y mi abuela asiente.

El desánimo se nota en mi mirada. Esto es algo injusto.

Pero así soy yo.
Sólo una chica con grietas.

—La esperanza es lo último que se pierde.— Me recuerda Alya.

Pero ya es muy tarde.

Ya no tengo esperanza. No podré terminar mis estudios.

—Si me disculpan. Deseo retirarme.— Digo con educación.

—Adelante cariño.—Dice mí abuela mirándome con compresión.

Me levanto y salgo del comedor con las lágrimas queriendo salir. Las contengo porque me niego a llorar por persona de una sociedad tan cruel.

Cruzo el extenso pasillo. Cuando siento pasos acercarse a mí.

—Galia prometo que hallaremos una solución .— Dice mi mejor Amiga con compresión.

Y yo la veo con dolor.

—¿Cuál Layla?.—Inquiero a la defensiva.
—La sociedad jamás entenderá a personas como yo.


Ella me mira con tristeza,y preocupación al mismo tiempo.

—Entonces esfuérzate por hacerla entender.

—Lastimosamente Layla. Vivimos en una sociedad dónde hagas las cosas bien o mal. De nada te servirá.— Le digo con sinceridad.

—Galia has avanzando poco a poco. No dejes que esas críticas lo arruinen.— Dice ella tan calmada. Mirándome con compresión.— Eres mi mejor amiga y siempre estaré para ti.

—Y yo para ti.— Le aseguro y mi mirada lo dice todo. — Pero ahora necesito estar sola.

Ella me mira con tristeza. Sin embargo asiente en respuesta.

—Esta bien.— Dice con una sonrisa triste.—Todos necesitamos de la soledad en ciertas ocasiones. Al igual que necesitamos de una persona que nos comprenda. Así que cuando la necesites no dudes en venir por mí.

Sus palabras son tan sincera. Qué no tiene idea del como me afectan. Yo le regaló una media sonrisa y asiento.

Ella se dirige a la cocina y yo sigo mi camino a la salida de la mansión. Necesito la soledad por unos minutos.
Abro la puerta principal. Y la brisa de la primavera me pega en el rostro.

Así que sin dudarlo me siento en la escaleritas de la entrada. Y sin evitarlo cierro los ojos.

Trato de ordenar todo el caos de emociones que me domina. Sin embargo es inevitable cuando escucho un quejido de dolor de un niño.

Me levanto con curiosidad y caminó hacia la carretera ocultandome entre los arbusto. Cuando mis ojos captan lo que sucede. Es un pequeño rubio, que acaba de tropezar. Se dió un buen golpe en la rodilla porque está se encuentra raspada.

—¿Estás bien?.— Le digo con amabilidad. El me mira con sus intensos ojos grises.

Le tiendo mi mano para ayudar al chico rubio a levantarse.

—Gracias.— Me dice algo apenado.

—Es un placer.— Le digo para después mirarlo. Es un niño muy lindo debe tener alrededor de cuatro años.—Como te llamas — Le pregunto con curiosidad.

—Me llamó Ian Branwen.—Dice en un murmuró.

—Un gusto Ian.— Le digo con una sonrisa.— Yo me llamo Galia

El me mira de pies a cabeza para luego sonreírme.

—Un gusto.— Me dice con sus mejillas rojas de la vergüenza.—Suelo caerme siempre.

—Yo también suelo caerme siempre.— Le confieso. Y el me mira anotado como si no me creyera.

Su cara está tan fruncida que da risa.

—Pero no tienes ni un raspón.— Dice mirándome con desconfianza.

—Ian aveces no solemos caer y no habló de tropezar con una piedra.—El me mira atenta con sus ojos brillando por la  curiosidad.—Sino por los golpes de la vida. Nos suelen dar tan fuertes que aveces permanecemos en el piso durante un tiempo.

—¿Y que pasa seguiremos en el piso siempre?.—Inquiere el pequeño.

—No Ian.—Le digo con tranquilidad.—Porque siempre sin importar lo difícil que sea, debemos volver a levantarnos. Avanzaremos en un camino de obstáculos donde el reto será cada vez mas complicado, pero no imposible. Estar en el suelo no es malo ya que aveces necesitamos estudiar el área donde estámos para saber cómo reaccionar cuando nos levantemos.

—Asi como yo.— Dice el pequeño con ternura y yo lo miró confundida.
—Yo acabo de tropezar con una piedra. —Sigo confundida, ya que no logro entenderlo.—Me caí, estuvo unos minutos en el suelo estudiando mi área.—Ahora entiendo a que se refiere.—Y en ella no habia nada que me hiciera daño a excepción de esa piedra. Así que al levantarme lo primero que tenía que hacer era quitarla de mi camino. Antes de que me volviera a tropezar con ella.
Es así como una aprende a levantarse de los golpes de la vida.¿Cierto?.

Inquiere él con su atentos ojos grises. Me dejó loca. Es un niño demasiado inteligente para su corta edad.

—Cierto.—Le digo con una sonrisa genuina.—Los golpes nos enseñan Ian, y aveces resivirlos duele pero siempre aprendemos a esquivarlos.

El me sonríe con ternura y me abraza las piernas. Yo lo cargo para envolverlo en mis brazos. De repente llega una señora rubia de ojos azules que me mira con desconfianza sin embargo su vista se centra en Ian. Por lo que deduzco que es su madre.

Bajo al niño y esté sale corriendo a los brazos de la mujer.

—Mami me caí.—Dice el niño con un puchero triste.

—Hay que mal cariño.— Le dice la mujer con compresión.

—No importa mami. Ella me enseñó que aveces necesitamos estar en el suelo para poder despejar nuestro caminos.— La mujer me mira aún con desconfianza sin embargo me regala una sonrisa.

—Gracias.—Dice con sinceridad yo no reacciono. Y sin darme cuenta se pierden entre lás calles con el pequeño Ian.

Es sorprendente cómo de las cosas caóticas . Puede encontrar un orden.

Ese pequeñito era muy lindo. Me hizo aprender algo de lo cuál ni yo misma tenía conocimiento.

Sin poderlo evitar se forma una sonrisa en mi rostro.

—Amo cuando sonríes de esa manera.
—Dice aquella voz que desencadena cientos de emociones en mí corazón.

Me volteo y hay estába Emiliano con una camisa roja y unos jeans negro. Sus lindos ojos marrones conecta con los míos. Y sin poder evitarlo mi sonrisa se amplía más.

—Hola chico Engreído.

—Como estás la chica más bella y al mismo tiempo boba del mundo.— Dice el con una sonrisa burlona. Yo volteó mis ojos.

—¿Que haces aquí?.— Inquiero confundida.

—Deseaba verte.—Me dice con sinceridad.

Ambos nos miramos. Y el se acerca hacia mí para acariciarme la mejilla con delicadeza. Todo eso sin apartar sus ojos de mí.

—Sabes tu abuela me dijo que no podías estudiar este último año de manera virtual.—Dice el con voz comprensiva.

—Sí.— Yo aparto la mirada con tristeza.
—Creen que soy una inerta. Por sufrir depresión y ansiedad.

—Galia por esa razón estoy aquí.—Me dice con sinceridad.— Vengo del consejo educativo. Y adivina podrás cursar tu último año virtualmente.

—Emiliano gracias por el consuelo pero es imposible...— Me cortó al entender sus palabras. Y lo miro a un anotada.—¿Qué dijiste?.—Le pregunto con intriga.

—Galia terminarás tú último año de manera virtual.— Dice con una sonrisa.

—¿Pero como?.— Le digo mirándolo confundida.—Acaso Tú...— Me corto y niego con la cabeza.

—Bueno me descubriste.—Dice algo apenado.— Tú abuela tiene días haciendo lo posible porque puedan permitirte estudiar de manera virtual. Pero el consejo educativo no estuve de acuerdo.—Dice el pasándose la manos con desesperación por su cabello castaño.—Te acuerdas que hubo un casó parecido al tuyo. Pues tuve qué buscarlo para que testificara a tu favor.Y al tener a la directora de nuestras parte.— Me mira con una sonrisa.— El consejo te dejará estudiar de manera virtual el segundo semestre Siempre y cuando te presentes en el último.

—Emiliano no entregue nada en el primer semestre.—Le digo con sinceridad. Y lo miro a sus ojos.— No podré aprobarlo ni queriendo.

—Yo creo que sí.— Dice con una sonrisa de triunfó.

—Por favor dime qué tú no hiciste lo que creo que hiciste.—Le digo enarcando una ceja.

—Por favor no te moleste.—Dice apenado y por primera vez visualizo sus mejillas  rojizas.

Se ve súper tierno. Están lindo, y esas pecas en su rostro lo hacen ver aún más adorable.

—¿Qué hiciste?.— Le pregunto Sería.

—Puede que yo.—Se corta pero luego sigue.—Le haya tenido que pagar a mi prima. Para que me ayudará a entregar tus actividades.

—Emiliano no era necesario que hicieras eso por mí.— Le digo incredula y al mismo tiempo molesta.

El se acerca más a mi. Y me agarra de la cintura para pegarme a su cuerpo. Su toque me hace temblar, pero aún así mantengo la compostura.

— Galia no me importa tener que correr mil kilómetros para verte. Ir al espacio y bajarte estrella por estrella. Viajar alrededor del mundo por encontrarte.
No me importa.— Me asegura  mirándome directamente con sus ojos marrones.—Si ese es el precio. Te aseguro que no es nada comparado a la sonrisa que tendrás para recibirme.

Sus palabras hacen que mi corazón lata a tal velocidad. Y una sonrisa se dibuja en mi rostro.

—Te encanta mi sonrisa.—Le digo con un golpecito en el hombro. Y el niega .

—Me encantas tú.— Dice mirándome con profundidad.—No tengo idea de qué me pasa cuando estoy contigo. Pero me cuesta demasiado estar sin tí.

—Emiliano no deberías decir todo eso.—Le aseguro ahora yo con mis mejillas rojas.

—El problema es que amo hacer locuras para tí.—Me asegura ahora él . Y yo no sé que responder.

Aveces no soporto a éste chico. Pero también se que mi vida no sería lo mismo sin él.

El pega su frente con la mía. Nuestras respiraciones se calman. Nos miramos con intensidad.

Y mi único deseó es besarlo. Bajo la vista a sus lindos labios rojo. El mira los míos.
Centro mi mirada de nuevo en sus ojos y quedó perdida en el marrón de los mismo.

Acarició sus mejillas con delicadeza. Y el sólo me mira con intensidad.

—Estoy poniendo todo mi autocontrol en prueba. Para no besarte aquí mismo Galia.—Me susurra al oído y un escalofrío me recorre el cuerpo.

—Que té impide hacerlo.—Lo reto y el sonríe.

Centra su mirada en mis labios y yo en los de Él.

—Interrumpo algo.—Pregunta mi abuela con una ceja enarcada.

Emiliano y yo nos separamos al instante.

Mis mejillas se encienden al saber que mi abuela por poco estuvo a punto de presenciar un beso.

—No señora Roos.—Le asegura Emiliano.—De hecho ya me hiba.— Confiesa eso último para luego acercarse y darme un beso en la comisura de la boca.

El se marcha por las calle. Y mi rostro queda pintado de rojo.

—Algo que mencionar señorita.— Inquiere mi abuela.

—Podre estudiar de manera virtual.
—Le digo con una sonrisa y ella me mira anotada.

—Como es posible.

—Es todo gracias a él.—. Ella mira a la carretera confundida para luego mirarme de vuelta.

Quiere decime algo sin embargo. No la deje descripar porque entre con rapidez a la mansión. Corrí por los pasillos y por las escaleras. Para luego entrar a mi recamara.

Me acosté en la cama con las manos en la cara.

¿Desde cuándo deseo besar a alguien?.

No puede ser. Resopló con las manos en mi rostro.

Lo admitía.

Emiliano era lo más cercano a la felicidad que había sentido en toda mi vida. Y eso me daba bastante miedo.

Pero también estaba  conciente. De que el ya era mi fuente de alegría.

Y lo peor era que aunque no quisiera sentir nada por su persona.

Me atraía de una forma inimaginable.

Pero había un gran problema.

"El no merecía un corazón que no supiera amar. Sino uno que de verdad supiera hacerlo"

Y lamentablemente mi corazón no estaba en condiciones de crear sentimientos.

Ni siquiera para mí.

_______________________

Nota de la autora : Hola Mis amores.

¿Qué tal les pareció el capítulo de hoy?.

Cualquier sugerencia o pregunta pueden hacerlas en mis redes sociales.

Muak los quiero 💘

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top