8|Las memorias.
Holaaaa. Desaparecí, pero ahora tengo vacaciones, espero actualizar seguido, los echaba de menos, mariposas. 🥲💛
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8|Las memorias.
—Dime quien te hizo eso y pagarán por sus acciones.
—¿Serías capaz de sacrificar a los tuyos? —inquiero del otro lado de la mesa.
—Monarca tiene reglas muy estrictas, Mako —Magnum apoya los codos sobre la mesa metálica irguiendo la espalda —. Para que esta organización siga en auge deben respetarlas, de lo contrario, cualquiera que las rompa obtendrá un castigo dependiendo de la gravedad.
—Ya no importa, se salieron con la suya y yo estaré vigilando mis espaldas.
Hago un gesto para ponerme de pie.
—No saldrás de aquí hasta que tenga una repuesta.
—La doctora Nakamura se enfadará si no llego a tiempo a nuestra prueba.
—Las cámaras fueron manipuladas y también hubo una explosión en el ala noreste —entrecierra los ojos en mi dirección —. ¿Sabes algo?
—Me estaban dando una paliza. ¿Cómo iba yo a saberlo?
Magnum estira las piernas para ponerse de pie, camina hacia a mí con pasos ligeros y elegantes hasta detenerse a centímetros.
—¿Me crees estúpido, Hammada?
—Me abstendré de responder.
—Sé que todavía tus aliados están desesperados por tenerte devuelta —le veo alzar una mano y la apoya a un costado de mi cabeza, he quedado contra la pared —. Pero, debes comprender que nosotros queremos lo mejor para ti, aquí es donde perteneces, Mako. Aquí comenzó todo y todas las respuestas las hallarás solo si te quedas. Lo sabes.
«Iván es un traidor».
Recuerdo lo que me contó Hanssen. Así que Iván ya debió haberle informado a Magnum sobre mis amigos.
Finjo que no sé nada sacudiendo la cabeza en negación.
—Te equivocas, estoy sola en esto, Magnum —presiono la mandíbula con fuerza —. No hay nadie ahí afuera que me esté esperando.
—¿Y qué sucede con el teniente Reznar? No puedes engañarme, lo sé todo.
—Se acabó —alzo la cabeza mirándole a los ojos —. Mi vida amorosa no te compete, pero si tanto quieres saberlo, ya lo sabes. El teniente solo me acarreó problemas desde que nos conocimos y no lo soporté más.
—Wow, vaya drama.
—Ya puedes ir corriendo a contarle el chisme a los demás.
Lo esquivo pasando por debajo de su brazo para ir rumbo a la puerta metálica para salir.
—Esto no se ha acabado, necesito saber quién te ha atacado —su voz sale ronca y seria —. No toleraré peleas en mis instalaciones.
—¿Qué clase de castigó pondrías?
—Si tienes curiosidad por saber, señálame a la persona.
—Fueron seis soldados —plasmo una mueca de desagrado —. Me interceptaron en cuanto las enfermas abandonaron el lugar y sellaron las puertas.
«Me dijeron que soy una amenaza».
Omito comentárselo porque no me fío de él.
—Seis soldados. De acuerdo —se cruza de brazos —. Luego de tus pruebas te veré donde inicia el área de los soldados y me señalarás uno por uno.
—¿Y luego?
—Ya lo verás, Hammada.
Ha sido muy cruel de mi parte, sin embargo, todo mi cuerpo adolorido y lleno de hematomas violáceos pide a gritos venganza.
Tengo sed de venganza que es increíble viniendo de mi parte. La violencia nunca ha sido la solución, pero no me siento la misma, todo en mí ha cambiado y tengo miedo en lo que me estoy convirtiendo.
—Vale, supongo que nos veremos luego.
Me giro para salir de la sala de interrogatorios.
—Te acompañaré —le escucho decir a mis espaldas —. Por seguridad.
—Mmm.
—Es mi deber.
—No te he contradicho, Brown.
Le echo una mirada de soslayo y niego con la cabeza, es probable que Sina tenga algo de razón y pueda usar mis dotes de coqueteo (aunque sé me dé fatal en estas circunstancias), si funcionó con Hanssen... mierda, no me gusta el rumbo por donde van mis pensamientos.
—Llámame Magnum, no Brown.
—Así se llama tu padre —frunzo la nariz —. ¿Por qué no te nombraron diferente?
—No creo que deba hablar sobre mi vida personal contigo —volteo a verlo y hace lo mismo poniendo mala cara —. Sigo sin confiar en ti.
—Oye, tú me secuestraste, estamos a mano.
—Si esto fuera un secuestro, créeme pediría algo a cambio, pero no lo es.
—Ah, por supuesto que no, son unas ligeras vacaciones rodeados de soldados asesinos —canturreo con sorna —. Todo lo que anhelaba, que divino.
—Hammada, te comportas como una chiquilla.
—Quizás porque todos aquí me ven como si lo fuera —seguimos el camino hacia unas escaleras eléctricas. El sitio tiene pinta de centro comercial, solo que con miles de pasillos y habitaciones con fines diferentes —. Me tratan con fragilidad, claro, soy su rata de laboratorio, aunque lo nieguen, probablemente cuando obtengan lo que buscan en mí, me asesinarán.
—No tengo permitido que lo hagan —habla suavemente.
—Que reconfortante.
—Te he dado a escoger, Mako —me recuerda —. Puedes encargarte del área de sistemas o con los científicos, los has elegido sabiendo las consecuencias.
—Porque quieren saber el monstruo que hay en mi interior que comienza a despertar y entender como rayos sucedió —me planco la blusa blanca al ver algunas arrugas —. Tú quieres mis recuerdos como ellos.
—Bueno, tú también quieres saber, ¿verdad? Sino fuera así no estarías con la doctora Nakamura.
—Yo no pedí ser así, ni siquiera ser parte de pruebas.
—No puedes quedarte en el remordimiento, es tu pasado, ahora solo queremos saber lo que te sucede y saber qué tan peligroso es lo que merodea en tu interior.
—Soy una amenaza, ¿verdad?
—Esperemos que no.
—¿Qué me harás?
Magnum se queda en silencio en lo que queda del recorrido.
—Piensas que soy el malo.
—Es lo que me has demostrado con acciones y palabras —me detengo frente a la puerta del laboratorio.
—No tengo nada que ver con los científicos —enarca una ceja —. Para eso interfiere mi padre mientras que yo...
—Solo eres su marioneta.
—No digas estupideces.
—¿Por qué él no está aquí?
—Eso a ti no te interesa.
—Sí, por eso pregunto —estiro la espalda intentando quedar a su altura —. ¿Te has preguntando por qué estás aquí y no en la superficie?
—Llegas tarde, Mako —señala la puerta —. Es mejor que te marches.
Finjo una mueca de decepción.
—Y yo que pensaba darte una oportunidad —pestañeo —. Que lástima.
—No soy amigo de nadie, no malinterpretes mi empatía contigo, Mako.
—Me rompes el corazón con esa declaración —me llevo una mano al pecho —. Pero yo no pedía ser tu amiga, ingenuo.
—Vete.
—Nos vemos más tarde —le guiño el ojo.
Siento la cara roja como un tomate al acceder al laboratorio donde varios científicos caminan de un lado a otro en la sala llena de máquinas y pantallas. En medio hay una silla de cuero reclinado y una máquina pequeña, la doctora Nakamura se percata de mi presencia y con un gesto de cabeza me pide que me acerque, no tengo remedio que dirigirme hacia ella donde comienza a darme instrucciones.
Me cambio quedando en unos shorts de algodón y una blusa sin mangas, me hacen sentarme quedando viendo el teclo al tirar la cabeza hacia atrás sobre una almohadilla, los científicos comienzan a colocarme cables sobre la frente y el pecho.
—Esto es lo que haremos —comienza a decir Nakamura —. Te dormiremos por unos segundos, esto es para que puedas acceder a tus memorias o sueños, todo lo que reproduzca tu mente se reflejará en la pantalla.
—Vale, así que debo tener cuidado con escarbar entre mis memorias —comento a modo de broma —. No querrán ver cosas sucias.
La doctora Nakamura esboza una pequeña sonrisa, sus comisuras se han elevado al cielo y niega como diciendo que no tengo remedio.
—Evítalo, no sería muy profesional de tu parte.
—Que mal.
—¿Estás lista?
Asiento con la cabeza.
—Hagamos esto.
La doctora hace un gesto con la mano llamando la atención de un enfermero, me inmovilizan las extremidades a tal punto que duele cuando ejercen presión en mis muñecas, intento regular mi respiración diciéndome que saldré viva de esta y si llega a ser lo contrario, que mi muerte sea rápido e indoloro.
—Sentirás un piquete —indica el enfermero acercando una aguja con un líquido azul —. Respira varias veces.
Le hago caso, presiono los ojos con fuerza al sentir el piquete seguido del líquido caliente que entra a mi cuerpo, enseguida siento como me colocan una mascarilla de oxígeno, abro los ojos mirando la lámpara de luz tenue, poco a poco comienzo a sentir que mi cuerpo pierde fuerza, los sonidos a mi alrededor se vuelven distorsionados y mis parpados me pesan hasta que...
...
Hay una niña que gatea sobre una alfombra rodeada de juguetes, frente a ella hay un hombre portando una vestimenta militar con insignias acomodados en el pecho de su saco, al ver a la niña, la carga en sus brazos y le da un beso en la frente.
—¿Estás lista?
La niña sin comprender las palabras del hombre, agita una sonaja frente a su rostro con felicidad.
La memoria cambia poniéndose todo oscuro.
El mismo hombre aparece, esta vez dándole la mano a la niña que intenta caminar a su lado, trata de equilibrarse con sus pequeñas piernas.
—Un paso a la vez, Mako. No intentes correr.
La niña frunce el ceño con frustración y hace lo contrario a las palabras de su padre, comienza a pegar de saltos sin soltarse de la mano, debe tener un año o menos.
—Mako compórtate.
La niña sigue insistiendo saltado.
Otra vez todo se pone oscuros, el panorama cambia con violencia.
Esta vez, la niña es más grande, debe tener dos años, ya camina, pero sigue siendo torpe al querer controlar su cuerpo. Esta en una sala donde las paredes y el piso son de color blanco, a su alrededor hay juguetes regados por el área.
En la cabeza lleva un casco con cables como enredaderas. Las manos de la niña comienzan a temblar cuando cierra los ojos, de repente los juguetes comienzan a elevarse unos centímetros del suelo y luego caen con brusquedad.
—Inténtalo otra vez —dice una voz desde los parlantes —. Eres un soldado fuerte, Mako. Si aprendes a controlar tu mente podrás...
—No quiero seguir haciendo esto —protesta la niña —. Quiero a mi papá.
—Lo verás si haces lo que te pido.
La niña frunce la nariz y niega rotundamente, se sienta en el suelo cruzando las piernas.
—¡Quiero a mi papá! —comienza a sollozar —. Tengo hambre. Mucha.
—¡Haz lo que te pido!
—No, no, no, no.
Una puerta se abre en esa misma habitación, dos guardias entran armados ocasionando que la niña se asuste y comience a llorar más alto. El hombre uniformado aparece rápidamente para cargarla en brazos arrullándola.
—Shh, tranquila.
—Quiero... quiero irme.
—Nos iremos de aquí, Mako. Los dos —le dice el uniformado en un susurro —. Esto se acabó, no permitiré que te hagan daño.
—¿Vamos a casa?
—Sí.
El hombre saca a la niña de la habitación. Entonces, se desata una discusión que apenas ella puede entender, oculta su rostro en el pecho del hombre rogando que se marcharan lo más pronto.
—¡No puedes llevártela!
—Es mi hija y me la llevaré.
—No hemos acabado, Simu. La niña ha estado progresando y...
—¡Basta! —brama Simu —. Ha sido un error que Mako sea parte de Monarca, ¿creen que no me he dado cuenta lo que intentan hacer? Me engañaron y me llevaré a mi hija.
—Si te la llevas, iremos tras de ella tarde o temprano.
—Atrévanse —espeta con voz gélida —. No querrán que use mi autoridad contra ustedes, menos como padre. Tenemos un trato, yo seguiré colaborando, pero Mako queda fuera de esto.
—Pero...
—¿Queda claro?
—Esa niña será un peligro.
—Será mi responsabilidad protegerla, no de ustedes.
—Al menos permítanos bloquear sus memorias, le ayudará a crecer como una niña normal, Simu.
—General para ti y los demás.
Abro los ojos y me sacudo sobre el asiento donde sigo atada de manos y pies, grito para que me liberen, los ojos me escuecen.
—¡Sáquenme de aquí!
Me sacudo con violencia, apenas puedo controlarme.
—¡Ya la escucharon, desátenla! —dice Nakamura.
—Debimos presionar sus memorias.
—No —interviene la doctora —. Ha sido suficiente, si forzamos su mente, podemos causarle una lesión, estas pruebas deben ser lentas y conformarnos con los resultados.
—Quiero irme de aquí —pido casi en un sollozo —. Me duele la cabeza.
Todo me da vueltas y el estómago se me revuelve, quiero vomitar, pero no soy dueña de mi propio cuerpo, Me siento inútil al intentar ponerme de pie, mi vista sigue nublada, alguien me intercepta par que no me desplome.
—La llevaré a su habitación.
—Necesita suero y ser revisada.
—¿Estás segura de esto, doctora?
—Haremos todo lo que esté a nuestro alcance, joven Brown, ella es la clave para que la organización crezca, ¿no es lo que siempre ha anhelado con su padre?
—Solo mírenla.
—Estará bien. Mako es una mujer fuerte y está batallando con su mente, algunas cosas están bloqueadas y debemos buscar la manera de seguir excavando.
...
—Joder, parece como si te hubiera pasado un camión encima —dice Sina entrando a mi habitación, frunzo el ceño en cuanto la veo —. Tranquila, nadie me vió escabullirme, soy la reina de las sombras.
Niego con la cabeza.
—Es peligroso para ti exponerte, no me hagas llevarte de regreso.
Sina le echa un vistazo a mi habitación y sonríe.
—Estás rodeada de lujos y esta cama es divina, caben dos más —se recuesta sin preguntar y gira envolviéndose con una sábana —. Que delicia, estas sábanas son tan suaves.
—No es para tanto.
—Lo dice quién duerme cómoda.
—Puedes llevarte las sábanas si gustas —ofrezco sentándome en la orilla de la cama —. Solo no hagas nada raro como olerlas.
Ella hace el gesto y se ríe, blanqueo los ojos enseguida.
—Bueno, ¿y esta vez que te pasó?
—Fueron las pruebas.
—¿Tan mal te fue?
—Me dolió —me masajeo la cabeza —. Sentí como pinchazos fuertes cada vez que cambiaban mis memorias, no podía controlarlo y todo era tan difuso que apenas y recuerdo lo que sucedió. Siento el cerebro frito.
Sina me analiza unos minutos el rostro para luego entretenerse con todo lo que hay en la habitación.
Los días pasan, exactamente tres y las pruebas cada vez son más meticulosas, me retienen por un par de horas y me dejan ir cuando siento el cerebro entumido y mi nariz comienza a sangrar. Magnum ha estado posponiendo el castigo de los soldados, necesita que esté presente, pero apenas y me dan ganas de abandonar la cama.
Me quedan cuatro días antes de que Hanssen haga su jugada maestra, tengo mucho miedo que la situación se siga complicando. El día de hoy, camino hacia la sala de enfermería donde mi padre se encuentra en una habitación, ha despertado y lo primero que hizo fue preguntare sobre mi paradero.
—Ya puedes pasar —me indica la enfermera.
Con un gesto de cabeza le doy las gracias. De inmediato pongo un pie dentro de la habitación que destila aroma a medicina.
Simu Hammada se encuentra acostado en una camilla, frente a él hay una bandeja con comida.
—Tienes que comer —informo esparciendo el silencio.
—No tengo hambre.
—Pues deberías probar, aunque sea un bocado de la gelatina —hay una silla a un costado de la habitación, tiro de ella para acercarla en donde está él —. Lo necesitas.
Simu picotea con el tenedor las verduras con el ceño fruncido. Ahora que puedo verlo de cerca, su rostro tiene varios hematomas y cicatrices, su piel blanca ha adquirido una leve capa rojiza.
—¿Qué le hiciste a tu cabello? —cuestiona al verme.
—Un cambio más profesional.
—Tanto que te pedía que lo cambiaras a un color normal —murmura blanqueando los ojos.
—Es temporal —apoyo mi espalda contra el respaldo de la silla —. Escucha, no vine aquí a fraternizar, todavía sigo molesta contigo por ordenarle a Hanssen que termine nuestra relación.
Mi padre tuerce los labios al escuchar el nombre del chico, enarco una ceja de forma inquisitiva.
—¿Él está...?
—¿Muerto? No lo sé —le pongo mala cara —. Pero ya quisieras, ¿verdad?
—Mereces a alguien mejor, Mako. Que tenga un futuro formado.
—Tú no puedes intervenir en mis asuntos —alzo la voz con molestia —. ¿Sabes? Tampoco hablaremos sobre eso, si estoy aquí es porque tengo la mínima decencia de ver cómo estás, aunque no te lo merezcas. Me has traicionado y no puedo perdonártelo.
—Hice lo mejor para ti.
—¿Para mí? —comienzo a ponerme de pie, perpleja —. Lo único que causaste son problemas y más problemas, si tan solo hubieras tenido el valor de contarme sobre lo que soy realmente, todo sería diferente. ¡Hubiéramos encontrado una solución!
—Lo lamento.
—No —niego variad veces —. Es muy tarde.
—Hija...
—Yo solo quería un padre —jadeo reprimiendo toda la ira que se establece en mi pecho —. No a un general dándome ordenes día y noche.
—Mako, debes escucharme —suplica en voz baja. Hace un gesto con la mano para que me acerque a él.
Miro hacia la puerta antes de acercarme, asegurándome que nadie más esté pendiente de nuestra conversación.
—La razón por la que te alejé de Monarca es porque ellos mismos te hicieron lo que eres —me mira angustiado —. Traté de detenerlo, debes creerme.
—¿Quieres que confíe en ti?
—No sé lo que te han dicho, sobre todo la doctora Nakamura, no es de confianza, está obsesionada contigo desde que te conoció en las pruebas —suspira —. En este lugar es difícil saber lo que es verdad o mentira, harán lo que sea para someterte a pruebas, cada vez más rigurosas y serias, debes tener cuidado o te asesinarán.
—Quiero respuestas —le sostengo la mirada —. Hay algo en mí, como una fuerza invisible. Nací así, ¿verdad?
—¿Qué? No, tú siempre fuiste común como cualquier chiquillo, todo comenzó cuando te traje a Monarca... Ellos te hicieron algo, fue peor que ponerte un neutralizador en el cerebro, querían controlarte no solo de ese modo.
Mi corazón late con desenfreno, ¿entonces? Si ellos tuvieron que ver con lo que soy, ¿qué buscan en realidad en mí?
—¿Monarca planeaba algo más que soldados a su disposición?
—Sí. No solo quieren asesinos profesionales, sino, controlar la tecnología usando al cuerpo humano y convirtiéndolos en supersoldados.
—Mierda. ¿Acaso puede ponerse peor?
—Si huyes... se acabará. Vete de Génesis si es necesario, Mako.
Niego.
—Acabaré con Monarca primero.
—¿Estás loca?
—Sí, y deberían tenerme miedo porque no tendré piedad cuando haga cenizas este lugar.
—Es un suicidio.
—Pues muerta ya no les serviría, puede que sea mi segunda opción.
Me alejo de él.
—Ya debo de irme, ¿qué pasará contigo?
—Me las arreglaré —me regala una pequeña sonrisa casi una mueca —. Lamento no ser un buen padre para ti, Mako, lamento no darte el cariño que te merecías, lamento perderme tus festivales, fiestas y esos momentos que fueron especiales para ti.
—Si al final seguimos con vida podemos hablar sobre nosotros, mientras tanto, hazme el favor de comer —señalo la bandeja con la cabeza —. Luego nos vemos.
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Holaaaa mariposas.
Les mando fuertes Abrazos, estos meses han sido caóticos y al fin soy libre, durante este periodo de vacaciones sucederán muchas cosas bonitas, atentas a mi perfil.
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