3|Ten cuidado.

3|Ten cuidado.


Al día siguiente, me despierto más temprano antes de que suene el despertador cuando dos mujeres uniformadas irrumpen la habitación haciendo que las luces se prendan al detectar movimiento, ahogo un gemido a modo de queja contra la almohada sin ganas de ponerme de pie.

No importa cuánto proteste, ambas tienen órdenes que cumplir al pie de la letra. Me apartan las sábanas y tiran de mis brazos con fuerza.

—Puedo hacerlo sola —me quejo apartándome de mala gana ya de pie —. ¿Se puede saber que hacen?

—Tenemos órdenes.

—¿Qué clase de órdenes y de quién?

—Tienes cinco minutos para vestirte —responde secamente la mujer de cabello rubio que señala el baño con el dedo —. Rápido.

Camino de manera perezosa hacia el baño donde me espera un uniforme gris deportivo, me visto a paso de tortuga para irritarlas un momento y salgo cuando golpean con brusquedad la puerta.

Salimos al extenso corredor blanco lleno de científicos y soldados que pasan por nuestro lado, todavía sigo recibiendo miradas curiosas y otras cargadas de molestia como si les hubiera hecho algo. No me gusta el ambiente de Monarca, todos andan con caras largas y no es que antes imaginara que luzcan una sonrisa todo el tiempo como si las mejillas no se les entumiera, no creí que el lugar fuera triste y gris.

Subimos unas escaleras eléctricas hacia el ala Este, la soldado de cabello oscuro pone la palma de su mano sobre una pantalla táctil que de inmediato la escanea con una luz verde. Le da acceso de manera correcta y me indica que pase a lo que sorprendentemente es una peluquería.

—¿Pero qué...? —espeto desconcertada.

Una mujer de rasgos afroamericanos atraviesa una cortina usando un uniforme con mandil. Al verme, plasma una pequeña sonrisa sin exagerar llevando sus brazos a la altura de su estómago entrelazando los dedos.

—La estaba esperando señorita, Hammada.

Frunzo el ceño.

—¿Para qué?

—El señor Brown me pidió personalmente que me encargue de su nueva imagen —mantiene una sonrisa cordial y se dirige a una silla giratoria —. Pase, por favor, no quiero atrasarme con su apretada agenda.

Ni siquiera me permitieron ir a desayunar.

Echo un vistazo sobre mi hombro a ambas mujeres que no se han inmutado desde que llegamos.

—Será mejor que me dejen a solas con la señorita para más tranquilidad —les pide y se da cuenta que ninguna reacciona —. Oh, vamos. ¿Creen que pueda escaparse? Todo el lugar está vigilado las veinticuatro horas y si lo hace, con una descarga eléctrica será suficiente.

Hace un lado su mandil mostrando un arma pequeña plateada.

Okey, no quiero recibir algún choque eléctrico, gracias.

—Me están haciendo perder tiempo valioso.

—Tenemos...

—Magnum me tiene confianza con lo que hago, así que no queremos hacerlo enojar cuando se entere que dos de sus soldados no han hecho caso a mi petición. La señorita, Hammada se está adaptando a nuestra rutina, así que no la agobien más de lo que ya está.

A las uniformadas no les termina agradando el modo de como la mujer les ha hablado, no obstante, con su expresión seria y orgullosa giran sobre sus talones dando media vuelta para salir de la habitación.

La puerta automática se cierra y escucho un chasquido producido por la desconocida a manera de desaprobación.

Clavo la vista sobre ella que me regala una sonrisa y señala una silla giratoria frente a un enorme espejo rectangular con bombillas alrededor.

—Se sienten inferiores la mayor parte del tiempo al llevar encima un uniforme de esta organización —comienza a decir paseándose en medio del pasillo luciendo una media sonrisa mientras que sus ojos escanean su lugar de trabajo como si se sintiera orgullosa —, pero la realidad, es que uno vive encerrado para siempre cuando pones un pie en este lugar, son pocos los que tienen suerte de volver al exterior solo para eliminar a alguien del mapa. ¿Qué tal el exterior?

Miro a ambos lados antes de regresar los ojos en ella.

—Complicado.

Ella tuerce el gesto conforme.

—Me lo imagino.

—¿Dices que no has estado en el exterior?

—Ven, siéntate —palmea la silla al retirar una sábana de plástico cambiando el rumbo de la conversación —. Iniciemos con ese cambio de look, aunque te seré franca, esos colores que llevas son lindos y llamativos, pero desafortunadamente tendrá que irse.

—¿Qué hay de malo con mi cabello? ¿Acaso tienen miedo de que todos lo copien?

—Vaya, tienes mucho carácter, chica.

—Acabemos con esto.

Suspiro resignada dejándome caer en la silla frente al espejo, miro mi reflejo y solo veo a una chica cansada y furiosa al no obtener respuestas.

—Me llamo Sina.

No respondo.

Sina es de complexión media, su cabello oscuro lo tiene atado en una coleta, sus labios son gruesos y rosados que no parecen naturales.

—Noto molestia en tus gestos, querida.

—¿No estarías molesta si dos uniformadas te levantan a la fuerza y sin desayunar? Me chillan las tripas, perdón por estar molesta —contesto de mala gana —. Haz lo que quieras con mi cabello.

Lo último lo digo en un susurro sin apartar la mirada del espejo.

—Eres la imagen de Monarca.

—Aquí vamos otra vez, piedad.

—Eres como una celebridad.

—Pues nadie me pide autógrafos o una foto.

—No, me refiero a una de la ciencia, pero no voy abrumarte con lo mismo —me sonríe a través de su reflejo y le veo sacar unas cajitas de un carrito con varias gavetas —. Por supuesto que no sé mucho, me entero de todo a la hora de ir a comer, te imaginé más grande, ¿entiendes? Más adulta, no como una niña. Pareces inofensiva, ¿por qué te asignarían guardias?

—Tú misma lo has dicho, soy una celebridad en Monarca y necesito vigilancia.

—Y te tienen miedo.

Lanza una risita mientras mi expresión refleja confusión.

Sina saca unos tazones que rellena con una pasta blanca y lo combina con un líquido con un aroma fuerte que me obliga a tapar mi nariz. Me explica el proceso que hará a continuación.

—Tu cambio será perfecto y te hará lucir intimidante y envidiable.

—Si voy a estar encerrada en estas cuatro paredes, has que valga la pena.

—Por supuesto, corazón. Frente a ti tienes una tablet con los cortes que tu desees que te realice.

Le echo un vistazo a la tablet frente a mí, lo alcanzo y presiono la pantalla donde un catálogo de peinados y cortes 3D aparece. Hay muchos estilos, voy pasando cada una mientras Sina se concentra en decolorar mi cabello por secciones tarareando una canción.

Estoy a punto de darme por vencida cuando me detengo en un corte específico que reflejan mi personalidad en este lugar.

«Corte Pixie».

—¿Estás segura, cielo?

—Como nunca.

—Excelente elección —se inclina para llegar a la altura de mi oreja izquierda y susurra: —. Hazles saber que no podrán doblegarte Mako Hammada, eres más astuta de lo que ellos creen y van a sufrir las consecuencias por haberse metido contigo —luego como si nada se echa para atrás y lanza una sonora carcajada —. ¡Sigamos con la diversión!

Sina no comenta nada más al respecto luego de esas confusas palabras, se centra en su trabajo con más seriedad y en ningún momento me devuelve la mirada.

Al finalizar el secado y mirarme en el espejo, no me reconozco. Llevo ambas manos sobre mi cabello con los ojos bien abiertos.

—Sí, lo sé. Mi trabajo es de calidad, cielo, pero tú luces el resultado mejor de los que han entrado en este salón.

—No parezco la misma.

—¿Y lo mejor? ¡Es qué no necesita teñirse nuevamente!

Parpadeo, estupefacta con el gran cambio.

Al ponerme de pie, volteo a verla.

—Gracias.

—Eres de mis mejores clientas —me guiña el ojo.

—Sobre lo que me dijiste...

—¿Eh? No he dicho nada, corazón.

—Pero mencionaste sobre hacerlos sufrir y...

Sina se lleva una mano a la boca reteniendo una risa.

—Seguro te lo imaginaste.

—Escuché bien, necesito que me ex...

—¿Sabes qué? —reacciona de repente haciendo un lado su carrito de trabajo —. Se te hace muy tarde, debes seguir con tus deberes e ir por un bocado, mi trabajo aquí ha finalizado.

Me toma de sorpresa cuando captura una de mis manos y me da un fuerte apretón al guiarme hacia la salida, sus ojos bajan hacia nuestras manos y regresa a mi cara.

Me da un empujón y ya estoy afuera. La puerta se cierra antes de que pueda protestar, entonces, bajo la vista a la mano izquierda y veo un papelito.

Busco un rincón lejos de las cámaras, el único sitio donde se tiene privacidad son los cubículos de los sanitarios. Me aseguro que no haya nadie dentro y me cuelo a uno para encerrarme, me siento sobre la tapa de váter y leo el papelito.

Puedes confiar en mí, no estás sola.

Ten cuidado.

Con lo que me queda de ánimos, me deshago del papel arrojándolo al váter y presionar la palanca. Salgo del baño para retomar mi camino hacia la cafetería, soy asaltada nuevamente por las dos mujeres antes de poder cruzar.

—¿A dónde crees que vas?

—A comer, ¿no lo ven?

—Tienes...

—Me vale un pepino con lo que tenga que hacer, no iré a ningún lado antes de comer y si tanto les molesta, pues llamen a su supervisor o quien sea que esté a cargo —aprieto los puños con fuerza, así como la mandíbula —. Hablaré con ellos directamente no con ustedes, ¿entendieron? Parece que han olvidado quien tienen frente a ustedes, gracias a mí están aquí.

«La verdad no es así, pero les estoy callando la boca».

Doy media vuelta para entrar a la cafetería donde un grupo de científicos presencian mi molestia.

—Tiene que venir con nosotros...

—¡Qué no!

Al momento de volverme hacia las guardias, estiro una mano para dejarles en claro que me han hartado, pero no pensé en las consecuencias, mejor dicho, no en lo que ocurre frente a mis ojos.

Ambas mujeres salen disparadas en el aire siendo enviadas al otro extremo del pasillo como si una onda invisible las haya empujado, las luces tintinean al instante que ellas aterrizan en el suelo. Por mi parte, siento una corriente fría recorrerme las yemas de los dedos al momento que ha sucedido.

Los cuchicheos de asombro no tardan en llenar el lugar.

Muerta de miedo, salgo corriendo lo más lejos de ese lugar ignorando las miradas confusas al verme con cara de susto. Llego a la habitación y me encierro.

El corazón me late con desenfreno.

¿Yo hice eso?

¿Yo arrojé a esas guardias sin siquiera tocarlas?

Bajo la mirada a mis manos que tiemblan sin poder creer lo que he hecho.

—¿Qué es lo que me está sucediendo? —susurro —. Esto no es normal en mí.

Intento hacer el movimiento que hice en la cafetería, pero no funciona, lo hago una y otra vez hasta que no me quedan fuerzas. Me tumbo en la cama exhausta mirando hacia la nada, es cuando la puerta se abre dejando ver a Magnum.

—Seguro te has enterado —comienzo a decir.

—He visto el vídeo, quedó registrado en las cámaras —avanza hacia mi dirección con pasos firmes —. Y no sé como fue que lo lograste.

—Si vienes a interrogarme, pierdes tu tiempo, no sé cómo sucedió.

—Mako.

Presiono la mandíbula y alzo la mirada para clavarlo en sus orbes claros.

—Todo lo que me está pasando es culpa de ustedes.

—Está fuera de mis capacidades darte una explicación, los científicos deben tenerla, después de todo fuiste la primera en trabajar con ellos antes de que hubiera más.

—¿Más?

—A partir de este momento la doctora Nakamura estará al tanto de ti —le echa un vistazo a la habitación —. Supervisaré que sus métodos sean cuidadosos para que recibas una buena atención, no queremos que se repita el incidente de cuando eras pequeña, ¿verdad?

—No estuviste ahí.

Me pongo de pie quedando cara a cara.

—¿Estás del todo segura, Hammada?

—Quiero estar sola —bufo y paso a su lado llena de molestia —. Ahora que han visto lo que hice seguro deben tenerme miedo.

—Luego de que te sacaran del programa hubo más reclutas —me dice a mis espaldas —. Fue cuando mi padre entró al cargo y decidió que era la mejor opción que su único hijo también colaborara, tenía unos seis años. Me hicieron lo mismo que a ti, solo que en mi caso resistí más a cada sesión.

—Oh, ¿entonces has venido a presumir tu resistencia? Que amable de tu parte.

—Podemos ser el cambio y limpiar al mundo, seguir revolucionando con tecnología y seguir estudiando al ser humano para que futuras generaciones sean cada vez mejor. Tienes un cerebro asombroso y necesitamos comprenderlo.

Le miro sobre mi hombro cuando voltea a verme suavizando su expresión, relaja los hombros indicándome que ha bajado la guardia.

Es cuando caigo en cuenta en que debo aprovechar el momento para hacer que confíe en mí, tiene que creer que estoy de su parte para que el plan funcione.

—Hecho.

Respondo.

—Tú ganas, acepto trabajar con la doctora Nakamura y comprender que es lo que sucede conmigo. Necesito regresar de vuelta a mis recuerdos.

—Te realizarán varias pruebas, cada uno con un nivel más difícil, tendrás que pasarlas todas.

—Ja, por supuesto que lo lograré.

Estira su mano en mi dirección al acercarse, inhalo hondo y termino estrechándola forzando una sonrisa seria de labios sellados.

—Informaré a la academia del cambio para que te tomen en cuenta, tenemos que averiguar lo que sucede contigo como para haber arrojado a dos de mis guardias a varios metros sin tocarlas.

—Ellas se lo buscaron, tenía hambre y me molestaron —me cruzo de brazos a la defensiva —. Necesito urgentemente un servicio privado a la habitación y no quiero ser vigilada por guardias, me he resignado, estoy consciente que pertenezco aquí.

—Esta es tu vida ahora.

—Que emoción —blanqueo los ojos —. Monarca debe hacer una fiesta para festejar su triunfo.

—Intentaré acostumbrarme a tu sarcasmo, Mako —suspira con resignación y me muestra una sonrisa —. El día de hoy tengo organizado un almuerzo, te presentarás para no perderte la sorpresa, en serio no querrás hacerlo, va dedicado así.

Abro la boca estupefacta.

—Era una broma lo de la fiesta.

—Tienes que estar lista a las 3:30 P.M., esta vez nadie vendrá por ti para evitar más inconvenientes. Será en el ala norte.

—¿Y si no voy?

—Perderás tu oportunidad para encontrarte con alguien, es todo.

—¿Quién?

—Hasta luego —comienza a marcharse y antes de llegar a la puerta se detiene y me echa un último vistazo —. Antes de que se me olvidé, ese corte y color te ha quedado bastante profesional, es una lástima que se me tenga prohibido tener algún tipo de relación con alguien de este lugar porque no dudaría en invitarte a tomar algo.

Saco el dedo corazón en ambas manos mientras le sonrío de manera burlesca. Jamás aceptaría salir con el enemigo, ¿quién carajos se cree?

Magnum blanquea los ojos y se larga.

🦋🦋🦋

—¿Me van a hacer más análisis?

Inquiero al ver cómo han llenado tres muestras en un rato, ya la vena de mi brazo derecho se ha inflamado y es molesto.

—Será suficiente por hoy, evaluaremos que ha provocado el suceso, mañana te haremos la prueba con las ondas magnéticas y seguirás con una prueba de campo, sabes defensa, ¿no?

—Hago mi mayor esfuerzo —encojo los hombros y presiono el algodón en el área —. Entonces, ¿ya me puedo retirar?

La doctora Nakamura me detiene al bajarme de la camilla enroscando su mano alrededor de mi muñeca.

—¿Entiendes que estás bajo mi vigilancia ahora? Lo que hay en ti nos ayudará entender como fuiste capaz de desarrollar esas habilidades.

—Solo fue una vez.

—Así es como empieza, Mako. Eres la primera que lo ha logrado y me sorprende que sea ahora y a tu edad.

La miro con extrañeza y una mezcla de curiosidad, retrocedo regresando a la camilla logrando liberarme de su agarre para sentarme y escucharla.

—Tienes recuerdos bloqueados, ¿no es así? —me escanea el rostro sin titubear —. No estuve a cargo de esa orden, pero sí de tu progreso de inteligencia.

—Me vio sufrir y no hizo nada.

—Era parte de las pruebas, Mako. Estudiar la capacidad de tu cerebro al recibir estímulos. Pero, regresando a las memorias bloqueadas, debieron haber encontrado algo como para que lo hicieran y no fueras capaz de recordar y estoy empeñada en desbloquearlas.

Le lanzo una mala cara que gritan: ¡Está demente!

—Ya tengo que marcharme.

Huyo del laboratorio con el corazón en la boca.

Cada vez me voy perdiendo en un río de dudas, ya comienzo a sentir miedo de mí misma, es como si hubieran creado un monstruo que ahora ha decidido despertar de su larga hibernación.

RINGO

—De ninguna manera —me detiene Hanssen poniendo una mano en mi pecho y lanzándome esa típica mirada que no puede causar temor en mí —. No voy a permitir que te expongas en algo que a mí me concierne.

—Podré con él, fingiré que quiero tomar un poco de airecito ignorando lo que sucedió.

—Ringo.

Tomo una gran bocanada de aire y niego con la cabeza apartando su mano.

—Estamos juntos en esto, yo lo distraigo de esa oficina y tú te encargas de sacar información, trabajo en equipo —ladeo la cabeza —. Como siempre hemos trabajado, amigo.

—Esto es diferente.

—¿Qué más puede suceder? El tipo ha dicho que todavía siente algo por mí, déjame aprovecharme de esa noticia para encontrar a Mako.

—Iván puede estar mintiendo.

—Le demostraré que también lo soy con una ingeniosa actuación, ya verás. Confía en mí y mis dotes.

Logro sacarle una pequeña sonrisa que no dura ni un par de minutos.

—Vale, supongo que no te voy a contradecir.

Salgo de la habitación con pasos decidido dejando atrás a mi mejor amigo para iniciar con lo acordado.

Le echo un vistazo a los pasillos desolados y camino con seguridad ajustándome el cuello de la camiseta y planchando la tela sobre mi abdomen, no niego que me estoy muriendo de los nervios en dado que nos descubran antes de que Hanssen logre llegar a las celdas.

Mis pisadas se escuchan sobre la losa en dirección al área central donde se encuentran las oficinas, sé que a esa hora Iván vaga por el lugar trabajando hasta tarde.

Me empeño en enfocarme en mi objetivo sin pensar en las consecuencias que serían infinitas llevándome directo a mi perdición.

Me detengo en la esquina del pasillo para escanear la puerta de las oficinas, ahora tengo que esperar que salga y así comenzar mi teatro de chico distraído.

No espero mucho gracias al cielo, la puerta metálica se abre y él sale cargando unas carpetas en sus manos, salgo de mi escondite con la cabeza viendo hacia el suelo y las manos metidas en los bolsillos, camino en otra dirección fingiendo que no lo he visto.

—Ringo.

Ha funcionado.

Finjo sorpresa al dar media vuelta y plasmo una cara de molestia cuando le miro a los ojos

—¿Qué quieres? —contesto de mala gana.

Iván se queda en silencio unos segundos y comienza a acercarse donde me he quedado quieto siguiendo sus movimientos.

—Es demasiado tarde para andar por los pasillos, tengo reglas en este lugar.

—No podía dormir, ¿hay algo de malo querer despejar la mente? —enarco una ceja esperando que prosiga, sin embargo, me adelanto —. Ahora no me pondré a discutir, mejor me regreso.

Intento girar para regresar por donde vine, me alejo, pero no lo suficiente rápido.

—Espera, ¿por qué no aceptas tomar conmigo un trago y hablamos?

—¿Sobre qué? —me detengo echándole una mirada sobre mi hombro y volteo —. No hay nada de qué hablar, Zeev.

Se pasa una mano sobre su cabellera rubia. El condenado tiene ese aire irresistible que fue mejorando con el paso de los años, ha ganado más masa muscular que puso en forma, tiene un perfil varonil bastante atractivo y que de seguro es consciente de las miradas que puede acaparar.

—Por supuesto que lo hay, es momento de aclarar nuestros asuntos, Ringo y quiero que me escuches —aplana los labios —. Después de esa conversación tomaré distancia y no te fastidiaré.

Lo escudriño por unos segundos y termino asintiendo. Mi plan está funcionando, mejor de lo que creí.

—Solo un trago.

—Solo uno, Fletcher.

Camino detrás de él hacia un pasillo contrario al resto del ala de dormitorios, el lugar es como un laberinto, es fácil perderse, yo lo hice los primeros días buscando la cafetería.

Mire donde mire solo hay salas que tienen diferentes funciones, nos detenemos frente a un elevador que abre sus puertas solo con la huella dactilar. Iván ha puesto su pulgar en el escáner y este se activa rápidamente mostrando una luz verde.

—Tu guarida está muy asegurado.

—Soy preventivo con mis cosas privadas.

—¿Tienes algo valioso?

—Una colección de regalo de mi padre —encoge los hombros restándole importancia, me hace una señal para entrar al elevador —. Fue su bienvenida cuando regresé a casa, creyó que había muerto.

—Lo mismo pensé.

Las puertas de elevador se cierran. El ambiente se siente pesado, el me mira de soslayo y frunzo el ceño.

—¿Qué?

—¿Te preocupó que hubiera muerto?

—La verdad estaba feliz —reprimo una sonrisa —. Fuiste una molestia. ¿Cómo saliste con vida?

—Luego de que ustedes me dejaran morir —apoya su espalda contra la pared metálica —. Me escabullí entre el bosque, permanecí ahí por horas hasta que no seguí escuchando disparos, no salí ileso, me fracturé el brazo izquierdo, a pesar del dolor hice lo posible por regresar a mi hogar o lo que quedaba, fueron días de viaje.

Asiento con la cabeza, pensativo. Las puertas se abren y tengo frente a mis narices un recibidor impecable, pongo un pie dentro obteniendo un mejor panorama de lo que es un apartamento lujoso.

—Que injusta es la vida, mientras tú duermes en una cama gigante, uno debe conformarse con un catre incómodo —paseo por el lugar inspeccionando todo con detalle, es un cabrón tiene todas las comodidades —. Seguro hasta tienes un gimnasio privado.

Iván sonríe de lado cuando le miro.

—No te equivocas, está en la habitación al final del pasillo.

—No me jodas —respondo estupefacta —. Que cabrón.

Él se ríe, avanza hacia la mesa que hay en su comedor y asienta las carpetas que trae consigo. Rodea la mesa y se dirige hacia una estantería con botellas de licor.

—Toma asiento donde gustes.

Diviso los sofás que hay en la sala, son de gamuza y grandes que podría servir como cama. Rodeo el sofá y me siento hundiéndome de repente.

Que cómodo.

—¿Qué quieres de Monarca? —disparo sin titubear.

—Te lo dije: venganza.

—Pero siempre hay algo más —me paso una mano tras el cuello mientras clavo los ojos en una tablet que hay sobre una mesita en la sala —. Siempre lo hay.

—De todos modos, no pienso contarte.

Le veo llegar rodeando el sofá con dos vasos de cristal llenados a la mitad con un líquido marrón. Evito fruncir el ceño otra vez, nunca había tomado eso. Mi capacidad para soportar es nula, no soy afecto al alcohol.

—¿Seguro quieres?

—Dame eso —se lo aparto de la mano y me lo llevo el líquido a la boca hasta el fondo, sabe asqueroso, la garganta me quema y presiono los labios —. Mejor trae la botella.

—¿Estás seguro?

—Hazme caso —lo escudriño.

Iván enarca una ceja y termina acercando la botella. 






🦋🦋🦋

Vale, no sé si estarán listos para el siguiente capítulo. 😳

Sé algunos se sienten perdidos, pero más adelante entenderán lo que le sucede a Mako y todos esos secretos que deben o no salir a luz.

Mariposas tengo nueva cuenta de tiktok, ahora es la de khyl_star. 💓

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