11|Estoy aquí.

11|Estoy aquí.

—No sabes nada de mí —responde Magnum con brusquedad —. Así que hazme el favor de retirarte antes de que cambie de opinión y ordene que te encierren, Hammada.

—Preferiría estar en una celda que seguir participando en estas tonterías —retrocedo sin abandonar mi postura a la defensiva —. He tenido el tiempo suficiente para llegar a una conclusión, me equivoqué en darle a la doctora un voto de confianza en cuanto a las memorias, pero se terminó, Brown.

—¿Qué piensas hacer ahora? —enarca una ceja. Su rostro se ha pintado violáceo —. Tener una habilidad no será suficiente para detenernos.

—Tal vez no detendré a Monarca, pero sí con lo que más les importa.

Culmino la oración girando sobre mis talones para salir del lugar dando zancadas.

—¿A dónde vas?

Le escucho gritar seguido de un «¡vuelve aquí!». Justo ahora soy una total amenaza para este lugar, camino apretando los puños con fuerza, las lágrimas se me han secado en algún momento sobre ambas mejillas que ya los ojos han dejado de escocerme.

En cada paso que doy me percato que las luces titilan sobre de mí como si fuera capaz de controlar la energía, aunque no sé cómo sé exactamente como puede ser posible.

Magnum me pisa los talones gritando para llamarme la atención seguido de varias amenazas. Estoy tan enojada, que cuando varios guardias tratan de impedir que cruce las puertas hacia el laboratorio donde me han hecho las pruebas, me basta con ejercer un desinteresado movimiento con la mano para mandarlos al otro extremo del pasillo con brusquedad quedando inconscientes.

—Si no te detienes abriré fuego.

—No les sirvo muerta —le miro sobre mi hombro entrando al laboratorio —. Atrévete a dispararme, nada saldrá bien para ti. Estoy harta que me digan que hacer.

—Mako.

—Ni una sola palabra, Brown —aprieto la mandíbula con fuerza.

En el momento que Magnum entra a la misma sala de laboratorio, bloqueo la puerta metálica, ocasionando que no tenga escapatoria.

Su expresión cambia a una de desesperación, sin embargo, su postura intenta mantenerse erguida queriendo demostrarme que no me tiene miedo.

El único con miedo en esta habitación soy yo.

—No sé qué intentas hacer, pero si me tocas, los guardias de ahí afuera y un ejército de soldados se irán contra ti.

—Vaya, solo me deja en claro que necesitas a mucha gente para que te defienda, ¿qué pasa, Brown? ¿Acaso ya olvidaste como me detuviste para arrastrarme aquí? ¿Tienes miedo de que una mujer sea más fuerte que tú?

—Usarías tu habilidad antes de que pueda hacer algo.

Blanqueo los ojos. Repaso la sala repleta de instrumentos de laboratorio más la silla reclinable que está en medio de la habitación.

—Siéntate ahí.

—¿Qué?

—¿Estás sordo? —palmeo la silla —. Pon tu trasero aquí, ha llegado el momento de desbloquear tus memorias.

Magnum parpadea lleno de perplejidad.

—No me des ordenes —escupe acomodándose la camisa manchada por su sangre—. Ha sido suficiente, hagamos un trato.

—No estoy abierta a tratos con gente como tú. Guardas secretos y dices mentiras, secuestran a niños huérfanos y también los que tienen familia. Me das asco.

—¿Y qué hay de tu propia familia, Hammada? Tu padre estuvo colaborando con Monarca desde hace mucho hasta que nos traicionó.

—Créeme que lo tengo en cuenta, pero yo jamás quise que esto sucediera, a comparación mía, yo no soy mi padre, pero tu sí.

—No lo conoces.

—Me basta con conocer tus acciones y el sistema que rige en la organización para intuir como es tu padre —señalo por segunda ocasión la silla —. Muévete.

—¿Y qué sacarás con esto?

—Intentar que veas la verdad.

—¿Y? No servirá de nada.

—Es posible, pero al menos sabrás parte de lo que sucedió en tu infancia.

—Es irrelevante para mí —masculla mirando la silla —. Lo menos que quiero es recordar el pasado y no estoy aquí para contarte mi vida, no eres mi amiga, eres un recluta que trabaja para esta organización, por lo tanto debes seguir ordenes, aceptaste después de todo.

—Ustedes no me quieren a mí, ¡quieren lo que hay dentro de mi cabeza para continuar haciendo lo mismo con las demás personas!

—Esto es el futuro —puntualiza —. El mundo se está yendo al caño con tanto peligro y nosotros estamos dispuestos a brindar la solución completa para exterminarlos.

—¿Y dices que la solución es reclutar a jóvenes? Joder, pero que agallas tienes para soltar estupideces como si fuera lo normal.

—Con las habilidades sería más factible.

—¿Que asesinar a sangre fría?

Lanzo una carcajada amarga sin nada de gracia en ella.

—Ganarías mucho dinero, imagínate, el gobierno contrataría a esa gente ni que decir de las familias adineradas, harías una fortuna con tu servicio.

Le lanzo una mirada tipo: ¿estás hablando enserio?

—Dime que estás bromeando.

—Es el siguiente nivel para innovar a Monarca.

—Sí, estás hablando en serio —suelto negando con la cabeza.

—Basta, Mako. Ya deja de vernos como tu enemigo.

—Es que lo son.

—Escucha —se pasa una mano por la cabellera rubia —. Te propongo una cosa, podemos trasladar tus habilidades y quitarte el neutralizador que tienes dentro a cambio de tu libertad.

—¿Trasladar adónde?

—A un sujeto de prueba.

—¿Cuál es la trampa? Debe de haber una.

—Sin engaños, lo prometo.

Le veo acercarse dando pasos cuidadosos en mi dirección, retrocedo sin apartar los ojos de sus movimientos.

—No haré ningún trato contigo.

—Si no lo haces, mi padre tomará las riendas de estas pruebas y será peor para ti, no lo conoces, Mako y él siempre sale ganando.

—Que se atreva a ponerme una mano encima y verá de lo que soy capaz, no tendré miedo de usar esta habilidad.

«Aunque no sé cómo rayos controlarla».

Me siento mutante.

—Puedes volverte peligrosa.

—Mejor, así ni tú podrás acercarte más —extiendo una mano y se congela en su lugar —. Anda, inténtalo y traspasarás la pared.

—Mako si no me haces caso, mis hombres lograrán entrar en cualquier momento para atraparte.

—Aquí los espero —apoyo la espalda en la pared controlando los nervios que se me disparan en mi interior. No tengo idea de cómo podré salir de esta situación haciéndome la valiente.

—No me queda más remedio que hacerlo por mi cuenta, lo menos que quiero es disgustar a mi padre.

—¿Te pondrás a llorar?

—Cierra la puta boca de una vez —me señala con un dedo, su voz ha salido con ferocidad —. ¡¿Qué no ves la seriedad de este lío que has generado?! Te comportas como una chiquilla, me tienes harto, he tratado de ser lo más tolerante contigo para que te sientas a gusto y te he dado comodidades.

Aprieto los puños con fuerza a los costados de la cintura, las luces nuevamente parpadean con intensidad, comienzo a sentir una presión en el pecho difícil de identificar. El corazón me late con más fuerza.

—No vuelvas hablarme de esa forma, Magnum Brown —suelto con la misma frialdad —. No soy tu rata de laboratorio. Y todo esto es culpa tuya, si fueras más inteligente sabrías que hacer, pero no, solo sigues órdenes.

—Te lo has buscado.

En menos de un parpadeo, le veo tomar en manos lo primero que tiene en el camino, soy más rápida antes de que pueda darme en la cara, me hago a un lado soltando un jadeo, las piernas me flanquean cuando quiere venir hacia a mí para lanzarse, por el momento lo esquivo, podría hacer que traspase la habitación sin problema, pero quiero ver de lo que es capaz.

Magnum recupera la compostura girando sobre sus talones para mirarme a la cara, enseguida formo puños en ambas manos tal y como Hanssen me enseñó para defenderme y dar buenos puñetazos, retiro el dedo meñique para que no sufra una fractura.

—Vamos, muéstrame tu mejor golpe, seré justa —me balanceo sobre los talones —. Anda.

—Ni creas que por ser mujer saldrás de esto.

—Que caballeroso —espeto con sarcasmo —. Basta de charlar.

El hombre de cabellos rubios se arremanga la camisa hasta los codos, le pongo mala cara mientras que los guardias del otro lado de la puerta hacen todo lo posible por acceder al laboratorio. Será imposible salir de aquí si logro dejar inconsciente al vicepayaso Brown Jr.

Magnum lanza el primer golpe, reacciono estirando una pierna en su dirección, mi pie aterriza con fuerza en su cadera logrando alejarlo de donde estoy, aprovecho para moverme antes de que me acorrale, corro del otro lado de una mesa, tomo en las manos unas muestras.

—¡Ni se te ocurra...!

Se lo lanzo con fuerza, él se acuclilla desafortunadamente y las muestras se estampan contra la pared, la mezcla viscosa se queda pegada mientras los vidrios aterrizan en el piso.

—Parece que era algo importante.

—Pagarás por ello —tantea detrás de sus pantalones sacando un comunicador pequeño para llevárselo cerca de los labios —. Aquí Brown, procedan con el retenido en la sala de enfermería.

Parpadeo, atónita cuando escucho lo que sale de su boca, las alarmas se disparan dentro de mi cabeza y la ira aumenta. Mi padre está en la enfermería.

—Espero que te hayas despedido de tu maldito padre.

—¿Qué vas...? ¡Detén esa orden!

—No voy a hacer nada.

—Magnum,

—Solo si aceptas portarte bien, tienes que ser una chica buena.

—No me llames de esa manera.

Lo señalo con una mano, lanzo su cuerpo contra la silla donde se golpea el estómago con el reposabrazos, rodeo la mesa para llegar hacia él reteniéndolo.

—No te metas con mi padre o no saldrás de aquí vivo.

Magnum hace un esfuerzo por recuperar la respiración. Esboza una sonrisa cínica negando con la cabeza.

—Te estoy haciendo un favor, después de todo, él fue quién empezó todo esto arrastrándote.

—Es hora de que vayas a dormir —mi mano hecha puño se estampa contra su cara al tomarle por sorpresa. Enseguida su cuerpo cae contra la silla donde hago un esfuerzo por amarrarle de las manos y pies —. Debí de haber hecho esto antes, mierda.

Me detengo frente a la puerta metálica donde aún batallan los guardias en abrir.

Antes de que pueda desbloquear la puerta, mis ojos captan movimiento por el rabillo de mi ojo dentro de la habitación, giro la cabeza hacia la derecha percatándome de cómo un halo de luz de muchos colores se va haciendo más grande soltando una corriente de viento, me obligo a apartar con una mano la intensidad de la luz que impacta sobre mi rostro.

Solo me toma unos segundos para comprender de lo que se trata, lo he visto en miles de películas e incluso los científicos de este siglo han hecho varias pruebas para tener éxito en los viajes con portales, pero este portal se ve que es especial porque reconozco una cabellera azul al instante que cruza.

—¿Hanssen? —titubeo al mencionar su nombre.

Sus intensos ojos grises se clavan sobre mí y todo mi cuerpo se estremece.

¿Qué demonios está pasando?

Horas antes...

El cuerpo de Otto se estampa contra la alfombra carísima de su despacho cuando se ha negado por séptima vez en colaborar para sacar lo que sea que haya detrás de la puerta de acero.

—Amigo, colabora, estás sacando de quicio a mi amigo —comenta Ringo soltando un suspiro —. Y él solo tiene paciencia con su novia, no lo cabrees y ya abre esa puerta para nosotros.

Escudriño a Ringo sin soltar al hombre, este niega con la cabeza, otra vez.

—No lo entienden.

—¿Qué no entendemos? Solo danos con que hay tras la puerta y vivirás —señalo con la cabeza donde están las escaleras, aprieto más el agarre con fuerza ocasionado que Otto suelte una maldición —. O me veré obligado a cortarte cada uno de los dedos para escanear, lo más factible es cortarte la mano.

—¡No, por favor! —lloriquea —. No lo entienden, es peligroso lo que necesitan, no puedo entregárselos, si cae en manos equivocadas estamos acabados.

—¿Por qué?

Hago que ruede sobre su espalda quedando boca arriba, junto a Ringo me ayuda a arrastrarlo hacia una silla. Lo único que hemos hecho desde que llegó fue sorprenderlo por la espalda, no tiene ningún golpe, pero si no nos ayuda, no se salvará.

—¿Qué hay del otro lado? —cuestiona Ringo tomando la soga, listo para atarlo de manos y pies —. Es curiosidad, porque ni yo sé, amigo.

—¿Quiénes son ustedes?

—Nadie, no somos nadie importante —me apresuro hablar antes de que Ringo hable y le de hasta su tipo de sangre —. Trabajas para Monarca, ¿no es así?

—Les diré todo lo que quieran, pero no me maten.

—Wow, creí que usaríamos la fuerza, ya estaba calentando los puños —indica Ringo plasmando una cara de decepción —. Tu cara y cualquiera de tus partes está a salvo, hasta que crea lo contrario.

Saca una daga de la bota de su pantalón para girarlo hábilmente entre sus dedos. Sé que Ringo no será capaz de hacerlo, solo venimos a espantarlo, ya no somos asesinos. Lo más probable es que dejamos al hombre atado.

—Empieza hablar —hablo para llamar su atención —. Hay una base cerca de Orquídea, no la que queda en la frontera de Rusia. Fueron hábiles en usar un domo para camuflar las instalaciones. Necesitamos acceder a ese lugar sin que los guardias nos pillen.

—Han perdido la cabeza si creen que los ayudaré a... ¡no me mates! Por favor —Ringo le ha acercado la hoja de la daga contra el cuello —. Es... es imposible que entren sin ser registrados, solo hay una puerta de acceso para todos.

—Ya lo sé.

—¿Por qué quieren entrar ahí? —nos cuestiona con la voz temblorosa —. Está lleno de reclutas siguiendo órdenes, los despellejarían antes de cruzar.

—Es nuestro asunto, Eisner, para eso necesitamos todo lo que hay ahí en tu caja fuerte, todo.

Otto desvía la mirada hacia la puerta de acero sudando terror por los poros, niega con la cabeza. Me está empezando a cabrear que haga ese gesto una y otra vez, mi paciencia tiene un límite, es cierto, y solo Mako podía rebasarlo, pero a ella se lo perdonaba.

Pienso en ella y el corazón me da un vuelco del coraje, no hay un solo momento que me arrepienta de no haberla traído conmigo cuando tuve oportunidad, permití que ella se encargara del asunto desde adentro de Monarca y ha sido una estupidez de mi parte abandonarla.

—Piensa hombre, tiene que haber una manera —continúa Ringo alejando la hoja de su cuello —. El tiempo se agota para nosotros, ayúdanos y jamás volverás a vernos en tu vida, incluso tu perro diabólico sigue vivo a pesar de querer atacarnos.

—¿Zeus está vivo?

—¿Se llama Zeus? —Ringo frunce el ceño —. Ahora tiene sentido.

—Dejen de hablar sobre nombres de perros —chaqueo los dedos —. Eisner necesito con urgencia lo que hay detrás de esa puta puerta, porque si sigues negándote, no tendré piedad en arrancarte la mano y soy capaz de hacer eso y mucho más.

—Es un proyecto secreto —suspira con desgano removiéndose de la silla con incomodidad al estar atado —. Solo el presidente de Monarca sabe de que se trata, no se ha hecho pruebas con humanos.

—¿Pruebas?

—Sí, es un proyecto que se ha estado trabajando desde antes de que Monarca tuviera varias organizaciones por el mundo, ayudará más adelante, pero por ahora lo hemos cancelado.

Intercambio una mirada dubitativa con Ringo que está igual de perdido con la información.

—Monarca está trabajando ahora con la primera persona con desarrollar habilidades —sigue informándonos —. La energía que transmite ese cuerpo humano puede ser capaz de que el proyecto se mantenga en pie, es cómo si se reemplazara la electricidad por ello, luego de muchos experimentos tengo entendido que al fin ha sido un éxito.

—¿Él está hablando de...?

Asiento dándole la razón a mi mejor amigo, sabemos que se refiere a Mako.

—¿Te refieres a algo así?

Arremango las mangas del uniforme oscuro porto, las venas de mis brazos poco a poco van emitiendo un resplandor azul, la misma con la que hice cenizas a ambos tipos en un callejón cuando se le insinuaron a Mako.

—¡¿Qué demonios!? —salta Otto asustado —. ¡Es imposible! Solo una persona tiene habilidades y es una mujer, no... no me lo puedo creer, ¿sabes de que serías capaz?

—La verdad, sí y no quisiera hacer una demostración. Lo necesito vivo.

—Monarca podría...

—Me vale lo que quieran ustedes, no estoy interesado en que me controlen nuevamente —comento sin una pizca de amabilidad —. Eisner, ya no tienes tiempo, así que...

—Es una máquina de portales —suelta y lo miramos con una interrogante invisible sobre nuestras cabezas —. ¿Alguna vez te has preguntado que se sentiría viajar en el tiempo? Ese era nuestro primer propósito, sin embargo, los científicos comenzaron a hablarnos sobre las paradojas como un bucle infinito, para ser sincero no presté atención porque era un tema complejo para alguien que nunca estuvo interesado en la ciencia. Sin embargo, al presidente no le convenció que sea nuestro primer proyecto, así que surgió una segunda propuesta, no se viajaría en el tiempo, si no a otros universos que nunca han sido descubiertos.

—Por un carajo —escupe Ringo, estupefacto.

—Los científicos, esos cabrones, lograron hacer un primer contacto con otro mundo —niega con la cabeza —. Fue algo que duró pocos minutos, pero nos erizó la piel de la felicidad al obtener nuestro primer contacto.

—¿Con quienes?

—Egon —se relame los labios —. Pero una parte oscura de ella, pudimos captar imágenes de ese mundo dividido a la mitad, una parte era sombría sin cielos azules y árboles que causaban terror, en cambio la otra mitad, tenía pasto abundante, criaturas extrañas y bosques frondosos, fue lo único que captamos.

—¿Cómo carajos saben que se llama así ese lugar?

—Un habitante nos lo dijo.

Ringo le lanza una mirada de: júralo.

—Esto parece un cuento infantil para distraernos.

—¡Es la verdad! —se agita —. El hombre raro se llamaba... él... no recuerdo, era raro. Parecía humano.

—Ah claro, y seguro tenía cola.

—¡Les estoy contando la verdad!

—No puedo creer que esté escuchando esta tontería —comento negando con la cabeza —. Sujétalo con fuerza le voy amputar...

—¡Espera, espera! —comienza a removerse de la silla sacudiendo ambas manos como si eso le ayudaría a detenerlos —. Lo recuerdo. Kepler.

—¿Qué pie?

—No, Kepler, así se llama el chico que vive en Egon o vivía, no lo sé, era un joven, sí. Bastó unos minutos para obtener información, él fue agradable y nos informó que los viajes a otros mundos sí son posibles y nosotros lo intentamos, ¡y si funcionó!

—¿Para qué mierda quiere Wallas eso? —me susurra mi amigo —. No tiene sentido en qué podría beneficiarlo, parece peligroso que caiga en sus manos o de cualquiera.

Plasmo una mueca de disgusto, mi mejor amigo tiene razón, ¿en qué serviría tener una máquina así, mejor dicho, a él. Es peligroso.

—¿Realizaron otros viajes? —ahora es mi turno de preguntar cruzándome de brazos bajando las mangas —. ¿Tuvieron respuestas de otros mundos?

—No, la energía que consumió la máquina es muy difícil de conseguir, así que ahora que aparece gente con habilidades como la tuya y de la recluta que está en Monarca, pueden absorber un poco y hacer un viaje más, también es capaz de transportarse de un mismo sitio.

—Comprendo —señala Ringo —. Si estoy aquí, puedo trasladarme a la alberca, ¿no?

—Exacto, hay más teorías que los científicos quieren llevar a cabo, como controlar mentes y esas cosas que tanto los tiene locos por lograr, el presidente, Magnum, es codicioso y reservado con la información que ni a su propio hijo le ha brindado esta información.

—Pues se cabreará cuando se entere que se lo has contado a un par de desconocidos.

—Ya —asiente con la cabeza —. Haré cualquier cosa para que no me maten.

—Wow, traicionarías al jefe para salvar tu pellejo.

Me lo quedo mirando un par de minutos, mi cabeza ha comenzado a dar vueltas tratando de buscar soluciones al problema.

Hasta que llego a una idea bastante tonta.

—¿Y si en vez de acceder a Monarca desde afuera lo hacemos trasladándonos desde el portal? —ambos hombres me miran enarcando las cejas —. Acabas de contarnos que se necesita energía, yo puedo controlarla desde mi interior, si esa máquina existe y hace lo de llevarte a otros lados, podría llevarnos de inmediato dentro de las instalaciones sin necesidad de pasar la inspección.

—Pero nadie ha podido realizar esos viajes, es decir, traspasar el portal. Es probable que te lleve a otro lado y no al que tú quieres.

—¡O perdernos en otro mundo! —chilla Ringo, pegando un respingo —. Estás loco cabeza de pitufo, ni creas que voy a meter mi trasero en un portal mágico.

—No es mágico —le corrige Otto —Lo único mágico era lo que se encontró en Egon, nada más.

—¿Entonces existen los magos y hechiceros y así?

—Sí.

—¡¿Escuchaste eso?! —Ringo me sacude el brazo, su expresión cambia a una de felicidad y blanqueo los ojos.

—Deja de hacer esas cosas, estamos trabajando.

—Señor Amargado cagando el momento parte diez mil.

Hago caso omiso el comentario para acercarme hacia Otto que se encoje al verme al rostro, abre grande los ojos aterrorizados.

—Te estoy dando la oportunidad de experimentar conmigo, así que, prefiero intentarlo a quedarme pensando en otras opciones que impliquen explosivos —entrecierro los ojos —. Ahí afuera hay alguien esperándote con esa máquina, ¿quieres que caiga en manos o equivocadas o prefieres ayudarnos y salvarte?

—Pe-Pero no soy científico.

—Que coincidencia, nosotros tampoco, pero estamos dispuestos a hacerlo.

—Me suena a manada —masculla Ringo en un rincón del despacho.

—Es nuestra única oportunidad —comento apartándome —. Wallas entrará a la fuerza cuando se le acabe la paciencia, con ellos no tendremos ventaja. Las probabilidades de colarnos con ellos aun armados son bajas, si esa este hombre dice que esa máquina puede hacer esa cosa de los portales, me arriesgaré, no tienes que venir.

—He escuchado esa frase tantas veces que ya me está hartando, Reznar —suspira mi mejor amigo, se cruza de brazos echando un vistazo a las escaleras —. Hagámoslo.

—Vale.

—Eisner, hora de ayudarnos.

—No me haré responsable de lo que suceda en el proceso.

—Ya veremos la manera de matarte si llega a ocurrir.

Desatamos a Otto sin dejar de apuntarlo con la pistola detrás de la nuca, Ringo bloquea la puerta que da hacia el corredor en caso de que quiera huir, las ventanas no serían problemas, a menos que intente suicidarse. Se masajea las muñecas al caminar hacia las escaleras donde lleva su pulgar izquierdo al escáner, el botón cambia a verde seguido de un pitido, escucho los engranajes de la puerta ponerse en marcha hasta que se desliza a un costado permitiéndonos el acceso.

—Camina —comento —. Muéstranos la máquina.

—Bien.

La sala se ilumina y de inmediato vemos las repisas llenas de armas de diferentes tamaños hasta dagas. Es un pasillo largo, el piso se ilumina con cada paso que nos adentramos hasta llegar a una pantalla holográfica.

—Esta del otro lado de la siguiente puerta.

Asiento con la cabeza.

—Date prisa.

—Nos tomará tiempo hacer que funcione.

Nos detenemos en aquella puerta blanca, Otto activa la pantalla donde teclea la contraseña de acceso. El lugar se siente frío como si hubieran encendido el aire acondicionado. La puerta se abre y accedemos a una cabina con repisas metálicas.

—Aquí no hay nada —dice Ringo —. Nos has engañado.

—¡No! La máquina es pequeña, miren.

Se acerca a unos estantes resguardados, abre uno sacando de ahí una especie de esfera que emite colores.

—¿Qué es esa cosa?

—El proyecto —sonríe para si mismo sin quitarle la vista a la esfera —. Esta esfera es suficiente para llevarte a tu destino, solo tienes que usar la energía que emana de tu cuerpo para que funcione.

—¿Y es todo?

—No, tienes que pensar el lugar correcto donde quieres ir, tienes que estar concentrado, si te distraes, puede que sea tu fin.

—No lo sé, Reznar, parece falso.

—Ya veo.

—Inténtalo, todo tuyo —estira la mano en mi dirección —. Tienes que traspasar esa habilidad a la esfera, cuando funcione, el portal se abrirá, tendrán que darse prisa porque solo dura pocos segundos abiertos.

—¿Y al estar ahí quiero salir de la misma manera?

—No sé si sea probable.

—No quiero desintegrarme, es lo único que pido.

—Voy a intentarlo —les comunico. Guardo la pistola detrás de mi pantalón tras tomar la esfera que comienza a brillas cuando descansa en mi palma —. Vale, aquí va.

Mi mano comienza a temblar al momento que mis venas comienzan a emitir destellos azules que viajan a través de mi brazo hasta juntarse en la palma de la mano, se siente como un cosquilleo hasta que la esfera se ilumina con más fuerza, su peso cambia y me veo obligado a soltarlo cuando ya no lo soporto, al instante, una ráfaga de viento sacude el lugar.

—¿Qué mierda?

—Joder, lo has logrado.

Frente a nuestras narices hay una puerta de colores que da vueltas, es el portal como le llama Eisner y no parece convencerme del todo.

—¿Tenemos que cruzar?

—Sí, tiene que ser ahora o...

Un estruendo nos llama la atención desde el pasillo, maldigo en voz baja al haberse acabado el tiempo.

—Seguro el equipo de Wallas ha entrado.

—Debemos irnos, Ringo.

—Parece mala idea, Hanssen, una que no sabemos cómo va a terminar.

—Es el riesgo que debemos de correr.

—Maldita sea.

Otto desvía la cabeza del pasillo para centrarlos en nosotros.

—Quédense con la máquina, es su única salida —corre hacia otro extremo de la habitación rebuscando entre unos papeles hasta que encuentra algo y nos lo entrega —. Estos son los planos del lugar.

—¿Nos estás ayudando?

—No —niega con la cabeza —. Monarca de todos modos acabará conmigo cuando se enteren que no tengo la máquina, tengo que pagar por el daño que he hecho, no soy buena persona y no espero serlo.

Sin nada que decir, tomo un puñado de la camisa de Ringo tomándolo por sorpresa y lo empujo dentro del portal junto conmigo, él comienza a maldecir tratando de darme un puñetazo, porque nadie nos advirtió que caeríamos en un vacío infinito. Solo tarda unos segundos, cuando abro los ojos, estamos de pie en otro lugar.

—¡Es tu turno de cruzar!

Ringo que empuja hacia afuera del portal, accedo en lo que parece ser una habitación de laboratorio. Me toma unos segundos para notar movimiento por el rabillo de mi ojo.

—¿Hanssen?

Mi mirada se clava en aquella figura femenina sin poder creerlo, su cabello oscuro de corte pequeño está hecho un desastre como toda ella que no me sorprende. Miro hacia otro lado del lugar donde hay un hombre de nuestra edad atado en la silla.

—¿Estás vivo, Hanssen? —preguntas a mis espaldas —. ¿Es seguro?

—Lo es —respondo regresando la mirada a Mako —. Puedes salir.

Antes de poder hacer otra cosa, Mako lanza un grito agudo y se lanza sobre de mí, provocando que mis piernas pierdan estabilidad unos segundos, me recompongo rodeándole la cintura con los brazos apretándola con fuerza contra mi pecho a la vez que escondo mi rostro en el hueco de su cuello.

—Estoy aquí, mariposa, hemos venido por ti y acabar con esto.

—¿Y para mí no hay abrazos? Me siento excluido de esta relación poliamorosa.

Mako ahoga una risita, al verle al rostro noto varias lágrimas escapándole de sus ojos.

—Están aquí, maldita sea, están aquí.

—Y ya debemos largarnos —avisa Ringo abrazando a Mako de la espalda —. Esa cosa que ves ahí brillando, es un portal.

—Todavía no podemos irnos —nos dice preocupada —. Tengo que alcanzar a mi padre y sacar de aquí a Sina.

—¿Quién es Sina? 

🦋🦋🦋

MARIPOSAS, holiiis.

Espero que les haya gustado el capítulo.

¿Entendieron alguna referencia sobre portales y un tal Kepler? Jejeje.

Si no has leído El talsimán de Egon es tu oportunidad para entenderlo aunque no tenga nada que ver con esta bilogía. 💗💗

Gracias por la espera. Amo su paciencia, son las mejores.

Besitos prohibidos paea ustedes. 🔥

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top