10|La puerta secreta.

10|La puerta secreta.

Claude nos ha dado la dirección de la casa del hombre que le ha quitado mercancía valiosa, el único detalle es que no mencionó que vive en una mansión a las afueras de la ciudad.

Vaya, gracias por nada, bastardo.

Será más complicado de lo que pensé. Si el tipo vive en una residencia lujosa solo significa que está metido en trabajos de alto prestigio y eso nos pone en juego nuestro pescuezo porque debe de haber cámaras de seguridad y alarmas por todas partes.

—No necesitamos a Wallas y su sucia mercancía —resopla Ringo echando hacia atrás sobre el asiento —. Podemos ingeniárnosla de otra manera.

—Si tienes sugerencias soy todo oídos, Ringo —le miro de soslayo —. No hay que arriesgarse en ir sin municiones, nos matarán antes de que alguno de nosotros pueda entrar. Sabes que haciendo esto es nuestra única opción.

—Ese Wallas no me transmite confianza, puede que haya ayudado en conseguir gente para la cirugía, pero no por eso me fiaré de un tipo como él.

—No lo hago. No cometeré el error dos veces.

Me cubro la mitad del rostro con la mascarilla sin quitar la vista de la enorme mansión que está del otro lado de la calle, escaneo nuestro alrededor evaluando que no haya nadie más vagando por vecindario, no creo que haya problema, es la única casa sobre una colina con grandes extensiones de jardín con una vista panorámica a la ciudad.

He dejado estacionado la camioneta tras unos arbustos lejos donde podrían estar las cámaras de seguridad.

—Acabemos con esto —farfulla mi amigo bajándose del coche colocándose las gafas nocturnas e imito su acción —. Todo sea por terminar con todo este lío.

—Wallas mencionó que el tipo no está en casa por las noches, suele ir a una casa de apuestas.

—Vale, solo espero que no tenga perros salvajes o sí estaremos jodidos. Te dejo.

—Qué gran amigo.

—El mejor que podrás tener.

Nos escabullimos a través de los arbustos sin despegar los ojos de nuestro objetivo, la mansión es de dos pisos con ventanales de cristal en los que se puede ver a través con claridad, su estructura es cómo cualquier casa de personas ambiciosas, pequeñas luces alumbran el sendero de piedra hacia la puerta de la casa, pero nosotros rodeamos el lugar arrastrándonos por el césped cuando hemos salido de los árboles.

Lo que procede a continuación es encontrar la fuente de energía de la mansión en el que Ringo pueda acceder para cortar la electricidad para poder acceder a la casa sin problemas, veo algunas cámaras y lo que hago es apuntar a ellas con el arma que tengo en manos y destruirla.

La cámara explota en el borde del techo. Continuamos hasta llegar a la terraza donde hay camastros y una alberca del tamaño de una cancha de beisbol.

—Madre mía.

—Ringo.

—¿Qué? Esta alberca es asombrosa.

—Solo encuentra el generador, no me gusta este lugar.

—Las mansiones no tienen un generador a la vista —me informa —. Por favor, estamos hablando de personas finas y elegantes, ¿crees que su generador les daría buena imagen frente a sus invitados?

—¿Por qué no me lo comentaste antes?

—Ah, perdón —blanqueo los ojos —. Pero no te enfades, hay otra manera, idiota. Puedo conectarme al internet de la casa y hackear sus sistemas de seguridad, hoy en día lo dejan en manos de la tecnología, no hay obstáculos para mí, Reznar.

—Hubieras empezado por ahí.

Ringo saca una tablet de su pequeña mochila y comienza a teclear varios números sobre la pantalla.

—Vale, lo tengo.

—Eso ha sido rápido.

—Estás frente a un profesional —dice con obviedad —. De acuerdo, estoy conectado, ahora debo buscar el servidor que maneje cada rincón de la casa, normalmente los asistentes virtuales controlan las persianas, puertas y demás electrónicos, es como lo que creó Mako.

—Astro —farfullo.

—Exacto —suspira —. Presionaré este botón y la puerta de cristal se abrirá, en tres, dos... uno.

Presiona sobre la pantalla el círculo rojo y automáticamente presencio como la puerta corrediza se abre y las luces se apagan y encienden.

—De nada.

—Eres genial en esto, no cabe duda.

—Me halagas, ahora, sí, andando.

Pongo un pie dentro de la casa con mucha precaución sin dejar de apuntar hacia todas las direcciones posibles, con las gafas de visión nocturna puedo ver por donde piso. Enseguida saco del bolsillo el mapa que nos entregó Wallas donde se encuentra la mercancía, nos lleva directo al sótano.

—Es por aquí.

Mientras caminamos por la casa, Ringo le echa un vistazo a la casa cubriéndome las espaldas. Me detengo frente a una puerta de madera, asomo la cabeza percatándome que se trata de una oficina, reviso el lugar y prosigo tal y cómo el mapa me indica.

—Uno de estos libros activa la puerta secreta.

—Uh, una puerta secreta —mi mejor camina hacia a mí, sus dedos hacen un bailecito con tentación de mover cada libro —. Creí que se encontraba en las películas.

—Solo ten cuidado porque...

Antes de que pueda advertirle, siento como mi cuerpo pierde el equilibrio impactándome contra el suelo y enseguida veo unos colmillos afilados.

—¡Te lo dije! ¡Perros guardianes!

El animal ladra con fuerza intentando morderme, lo retengo envolviendo mis manos alrededor de su hocico, no es fácil, el perro me sacude con violencia, apenas puedo apartarlo de encima al ser enorme.

—¡Sigue buscando el libro correcto! —le grito con la voz ahogada —. ¡Yo me encargo del animal!

—¡¿Has perdido la cabeza!?

Cuando el perro gruñe en dirección de Ringo, mi mejor amigo alza los brazos al aire como si lo estuvieran apuntando con un arma.

—Cálmate perrito bonito, sigue atacando a Hanssen, no a mí, yo no existo.

—¡Ringo!

—¡Bien! Maldita sea.

Lucho con todas mis fuerzas, al querer levantarme el perro vuelve a abalanzarse sobre mi pecho, me empuja con sus dos patas delanteras, al notar su tamaño noto lo imposible que será quitármelo de encima. Ruedo al darle un puñetazo sobre su hocico, el perro lloriquea unos segundos, pero solo lo termino enfadándolo más.

Al querer ponerme de pie por segunda ocasión, sus colmillos rasgan la tela de mis piernas, por fortuna falla su intento de morderme. Esta vez, le doy una patada en el hocico para luego salir de la oficina.

—¡¿A dónde vas?!

—¡Solo ve por la mercancía!

Corro en medio del pasillo hacia la terraza donde está la alberca. Evito mirar hacia atrás teniendo en cuenta que el perro es más veloz que yo, ni siquiera sé de que raza es, pero sin duda es de los más violentos. El animal no se ha cansado de mí, obligo a mis piernas que comienzan a arderme por el esfuerzo, rodeo la alberca hacia el jardín.

Podría sacar mi pistola y dispararle.

Presiono los puños con fuerza al momento que entran seis personas enfiladas al laboratorio. Reconozco cada uno de sus rostros bajo los hematomas violáceos, cada soldado tiene una apariencia demacrada, van vestidos en bata y noto sus ojeras oscuras.

—¿Qué les hicieron?

—Les dieron una lección.

—¿Una? Parece como si no hubieran comido en días. Están golpeados hasta no más.

—Al parecer estás teniendo cierta lastima por tus agresores, Hammada —siento la mirada de Magnum clavándose sobre mí —. Son adultos, cada uno es consciente de lo que te hicieron y créeme, no se arrepienten de haberte atacado ese día, así que me tomé la libertad que los guardias los castigaran. En Monarca no somo tolerantes ante estos comportamientos.

—Mmm, ¿ahora qué? ¿Les obligarán a ponerse de rodillas y pedir perdón?

—¿Perdón? —se ríe y niega con la cabeza —. Han perdido su respeto, Mako. Lo que conlleva a darles una última probada de lo que sucede cuando rompes las reglas. Ellos serán en exiliados.

Trato de que no se me note en el rostro lo aterrada que estoy por sus palabras. Regreso los ojos hacia los soldados que están del otro lado del cristal, ellos no pueden vernos. Magnum presiona el botón que hay frente al escritorio de control y ordena que procedan.

Dentro del laboratorio hay muchas máquinas que jamás había visto. Entonces, lo siguiente que presencio en cuando meten a cada uno dentro de las que tienen en forma de capsula comienzo a cuestionarme que no me va a gustar.

Nada de esto es de mi agrado.

—¿Qué van a hacerles?

Magnum libera el aire de sus pulmones.

—Solo mira.

—Tal vez no quiero seguir mirando como los torturan.

—Ah, ¿te quité la oportunidad de hacerlo por tu propia cuenta? ¿Es eso?

—No es por eso —respondo, con molestia —. Sino el motivo del porqué me lo muestras como si fuera un maldito espectáculo. Estás enfermo.

—Yo no soy ningún enfermo —comenta, serio —. Estoy siguiendo al pie de la letra el protocolo en dado caso que el reglamento no se cumpla.

Blanqueo los ojos. Me cruzo de brazos a la defensiva para voltear a ver esas cápsulas que ya comienzan a llenarse de agua. Parpadeo, atónita sintiendo como el estómago se me revuelve por completo, cada soldado comienza a golpear el cristal donde están encerrados con fuerza pidiendo ayuda.

Presiono los labios con fuerza. Doy un paso hacia atrás al instante que el agua ya les llega hasta el cuello, poco a poco comienza a subir hasta que ya no pueden. Veo la desesperación teñida en cada uno de ellos, me llevo una mano a la boca y salgo corriendo fuera del laboratorio en busca de un baño.

Pateo la puerta del baño sobresaltado a las trabajadoras, hago caso omiso yendo directo a un cubículo y termino vomitando hasta que se pasa. Los ojos me arden que apenas puedo abrirlos, tiro de la palanca y me lavo las manos hasta el rostro.

No sé cuánto tiempo podré soportarlo.

Quiero largarme.

Antes de que pueda salir del baño, siento una punzada del lado derecho de la cabeza, gimoteo por la molestia cuando sucede repetidas veces. Entonces, unas imágenes invaden mi mente.

Intenta jugar con él, cariño —dice la versión más joven de la doctora Nakamura —. Quiere ser tu amigo.

La niña parece comprender apenas sus palabras, desvía sus pequeños ojos hacia la mata de cabellos rubio cenizo que se esconde detrás de un carro de juguete.

—¿Él quiere ser mi amigo?

—Sí, anda. Habla con él, Mako.

—Pero, soy mala.

—No cariño, no eres mala. Tienes dones especiales y eso te hace extraordinaria.

La pequeña Mako que asiente con la cabeza sin dejar de abrazar su peluche de conejo. Ve como la doctora Nakamura sale de la habitación por lo que no tiene remedio que empatizar con el niño que sigue escondido.

Camina hacia donde está él con pasos seguros, pero antes de que pueda saludarlo, presencia el momento en que el carrito comienza a levitar frente a sus narices.

—¿Tú...? ¿Tú también eres como yo? —farfulla Mako emocionada —. ¡No soy la única extraña! Aaaah, ¡¿cómo lo haces?! Yo apenas y me doy cuenta de...

—Chist —la calla el niño —. Ellos nos escuchan.

—¿Sí?

El niño parece más grande que Mako, la niña tiene entre dos o tres años, pero su lenguaje es perfecto cuando se lo propone.

—¿Tienes nombre?

—¿Qué clase de pregunta tonta es esa? Claro que tengo nombre.

—Yo me llamo Mako.

—A mí no me importa.

—Eres malo. No jugaré contigo.

—Gracias.

—Dime tu nombre —insiste la niña.

—Si te lo digo, ¿me dejarás en paz, niña?

—Me llamo Mako.

—Te he dicho que no me importa —le responde el niño con brusquedad —. Soy Magnum, ¿contenta?

—Oh.

«Magnum».

Salgo del trance llevándome una mano a la cabeza. La sangre en mi interior comienza a calentarse del enfado que me envuelve por completo ante el recuerdo.

Conocí a Magnum dentro del programa, él también es... ¡¿es cómo yo?!

Maldito bastardo, ahora sí va a escucharme.

Abandono el baño para ir de regreso al laboratorio. Presiono los puños con fuerza tratando de nivelar mi enfado antes de que pueda meterle a alguien un puñetazo.

Al acceder, voy directo hacia él.

—Eres un maldito.

—¿De qué mierda hab...?

Su cuerpo sale disparado hacia la pared de concreto hasta caer al suelo, le escucho maldecir al acercarme sin bajar la guardia.

—Me han estado buscando desde años por mi habilidad, me han quitado todo lo que más amaba hasta mi libertad porque dicen que soy importante, he permitido que me torturen cuando tú también eres como yo —escupo con rabia —. Que bien lo tenías guardado, claro, seguro te dices: hagan que sufra Mako mientras que yo solo observo y finjo que no sé nada.

—¡No sé de qué estás hablando!

Tomo un puñado de su camisa para levantarlo reteniéndolo contra la pared, Magnum tose escupiendo gotitas de sangre, parpadea con perplejidad al darse cuenta.

—Mientes —apreto más fuerte el agarre —. Has hecho que sufra solo para que no te lo hagan a ti.

—Mako... no sé, no sé de qué me estás hablando. Si me sueltas...

—Anda —le corto —. Usa tu habilidad contra mí.

—No tengo habilidad. No soy como tú.

—Te vi.

Por el rabillo de mi ojo izquierdo me doy cuenta que los de seguridad han entrado y me apuntan con sus armas.

—¿Qué? ¿Cómo que me viste?

—En un recuerdo. Te vi en uno. De la nada me llegó a la memoria y estabas tú ahí haciendo levitar un carro de juguete.

—Si no me sueltas ellos van a proceder en abrir fuego.

—Que lo intenten. Porque si muero yo, tú también lo harás.

—Cálmate, tú me necesitas para seguir recordando. Hablemos sobre esa memoria.

—Deja de fingir.

—¡Es que no sé realmente de lo que hablas! Yo jamás he tenido habilidades.

—¿Y te lo crees? —doy un paso hacia atrás liberándolo —. Porque estaba muy claro ese recuerdo, te pregunté tu nombre y me respondiste. ¿Estás seguro que no te bloquearon las memorias?

Él niega con la cabeza ajustándose el cuello de su camisa. Se limpia el rastro de sangre que sale de su boca fulminándome como si quisiera asesinarme.

—Es imposible. Mi padre me hubiera informado.

—A estas alturas, dudo que haya sido posible. Creo que después de todo hasta tu propia familia te guarda secretos.

Me retiro las lágrimas que ya comienzan a resbalarse sobre mis mejillas.

—Es injusto —lo señalo con el dedo —. Han podido usarte a ti todos estos años, pero no, decidieron irrumpir en mi vida. Deberías hablar con tu padre.

Ringo encontró el libro al segundo intento, ahora los dos estamos frente a una puerta metálica que nos frena seguir con la misión.

Mi amigo maldice cuando intenta irrumpir en el sistema de seguridad de la puerta, pero parece que no funcionará.

—Cada vez que intento desbloquear el acceso, este me lo rechaza.

—Debe haber otra manera, ¿no? Tú sabes más de tecnología que yo.

—Ya. Pero nunca había visto uno de esta magnitud, es parecido a la seguridad que utiliza el gobierno de Génesis, se necesita una huella dactilar. Estamos jodidos.

—Me niego a creer que es la única manera.

—A menos que puedas derribar esta puerta de acero inoxidable, no hay nada más que hacer.

—O que el dueño lo desbloquee por su cuenta —comento en voz baja.

Él gira el amor cuello lentamente en mi dirección mirándome con desaprobación.

—¿Acaso estás pensando...?

—¿Sorprenderlo? Por supuesto, si dices que es la única manera, no nos queda remedio que esperarlo.

—¿Qué hay del perro?

—Ya me encargué de ello —suspiro subiendo las escaleras —. Logré encerrarlo en una habitación.

—Más vale que sea el único porque quiero salir completo de este lugar.

Nos ponemos en marcha merodeando por cada habitación de la mansión, hay una segunda oficina, hay papeles esparcidos sobre el escritorio, me acerco a la pared donde están colgados los reconocimientos enmarcados.

Otto Eisner.

En el siguiente hay una placa con un logotipo en forma de mariposa monarca, leo cada fragmento y maldigo en mis adentros.

—¿Qué pasa?

—Estamos dentro de la casa de un colaborador de Monarca —se me escapa una risa seca —. Debí imaginarme que Wallas ya tenía planeado escabullirse con algún trabajador de la organización.

—Por lo que leo, este hombre tiene experiencia en diseñar y desarrollar sistemas tecnológicos avanzados, ¿sabes que significa? —le miro dejándolo continuar —. Que este cabrón nos va a hacer de mucha ayuda si queremos tener acceso a la organización, podríamos filtrarnos sin que se den cuenta.

—Me gusta como suena eso —apoyo —. La única manera que podemos entrar es haciéndonos pasar por los soldados, antes de irme pude ver que montaban guardia. Pero también está el área de carga, vi todo tipo de coches entrar. Solo nos quedaría pasar la revisión, conociéndolos es posible que no lo pasen por alto.

Ambos nos quedamos en silencio al escuchar el motor de un coche, rápidamente Ringo restablece la energía desde su tablet. Nos quedamos quietos dentro de la oficina aguardando su llegada.

🦋🦋🦋

Notita importante:

Estoy muy agradecida por la paciencia que me han tenido desde qur empecé la bilogía. Desde entonces la situación fuera de wattpad para mí comenzó a complicarse.

Por esa razón las actualizaciones tardan mucho y sé que muchos lectores se fueron desde eso y perdieron el interés de continuarla, lo comprendo.

A veces no tenemos tiempo para leer e incluso escribir.

Pienso terminar de escribir esta historia de Mako y Hanssen, por lo que tardo en planificar cada capítulo y escribir requiere estar horas sentada frente a la laptop.

Amo escribir y no quiero traer capítulos que no aporten nada a la teama ni que sea aburrido para ustedes.

Le tengo cariño a esta historia y no quiero pausarla. 💗💙

El 9 de septiembre Un deseo prohibido cumplirá un año de ser parte de esta plataforma!! 😌

Gracias por siempre tenerme paciencia. Les mando abrazos gigantes.

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