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Apenas pasaron palabra, tampoco la miró a los ojos. Sabia que su padre solo lo estaba haciendo por guardar las apariencias. Pero no le importaba, el siempre había sido un hombre orgulloso y tampoco es que necesitara su consuelo.
Observó a su madre teniendo una conversación con la madre de Hyunsok, ambas se veían felices y de vez en cuando se sentía observada por ellas. Sabia que estaban tramando algo.
Ella no quería ser parte de su estúpido juego.
Lo único que quería en ese momento era alejarse de ahí. En el siguiente cambio de parejas se encontraba bailando con Jungkook, el hijo del comandante Jeon. Tal fue su sorpresa cuando la conversación fluyó amigablemente, y él compartió su pasión por los libros con ella.
Después de varios bailes incómodos con algunos caballeros, de recibir miradas sucias de algunas damas y un par de charlas que valieron la pena, llego la hora de despedirse.
Los invitados seguían celebrando, algunos se emborrachaban y otros bailaban. Los mas cercanos a la pareja esperaban en el jardín a los recién casados para darles sus buenos deseos antes de partir.
Haneul escuchaba los deseos superficiales que sus padres recitaban de memoria, mientras asentía sin realmente prestarles atención. Ellos salieron de la habitación privada y ella hubiera hecho lo mismo si la madre de Hyunsok no hubiera entrado a la habitación sonriéndole exageradamente.
Ella retrocedió cuando la mujer se le acercó.
—¡Haneul te ves preciosa!—aplastó las mejillas de la joven con fuerza antes de soltarla y sentarse a su lado, muy cerca de ella.—Todavia no puedo creer que mi hijo y tu estén oficialmente casados, esto merecía una celebración mas grande pero mi marido pensó que seria exagerado.
—Yo creo que fue lo suficientemente grande —Haneul jugó con la tela de su vestido sintiendo todavía la presión fantasma en sus mejillas y añadió—estoy segura de que será un dia memorable para todos en la ciudad.
La señora Kim chilló haciendo que la novia saltara y la mirara con sorpresa al ser abrazada por la mujer.
—¡Claramente lo que dices es cierto, así que seremos el tema de conversación de todos los habitantes del reino!—Haneul se burló internamente, sabía que eso lo que mas le importaba a la señora Kim, ser el centro de atención. —Estoy ansiosa por las buenas noticas que vendrán a partir de esta noche.
Haneul frunció el ceño. ¿Todavía quería mas?
—¿Hay algo mas interesante que la boda del heredero de la casa Kim?
La mujer se cubrió la boca intentando esconder una risita tonta en tanto Haneul intentaba ocultar su molestia, no sabia porque la señora Kim parecía tener algo entre manos.
—Querida por favor, sabes exactamente de lo que estoy hablando—al ver su ceño fruncido continuó—¡Niños querida! Esta noche es tu oportunidad de oro para quedar encinta.—la mujer saco algo que traía escondido en su vestido y se lo dio a Haneul, quien con todo el ajetreo había olvidado ese detalle.—este es un amuleto para la fertilidad, ponlo debajo de la cama. La bruja dijo que seria efectivo.
La chica miró a la mujer preguntándose si de verdad estaba hablando en serio.
—Vamos querida, guárdalo—Haneul guardó con incredulidad el amuleto en el escote su vestido ganándose otro abrazo de la mujer—Ya me imagino los titulares del periódico ¨Las familias más importantes de nuestra ciudad fortalecen sus lazos a través de un hermoso bebe¨—suspiró soñadoramente antes de besar las mejillas de la chica quién trató de huir al contacto—Gracias a ti habrá un heredero poderoso.
—¿Y si fuera una niña? —la sonrisa de la señora Kim se redujo pero trató de disimularlo. Haneul no era ciega y claramente se había dado cuenta así que siguió preguntando.—¿Qué pasaría si el primogénito resulta no ser un niño?
—Oh querida eso no pasara.
¿Porque tanta negativa a la posibilidad?
—Pero ¿y si pasara? —Haneul había tenido algunos privilegios gracias a su hermano. Su padre amaba tanto a Hoseok que gracias a su insistencia ella había recibido una mejor educación que la que inicialmente le iban a dar y que muchas otras mujeres desearían tener, pero sabia que las otras familias no eran tan tolerantes. Sin olvidar el hecho que nunca se había escuchado hablar de la existencia de una mujer siendo primogénita en la casa Kim. La curiosidad habló por ella. —¿Tan malo es una niña cómo primogénita de los Kim?
La mujer mayor dejo de mirarla con el ceño fruncido para después dejar escapar una risa oscura.
—Si ese fuera el caso la niña tendría una sola opción. Sería enviada a un convento desde que aprenda a caminar hasta que se convierta en una joven casadera. —la señora Kim se paseó por la habitación antes de añadir— Esa niña al final de todo nunca podría ser una Kim, quedaría nada mas como un recuerdo en tu cabeza.
A Haneul no le gustó nada de lo que dijo. ¿Realmente eso pasaba con todas sus primogénitas? Le pareció algo un poco desconcertante.
—¿Realmente eso pasara con todas las hijas...
—¡Claro que no querida!—su ahora suegra la interrumpió con exaltación, cuando vio el rostro de Haneul—solo si el primogenito no es un niño, asi que esperemos que lo sea. Es la tradición.
Haneul solo tragó saliva ante la naturalidad con la que hablaba la mujer.
—Yo...yo tengo que irme.
La mujer asintió dándose cuenta del retraso que había provocado.
—Vamos hay gente esperándote para despedirse, y necesitas llegar temprano a tu noche de bodas.
Ambas salieron de la casa Kim hacia el pintoresco jardín donde Hyunsok ya la estaba esperando junto con los invitados más cercanos.
—¡Al fin! Por un momento pensé que no la dejarías salir madre.—Hyunsok abrazó a la mujer y Haneul les dio espacio tratando de no escuchar la despedida. De por si la conversación con la señora Kim había sido incomoda, no quería volver a pasar palabra con esa mujer aunque fuera su suegra.
Simplemente no se sentía bien hacerlo.
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