10

Ella dejó que su mirada vagara por la habitación buscando algún distractor, algo que la hiciera ganar tiempo. Tiempo que le sería valioso, no importaba si fuera poco, ella lo valoraría. Después de todo Hyunsok no tardaría en querer consumar el matrimonio. Entonces vio la botella de vino y retrocedió un poco llamando la atención de su apuesto esposo.

—Creo que seria mejor que brindemos—Haneul sonrió con nervios y se acercó a la mesita para coger las dos copas. Hyunsok también sonrió emocionado de que fuera ella quien tomara la iniciativa. Ambos sostuvieron sus copas y se miraron. —Por que todo mejore a partir de este día.

Entonces bebieron de sus copas. Y Hyunsok aprovechó para admirar la belleza de su esposa. El silencio y la mirada de Hyunsok lo hacía todo más incómodo.

Sus rizos

—Me alegro de que hayas cedido, se que al principio solo fue por compromiso—Hyunsok tomo sus manos después de dejar las copas en la mesa—Nuestras familias empezaron a relacionarse gracias a la amistad Seokjin y Hoseok, es gracias a ellos que todo esto empezo y gracias a ellos fue que te conocí. Mi amor por ti nunca fue por compromiso, debes saberlo

—Y-yo no se que decir—Hanel admitió vacilante evitando su mirada. —Durante toda mi vida el único amor que conocí fue el de mi hermano, bueno eso fue-

Hyunsok la abrazó y ella solo pudo apretar sus puños reprimiendo las ganas de llorar. El hombre delante de ella la amaba, la amaba desde que eran solo unos niños. Pero ella no podía sentir lo mismo.

—Solo te pido que me ames—el besó su mejilla y acarició su espalda—Aunque sea solo un poco.

—Yo-

—No me respondas, no lo hagas—el la interrumpió—por favor déjame mostrarte cuanto te amo. —Dejó otro beso debajo de su oreja.

—Hyunsok yo...—el empezó a besar toda su cara, su cuello mientras ella cerraba los ojos y respiraba con pesadez. Escuchó a Hyunsok susurrar su nombre con lujuria mientras recorría su cuerpo con las manos. Cada caricia se sentía como si fuera todo lo contrario. Cada beso mojado hacia que su pecho doliera. —Te he amado casi toda una vida, no podía soportar la idea de que alguien más pudiera tocarte, pero eso ya no importa porque ahora estamos casados—Un escalofrió recorrió su cuerpo cuando el empezó a bajar los besos peligrosamente cerca de su escote, dejando el toque fantasma presente en su piel.—He pensado que la mejor forma de pasar nuestros primeros meses de casados será lejos del reino, tus padres están de acuerdo con eso así que no tienes que preocuparte por nada.

Besó sus labios y metió una mano debajo de su vestido acariciando con lentitud su pierna, sus manos tibias no evitaban que se le pusiera la piel de gallina. Haneul empezó a temblar inconscientemente como si tuviera frío, sus manos cerradas en puños trataban de evitar alejarlo, porque así era como debía pasar. Era su promesa la que la mantenía vulnerable en los brazos de Hyunsok. Pero no hacía más soportable que alguien a quien no amaba la tocara tan íntimamente.

Aunque tenía los ojos cerrados podía sentir lo húmedos que estaban sus ojos, una lágrima pudo escapar del yugo en el que sus párpados lo tenían atrapado y la sintió deslizarse y perderse por su cuello. Hyunsok ajeno a esto procedió a acercarse a la cama, no sin antes bajar uno de los tirantes del vestido provocando que ella abriera los ojos de inmediato. Antes de tratar de hacer algo Hyunsok tropezó con ella aún en brazos. Casi caen al suelo pero ella pudo mantener el equilibrio. Él gimió en su oído y antes de que pudiera incluso decir algo el peso de Hyunsok cedió casi arrastrándola a ella. Por suerte Haneul logró sostenerlo aunque terminó de rodillas.

La realización la golpeó cuando vio a Hyunsok inconsciente en sus brazos y una sensación de pánico apareció en su pecho.

Empezó a llamarlo mientras le daba palmaditas en las mejillas tratando de despertarlo. —¿Hyunsok? ¡Hyunsok! ¡Despierta Hyunsok!

Con mucho esfuerzo lo arrastró hasta la cama y trató de despertarlo. ¿Estaba muerto? No aun respiraba, Haneul trató de buscar la campanilla con la que habitualmente se llamaba a la empleada pero entonces una mano la detuvo.

—¿Minseok? —Haneul se dio cuenta del objeto que el mayordomo llevaba, y retrocedió en cuanto el apunto la espada hacia ella.—¿Q-Que estás haciendo? 

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