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Otoño de 1898.
No podía evitarlo, sus puños apretaban la tela de satén con fuerza mientras trataba de sostener las lágrimas que no parecían querer obedecerla. Volvió a apretar la mandíbula y el sabor metálico invadió su boca al mismo tiempo que una de las criadas apretaba el corse de una forma que hacía que le fuera difícil respirar.
—Vamos apriétalo más, su figura necesita verse acorde al de la futura señora Kim. —demandó su madre en tanto inspeccionaba todo el proceso de preparación, orgullosa llevaba un elegante vestido azul digno de la madre de la novia y por supuesto, de la señora de la casa Jung.
La mujer mayor miraba soñadoramente a su hija, al fin cumpliría el sueño de ver a unos de sus hijos casarse y era mucho más satisfactorio sabiendo que la unión fortalecería los lazos entre la casa Jung y la casa Kim.
Haneul se sentía diferente, no podía creer que realmente estuviera a punto de hacerlo.
Casarse con un hombre que no amaba era algo de lo que tenía conocimiento desde que sus padres lo anunciaron en la fiesta de su cumpleaños número doce. Al principio solo pudo sentir un vacío inexplicable en su estómago, a tan corta edad no fue fácil comprender lo que era realmente un matrimonio concertado.
Ahora siendo una mujer adulta, había conocido a suficientes matrimonios para saber que todos tenían el mismo objetivo.
Aparentar.
Todos lo sabían, era un triste secreto a voces que parecía nunca acabar.
Las reuniones del té de su madre siempre se abarrotaban de mujeres pertenecientes a familias prestigiosas hablando feliz y soñadoramente de sus perfectas vidas matrimoniales de una forma tan mágica e irreal que hacía que todas las demás anhelaran esas vidas y tratando de superarlas también se inventaban vidas donde todo era color de rosa, un círculo vicioso que parecía no tener comienzo ni final. Para Haneul esas reuniones no eran más que una competencia en la que ganaba quien se inventara la vida más surrealista, escondiendo sus amargas y desoladas emociones detrás de una sonrisa que era ensayada todos los días frente al espejo.
Mostrando una máscara de conformismo, algo que muchas jóvenes de su edad idealizaban.
Una máscara que ella también había lucido durante los últimos nueve años y que últimamente había sido más difícil de llevar consigo.
Desde hacía poco la idea del matrimonio sonaba más dolorosa de lo normal.
El collar de esmeraldas de su difunta abuela fue colocado en la tersa piel de su cuello, un escalofrió llego al contacto directo de la joya que se asentaba fríamente en ella, ante esto reprimió un quejido. No se había quejado de lo apretado que era el corsé. ¿Porque lo haría ante esa pequeña sensación?
Respiró con pesadez recordando la sonrisa de júbilo en el hermoso rostro de Hyunsok al enterarse del compromiso.
Cuando tenía trece pensó que casarse con Hyunsok no era tan malo considerando la estrecha relación de sus familias y de sus hermanos. Tal vez este pensamiento surgió porque tan solo eran unos niños.
Ahora eran adultos y algunas cosas habían cambiado.
Kim Hyunsok, el heredero de la noble casa Kim. Un hombre encantador, bendecido con su belleza angelical que irradiaba inocencia, con su amabilidad y solidaridad se había ganado el respeto de los habitantes de la ciudad. Ayudando y colaborando en los proyectos de la ciudad ayudó a crecer favorablemente la reputación de su apellido. Formaba parte del consejo del rey y al ser heredero de la casa Kim estaba bajo su protección, el hombre perfecto si se lo preguntaban a cualquier habitante. Su dulzura solo hacía que muchas suspiraran por la ternura que impartía en sus corazones. Pero eso no había logrado que ella se enamorara de él.
Ella y Hyunsok se conocían desde niños, era el prometido perfecto elegido por sus padres y también el hermano mayor de Seokjin.
Kim Seokjin también tuvo un papel importante en la vida de Haneul, había sido el mejor amigo de su difunto hermano, ahora volvía a tomar esa importancia en su vida como cuñado y ella no sabía que pensar de eso tomando en cuenta que había sido su amor platónico durante la adolescencia.
Seokjin también era una persona muy importante y respetada. Habia pertenecido a las fuerzas militares del reino, todos admiraban su impecable habilidad de lucha, las noticias de él protegiendo a las personas más débiles en sus expediciones volaban a través del reino. Los niños se quedaban absortos escuchando las aventuras del menor de los Kim y los viejos apoyaban su valentía mientras discutían el porqué de su apego por la justicia, pero tres años después se retiró tras la muerte del heredero de los Jung.
Cuando la muerte de Hoseok fue declarada un accidente, Kim Seokjin no pudo quedarse de brazos cruzados conociendo las raras circunstancias de la muerte de su mejor amigo y emprendió una investigación tratando de encontrar una explicación, pero llego a la misma conclusión, lo que lo llevo a resignarse y tomarse un tiempo.
Esa quietud fue aprovechada para esparcir rumores.
Al contrario de Hyunsok, a Seokjin le habían dado la fama de ser un hombre aventurero y mujeriego que jamás podría tener algo serio con una dama porque no tenía interés alguno en el matrimonio.
Haneul sabía que la reputación que tenía el joven había sido culpa de la madrastra de Seokjin, también madre de Hyunsok.
La señora Kim odiaba mucho al hijo bastardo de su esposo, con falsos rumores e intentos de sabotaje había intentado hundir el prestigio de Seokjin con tal que quedara totalmente descartado de las listas de pretendientes de las damas pertenecientes a las familias poderosas.
La mujer sabía que su hijastro tenía mucho potencial para competir contra Hyunsok por el título de heredero de la casa Kim, por eso no quería que Seokjin consiguiera una esposa de linaje poderoso e inmediatamente Haneul había sido descartada de las opciones de Seokjin, para la señora Kim ella era la mejor opción para asegurar el poder de Hyunsok. Pero la mejor forma de asegurarse de que Seokjin se mantuviera lejos del poder fue comprometiéndolo con la hija mayor de la casa Hwang. La señora Kim había sido astuta para escoger a Yura, mataba dos pájaros de un tiro. Era obvio que los Hwang no eran tan poderosos como el linaje Kim, Jung o Park. Pero eran lo suficientemente importante para que su apellido no cayera en lo más bajo.
Aun con tantos rumores, mentiras y el compromiso, la fama de Seokjin había crecido y no de la forma en la que su madrastra quería. Mientras una pequeña parte del reino creía en los rumores y lo juzgaban, gran parte de ella estaba mezclada entre los poderosos hombres que ofrecían la mano de sus hijas para que el compromiso con los Hwang fuera reconsiderado, los que lo temían y lo envidiaban, sin olvidar las jóvenes muchachas (y mujeres casadas) que querían pasar, aunque sea una noche entre sus brazos.
Gracias a la madre de Hyunsok, Kim Seokjin se había convertido en un desafío para las jóvenes casaderas. Porque ¿Quién no querría ser la dama que conquistara al hombre más codiciado del reino?
Haneul conocía bien a su futuro cuñado y sabía que lo último que Seokjin quería era ser el heredero de los Kim.
—Hoseok estaría orgulloso de ti.
Escuchar la voz de su madre diciendo eso solo hizo que la ira penetrara su mente. Respiró pesadamente mirando a su madre a través del espejo.
—¿Cómo puedes decir eso madre? —apretó con más fuerza la tela del vestido — ¿Cómo puedes saber lo que pensaría mi hermano?
La mujer frunció el ceño e intento plasmar una rígida sonrisa sabiendo que su hija solo se desquitaba con ella por culpa de los nervios, aunque en el fondo todo era más complicado. Trató de responderle con calma, no iba a dejar que su hija viera como la afectaba.
—Hija solo sé que el querría que fueras fe-
—¡Basta! —Haneul se levantó bruscamente haciendo que las criadas saltaran, su madre solo la miro—No puedes hablar de él como si supieras lo que diría, tu no lo sabes.
Su madre respiro fuerte antes de hacer un gesto con la mano que hizo que las criadas salieran de la habitación.
—Hija, sabes que esto es lo mejor para ti— se acercó bruscamente e intentó acariciar su cabello, pero Haneul se apartó, ante esto la señora Jung sonrió con dificultad— es lo mejor para nuestra familia.
Haneul resopló y solo negó con la cabeza al mismo tiempo que intentaba buscar algo de calidez en los ojos de su madre, pero fue inútil.
—¿Familia? Tú no sabes lo que es la familia —bajó hacia mirada al retrato que se encontraba sobre el tocador— tampoco sabes las veces que tuve que presenciar su dolor, su llanto. ¡No espera! Si lo sabes, pero nunca asumiste el rol completo, solo fuiste una madre para celebrar sus logros, pero te olvidaste de la parte más importante— una sensación inquietante se estancó en su pecho y la tristeza inundo su mente haciendo que fuera más difícil mantener la compostura frente a su madre, tragó saliva intentando de deshacerse de ese nudo en la garganta—la muerte de Siyeon lo devastó, pero tú solo menospreciaste su dolor, como si sus sentimientos no significaran nada y ahora él está muerto. Si de verdad sientes una sola gota de arrepentimiento madre entonces ...¿cómo eres capaz de mirarme a los ojos?
1.325 palabras.
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