CAPITULO 25 DEBEMOS HABLAR...

Victoria

Dormí a su lado, cuando abrí mis ojos, su hermoso rostro se veía relajado, descansado, su cuerpo me cubría, su palpitar era sereno, Dios que hermoso despertar.

Me levante, colocando su camisa quería sentir su olor, cerca de mí, caminé y me senté en la silla que estaba en el balcón, con una taza de café, grande, lo necesitaba, pensaba en que le iba a decir o que iba a hacer con él, pues aún no le he dicho mi mayor secreto, Sebastían, ese pedacito mío y de él, casi seis años después de un romance de verano, de una despedida con lágrimas y almas quebradas. ¿Qué debo hacer?... Lo mejor será esperar y escuchar lo que me dice con calma y así sabré que decirle.

Mire la playa, ya casi es mediodía, el sol calienta y la brisa levanta un poco de arena, termino mi taza de café, dejando el pocillo en la mesita que acompaña mi silla de observación, tomo con mis manos la camisa para olerla y fundirme en su olor, mientras cierro mis ojos y me imagino que sus manos me abrazan. Me sobresalte cuando sentí unas manos, que bajan desde mis hombros hasta abrazarme, apoyó su cabeza en mi hombro y se escondió mientras lamía mi cuello, suspirando, mientras con mi mano, acariciaba su mejilla y apoyaba mi cabeza a la suya.

- ¿Cómo llegaste a mi?, Antonia me delato verdad- él solo asintió- ¿Quieres que hablemos o vamos a almorzar?, la segunda me llama la atención, me has dejado débil - soltó una leve sonrisa- Anda vamos después hablaremos, ¿si?- lo tomé de la mano y entramos a preparar algo de comer, cuando iba a entrar a la cocina, él me tomó de la cintura y me sentó en la silla de la isla de la cocina, me dio un beso y comenzó a sacar todo lo que necesitaba para preparar nuestro almuerzo.

Soy sincera, me parecía un sueño verlo allí, en la cocina, con una pantaloneta, su cabello desordenado y seduciendo con su hermosa espalda, mientras el olor a comida se dispersaba por la casa, lo amo.

En unos minutos, comenzo a servir, vegetales salteados, carne y arroz, algo basico en mi tierra, pero delicioso en las manos de Jin. Se sento junto a mi, subio mis piernas en las suyas, mientras comiamos, al terminar le agradeci con un beso, el cual se intensifico como si tambien fuera parte del almuezo, me levanto y me sento sobre el mientras sus manos viajaban debajo de su camisa tocando mi cintura, buscando mis pechos, sonrio cuando se dio cuenta que no llevaba nada debajo, sin dejar de besarme, me alzo por mis caderas y se acerco al ventanal para cerrar las cortinas, para despues bajar sus pantalones y sentarse en el sofa de la sala, dejandome caer en su erecto pene, mientras dejaba salir mi gemido de placer, tomo mi cintura y empezo a moverme, me aparte para mirar sus ojos, perdidos y dilatados por el placer, me quite la camisa, mis pechos rebotaban, mientras subia y bajaba, mi piel se erizo y él solo miraba complacido, tomo uno de mis pezones con sus labios, mientras una de sus manos, masajeaba el otro, haciendome sentir el placer mas delicioso, mi cabeza se iba hacia atras y mi cabello rozaba mis caderas, sentia como mis fluidos, hacian mas facil que me penetrara, pues estaba exitada y en unos cuantos movimientos mas, lamidas de pezon y estrujarme el otro, mi vientre sinto como mis paredes se tensaban y sin mas le dije -Jin, amor ahhh- y mi interior estallo en un placer, mis uñas se anclaron a sus hombros y él no se detubo hasta que mi ultimo gemido se extinguio. Me beso, aun con mi calor, me bajo de su regazo y me puso en el sofá con mis piernas en la silla y mis brazos en el espaldar, levantando mi culo para poderme penetrar a satisfacción, mientras me cogía por la cintura y apretaba mis nalgas y recorría con su lengua parte de mi espalda, cuando se acomodo placenteramente, su mano se acomodo y sus dedos buscaron mis pliegues y mi clítoris que ya empezaba a ponerse duro otra vez, hacia círculos, soltando mi cintura, tomo mi pecho y su boca se colocó buscando la mía, mientras nos besabamos, llegamos a nuestro orgasmo compartido, el apretando para que todo su fluido quedará dentro de mi, respirabamos erráticamente, su cabeza descansó en mi espalda, sentía como su frente húmeda palpitaba, me deslice para sentarme en el sofá, mientras el se dirigía al cuarto, trayendo consigo una cobija y pañitos húmedos para asearnos.

Nos arropamos con la cobija, no por frío sino para tener intimidad, caricias y besos que nos hacían falta, hicimos el amor durante todo el día y toda la noche, no hablamos, solo nos amamos, por que nos necesitábamos, por que nos extrañamos.

Después de bañarnos, salimos a caminar a la playa, el día ya estaba por terminar y él debía tomar un vuelo a Seúl.

-Jin, debemos hablar- dije mientras me sentaba en la arena - Tenemos que organizar esta relación, si es que quieres llamarla así, tengo algo que contarte que podría cambiar el rumbo de nuestros sentimientos- me miró desde arriba, se acomodo a mis espaldas, abrazándome.

- Empezaré yo, te contaré lo que hice después de tu partida- me abrazo mas fuerte, suspirando- Dejame hablar, despues te escuchare, por que se que cuando escuches mi relato, tendrás que tomar decisiones, quizás te alejes o quizás te aferres a mi, estoy dispuesta a tu decisión- voltee para mirarlo sus ojos estaban cristalizados y su mirada apenada.

-Cuando te fuiste, lloré, tanto que mis ojos ya tenían otro color, mi tristeza llego a las personas que me amaban, mis padres, mi prima, mi amada y traidora Antonia- bufé y el solo rio- no comi por varios días, tampoco dormí, pues sentí que se había quebrado algo en mi, no queria vivir mas- sentí mis lagrimas caer y las suyas tambien - Ya no duele, pues hoy estas aquí conmigo, continué estudiando, porque tenía motivos suficientes para seguir creciendo como profesional, además apareció alguien en mi vida que se convirtió en mi todo- sentí como se levantó súbitamente- Espera no he terminado- solo vi como se alejó sin terminar de escucharme.

Lo seguí pues debía terminar de contarle, cuando lo tomé de la mano para hablar, solo miro con decepción, quito mi mano y me gritó. - Es por ese, Sebas, se quien es- lo mire atónita, porque siguió sin mirarme, cuando lo alcance solo vi como sacaba su maleta, no dejó que le contara sobre nuestro hijo, retrocedió y mirándome me dijo- Crees que quiero escuchar como buscaste quien te consolara, esta equivocada, por que yo también casi muero, pero no me refugie en nadie más-

-Jin no he terminado déjame te cuento- dicho esto solo se acercó me besó con ira y se marchó, dejándome por tercera vez, destruida y esta vez, no entendía el por qué.

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