Capítulo 51 🎤

Gaby se dejó caer sobre el sofá como si estuviera perdida, por eso, cuando una de las chicas entró acompañada de Lala para avisarle que había llegado su turno, ambas se asustaron.

—¿Estás bien? —le preguntó Lala que se acercó a ella para tocarle la frente—. Estás sudando...

—Estoy bien —respondió—. Solo necesito un poco más de tiempo, ¿pueden hacer pasar a alguien antes? —inquirió.

—Por favor, Marlene, encárgate de eso, ¿sí? —pidió Lala y la muchacha asintió antes de salir del camerino—. ¿Quieres agua?

—Sí...

Lala se levantó para servirle un vaso con agua fresca y pasárselo.

—No estás bien, no deberías cantar... —insistió.

—Estoy bien, en serio.

—Iré a ver si pueden poner a dos personas para que tengas más tiempo de recuperarte y a ver si consigo algún energizante para que tomes, ¿sí?

Gaby asintió y Lala salió, preocupada para intentar aplazar la actuación de su amiga. Mientras tanto, Lautaro que no se sentía nada bien después de la conversación, decidió alejarse un poco de la gente para tomar aire y evitar que su amiga y su hija notaran su estado de ánimo, le avisó a Alicia y se retiró.

La muchacha asintió, al tiempo que Pilar le decía que ella iba con su padre y Alicia se volteaba a verla correr tras él.

Sin embargo, justo cuando la chica regresó la vista al escenario, Pilar se giró y se escabulló entre la gente sin ser notada. Su idea era ir hasta el camerino de Gaby y lo logró cuando luego de observar escondida tras unos parlantes, vio a Lala dirigirse hasta donde la niña pensó estaría Gabriela. No le costó demasiado hacerlo pues con su pequeño tamaño logró escabullirse entre la gente sin ser notada.

Vio a Lala entrar al camerino y salir luego de unos minutos, por lo que ella decidió entrar.

—¡Gaby! —exclamó al verla.

—¡Pili! —respondió la muchacha con alegría mientras abrió los brazos para abrazarla.

—Necesitaba darte esto —dijo la pequeña y sacó un papel de su mochila de unicornios—. Es el certificado de adopción que trajo la muñeca que me regalaste —explicó—. Una vez me dijiste que había que firmar unos documentos para poder adoptarme, ¿no? Este es un documento, ¿verdad? Si lo firmas serás mi madre y ya nadie nos podrá separar, ni mi papá...

Gaby sonrió.

—Tu papá no quiere separarnos, corazoncita... pero firmaré esto, claro que sí —añadió con ternura y la volvió a abrazar—, pero primero dame muchos besos y abrazos que necesito fuerzas para salir a cantar.

—¿Estás bien? Te ves pálida —dijo Pili al notar que Gaby estaba sudando—. ¿Estás enferma?

—No, cariño, solo cansada y triste... los extraño mucho —susurró.

—Y nosotros a ti —dijo y la abrazó de nuevo—, mi papá llora todas las noches, ¿sabes? Pero no le digas nada, no sabe que lo he visto... A lo mejor cree que nos abandonaste como mi mamá, pero no es así, yo sé que tú no nos abandonarías...

—Mi niña —susurró Gaby entre sollozos—. Las cosas están complicadas, pero los amo, siempre... —añadió—. Nunca te abandonaré, no lo dudes.

Lala, que ya le había avisado a Gaby que consiguió retrasar la actuación y había ido a buscar unas bebidas, ingresó en ese momento y las encontró abrazadas.

—¿Pili? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo ingresaste? —inquirió con sorpresa.

—¿No la trajiste tú? Entro detrás de ti... —preguntó Gaby confundida.

—No...

—Me escondí y seguí a Lala ... —dijo la niña y se mordió el labio apesadumbrada.

—¿Tu papá o Alicia lo saben? —inquirió Gaby y la niña negó.

—¡Ahora vas, Ágatha! —gritó una voz desde la puerta del camerino.

—Oye... busca a Lautaro y llévala, estarán desesperados —dijo antes de salir—. Hablaremos luego, corazoncita —añadió.

Lala asintió, tomó de la mano a la niña y siguieron a Gaby, pero algo en su interior le dijo que no se alejeara, que la muchacha no estaba bien, por lo que con la niña de la mano ingresó tras bambalinas y olvidó avisar que Pili estaba con ella. Por el contrario, se enfocó en Gaby, en reconocer sus movimientos y asegurarse de que se sintiera bien y actuara con normalidad pues tenía un mal presentimiento.

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