Capítulo 45 🎤

Cuando tres días después de aquel concierto, Lautaro llegó a su casa luego de su clase en la escuela, observó que había muchas personas frente a ella. Cuando se acercó, un montón de flashes casi lo cegaron, y sin comprender lo que sucedía, se hizo paso entre ellos e ingresó.

Encontró allí a Pili y Alicia llorando frente al televisor y al abuelo que con cara de preocupado observaba las noticias.

—¿Qué sucedió? ¿Dónde está Gaby? —inquirió.

—Salió todo en las noticias de la mañana —dijo Alicia entre hipidos—, alguien contó en la prensa quién es y todo se supo. Hay fotos, tuyas, de Pili, hasta mías —añadió—. Todo el mundo se enteró que estaba aquí y que ella es Ágatha...

—¿Cómo? —inquirió él acercándose a mirar la televisión—. ¿Quién fue?

—Nadie lo sabe, según Mara, la de las noticias de la mañana, un video y muchas fotos fueron dejadas en el canal esta mañana —afirmó—. ¿Quién pudo haber sido? Se supone que nadie lo sabía.

—¿Dónde está?

—Matías y Lala vinieron por ella hace como una hora, se tuvo que ir, dijo que te llamaría luego.

—Estaba asustada y triste —dijo Pili entre lágrimas—. ¿No podemos ir junto a ella, papi?

—No lo sé, no sé dónde está. La llamaré —zanjó y fue hasta su habitación.

El teléfono sonó varias veces, y cuando Lautaro estaba por cortar, la voz apesadumbrada de Gaby atendió del otro lado.

—Hola —susurró—. Estoy en medio de una reunión, no puedo hablar mucho —indicó.

—¿Estás bien? —preguntó él preocupado—, me contaron las chicas, Gaby, lo siento tanto...

—Estoy sorprendida —añadió—, ¿quién crees que pudo ser?

—No lo sé... no tengo idea —dijo él y negó llevándose una mano a la frente—. ¿Crees que pudo ser Liza?

—No, ¿cómo podía saberlo? —inquirió.

—No lo sé, pero como te amenazó el otro día... Por Dios, Gaby, ¿qué haremos ahora?

—No lo sé, amor... Matías está hablando con los encargados de marketing y relaciones públicas, estamos viendo cuál sería el mejor camino... justo ahora que inicia la gira, esto es...

—Lo sé, Gaby... Mantenme al tanto, por favor —pidió él.

—Lo haré...

—Te amo, amor —murmuró.

—Yo también...

Lautaro no se quedó tranquilo, en su mente daba vueltas y vueltas a las posibilidades. ¿Podría Liza llegar a tanto? ¿Cómo se habría enterado? Las horas pasaron con lentitud y los tres estuvieron pendientes de las noticias en la televisión y en las redes sociales.

La prensa comenzaba a especular miles de opciones, algunos iban a preguntar a la universidad, hacían entrevistas con alumnos. Nadie decía nada coherente y tanto el rector como los profesores no brindaron entrevistas. El teléfono de Lautaro comenzó a sonar, la gente lo llamaba para pedirle entrevistas o le enviaba mensajes que él no contestaba. No podían salir de la casa porque los periodistas se habían apostado allí.

—¿Qué haremos? —inquirió Alicia que observaba la calle sigilosamente tras la cortina.

—No lo sé, dice que su gente está viendo cuál sería la mejor opción, pero en realidad no tengo idea de lo que sucederá.

Se pasaron el día dando vueltas de aquí allá, esperando noticias o mensajes hasta que cayó la noche y Pili, cansada, se quedó dormida en el sofá.

—Pobrecita, está preocupada —dijo Alicia al verla—, cree que ya no podrá verla...

—La llevaré a la cama —dijo Lautaro y la cargó en sus brazos.

Cuando regresó observó a Alicia que volvía a mirar por la ventana.

—La prensa no afloja, ¿quieres quedarte a dormir? Me parece lo más seguro —dijo.

—Sí, está bien, avisaré en casa.

—Vamos al patio a despejar un poco la cabeza —añadió y sacó un par de cervezas de la heladera.

Alicia avisó a su madre que se quedaría y luego salió tras Lautaro.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó ella cuando él le pasó una botella.

—Nada, ¿qué puedo hacer? —inquirió—. Esperar a que me llame y... no lo sé...

—Ni se te ocurra separarte de ella, Lauty —amenazó la muchacha—. Gaby te ama con locura.

—Y yo a ella, pero algo me dice que las cosas no serán fáciles de ahora en más. Este era su miedo, perder su libertad, la posibilidad de ser quien deseaba ser. Es impresionante la cantidad de personas a las que mueve y la aman, ¿cómo podrá salir ahora por la calle como una persona normal?

—Lo sé... Hizo todo esto de venir a la universidad por experimentar un poco, y lo peor es que el tal Matías seguro que estará muy enfadado.

—No me gusta para nada ese tipo —zanjó Lautaro mientras fruncía el labio pensativo.

En ese momento su teléfono sonó, era cerca de la media noche y sabía que era Gabriela. Lo atendió de inmediato.

—¿Gaby? ¿Cómo estás?

—No me siento bien —dijo la muchacha—, estoy cansada y estresada...

—¿Dónde estás?

—En mi departamento —respondió.

—¿Sola?

—No, Lala se quedará conmigo porque dice que no me ve nada bien.

—Mejor... ¿No quieres que vaya? Aunque no sé cómo salir de aquí sin que alguien me siga...

—No... sobre eso... —dijo e hizo una pausa—, todos creen que es mejor que me aleje por un tiempo... Quieren que solo sea Ágatha por unos días... que me muestre así en algunos sitios públicos y que no responda ni una sola pregunta con respecto a Gabriela... Ya se han comunicado con la gente de la universidad y... yo les dije que hablaría con ustedes para que tampoco hablen con la prensa...

—No pensaba hacer eso, Gaby —dijo él.

—Lo sé... Lauty, lo siento mucho, no puedo hacer nada al respecto... tengo que confiar en lo que me dicen ellos, en lo que creen que es mejor para mí ahora...

—En lo que te dice Matías... —añadió sin emoción en la voz.

—Es mi representante... —dijo Gaby con una punzada de dolor en el pecho.

—Comprendo —respondió él—. ¿Por cuánto tiempo será?

—No lo sé, esperamos que los ánimos se calmen pronto o surja otra noticia más importante... La verdad es que ya no puedo regresar el tiempo atrás y todos lo saben, tendré que ver la manera de convivir con eso, pero mientras tanto, ellos creen que, si concentro mi atención en Ágatha y nadie sabe nada de Gabriela, los ánimos se dispersarán. Sobre todo ahora, con la gira que recién inicia...

—Bien... está bien... Alicia y Pilar te mandan saludos —dijo él sin refutar aquello, aunque no compartiera esa idea.

—Dile que las quiero... que solo tengan un poco de paciencia —susurró con tristeza.

—Cuídate, ¿sí? Ya te veías cansada antes de que todo esto empiece...

—Lo sé... Te amo, por favor no dudes de eso —susurró en tono de súplica.

—Yo también, pero ahora solo importas tú y que estés bien.

Lautaro cortó y una gruesa lágrima se derramó por su mejilla.

—¿Qué sucede? —inquirió Alicia.

Él le contó lo que Gaby le dijo y luego hizo silencio.

—¿Qué crees que va a pasar ahora? —inquirió.

—Deberá elegir, Alicia...

—¿Elegir? ¿Entre qué?

—Entre Gabriela o Ágatha... —musitó y dejó caer otra lágrima.


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