Capítulo 44 🎤

Cuando Pili ingresó al hotel Aqcua no lo podía creer, jamás había estado en un sitio tan lujoso y se encontraba tan emocionada que no podía parar de dar pequeños brincos. Alicia, Lala, Lautaro, don Chelo y Gaby la acompañaban felices. Todos pasarían el fin de semana allí como regalo de cumpleaños de Gaby.

El viernes por la noche, la muchacha había preparado una cena especial para esperar las doce y cantarle el Cumpleaños feliz. Luego, el sábado temprano, día del concierto, se escabulló con la excusa de que debía trabajar. Lautaro se quedó en la cama con su pequeña, un poco nervioso porque sabía que ese era el día en que Gaby le contaría todo.

No creía que Pilar tomara mal la noticia, por el contrario, le daba miedo que tanta emoción la hiciera desbordarse y no pudiera guardar el secreto.

—Brilla mucho esta noche —le dijo a Gaby antes de marcharse en un susurro para que su hija no despertara—, es tu noche, disfrútala, enamora a todos.

Gaby lo besó en los labios y salió de la habitación para ir a la de Lala y encaminarse juntas al sitio del evento, donde ensayarían y harían las pruebas de sonido.

El día transcurrió tranquilo, Pilar disfrutó del parque acuático del hotel junto con Alicia y Lautaro, mientras don Chelo se relajaba al costado de la piscina.

—¿Por qué Gaby debía trabajar justo hoy? —inquirió Pili.

—Bueno, ya sabes... el trabajo es lo primero —dijo Alicia con una sonrisa—, pero no te preocupes, nos alcanzará en el concierto —prometió.

—¿No podré conocer a Ágatha en persona, papi? ¿No conseguiste esa entrada incluso aunque ella tocara contigo? —quiso saber.

—Puede ser que la conozcas luego, ya veremos, ando moviendo algunos contactos —dijo él.

—Ojalá...

Mientras tanto, cerca de las siete de la tarde, Gabriela se encontraba especialmente nerviosa. Lala le había dicho que se relajara, pero no había manera de lograrlo.

—¿Qué es lo que pasa? No es tu primer concierto —dijo la muchacha.

—No lo sé, algo no me gusta...

—Tranquila, todo saldrá bien, ya verás —prometió ella mientras la peinaba y le colocaba la peluca con cuidado—. Tuve que conseguir una nueva, Gaby, ¿qué demonios hicieron con la otra? —preguntó solo para distraerla, pues ya lo sabía.

—Ya te lo dije, hicimos el amor...

—Tuvo que ser algo muy salvaje —dijo Lala y le guiñó un ojo.

—Lo fue... —admitió Gabriela con una sonrisa—. Delicioso, por cierto...

—Vaya, comienzo a sentir envidia de esa relación —bromeó—, amor y sexo salvaje... ¿Qué más puedes pedir?

—Le he tomado el gusto a investigar cosas por internet, aún me quedan muchas qué experimentar —añadió con diversión.

—Vaya, ese hombre sí que te despierta...

Gaby solo levantó las cejas varias veces y Lala sonrió.

—Cuando empieces a viajar tendrás que probar con las videollamadas...

—Vaya, es una buena idea, ¡gracias! —dijo la muchacha y ambas rieron.

Cuando Pili, Alicia y Lautaro llegaron al concierto, Lala los esperaba afuera para dejarlos pasar a una zona VIP en donde les había reservado asiento. La niña vestía una camiseta con la foto de la muchacha y tanto ella como Lauty y Alicia traían una vincha con el nombre Ágatha en letras brillantes. Pili daba brincos de emoción y contaba los segundos que faltaban para el concierto, que aún eran muchos.

Cerca de las nueve de la noche, un grupo de cinco chicas salió a hacer la apertura del concierto, cantaron unos tres temas y luego se retiraron. La hora se acercaba y el público vibraba de emoción.

Lautaro se volteó a mirar y se asombró ante las miles de personas que allí había y la energía que llenaba el ambiente, algunos tenían camisetas o vinchas iguales que la suya, otros traían carteles o pancartas. Le pareció increíble y surreal que toda esa gente coreara al unísono el nombre artístico de la mujer que amaba y no pudo más que sentirse orgulloso de ella en ese momento.

Las luces se apagaron y una luz cenital se encendió de pronto en el escenario. Los gritos del público se incrementaron y Lautaro pensó que saldría sordo de allí. Lágrimas de emoción corrían por los ojos de Pili y de otras muchachas y niñas que estaban cerca. Alicia lo miró y negó, como si ella estuviese pensando lo mismo que él, era Gaby la que lograba todo eso, y era parte de ellos.

Ágatha salió a escena con una falda corta de color violeta y una blusita blanca de un solo tirante. Traía el micrófono en la mano y comenzaba a cantar la primera canción de la noche mientras saludaba al público con la mano y bailaba. Su equipo de bailarines se ubicaba en el escenario y comenzaban a hacer los pasos que Pili parecía conocer casi a la perfección, porque ya se había levantado a bailar. Lautaro sonrió y sintió que una felicidad plena le invadía el alma.

El concierto transcurrió tranquilo y Lautaro se encontró tarareando algunas de las canciones mientras miraba con emoción a la mujer dueña de su corazón bambolearse en el escenario como si en ello se le fuera la vida.

Gaby era feliz así, y él lo sabía.

Casi en el medio del concierto, Ágatha tomó asiento en una butaca que le pusieron allí en medio y sonrió mientras esperaba que el público hiciera silencio para poder hablar.

—Hoy es un día muy especial —dijo entonces—, no solo porque inicia la gira que tanto estábamos esperando —añadió y todos comenzaron a gritar de nuevo—, sino porque aquí hay gente muy importante para mí, mi familia —añadió con la voz emocionada—. Por eso he escrito una canción, para alguien muy muy querido por mí... ¿Ustedes creen en las hadas madrinas? —inquirió con diversión y el público se puso a gritar que sí—. Pues yo también... y hoy justamente se me apareció una para contarme que hay una pequeña entre el público que está de cumpleaños —sonrió.

Pili volteó a mirar a su padre y a Alicia que le regalaron una sonrisa.

—¿Está aquí Pilar? —preguntó.

—¡¿Yo?! ¡Yo! ¡Yoooo! —gritó la niña que se puso a brincar y levantar los brazos. Lautaro y Alicia señalaron también y vieron a Lala hacer gesto a un guardia para que la subiera al escenario.

Pili lloraba de la emoción y una vez arriba corrió a abrazar a la cantante.

—Así que tú eres Pilar —dijo Ágatha con los ojos llenos de lágrimas—. Feliz cumpleaños, corazoncita —añadió.

En ese mismo instante, Pili la reconoció, Gaby era la única que le decía así, pero entonces vio el gesto de la cantante que se llevó el dedo a la boca, como si le pidiera que hiciera silencio.

—¿Estás pasando bien, Pili? —inquirió.

—Sí —respondió emocionada y anonadada por lo que acababa de percibir—. ¿Con quién viniste?

—Con mi papá y mi tía Alicia —dijo y señaló al público. La cantante los buscó y saludó con la mano.

—Bueno, mi regalo para ti esta noche es una canción nueva. ¿La quieres oír? —inquirió.

—Sí...

Ágatha, que se había cambiado ya de vestuario y ahora vestía un pantalón negro con una camisa amarilla algo trasparente, se sentó en el suelo y guio a la niña para que se sentara en sus rodillas.

Un hada madrina me habló de ti,

Me dijo que en tu corazón había un espacio para mí,

Al principio no le creí,

Yo nunca había experimentado algo así...

Un hada madrina te habló de mí,

Te dijo que en mi corazón había un espacio para ti,

Tú, sin embargo, solo sonreíste

Corriste a mis brazos y te entregaste a mí.

Ojalá el mundo de los adultos fuera tan sencillo así,

Ojalá el amor no necesitara etiquetas ni la sangre delimitara nuestra manera de amar,

Ojalá nuestros sueños se hicieran realidad,

Ojalá pudiésemos elegirnos de aquí a la eternidad.

Un hada madrina me habló de ti,

Le dije que estaba lista para unirme por siempre a ti,

Que aunque no te llevé en mi vientre, estás en mi corazón

Y de allí no hay manera de que puedas escapar.

Un hada madrina te habló de mí,

Te dijo que no temas, que sola ya no estás,

Que muchas aventuras vamos a disfrutar,

Que al fin existe alguien a quien puedes llamar mamá.

Ojalá el mundo de los adultos fuera tan sencillo así,

Ojalá el amor no necesitara etiquetas ni la sangre delimitara nuestra manera de amar,

Ojalá nuestros sueños se hicieran realidad,

Ojalá pudiésemos elegirnos, hijita, de aquí a la eternidad.

Cuando Ágatha acabó de cantar abrazó a la niña y no pudo evitar llorar, Pili también lloraba y el público aplaudía eufórico sin acabar de comprender qué era lo que sucedía allí.

—Te amo, corazoncita —le susurró al oído—, hablaremos cuando acabe, ¿sí? Anda con tu papá y disfruta del resto del concierto.

Pili asintió mientras Ágatha le secaba las lágrimas y la acompañaba hasta el borde del escenario, donde un guardia la llevaría a su lugar. Lautaro no podía contener las lágrimas, no sabía que ella había escrito eso ni preparado semejante sorpresa para su hija. La pequeña corrió a sus brazos y él la abrazó con fuerza.

—Papi, es Gaby —murmuró al oído.

—Lo sé, amor, lo sé —dijo él.

Pili siguió llorando por un buen rato, mientras era contenida por Alicia y Lautaro que estaban igual de emocionados, pero Ágatha se había sobrepuesto a la emoción y bailaba al ritmo de una de sus canciones más movidas.

—A disfrutar del concierto de tu cantante favorita —dijo Lautaro en un momento y la tomó de la mano para bailar con ella.

Al acabar el concierto, Ágatha, emocionada y contenta, se dirigió a su vestuario. Allí la esperaba Lala, que debía ir a buscar a Pili una vez que la gente despejara más la zona. Alicia, acompañó a Pili al baño, pero había mucha gente y antes de entrar se aseguró que la niña no dijera nada.

Pili entró a un cubículo y Alicia entró al otro, al salir de allí, la pequeña se acercó al lavabo y se lavó las manos. Cuando Alicia salió, se acercó a la niña y luego de lavarse las manos la acompañó a la salida.

—Vamos a esperar a Lala —dijo Alicia.

Salieron del baño y fueron al lugar en el que se suponía se encontrarían a Lala, pero entonces una mujer morena con una sonrisa amplia se acercó a ellas.

—Ágatha me pidió que lleve a la niña junto a ella.

—Se suponía que vendría Lala —dijo Alicia desconfiada.

—Está ocupada, ¿vienes? —preguntó—. Solo puede pasar la niña —informó.

Pili le dio la mano a la muchacha y caminó hacia donde se suponían estarían los vestuarios. Un rato después, Lala llegó a buscarla y encontró a Alicia sola, que le informó que una mujer había llevado a la niña.

—¿Qué mujer? Nadie sabía de esto —dijo Lala.

Asustadas ambas, Lala corrió junto a Gaby y Alicia junto a Lautaro. Entonces, Gaby salió desesperada de su vestuario, aún vestida como Ágatha, y recorrió los pasillos de la derecha, mientras Lala fue por los de la izquierda.

—¿Cómo estás? —preguntó la mujer cuando llegó a un lugar que parecía un depósito.

—¿Quién eres? ¿Dónde está Ágatha? —inquirió la pequeña.

—No temas, solo quiero conocerte —dijo la mujer—, no te haré daño.

—Llévame con ella, por favor —pidió Pili con desesperación, la situación comenzaba a asustarla.

En ese momento, Gaby la vio y se acercó con sigilo, la mujer estaba de espaldas y la niña la vio por un costado. Gaby le hizo un gesto para que no dijera nada.

—¿Dónde está tu madre? —inquirió la mujer.

—Acá, ¿quién eres? —dijo Ágatha.

—Vaya... —dijo la mujer y dio media vuelta—. Así que eres su madre, ¿eh?

—Liza —dijo Ágatha al reconocerla—. ¿Qué demonios haces aquí? Pilar, ven conmigo —ordenó.

—No... —dijo y tomó a la niña de la mano.

—Este sitio está lleno de seguridad, Liza, piensa bien lo que vas a hacer...

—Tú piensa bien lo que estás haciendo, Ágatha...

—Pili, ven —ordenó y la niña corrió hacia ella—. Liza, mejor piensa que esto no es una buena opción, márchate y déjanos tranquilos, ¿sí?

—Ella no te pertenece —dijo la mujer con enfado.

—Las personas pertenecemos a los corazones que nos aman, Liza, y tú de amor no sabes mucho —zanjó—. Mejor márchate, antes de que llame a seguridad, recuerda que eso no es bueno para tu carrera —añadió.

Entonces, cargó a la niña en brazos y esta se abrazó a ella asustada. La llevó hasta el vestuario y les avisó a todos que estaba con ella. Lautaro, que para ese momento estaba desesperado, le pidió que lo dejaran pasar por lo que le dijo a Lala que busque a sus amigos y los traiga junto a ella.

Ya en el camerino, Gaby se agachó para quedar a la altura de Pilar.

—¿Cómo era ese sueño tuyo? —le inquirió.

—¿Ese en el que me perdía y me encontraba con Ágatha y ella se sacaba la máscara y yo la reconocía? —preguntó la niña.

—Ese mismo —dijo Ágatha y se sacó la máscara y luego la peluca, con cuidado.

—¿Mamá? —dijo la niña llamándola así por primera vez a pesar de haber dicho que la llamaría así ese fin de semana.

—Sí, corazoncita, soy tu mamá y tú eres mi hija porque nos hemos elegido mutuamente —añadió y la abrazó.

—¿Siempre fuiste tú? —inquirió la niña que aún no comprendía muy bien lo que sucedía.

Gaby se sentó en una silla y la sentó en su regazo.

—Sí, pero es un secreto que no se puede contar, Pili, ¿lo comprendes? Nadie puede saber que yo soy yo, solo mis familiares y amigos más cercanos. ¿Comprendes?

—Sí... lo comprendo, si lo saben no podrás salir más con nosotros porque todo el mundo querrá sacarse foto contigo —dijo Pilar.

—Así es, ni siquiera se lo puedes contar a tus amigas, Pili...

—Es un secreto de familia —respondió la pequeña y Gaby sonrió.

—Te amo, ¿lo sabes?

—Sí y yo a ti, ahora más —añadió—, porque no solo eres Gaby, la mejor madre que pude haber elegido en mi vida, sino que además eres Ágatha, mi cantante favorita y la mejor del mundo... Cuando sea grande quiero ser como tú...

La muchacha la abrazó y la besó en la frente, en ese momento, Lautaro entró de golpe y corrió a abrazarlas a ambas.

—Perdón —dijo Alicia compungida.

—No es tu culpa —zanjó Lala y luego miró a su amiga—. ¿Quién era?

—Liza Carrillo —dijo y miró a Lautaro.

—¿En serio? —preguntó él y ella asintió—. ¿Qué quería?

—Hablaremos de eso luego, no te preocupes, ahora tenemos un cumpleaños que festejar —añadió y miró a la niña—. Deja que me prepare e iremos a comer, ¿te parece?

—¡Sí! —exclamó contenta.

Lala y Alicia llevaron a la niña afuera y entonces, mientras se cambiaba, Gaby le contó a Lautaro lo que había pasado.

—¿Se volvió loca? —inquirió él desconcertado y nervioso, tenía los puños cerrados y muchas ganas de golpear a alguien.

—Creo que me odia...

—Su ambición desmedida —musitó él entre dientes—. No puedo creer que nos haga esto. Hablaré con ella y si es necesario la denunciaré, impediré que vuelva a acercarse a ella —añadió enfadado.

Gaby lo abrazó por la espalda y le besó en el cuello.

—Tranquilo, todo estará bien...

—Estuviste magnífica... —dijo él luego de un suspiro largo en el que pretendió exhalar todo su malhumor—. ¿Y esa canción?

—¿Te gustó? Era una sorpresa...

—Me encantó, Gaby... gracias, Pili no olvidará jamás este día —añadió.

—Lo sé, y yo tampoco —prometió la muchacha—. Vamos...

—Te admiro mucho —dijo él cuando ya casi salían, ella se detuvo y lo observó.

—Yo a ti... lo sabes —susurró antes de darle un beso en los labios.

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