Capítulo 7

Bueno con este ya son 3/4 fic's en actualizar y el último será el fic de Goku en Naruto.

Tengo pensado actualizar 3 o 4 veces por mes espero y no les moleste esto y pues vamos con este capítulo, si es así se le podría decir.

Yamoshy-san me la pelas

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El viento azotaba las desiertas calles de Gotham, mientras Goku descendía suavemente desde el cielo. Vestía su clásico gi uniforme, aunque esta vez parecía más desgastado de lo habitual. Su cabello estaba transformado en un tono rojizo, adoptando la apariencia de su forma de *Super Saiyajin*. Una decisión consciente: no quería que nadie viera su verdadero estado base. 

—Amanda, siempre complicándome la vida... —murmuró mientras caminaba hacia el lugar indicado, un viejo edificio con el letrero apagado de un bar clandestino. 

A pesar de su actitud despreocupada, Goku sabía que estaba aquí porque no había nadie más capaz de lidiar con la amenaza de John Constantine. Amanda Waller, la mujer que se había ganado su desprecio por su falta de ética, le había dado instrucciones claras: “Tráelo. No importa cómo”. 

Por supuesto, Goku no planeaba seguir del todo esas órdenes. 

Horas antes

—Escucha, Goku —había dicho Amanda, en un tono frío pero calculador—. Constantine es un manipulador, un mago con acceso a poderes que desafían las leyes naturales. Si se le permite moverse libremente, podría traer problemas que ni siquiera Superman podría manejar. 

Goku, sentado en una silla con los pies sobre la mesa, apenas la miró. 

—Entonces, ¿por qué no mandas a uno de tus robots o a alguien más? —preguntó, bostezando. 

—Porque ellos no son tú —respondió Amanda, mirándolo directamente a los ojos—. Solo tú puedes neutralizarlo si se sale de control. 

—“Neutralizar”, claro —bufó Goku mientras se ponía de pie—. Lo que realmente quieres es que le dé una paliza, ¿verdad? 

Amanda no respondió, lo que para Goku era suficiente confirmación. 

—Está bien, iré. Pero no esperes que lo haga a tu manera. 

De vuelta en el presente

Goku empujó la puerta del bar, entrando sin apuro. El ambiente era denso, con un aire cargado de humo y un olor rancio a alcohol. Constantine estaba en el centro, con su característica gabardina beige, fumando un cigarro y con una copa de whisky medio vacía frente a él. 

—Vaya, vaya... —dijo Constantine, sin levantar la mirada—. ¿Quién eres tú, otro matón que Waller envió para arrastrarme? 

—Algo así —respondió Goku, acercándose con las manos en los bolsillos—. Pero no soy cualquier matón. 

John alzó la vista, examinándolo de pies a cabeza. El cabello amarillo y el aura que rodeaba a Goku eran inusuales, pero no lo intimidaron. 

—Déjame adivinar... energía celestial, o algo así. ¿Eres uno de esos dioses aburridos que Amanda encontró por ahí? 

Goku se encogió de hombros. 

—Solo soy un tipo al que le gusta pelear y comer. No soy tan complicado como tú. 

—¿Pelear, eh? —John apagó su cigarro con calma, pero sus ojos brillaban con astucia—. Entonces supongo que viniste al lugar equivocado. 

Con un chasquido de dedos, el bar comenzó a transformarse. Las paredes se torcieron y alargaron como si estuvieran vivas, mientras sombras humanoides emergían del suelo, rodeando a Goku. 

—¿De verdad pensaste que podrías simplemente entrar aquí y llevarme? —preguntó Constantine con una sonrisa burlona. 

Goku observó a las criaturas con curiosidad, pero sin mostrar el menor rastro de preocupación. 

—¿Esto es todo? —preguntó, cruzando los brazos. 

Las criaturas atacaron, lanzándose hacia él con velocidad sobrenatural. Pero Goku, con movimientos casi perezosos, se deslizó entre ellas, esquivando cada golpe como si estuviera jugando. 

—Tienes que esforzarte más si quieres atraparme —dijo con una sonrisa despreocupada. 

Constantine frunció el ceño y comenzó a recitar un hechizo en latín. Un círculo mágico apareció bajo Goku, proyectando cadenas de energía destinadas a inmovilizarlo. 

—¿Y esto? —preguntó Goku, girando su torso para esquivar las cadenas sin romper el ritmo. 

—¿Qué demonios eres? —gruñó Constantine, claramente irritado. 

Goku sonrió ampliamente, pero decidió mantener la farsa. Si mostraba todo su poder, no habría diversión. 

—Digamos que soy alguien muy difícil de atrapar. 

Con un destello de velocidad, apareció frente a Constantine, deteniendo un golpe justo antes de tocar su rostro. 

—No quiero lastimarte, pero si sigues resistiéndote, no me dejas muchas opciones. 

John levantó las manos en un gesto de rendición, aunque su expresión seguía siendo desafiante. 

—Escucha, chico brillante. No soy tan fácil de controlar como Waller cree. Y si estás aquí para convencerme de unirme a ella, te vas a llevar una gran decepción. 

Goku lo miró en silencio por un momento, evaluando sus palabras. Finalmente, retrocedió y dejó caer su brazo. 

—Para ser honesto, tampoco quiero que trabajes para ella. Pero es mi misión traerte. ¿Por qué no hacemos esto fácil y vienes un rato? Si no te gusta, te largas. 

John lo miró con incredulidad. 

—¿Así de simple? 

—Así de simple —respondió Goku, girándose hacia la puerta—. Pero si decides pelear otra vez, podría ponerme serio, y no te va a gustar. 

El aura roja de Goku se encendió brevemente, causando que Constantine sintiera un escalofrío en la columna. 

—De acuerdo, chico. Haré el intento... pero no prometo nada. 

—Eso basta —dijo Goku

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El bar seguía envuelto en un aire extraño. Las paredes deformadas por los restos de la magia de Constantine parecían murmurar, pero Goku no prestaba atención. Miraba a su alrededor con las manos en los bolsillos, su cabello rojizo y su transformación de Super Saiyajin brillando tenuemente. 

Constantine, sentado tranquilamente, lo estudiaba con una sonrisa ladeada. 

—Déjame adivinar, chico brillante —dijo Constantine mientras encendía otro cigarro—. A ti no te importa realmente si Amanda me quiere o no, ¿verdad? 

Goku, con un suspiro, se rascó la parte posterior de la cabeza. 

—No, la verdad es que no. Estoy aquí porque me pagan. Amanda ofrece buena plata, y necesito algo de dinero para comer... y tal vez para una casa más grande. 

Constantine se quedó en silencio por un momento, incrédulo. 

—¿Me estás diciendo que el hombre con el poder de un dios está haciendo esto por dinero? —preguntó, soltando una carcajada. 

Goku sonrió con despreocupación. 

—¿Por qué no? No todos tenemos una agenda secreta o queremos salvar al mundo. Yo solo quiero entrenar, comer bien y vivir tranquilo. 

—Así que, ¿tú realmente estás aquí por dinero? —preguntó Constantine, esbozando una sonrisa burlona—. Pensé que los tipos como tú solían tener algún tipo de código moral. 

Goku se encogió de hombros sin darle mucha importancia. 

—¿Código moral? —rió Goku, su tono de voz relajado—. Yo solo quiero comer y entrenar. Amanda me ofreció un buen pago, así que estoy aquí. Si me pagas lo que vale, haré mi parte del trabajo. 

Constantine lo miró un momento, sorprendido por la honestidad del Saiyajin. 

—Vaya, nunca había conocido a alguien que aceptara un trabajo solo por el dinero. Tal vez eres el tipo más honesto de todos los que he conocido. 

Goku sonrió sin remordimientos. 

—Sí, ¿y qué? No tengo tiempo para preocuparme por cosas como la moral o el bien y el mal. A mí me pagan, y yo hago el trabajo. 

Tras un momento de silencio, Constantine cruzó los brazos. 

—¿Y si te dijera que no quiero trabajar para Amanda? —preguntó, lanzando un vistazo hacia la puerta como si pensara en escapar. 

Goku lo miró, sin moverse ni inmutarse. 

—Eso no me interesa, realmente. —Goku señaló la salida con un gesto despreocupado—. Si decides no ir con ella, no es problema mío. Solo soy un tipo que hace su parte del trato. 

Entonces, Constantine, viendo la oportunidad de escapar, se dio media vuelta con una sonrisa sardónica. 

—Bien, eso suena bien. Veamos qué tiene que ofrecer la gran Amanda Waller. Pero yo no trabajo para nadie, ni siquiera por todo el oro del mundo. 

La Oficina de Amanda Waller

Más tarde, Goku y Constantine llegaron al cuartel de Amanda Waller, una vez más juntos, pero con la incertidumbre de lo que sucedería a continuación. Amanda estaba sentada en su escritorio, observándolos con su mirada fría y calculadora. La habitación estaba iluminada por luces brillantes que resaltaban su presencia autoritaria. 

—Así que decidiste venir, Constantine —dijo Amanda, sin rodeos. Su tono era tan helado como siempre—. No hay vuelta atrás. Ya me encargué de que no haya escapatoria. 

Constantine la miró con una sonrisa despectiva, cruzando los brazos. 

—Vaya, te debo una por la "invitación", pero no estoy interesado. 

Goku, al fondo, observaba sin prestarle mucha atención a la conversación. Estaba más concentrado en pensar en la comida que podría conseguir después. 

—¿No te interesa? —repitió Amanda, su tono endureciéndose—. ¿Crees que puedes rechazarme sin consecuencias? 

Constantine se adelantó un paso y la miró fijamente. 

—Mira, Waller, puedo ver perfectamente que estás usando todo este lío como una forma de manipular a las personas a hacer lo que tú quieras. Pero, sinceramente, no me importa. No voy a trabajar para ti. Ya basta de tus juegos. 

Goku, al escuchar la conversación, soltó una risa y levantó la mano. 

—Oye, Amanda, si te soy sincero, esto ya me está aburriendo. Tienes a alguien aquí que no tiene ganas de trabajar para ti. Deja que se largue, ¿no? Yo también tengo cosas que hacer. 

Amanda se giró para mirar a Goku, visiblemente irritada. 

—¡Tú también, Goku! ¿Acaso crees que esto es un juego? No me importa si estás aquí por dinero, pero necesito que hagan lo que les pido, no que me digan qué hacer. 

Goku la miró con indiferencia. 

—¿Y qué pasa si no te hago caso? —dijo con un tono calmado, sin que la irritación de Amanda le afectara lo más mínimo—. Solo estoy aquí para cobrar, no para cumplir tus órdenes. 

Amanda, furiosa, intentó mantener el control de la situación, pero al ver que Constantine ya se estaba preparando para irse, y que Goku tampoco tenía intención de quedarse mucho tiempo, comprendió que sus planes no funcionarían. 

—Esto no termina aquí, Constantine. No olvides que aún tienes un trato conmigo. 

Constantine le lanzó una mirada burlona. 

—Lo dudo, Waller. Y sobre Goku… supongo que le pago, ¿no? Ya sabes, por el trabajo bien hecho. 

Con eso, John salió del despacho de Amanda sin esperar más. Goku, quien había estado observando todo sin involucrarse demasiado, se levantó perezosamente y también caminó hacia la puerta. 

—¿Y ahora qué? —preguntó Goku sin preocuparse, mirando hacia la salida. 

Amanda, con los dientes apretados, miró a Goku. 

—Tú... ¡no puedes irte así! 

Goku la miró, sin detenerse. 

—Claro que puedo. Tengo mi dinero, y eso es todo lo que me importa. —

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Después de su encuentro con Amanda Waller y John Constantine, Goku volaba a través del cielo de Gotham, sumido en sus pensamientos. Aunque el asunto con Waller había terminado, algo más rondaba en su mente. 

—¡Vaya! ¡Casi lo olvido! —dijo Goku para sí mismo mientras daba una vuelta en el aire, recordando lo que había quedado pendiente. 

Había prometido a Diana Prince, también conocida como Wonder Woman, que iría a su casa después de cumplir con el trabajo para Amanda. Algo sobre una conversación pendiente, tal vez algún tipo de entrenamiento, o tal vez solo un intercambio de información. No le importaba mucho, pero no podía simplemente ignorar el compromiso. 

Finalmente, aterrizó en un terreno amplio, fuera de la casa de Diana. Miró el lugar con calma, pero sabía que ella estaría esperándole. Con un suspiro, avanzó hacia la puerta, tocando suavemente el timbre. 

Poco después, la puerta se abrió con un giro elegante, revelando a Diana, que lo miraba con una mezcla de preocupación y frustración. 

—¡¿Otra vez?! —exclamó, cruzando los brazos, su tono firme y lleno de reproche—. ¿Por qué saliste sin decirme nada? 

Goku no parecía tan preocupado. Simplemente se pasó la mano por el cabello, como si el tema no tuviera la más mínima importancia. 

—Ah, eso... Estaba ocupado con cosas y, ya sabes,  el entrenamiento y esas cosas. —dijo, evitando mirarla directamente. 

Diana frunció el ceño, claramente molesta. 

—¿"El entrenamiento"? ¿Es eso todo lo que tienes que decir? ¿Después de todo lo que hemos hablado? 

Goku se encogió de hombros, dando una risa nerviosa. 

—No es para tanto. No te preocupes, ya estoy aquí, ¿verdad? Además, no pasa nada si me voy un poco antes de lo planeado. 

Diana lo observó en silencio por un momento, como si intentara evaluar si realmente estaba tomando las cosas en serio. Finalmente, soltó un suspiro, visiblemente exasperada. 

—Goku, de verdad, ¿acaso no te das cuenta de lo que te está pasando? Estás haciendo lo que quieras sin importar a quién afecte. No me importa que hagas lo que necesites hacer, pero al menos, ¿puedes ser más responsable? 

Goku la miró, pero su mirada era distante. No parecía interesado en discutir demasiado. 

—Mira, Diana, ya te dije. No soy de comprometerme mucho con estas cosas. Vengo, hago el trabajo, cobro y listo. No hay nada de qué preocuparse. —respondió con una sonrisa vaga—. Si te enojas, no es mi problema. 

Diana, con los ojos entrecerrados, dio un paso hacia él, su tono ahora más serio. 

—Sabes que tienes que ser más consciente de tus acciones, ¿verdad? No es solo lo que haces por ti, sino lo que haces por los demás. Eres un hombre poderoso, Goku, pero también debes ser responsable con lo que haces. —su voz era calmada, pero con un trasfondo de preocupación. 

Goku la miró un momento, sin responder inmediatamente. Luego, sin decir mucho más, se apartó y comenzó a caminar hacia el interior de la casa de Diana, como si no tuviera intención de continuar con la conversación. 

—Lo sé... lo sé, pero ya estoy aquí. No te pongas tan seria. —respondió con desinterés, como si el tema ya le pareciera agotado. 

Diana lo miró con una mezcla de frustración y preocupación mientras cerraba la puerta detrás de él. 

—No es cuestión de ser seria, Goku. Es cuestión de responsabilidad. Y tú deberías saberlo. 

Goku se acomodó en el sofá, con una expresión despreocupada. 

—Ya te dije, Diana, no soy un héroe ni un líder. Solo soy un tipo que quiere entrenar y comer bien. A veces hago el trabajo, a veces no. ¿Por qué complicarse más de lo necesario? 

Diana suspiró profundamente y se sentó junto a él, con la mirada fija en el suelo. 

—Porque, Goku... todos necesitamos hacer algo más que simplemente vivir por nosotros mismos. A veces, es por las personas que nos rodean. No es solo por dinero o por entrenar. Eres parte de algo más grande. 

Goku, de manera casual, levantó la mirada hacia ella. 

—Entiendo lo que dices, pero yo no soy como los demás. Si la gente me necesita, lo hago. Si no, ¿por qué preocuparme? No soy un líder ni un salvador. Y no voy a cambiar eso. 

Diana lo observó en silencio, como si aún estuviera tratando de entenderlo. Después, finalmente, se levantó y se acercó a una ventana. 

—Eso es lo que no entiendes, Goku. El mundo necesita más que poder. Necesita personas que estén dispuestas a luchar por los demás. Y tú... tú tienes el poder para marcar una diferencia. 

Goku, viendo que la conversación no iba a llevar a ninguna parte, se levantó del sofá y caminó hacia la puerta. 

—Mira, Diana, ya te dije lo que pienso. Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme. Pero, sinceramente, yo no estoy aquí para hacer discursos heroicos. 

Diana lo miró por última vez antes de abrir la puerta para dejarlo salir. 

—Solo recuerda una cosa, Goku. A veces, el poder no lo es todo. La voluntad de hacer lo correcto también cuenta. 

Goku sonrió levemente, sin darle mucha importancia. 

—Sí, claro. Eso lo tendré en cuenta. Nos vemos, Diana. 

Y con eso, Goku salió de la casa sin mirar atrás. Diana se quedó en el umbral, pensativa, observando cómo el Saiyajin se alejaba volando, como siempre, sin preocupaciones. 

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Continuará...

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