Aki Hayakawa
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Antes de leer esto debes tener en cuenta lo siguiente:
🥀) Aki x Lectora.
🥀) ¿Quieres hacer un pedido? Entonces déjamelo por mensaje privado con el nombre del personaje que quieras junto con una situación en la que te cause interés verlo.
🥀) No tiene +18.
🥀) ¡Espero que les guste mucho!
🥀) Pasé de lo tierno a lo "fuerte". No tiene +18 directamente... o eso creo.
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"Movie".
Esperarlo en casa era para ella un lapso de tiempo muerto donde hasta la lluvia de plata que chocaba en el asfalto se tomaba su tiempo para desaparecer en un estallido de reflejos. Los minutos iban lentos, como si se hubieron compinchado para que lo terminara extrañando mientras la media noche se marcaba en el reloj y los programas interesantes en el televisor llegaban a su fin.
Por un momento se lo pareció escucharlo llegar. Creyó escuchar ese sonido común de sus llaves abriendo la puerta, las risas de Power y los reproches de Denji, pero nada. Todo había sido producto de sus ansias por estar un momento a solas con el de cabello carbón.
Su día había estado más aburrido que de costumbre. Recientemente Makima la había colocado en un equipo distinto al de Aki, y al pensar que podía soportarlo, se encontró devastada al poco tiempo, sopesando en sus ratos libres la mala decisión y su credulidad ante la separación.
En el día lo extrañaba. Por las calles se encontraba a las parejas deambulando y disfrutando de una vida ajena a un cazador de demonios, pero eso era de lo que gustaba y más cuando a su lado tenía a Aki, el joven inexpresivo que conoció en uno de esos establecimientos donde se rentan las películas.
Rio ante el recuerdo. Los dos tenían malos gustos, y era divertido. Se llevó una palomita acaramelada a los labios y la saboreó, participando a su corazón las ideas de su cabeza que rezaban cuanto gustaba del azabache, de sus expresiones tan honestas como dolorosas, dependiendo de la situación, y hasta de su forma de pensar, hasta cierto punto conservadora.
De pronto el recuerdo del azul celeste de sus ojos, atrapados en un marco abundante y oscuro de pestañas la hizo perder la noción de su realidad. Los reflejos mostrados en ellos eran doloroso y blancos, como la nieve en diciembre y el ardor en verano. La mirada de Aki le era por mucho, atrayente y enigmática; tan hermosa y peligrosa como los misterios aún escondidos para los hombres en el infierno.
Después sus labios siguieron a sus recuerdos. Los notaba tan deseables, con el tamaño perfecto y seguramente, con un sabor marcado a tabaco con ciertas grietas ocasionadas por la resequedad que le daba más o menos igual.
Tras esto, la voz del hombre la hizo volver en sí; era profunda, fácil de seguir el paso a la canción con mejor ritmo. Sus oídos se endulzaron y pronto cayó en cuenta que la voz de Aki era real. Sentada en el sofá volvió la cabeza al pasillo, el trío de amigos había llegado por fin del trabajo.
—¡Me largo a dormir! —dijo Power pasando a toda prisa, dándole un leve golpe a la castaña en la cabeza como un saludo digno de su brusquedad—. ¡Hoy Denji duerme en la bañera!
El mencionado gritó en negación. Saludó a la castaña con una media sonrisa y un pobre sonrojo; todavía no sabía qué pensar de ella.
—¡Espera, maldita! —gritó Denji, siguiendo el camino de los pasos de Power—. ¡No te robes mi cama y mis cobijas!
De fondo escuchó las risas de Power, quejidos de un posible forcejeo y al final un golpe duro al que siguió un silencio bastante sospechoso. Los niños habían ido directamente a su habitación, seguramente a pelear en lugar de dormir, pero aquello era lo ultimo que Aki estaba reacio a soportar.
Dejó una bolsa en la mesa que estaba al centro del lugar. Suspiro y se dejó caer al lado de la castaña; intencional o no, quedaron bastante cerca.
—¿Día duro? —preguntó la castaña dándole un sutil golpe de hombro contra hombro.
El azabache asintió y cerró sus ojos. Se recargó tanto en el sofá que echó la cabeza para atrás y se pellizcó el tabique de su nariz en un signo de genuino estrés.
—Peor que eso —confesó con un hilo de voz pesado. Se echó un ultimo suspiro y de pronto, sabiendo que hablar de la raíz de su estrés no iba a ayudar a mejorar el ambiente, cambió el tema—. Antes no respondiste cuanto llegamos, ¿estás bien?
La castaña rio casi en un murmullo. Notó el esfuerzo de Aki por no arruinar el último momento del día que tenían para ellos solos; asintió y con la ayuda de un segundo y parpadeo, de sorpresa ya se había sentado por sobre las piernas del azabache para abrazarlo del cuello y unir sus labios lo suficiente como para hacerlo desear un beso.
—Estoy bien, aunque me aburro sin ti en el día. Diganos que ya no tengo quién me regañe por ser imprudente —dijo la castaña—. Me imagino que Power y Denji no se portaron bien.
Aki rodó la mirada. Había dado en el clavo, pero más importante fue el hecho de que colocó sus manos por sobre la cintura de la chica por debajo de su ropa. Su tacto fue frío y fuerte, pero con el tiempo se volvió cálido y protector.
En la oscuridad de los demonios de Aki, un punto rosa se dibujó gracias a la presencia de la castaña. El tiempo también se detuvo para él, y se perdió en el castaño color de sus ojos, como un espiral negro de emociones atrevidas y calientes.
—Esos bastardos no conocen las reglas —mencionó cerrando sus ojos, a la vez que rozaba sus labios con los de la castaña—. Entonces podemos hacer algo ahora, ¿verdad?
Ella se encogió de hombros. Le resultó extraño que por esta ocasión el azabache tomara la iniciativa e interés; sonrió con sospechas y por fin unió sus labios. Aki se dejo llevar y con lentitud, las manos de la castaña fueron quitándole el saco de encima, arruinando su corbata para colar sus manos bajo sus ropas en un intento directo de provocación.
—Creí que querías ver una película, por eso te esperé —mencionó la castaña, mostrándose traviesa. Aki reflejó el conflicto entre sus palabras y sus acciones; prefería hacerlo antes que ver un simple filme.
Los segundos siguieron. Aki se encontró entre la espada y la pared, pero fue suficiente para la castaña, quien puso play al filme y se abalanzó a besarlo una vez más, pero ahora con entrega, uniendo sus lenguas y quitando el moño de su cabello para soltarlo.
La simple imagen de Aki con el cabello libre era tan angelical cuando su expresión se teñía de un rosa ardiente. Sus ojos reflejaban su timidez, y sus labios su prisa por dar el placer que recibiría con el cuerpo de su pareja.
En esas noches, el dolor rencoroso de Hayakawa en su mente se abría a una melodía donde su cuerpo era sabiamente complacido por la mujer que el mundo había dado vida solo para él.
Esa era la verdad; el cazador estaba verdaderamente enamorado de la mujer más interesante del mundo.
Lo recostó en el sofá, alzándose sobre él y le subió el volumen al televisor.
—Veamos la película —propuso la castaña susurrando a su oído sin olvidarse de atender su oreja con su lengua y labios expertos—. Mientras jugamos ¿ok?
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