Encanto McQueen




           

Encanto McQueen.

Peter.





12 de mayo, 2013.       

Sacudo mi cabeza pero contengo mi sonrisa ante todo el parloteo sobre el apareamiento de los monos que sostiene Doug delante de mí. Ya no debería sorprenderme de él, pero creo que nunca alguien acaba de acostumbrarse de las cosas que pueden llegar a decir Doug McQueen.

Siento la molesta sensación de estar siendo observado y rápidamente me pongo alerta llevando mi mano a mi cinturón en caso de que tenga que sacar el revólver.

— ¡Doug!

Me giro unos segundos antes que Doug quien, de inmediato, se tensa. Hay un hombre algo desgarbado pero no viste como un vagabundo. Me interpongo entre él y Doug aun cuando se encuentra en una considerable distancia.

—Aléjate— sisea Doug y me sorprende la cantidad de emociones que se escuchan en su voz, ninguna de ellas es felicidad. Reconozco la ira, impotencia y medio en su voz.

Y esté tipo definitivamente va a mi lista de equivocados.

Sonríe con felicidad mientras comienza a acercarse y noto sus ojos azules. Muy parecidos a los de Doug.

—Hijo...— comienza cuando está relativamente cerca.

Entonces, ahora sé quién es esta basura.

—No soy tu hijo. Vete.

Doug retoma su caminata para alejarse y aunque siento ganas de acabar con este tipo, me concentro en mi objetivo y trabajo: cuidar a Doug, razón por la cual apenas veo la mano de Paul ir al brazo de Doug, la toma y la doblo de una forma que sé que va a hacerle sentir dolor. No es el suficiente, ni siquiera la mitad del dolor que le causó a la familia McQueen. No es suficiente, pero algo es algo. Él muy cobarde grita.

—Nunca más intentes tocarme de nuevo. Aléjate, tienes prohibido acercarte.

— ¿Esta es la forma en la que vas a tratar a tu viejo padre?

Aprieto con más fuerzas sus dedos, asegurándome de fracturar uno de ellos.

—Si fuera por mí,  Paul, le dijera a Pet que arrancara tu mano, que la partiera. Pero Pet no tiene por qué ensuciarse las manos— no estoy del todo de acuerdo con Doug, no me sentiría mal de ensuciar mis manos.

Doug termina de caminar los pocos pasos restantes y sube al auto.

—Suéltame—exige la basura humana y ruedo mis ojos.

—Aléjate basura. A diferencia de lo que dijo Doug, no me importa ensuciarme si con eso limpio el mundo de escorias como tú. Vas a irte ahora y entonces vas a conservar cada uno de tus dedos, porque de lo contrario me encargaré de torturarte con cada uno de ellos antes de hacerte sentir todo el dolor que alguna vez causaste ¿Lo entiendes?

— ¿Quién mierda eres?

—Solo toma mi consejo.

Lo libero y empujo antes de subir al auto en el puesto de pasajero. Las manos de Doug están temblando. Es un buen chico, no merece esto. Pone el auto en marcha.

—Ese hombre hizo nuestras vidas un infierno—dice finalmente—. Me duele lo que me hizo a mí, pero me destroza más saber lo que le hacía Jeremy, odio lo que hacía con la reina.

» ¡Mierda! Yo lo odio tanto.

—Doug, detén el auto.

Él no rechista, de inmediato acata mi petición. Deja caer la frente contra el volante luciendo muy derrotado.

Saco un chicle de mi bolsillo y se lo entrego.

—Saca toda esa ira sin lastimarte u ocasionar un accidente.

Casi sonrío por la forma en la que mastica frenéticamente el chicle.

—Él les hizo daño Doug, pero ahora ustedes están bien. Es triste analizar que tal vez sus acciones han sido lo que los ha traído hasta este punto de sus vidas ¿No dijiste una vez que Jeremy decidió estudiar derecho para ayudar a las personas? Eso tuvo influencia en él.

»Ese es un pasado que no volverá. Ahora es él quien sufre sabiendo que ustedes están en la cima mientras él está muchos escalones por  debajo. Tú y tu hermano han crecido, están haciendo cosas grandes y tu mamá es feliz, nadie está lastimándola ¿Quién crees que es el miserable de la historia?

—Él.

—Exacto. No lo dejes afectarte de nuevo Doug. No lo merece.

Toma profundas respiraciones como si cada una de mis palabras estuviera instalándose en su mente. Luego levanta el rostro del volante y me observa.

—Gracias, Pet.

—No tienes que agradecerme. Ustedes los BG.5 son como mis hijos, te he visto crecer desde que se iniciaron. Es lamentable que te tocara un inicio de vida tan duro y con  un miserable. Pero ahora la vida te sonríe y debes seguir adelante.

—Tienes razón ¡Eres genial Pet! Vamos que te invito una comida de la reina. Ella estará feliz de verme.

Y yo estaré feliz de verla.

***

10 de julio, 2013.

— ¿Te sientes cohibido de tu hija viniendo a vivir contigo? — pregunta Kleaton.

—No, de hecho me siento muy feliz. Solo pude vivir con Leah el tiempo en el que estuve casado, y sé que será diferente a la rutina que ya tengo establecida, pero amo a mi niña y me alegra verla más que unas pocas ocasiones al año.

—Bueno, te deseo éxito en eso.

—Leah es tranquila, al menos cuando está siendo tímida.

— ¡Oye, Pet!

Me giro hacia Doug que viene de la sala de ensayo con su celular siendo extendido hacia mí.

— ¿Si?

— ¿Por qué la Reina está pidiendo hablar contigo?

— ¿Eh?

—Mamá está al teléfono, dice que sea amable y te pasé el teléfono. Dile «hola» y se  un maldito sol con ella. Es una reina.

— ¿Ah?

— ¡Toma el teléfono, hombre! No la hagas esperar.

Dudoso tomo el celular antes de llevarlo contra mi oreja. Todo lo que se escucha es una respiración.

— ¿Hola?

—Hola, Peter.

—Emma— y eso incluso para mis oídos se escuchó demasiado feliz— ¿Qué tal estás?

—Muy bien, gracias. Voy a decirte esto rápido, no quiero ser inoportuna con tu trabajo.

—No te preocupes...

—Y no quiero que luego mi hijo te moleste sobre está llamada.

—No creo que eso pueda evitarse.

Veo hacia Doug que mantiene los brazos cruzados a la altura de su pecho mientras me observa, decido por mi bien alejarme un poco en busca de privacidad.

—Bueno, al menos lo intenté. En fin, así que la última vez que hablamos te invité a comer galletas.

No puedo evitar sonreír mientras paso de forma distraída una mano por mi barbilla ¡Jesús! Mi barba crece demasiado rápido, quizás debería darme por vencido y no afeitarme nunca más, excepto que no, Leah se quejaría.

—Sí, he estado esperando por esas galletas.

— ¡Qué bueno! Porque quiero invitarte mañana a comer galletas, no te hubiese expuesto a las molestias de Doug, pero es que no tengo tu número.

Mi error. Un muy terrible error. Eso demuestra que estoy perdido en los pasos sobre cómo actuar ante una mujer hermosa.

— ¿Podríamos olvidar que no te di mi número ni pedí el tuyo y empezar de nuevo?

— ¿Tienes tu teléfono a la mano para anotar?

—Sí, claro, dime.

Anoto con rapidez su número y me encargo de decirle el mío, luego todo es un torpe silencio incómodo.

—Bueno, entonces ¿Puedes venir a comer galletas mañana?

—Mañana no es mi día libre, pero puedo el siguiente.

— ¡Perfecto! Quiero decir... eso está bien— aclara su garganta, río.

—Estoy igual de encantado por la idea de ir a comer galletas contigo, no te preocupes.

—Estoy siendo algo rara, es vergonzoso.

—No me lo parece.

—Bueno, dejaré de molestarte en tu trabajo e ignora todo lo que mi hijo pueda llegar a decir para molestarte. Ten bonita tarde, Peter.

—Igual tú, Emma.

La llamada finaliza y camino de vuelta hacia Doug, le entrego en silencio el celular.

— ¿Estabas dándole una receta de cocina a mi mamá?

—No.

— ¿Le decías como dar un buen golpe?

—No— río.

—Así que ¿Debo mantener mis ojos en ti, Peter? Porque la Reina no está dándole este mismo trato especial a Kid, Hunter o el resto.

— ¿Vas a sermonearme? — despeino su cabello y finge gruñir. Ruedo mis ojos—Ya pequeño cachorro, no te exaltes.

— ¡Joder, Pet! Te ganas esta ronda— se ríe—.No te sermonearé porque eres un buen tipo y creo que estoy muy curioso hacia dónde va esto...Papi.

Me ahogo con mi propia saliva comenzando a toser, él se dobla sobre sus rodillas mientras ríe. Al menos Kleaton se encarga de golpear mi espalda asegurándose de que yo no muera.

»Es tan divertido ver tu reacción, relájate, solo bromeaba. Me aseguraré de llamarte algo más serio, como, papá— ríe aún más.

No entiendo a este chico, no está gritando, siendo un dolor de trasero, histérico o mimado, él solo está bromeando sobre esto y es la prueba de que muy difícilmente alguien puede saber qué esperar de Doug.

Sacudo mi cabeza.

—Un día harás que alguien se infarte.

—Mientras no sea papi y mami. Me largo a ver a mi princesa, Stone me llevará. Nos vemos.

Lo veo irse un poco incrédulo de que esté tan relajado y dispuesto a bromear. Como si celebrara un hecho.

— ¿Estás saliendo con la mamá de Doug?

—No.

— ¿Podemos salir con las madres de los chicos?

—No seas idiota, solo Emma está soltera y dudo que puedas acercarte a Cecilia incluso si estuviera soltera.

—Entonces, ¿Puedo invitar a salir a Emma?

Ni siquiera lo pienso cuando gruño y lo empujo, él ríe arreglando su chaqueta.

»Eso pensé. Entonces sí vas a salir con ella.

—Cállate, ve y consigue qué hacer.

—Nunca te pones gruñón, creo que me va a divertir ver esta nueva faceta de ti.

—Crece— es todo lo que digo alejándome. No es que sea un niño, tiene 30 años, pero ha sido lo único que se me ocurrió responder. Infantil.

***

12 de julio, 2013.

Observo a Emma moverse por la cocina mientras habla sobre la preparación de sus galletas y me insiste en que coma los ricos bocadillos que tengo frente a mí. Me refiero a dulces, no ella, no es que ella sea un bocadillo, bueno, sí es uno, pero...

— ¿Entonces?

— ¿Ah?                                                                    

—Te pregunto si están buenos los bocadillos, es primera vez que los hago de mora.

—Ah, sí. Buenísimos.

— ¿Te estoy incomodando? ¿Divagando? — hace una mueca triste. Mierda, no.

—No, no, solo me entretuve pensando en lo atenta que eres y que luces muy hermosa hoy.

—Oh, bueno, gracias.

—Siéntate, Emma. Relájate.

—Lo siento, trato de que a veces las cosas estén en perfecto estado, es una costumbre que me quedó de...Simplemente no me gusta cuando algo está fuera de lugar porque me da pánico.

No pregunto por qué, puedo intuir la respuesta. En su lugar, señalo el asiento de mi lado frente al mesón. Ella toma asiento y voltea a verme. Me sonríe.

»Dime algo de ti, mayormente soy yo quien está hablando y creo que eres un poco tímido.

— ¿Qué quisieras saber?

—No sé, puedes decirme las cosas más básicas.

—Tengo 44 años ahora, soy australiano, vivo acá en Londres desde hace poco más de 6 años. Soy el tercero de 5 hijos. Tengo una sola hija, Leah, la conociste.

—Una preciosura.

—Divorciado desde hace 9 años.

—Oh, lo lamento— enarco una de mis cejas—. De acuerdo, no lo lamento por qué no sé nada de tu divorcio— se ríe.

—Ya te dije que fui un agente, me encargué de formarme para ello. Y creo que eso es básico ¿No?

— ¿Color favorito?

—Azul.

—Tan niño— vuelve a reírse—. Lo cual no juzgaré porque a mí me gusta el rosa.

—Tan de reina.

— ¿Comida favorita?

—Chuletas de cerdo asadas, con ensalada, cualquier ensalada, y arroz.

—Bastante especifico. Soy más sencilla creo, me gusta el pollo a la parmesana con patatas y ensalada. Pero tu comida favorita es bastante deliciosa ¿Cocinas?

—Sí, mi mamá se encargó de enseñarnos a valernos por nosotros mismos.

—Mujer inteligente, me gustaba enseñar a mis niños cocinar, hacen lo básico, nunca van a morir de hambre, pero no son apasionados a cocinar como lo es Ethan. Ese niño pudo haber sido un chef.

—Totalmente.

— ¿Solo has estado casado una vez?

—Sí ¿Y tú?

—Nunca he estado casada— responde viendo sus manos y me sorprendo—. Una pecadora ¿Verdad?

—No lo creo—río.

— ¿Tienes algún tatuaje?

—Me temo que no.

—Yo sí, tengo tatuado los nombres de mis hijos en mi costado, como si fueran hechos de mis costillas. Lo hice cuando tenía 30 años.

— ¿Luego de Paul, no tuviste alguna relación, Emma?

—No. Estuve un tiempo asustada y me dio miedo intentarlo de nuevo— se encoge de hombros—. Me equivoque cuatro veces, estaba temiendo que hubiera una quinta.

—Comprensible.

—Pero ahora me planteo si no me rendí muy pronto. Aun puedo darme una oportunidad ¿Verdad?

—Por supuesto.

Se me queda viendo fijamente y parpadeo, sonríe antes de sacudir su cabeza.

— ¿Eres así de tímido?

— ¿Por qué?

—Por nada. Mejor háblame más de ti.

Y de esa manera paso las siguientes horas conversando con Emma McQueen deslumbrándome un poco más sobre cada cosa que dice, acostumbrándome al sonido de su voz y su risa. Sus galletas son deliciosas y cuando me despido y besa mi mejilla, desearía haberme quedado un poco más.

Debo aceptar que Emma McQueen comienza a encantarme.








Holaaa, otra parte de Petmma. Espero y hayan tenido un día genial.

Me da risa leer que dicen algunas que les incomoda cuando se ponen cursis ¿Por qué? La gente se enamora, sin importar la edad. De hecho resulta más sincero y maduro el amor de dos personas con una vida recorrida de aciertos y errores que el de alguien dando los primeros pasos de amor en la etapa aun de pubertad (ya saben, esos amores eternos de los 13-15, sin ánimos de juzgar). ¿El sexo? ¡Jesús! Ese no es un tema ya tabú. Ustedes no vienen de una cigüeña, acéptenlo sus padres tuvieron SEXO y si aun están juntos siguen teniendo SEXO. Den un paso adelante y superenlo :D

Espero les guste.

Un beso.

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