9. Desaparecida

Por supuesto me dirigí a casa de mis padres, subí directo al segundo piso, a la habitación de Daniel. Abrí la puerta de golpe y lo sorprendí tendido en su cama, mirando su celular.

—¡¿Dónde está?! —lo interrogué.

Él se quitó los audífonos, desconcertado y muy enojado.

—¿Dónde está qué? No puedes entrar sin tocar.

—Dónde está Grecia, su hermano está muy preocupado.

—Yo qué sé, no la veo desde hace días. —Se levantó de la cama y me confrontó.

Mi padre entró a la habitación también en ese momento.

—¿Dónde está Grecia? —le preguntó a mi hermano.

—¿Por qué me preguntan por ella? ¿No saben dónde está? —Por un momento mi hermano se vio preocupado también. O estaba actuando muy bien o en serio no lo sabía.

—Evan nos llamó, dice que no ha regresado a su casa desde ayer. Y estoy casi seguro que tú la tienes escondida. —Explicó mi padre. Él suponía lo mismo que yo.

Daniel nos miró a ambos y se quedó callado.

—Grecia no está conmigo. ¿Por qué creen que estaría aquí?

—Ayer te vi llevar un montón de comida a tu habitación y siempre que hacen algo ustedes son cómplices.

—Siempre subo mucha comida a mi habitación, eso no significa que oculte a nadie —se defendió—. En serio no está conmigo y no me dijo nada, si escapara me lo habría dicho. Pero de verdad que no he hablado por teléfono con ella en días...

En ese momento me preocupé de verdad. Yo estaba seguro que Daniel la estaba ocultando, pero se veía sincero. De inmediato comenzó a llamar a otros amigos y yo pensaba qué le diría a Evan cuando llegara y viera que su hermana no estaba ahí como le había dicho.

Mi padre empezó a hacer llamadas también y yo pensé a dónde dirigirme, no sabía ni por dónde empezar. ¡Demonios! ¿Qué tal si Grecia no había escapado? ¿si le había sucedido algo? No vi más opción y puse un mensaje en todas mis redes sociales pidiendo que si alguien sabía algo de ella o si la habían visto me avisaran de inmediato.

Como esperaba, no pasaron ni treinta segundos para que la publicación se compartiera y hubiera cientos de mensajes. Alguno de gente preocupada y muchos otros asegurando que su desaparición era solo otra forma de llamar la atención. En un principio borré todos esos comentarios, luego fueron tantos que ya no pude. La verdad me daba igual lo que un montón de descerebrados pensaran. Siempre y cuando la imagen de Grecia circulara y alguien pudiese dar datos sobre ella, daba igual. Los mensajes privados y públicos con gente que aseguraba saber del paradero de Grecia, no se hicieron esperar, eran demasiados y la mayoría con información inútil. Gente que fingía saber dónde estaba y quería dinero a cambio de la información, fotos de muchachas rubias en otros países... puro estupideces, pero no podía darme el lujo de ignorar todos los mensajes.

Daniel me aseguró que ni Samy ni sus amigos cercanos sabían nada. Por suerte mi padre fue quien llamó a Evan para decirle que las suposiciones que teníamos respecto a Daniel no eran ciertas.

—Piensa en algún lugar donde Grecia pudo haber ido. Algún sitio donde pudo dormir o piensa si alguien la estuvo molestando —le pedí a Daniel, él intentaba hacer memoria.

–Normalmente estamos aquí o en el parque de skate, pero ahí no hay donde pasar la noche. Y obviamente tiene muchos acosadores.

Las notificaciones no paraban de llegar, le ordené a Daniel seguir pensando y llamando a todos sus conocidos mientras yo me fui a buscar la laptop que tenía en mi habitación, la que usaba cuando me quedaba a dormir donde mis padres para poder revisar con más cautela la información que me llegaba.

Atravesé el jardín hacia la construcción apartada de la casa, donde estaba la habitación y un cuarto de juegos y entretenimiento que también usaba con mi hermana cuando pasábamos el rato con amigos. Cuando abrí la puerta de la habitación, el alma me regresó al cuerpo. Sorprendí a Grecia saliendo por la ventana. Ni bien me vio, bajó hacia el lado del jardín y se fue corriendo.

Yo salí también por la puerta de entrada, bordeé el lugar y le pude dar alcance justo cuando llegaba a la puerta de calle. Por un segundo mi instinto hizo que estuviese por taclearla, por suerte me detuve a tiempo y solo la agarré del brazo.

—Por favor déjame ir—me suplicó con la mirada clara, por un segundo sentí que su gesto me derretía. Aflojé el agarre, pero no la dejé ir.

Ella miraba nerviosa hacia la casa, esperando que nadie más la descubriera. En silenció la dirigí de nuevo a mi habitación, donde podríamos hablar a solas.

—Preocupaste a todo el mundo. Evan te está buscando como loco. ¿Por qué escapaste? —la regañé cuando ya estuvimos en el cuarto de juegos.

—Porque no quiero irme —respondió con la voz quebrada.

—¿Irte a dónde?

—Mi madre y su novio se mudarán a otra ciudad. No solo voy a cambiarme de colegio, ahora ni siquiera estaré cerca de Evan, o de mis amigos.

—Espera... ayer hablé con tu madre, no me dijo nada de irse. Hasta me dio permiso de ir a visitarte.

—¿Y le creíste? —Me dedicó la misma mirada que mi madre el día anterior—. Por favor no digas nada. ¿Qué tal si me ocultas en tu habitación? —sugirió con algo de entusiasmo—. Solo unos días, hasta que mi madre se olvide de mí y se vaya.

—Grecia —suspiré—. Entiendo que tu madre no es la mejor y me engañó como a un estúpido. Pero de verdad dudo se vaya sin ti mientras piense que estás desaparecida. Sonaré muy viejo al decir eso, pero a veces hay que perder una batalla para ganar una guerra. Te prometí que haría lo que sea por ti y pienso cumplir. Tal vez tome un poco de tiempo, pero te prometo que estarás aquí y con Evan antes de darte cuenta. Volverás a tu colegio, ayudarás a Daniel a hacer el ridículo en internet y recuperaremos tu canal. Si tengo que cocinar, bailar o quitarme la ropa para que recuperes a tu audiencia, lo voy a hacer.

—Eso me quitaría la monetización —respondió un poco más alegre. Al parecer la estaba convenciendo.

—Depende a donde lo subamos... En verdad eres lo más importante para mí, y en verdad, en verdad, te quiero y voy a demostrártelo, no solo haciendo que recuperes tu vida y seas feliz, voy a demostrarte que solo me gustas tú y voy en serio.

—¿Me dejarás esconderme en tu habitación? —sonrió.

—¡No! Hasta que volvamos a estar juntos no voy a salir ni estar con ninguna chica, ni de manera casual.

—No es necesario que hagas eso.

—Dime la verdad, ¿me quieres? —Le acaricié el rostro y ella me demostró un poco de nerviosismo.

—Claro que sí.

—Entonces es necesario. Quiero demostrarte que es recíproco, mientras no estés podrás preguntarle a Ian, Sophie, Tamara o incluso a tu hermano si estoy cumpliendo. Te juro que voy a convencer de lo que siento hasta a tu hermano. Ahora por favor llámalo o va a darle un colapso. —Grecia no lucía convencida en absoluto, pero no le quedó más opción que ir conmigo hacia la casa—. Una cosa más. ¿Daniel te escondió ahí verdad? —Mi pequeña lo confirmó asintiendo con la cabeza. Típico del pequeño rata. Estoy seguro que la primera llamada que realizó no fue a un amigo, fue a Grecia para advertirle.

Evan acababa de llegar, mis padres estaban reunidos con él en la sala, y en cuanto vio a su hermana corrió a abrazarla.

—Sana y salva como te prometí —le dije.

Mis padres de inmediato voltearon hacia Daniel, quien intentaba huir de manera disimulada. Mi padre lo agarró de la parte posterior del cuello, advirtiéndole que iba a estar muy castigado.

—¡Te di como veinte minutos para escapar! —le reprochó a Grecia.

—Lo siento, tardé en guardar mis cosas —se disculpó ella.

A regañadientes Evan me agradeció y se fue con Grecia, a devolverla con su madre. Si para mí era una situación en extremo dolorosa, no podía imaginar lo que Evan estaba sintiendo. Él no podía simplemente ocultarla o se vería en serios problemas, además que comprometería su causa. Y de haber podido, juro que yo hubiera escapado con ella hasta la última punta del mundo.

Recordé de repente el anuncio en internet. Lo borré y pedí disculpas, asegurando que había sido un mal entendido e intentado que toda la culpa recayera en mi, pero ya era un poco tarde. La desaparición de Grecia ya había sido compartida por periódicos locales y el odio hacia ella había aumentado.

****

El día en que oficialmente Grecia se marchaba, le di alcance en casa de Evan. Ahí la esperaba el auto de su nuevo padrastro, recogían las pertenecías de que había dejado. Evan y Tamara cargaban algunas cajas en silencio. Grecia las acomodaba en el maletero bajo la vigilante mirada de su madre. Desde lejos se podía sentir una situación muy tensa.

Ni bien me aproximé, a Grecia se le iluminó el rostro. Corrió a darme alcance y como hacía antes me abrazó fuerte hasta quitarme el oxígeno. Le correspondí al abrazo, para que no se separara de mi un rato más.

—Te prometo que todo volverá a ser como antes —le repetí mi promesa mientras nos separábamos.

El padrastro de Grecia tocó la bocina. Ya habían guardado todo y quería irse.

—Ya debo irme. —Me dijo con desgana.

—Espera, antes quiero darte un regalo de despedida —le dije acercándole la bolsa de papel que llevaba conmigo.

—¿No es otra joya cara, verdad?

—Es un anillo de compromiso —le respondí y por un segundo se puso pálida—. Claro que no. Solo ábrelo.

Más relajada sacó la caja de la bolsa y la contempló.

—¡Unos audífonos! —exclamó entusiasmada.

—Espero que los uses para hablar conmigo.

—¿Está bien si te llamo todos los días? —me preguntó bajando la cabeza para que yo no notara las lágrimas que comenzaban a acumularse en sus ojos. Un nudo se me formó en la garganta y creo que yo también me habría puesto a llorar en ese momento.

—Claro que sí, llámame todas las veces que quieras, cuando quieras, e iré a visitarte en cuanto pueda.

Otro bocinazo nos interrumpió. Tenía tantas ganas de hacerle comer a ese tipo el volante de su auto...

—¡Ya vámonos! —le gritó.

—Adiós pequeña —le dije acariciándole la mejilla. Ella de imprevisto de puso de puntas y me rodeó el cuello, y antes de darme cuenta me dio un beso en los labios. Fue corto, pero suficiente para desarmarme.

—¡No hagas eso! ¡No sabes donde ha estado su boca! —Evan vino hacia nosotros gritando. Grecia caminó hacia él, desanimándolo de acercarse a mí. Se dio la vuelta un segundo para despedirse con la mano y Evan me dio a entender con la mirada que me quedara a arreglar el asunto.

Yo no esperé y me fui hacia mi vehículo. Pueden llamarme cobarde, yo prefiero llamarlo: evitar la confrontación.

Y así, con esa despedida, empezó una nueva etapa en mi relación con Grecia, en la que estuvimos separados de forma física, pero empezamos a unirnos de otras maneras.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top