44. El momento correcto

Internet era un infierno. Lo bueno es que podía simplemente desconectarme de él.

Mi video hablando sobre Grecia ya tenía más de cinco millones de reproducciones y abierto un enorme debate que había llegado hasta a los medios tradicionales. Por supuesto no faltaron cientos de "influencers" que se subieron al tren de dar opiniones y hablaban del tema como si nos conocieran, o hubiesen tenido al menos algún contacto con Grecia, conmigo, o alguien involucrado en el asunto. Era un carnaval de opiniones, pero al menos, la tortilla se había volcado a favor de Grecia y la mayor parte del apoyo era hacia ella. Susan le reabrió las cuentas, y aunque no se había manifestado todavía, tenía la puerta abierta para regresar a subir el contenido que le gustaba cuando quisiera. Lo que esperaba fuera pronto, cuando hubiese terminado de acomodarse en casa de Evan y estuviese más tranquila.

Sophie Ian y yo, estábamos también en medio de una mudanza. Con su viaje no habían acomodado la nueva habitación de los bebés y yo al final había decido irme. El departamento abajo del de ellos donde había vivido un tiempo, estaba desocupado de nuevo. Al parecer el inquilino anterior creía que yo hacía demasiado ruido. Era la mejor opción. Estaba cerca para ayudarlos con los bebés, y al mismo tiempo podía invitar amigos sin comprometer la privacidad de mis sobrinos.

Ian me ayudó a bajar la última caja con mis cosas y alisté junto a la puerta una llena de objetos que Candela había olvidado y que vendría a recoger.

Empezaba a guardar la ropa en mi armario cuando sonó el timbre. Como esperaba, era Candela.

—Hola... ¿esas son mis cosas? —en cuanto le abrí la puerta, localizó la caja que estaba junto a esta, una llena de libros y algunas prendas de vestir que había encontrado mezcladas con las mías al empacar.

—Sí, creo que es todo lo que dejaste —la alcé y se la entregué en las manos.

—Gracias. Bueno... espero que te vaya bien —dijo muy seria. Si bien nuestra ruptura había sido bastante tranquila, sé que ella me guardaba varios rencores.

—Yo también, de verdad. No funcionó, pero en serio espero que te vaya bien con todo.

Candela dio un resoplido y dejó la caja de regreso en el suelo.

—No funcionó porque nunca estuviste realmente conmigo. Me usaste como un reemplazo, y eso no estuvo bien. Encontré el dije de corazón, me mentiste con eso de que lo cambiaste por la pulsera. ¿Lo compraste para ella no es así?

—Sí, era para ella. Tienes razón, te usé en cierta forma, pero en serio quería que lo nuestro funcionara; y lo siento, pero tú tampoco fuiste la mejor novia. —Podía haber enumerado todas las cosas por las que lo nuestro no funcionaba ni iba a hacerlo, pero no veía el sentido a iniciar una discusión. Solo quería que se fuera.

—Eso es discutible. Creo que tenemos vidas muy diferentes y en definitiva no estamos en el mismo nivel de madurez, yo quería una relación adulta y tu realmente estarás mejor con esa chiquilla. Pero sí hay algo que fue completamente mi culpa y quiero pedirte disculpas. —De golpe cambió su tono acusador—. La filtración de las cosas de tu familia sí fue por mi culpa. —Confesó.

—Eso no me lo esperaba —dije con todo el sarcasmo que me fue posible.

—No es como lo piensas. No hablé con ese canal de chismes. Se lo conté a Mia. Era mi mejor amiga y en serio pensaba que le podía confiar esas cosas, pero me traicionó. Me sacaba información para dársela a ese canal. Ahora abrió su propio canal y ellos la están promocionando. Ella también me usó y trató de compensarlo ofreciéndome colaborar con ella. Como si eso me interesara. En fin... Discúlpate de mi parte con tu hermana y con Grecia. No me agrada, pero no quería que su intento de suicidio se supiera.

—Está bien, yo les digo.

Ella recogió la caja de nuevo y se fue sin decir nada. Su confesión me dejó más tranquilo. Me quitaba la duda por completo de quién filtraba información y con eso ya había aprendido a ser mucho más cuidadoso.

Regresé donde mi hermana. Ella estaba en la sala, con la iluminación lista para grabar. Susan hablaba con alguien por teléfono e Ian mesía a los bebés en sus brazos. Me pasó a Aaron para que lo sostuviera mientras acomodaba la cámara. Por primera vez en once meses Sophie e Ian regresarían a la luz pública. No solo para retomar su trabajo, sino para desmentir el rumor absurdo de que habían alquilado un vientre para tener a los mellizos.

Ian encendió la cámara y Sophie empezó a hablar.

—Hola... supongo que es una sorpresa verme después de casi un año...

Lily comenzó a despertarse. Sabiendo que cualquier rato lloraría, Ian se la pasó a Susan y nos pidió en susurros que entráramos a la habitación.

Susan sostenía a la bebé como si fuese un objeto explosivo. Puse a Aaron sobre la cama y me entregó a la bebé sintiendo alivio. Acomodé a Lily contra mi hombro y le masajeé la espalda. Sophie iba a contar lo ocurrido el pasado año para mostrar a los bebés en cámara oficialmente al final del video. Así que nos quedamos a esperar que Ian nos anunciara el momento de salir con los bebés.

—¿Cómo va el caso de Grecia? —Aproveché de preguntarle.

—Resolviéndose en YouTube, como es la moda ahora. Al menos el público está a su favor y es posible que le borremos las redes a Luka, créeme que eso va a dolerle más que la cárcel. Legalmente está complicado, ayer hicieron la denuncia formal en la policía, pero Grecia no tiene cómo demostrar que la violaron. De todas formas me estoy moviendo con eso. Tal vez haya buenas noticias pronto. —Explicó con desinterés. Seguro lo estaba disfrutando, atender este tipo de escándalos era su especialidad.

Lily volvió a dormirse así que salimos de la habitación. Sophie ya estaba a más de medio video.

—Tuve que separarme de Ian porque lo amaba. Sentía que me hundía en un pozo oscuro y lo arrastraba hacia mí, lo amo tanto que solo podía pensar que él iba a ser feliz sin mí. Me mudé a casa de mis padres y estuve muy mal un tiempo, hasta que una pequeña gatita que rescató mi hermano empezó a recordarme las metas que tenía en la vida y que había mucha gente que me necesitaba. Cuando estás con depresión no solo la medicación es importante, sino tener alguna motivación que te aliente a seguir adelante. Yo empecé a encontrarla y cuando todo comenzaba a verse un poco mejor, recibí una noticia que me devastó y me aterró al mismo tiempo. Estaba embarazada de nuevo, de dos bebés. Y no me mal entiendan, no es que no quería a estos bebés, es que estaba segura que iba a perderlos también y eso iba a ser devastador para mí. Por suerte Tiago estuvo conmigo cuando recibí la noticia y él me llenó de seguridad para contárselo a Ian. Por un momento había pensado no decírselo. Si pasaba lo peor, prefería llevar esa carga sola, pero al final se lo dije y... él me abrazó tan fuerte y se puso tan feliz que la inseguridad se esfumó de pronto. De ninguna manera estos nuevos bebés van a reemplazar al que perdí, pero fue una nueva oportunidad que me daba la vida de formar lo que Ian y yo esperábamos unos meses atrás. Después de mucho pensarlo, al final decidimos irnos a Inglaterra, donde tendríamos más libertad de salir y llevar el embarazo lejos de los medios. Aunque no se pudo del todo porque algunos canales no entienden el concepto de vida privada y quieren ganar dinero a costa de la vida de los demás creando rumores mal intencionados. Sé que tener dos embarazos y tres bebés en menos de un año no es lo normal, pero fue lo que me pasó. No lo hice público porque todavía teníamos el miedo latente de repetir la desgracia anterior, pero al final todo salió bien, y ahora tengo a dos bebes arcoíris. Vamos presentarlos ahora y si bien no queremos que su vida sea exhibida todo el tiempo y no queremos convertirlos en reclamo de nuestro de canal, aparecerán de vez en cuando. Porque al final de cuentas, acá les mostramos nuestra vida y ellos son parte imprescindible de ella.

Ian sostuvo a los bebés y los llevó con Sophie, ambos mostraron a los pequeños que ya despertaban frente a cámara.

—Él es Aaron Key y ella Lily Key —Ian los mostró con mucho cuidado, mis sobrinos eran muy pequeños y delicados, Lily abrió sus grandes ojos grises, los cuales todavía no denotaban con precisión el color definitivo que tendrían, enmarcados por largas pestañas como las de mi hermana, ambos tenían una mata fina de cabello negro. Aaron era un poco más grande que su hermana y aunque Ian no quería admitirlo, se parecía un poco a mi. Eso era karma en su más puro estado y me encantaba. Cuando subieran el video usaría una cuenta falsa para mencionarlo. Seguro Ian borraría el comentario, después de escupir bilis.

Era muy agradable verlos. Sophie siempre había querido eso, formar una familia con alguien a quien amara y para Ian, quien nunca había tenido una familia de verdad, encontrar a mi hermana y compartir metas en común era todo lo que podía pedirle a la vida que había sido bastante cruel con él.

Después del año espantoso que habíamos pasado, de pronto todo parecía regresar a su lugar, como en un cuento de hadas donde al final rompes un hechizo. La pregunta era si iba a haber un final feliz para mí.

***

Tras subir el video y encender las redes de nuevo, todos apagamos la conexión de nuestros teléfonos. Ian y Sophie estaba tan cansados que se echaron a dormir con los bebés y yo bajé a ordenar las cosas que me faltaban, o a instalar mi consola y la televisión, merecía un descanso también.

Disfrutaba de mi tiempo a solas cuando de soslayo miré en dirección a la puerta de salida del apartamento y noté que alguien metía algo por debajo, pensado que se trataba de alguna factura me asomé a recibirlo. Lo jalé y descubrí un sobre de cartulina negra. Abrí la puerta de inmediato y atiné a agarrar a Grecia del cuello de su camiseta cuando trataba de escapar.

—Perdona —me disculpé soltándola, casi la había ahorcado. En el suelo había una bandeja con cupcakes. Ocho de ellos, cada uno con una letra de chocolate formando la frase: "Lo siento"—. ¿Por qué escapabas? Pasa. —La tomé del hombro y la incentivé a entrar.

—Pensé que no estabas. O sí, no sé, solo quería dejarte eso. —Grecia actuaba igual a cuando tenía once años y le daba vergüenza darme un regalo. Claro que ya no se veía como en ese tiempo. El short que llevaba lucía sus hermosas piernas y su cabello recogido en dos trenzas enmarcaba su precioso rostro, sus ojos delineados y sus labios rosados. Como siempre, Grecia era un deleite visual.

—¿Cómo pensabas pasar los cupcakes?

—¿Iba a tocar la puerta y luego a correr?

Dejé los cupcakes sobre la mesa de entrada y abrí el sobre. Adentro había una tarjeta hecha a mano. Al jalar una flecha varias letras aparecían en abanico formando un: Gracias.

—¿Muy cursi? —me preguntó.

—Me encanta—le sonreí.

—Hay algo más en el sobre—me indicó.

Metí la mano y hallé un papel blanco doblado. Era una carta, escrita a mano por ella.

" El motivo por el que me arrestaron fue porque salí con Emily y el resto de chicos a patinar a la entrada de un centro comercial. Los guardias de seguridad nos llamaron la atención, fingimos que nos fuimos, pero regresamos. Así que llamaron a la policía. Como ellos sí podían arrestarnos corrimos hacia la parte posterior del centro comercial donde estaban haciendo unas refacciones y pintando la fachada. Yo escapé por los andamios, un policía gordo me persiguió y otro me dio alcancé por el otro lado. Así que empecé a meterme por en medio de los fierros y tubos de la estructura, por donde sabía que no me iban a poder agarrar. Hasta que sin querer hice caer mi patineta, uno de los policías que corría por la parte de afuera tropezó con ella, cayó contra los tubos y la estructura se desmoronó, incluyendo los botes de pintura que estaban en la parte de más arriba y toda la pintura cayó sobre nosotros. En la confusión me agarraron y estaban súper furiosos. Era pintura al aceite y me costó muchísimo quitármela. En mi foto de arresto parezco un estúpido pitufo."

—Exijo ver esa fotografía —le dije al terminar de leer.

—Eso sí que no. Fue muy humillante.

—Por eso mismo.

Desde que había entrado que Grecia no hacía contacto visual conmigo. Parecía que no quería estar ahí.

—Bueno, ya te resolví el misterio. Ya me voy. Espero que te gusten los cupcakes, no los hago desde hace tiempo.

—Espera. —La detuve de nuevo—. ¿Estas enojada conmigo o algo?

—No, claro que no. —Se apresuró a responderme y levantó la vista por primera vez hacia mí. Al darse cuenta la bajó de nuevo—. Solo quería darte esas cosas, y dejar de molestar porque sé que en el fondo me odias aunque no vayas admitirlo.

—Grecia no te odio, ni siquiera muy en el fondo. —Zanjé y cerré la puerta para que no intentara irse de nuevo—. ¿Por qué lo haría?

—¿Mas bien por qué no lo harías? Me salí de tu vida porque solo te causaba problemas y justo cuando estabas tranquilo te llamo y lo arruino de nuevo.

—Lo mejor que pudiste haber hecho fue llamarme.

—Arruiné tu relación. Candela y tú terminaron por mi culpa.

—Mi relación con Candela estaba destinada al fracaso desde el inicio. Como me pasa con todas mis relaciones. Sabes que no sirvo para eso.

—Yo menos... las arruiné todas también.

—Tenemos eso en común, somos malísimos para las relaciones. Pero creo que no éramos un desastre juntos.

Quise dilucidar la expresión que Grecia había puesto, pero me esquivaba con tanto descaro que no quise insistirle con el tema.

—Cuéntame como estas. No te veo desde la semana pasada. —Le señalé el sillón y ella tomó asiento, puso las manos sobre sus rodillas, muy tensa. Era claro que se sentía incomoda, o nerviosa por hablar conmigo. Pero quería saber el motivo.

—Pues todo está mucho mejor. Tal vez tiene que ver el hecho de que estoy medicada. Pero me siento en casa. Me gusta vivir con Evan y Tamara, aunque es un cambio muy grande. Pasé de ser muy ignorada por mi madre a estar demasiado vigilada por ellos.

—Eso es bueno. A veces necesitamos que alguien nos cuide.

—Sí... es en cierta forma agradable. Y el lunes regreso al colegio. Voy a estar con mis amigos de nuevo.

—Eso es todavía mejor.

—Sé que me están organizando una bienvenida o una cursilada así. Ya sabes, hagámosle creer a la chica que se quiso matar que la queremos para no sentirnos culpables si lo hace de nuevo.

—Dudo que piensen eso. Solo tienes que aprender a aceptar que la gente te quiere y ya.

—Eso dice mi psiquiatra. Se supone que debo trabajar en eso esta semana. Aceptar que hay gente que me quiere por mi encantadora personalidad o algo así. Y dejar de pedir perdón por todo. Pero los cupcakes son una excepción, en serio debo disculparme contigo.

—No, no debes.

—Como sea...

—¿Y qué hay de tu madre?

—Oh, ese es otro tema —resopló. Poco a poco dejaba de estar tan tensa y me hablaba con más soltura—. Está híper enfadada. Habló con la policía, pero como servicios sociales me mandó con mi hermano porque ella no se presentó en el hospital, no pueden llevarme como la otra vez. Si quiere recuperarme tendrá que hacer un trámite y pagar y... ya sabes. Hasta que logre algo yo ya habré cumplido dieciocho, prefiere gastar su tiempo y energía en su nuevo bebé, así que va a dejarme tranquila.

—No puedo creer que luchamos tanto porque esto sucediera.

—Sí, de haber sabido que solo tenía que intentar suicidarme lo habría hecho desde el principio.

—No es gracioso.

—Oye, puedo bromear sobre mi propia desgracia.

—No frente a mí. —Determiné muy serio y eso hizo que Grecia se tensara de nuevo. Quise tomarla de la mano, pero una llamada desvió mi atención. Se trataba de Susan, así que tuve que contestar, si llamaba a ese número era importante.

—Mira el enlace que te mandé. Es sobre Grecia. —Me dijo y colgó.

De inmediato lo abrí y lo pasé a la televisión, si era sobre Grecia imaginé que ella debía verlo también.

Ambos nos sorprendimos al descubrir que era un video, del canal de Sabrina, esa influencer que meses atrás se había tomado una foto conmigo en su cama junto a dos chicas más. El título decía "Toda la verdad sobre Luka y Grecia".

—Demonios, por qué Susan quiere que veas eso. Es otro de los miles de videos que hay sobre mi. Ya denuncié a Luka y estar hablado con la policía es suficiente para encima tener que soportar a la gente que no tiene nada que ver opinando sobre el asunto.

Por un momento quise apagar la televisión, pero si Susan me lo mandaba era por algo. El video no era largo y tras la típica introducción que ponían las Youtubers de maquillaje esa chica apareció frente a la cámara con una mueca muy seria.

— Muchos van a sorprenderse que hable de este tema, saben que no me gustan las polémicas y pensarán que no me incumbe, pero no es así. Hace una semana que saltó todo este problema con Luka y su panda de amigos que hacen estupideces en video, primero acusando a una chica, mucho más chica que ellos, de estar acosando a Luka, luego Tiago Cohen sale a defenderla contando que Grecia había sido engañada y abusada sexualmente por este tipo. A partir de ahí sabemos que hay una guerra de opiniones, pero nada concreto porque nadie más que los involucrados tiene algo que decir. Pero yo sí. Y voy a contar lo que sé. No lo que opino, lo que sé.

» El día veintiséis de septiembre de este año, el grupito de este tal Luka me invitó a una fiesta en su casa. Específicamente me invitó Luis. Yo llegué como las seis de la tarde. Todo estaba bien, era una fiesta normal donde los que estábamos teníamos más de veinte. Por eso me llamó la atención ver ahí a una muchachita a la que no le calculaba más de dieciséis o diecisiete años. Lo que más me sorprendió fue verla un par de veces de la mano de Luka. Como eso me llamó la atención le pregunté a Luis qué edad tenía esa chica y si era algo de Luka. Luis me dijo que tenía dieciocho y que era la conquista del día de su amigo. En ese momento le creí, no tenía por qué no hacerlo. Vi a Luka un par de veces más con esa chica, que no lucía ni perdida, ni acosándolo; Luka estaba muy cariñoso con ella.

Cerca de las siete u ocho de la noche, Luis me pidió ir a una de las habitaciones. A tener sexo obviamente, pero me detuvo cuando vimos a Luka subir al segundo piso con la chiquilla de la mano. Entonces Luis me dijo que debíamos esperar a que ellos dos usaran la habitación. Como una hora más tarde, me avisó que la habitación especial que tienen en esa casa donde llevan a las chicas estaba ya libre.

Para mí fue una fiesta más, no fue la gran cosa, hasta que hace poco me enteré de todo el escándalo que hubo. Vi el video que Luka sacó diciendo que esa chica Grecia lo acosaba y que lo estaba acusando de haber tenido sexo con ella. Encima me enteré que como sospechaba, esa chica es menor de edad. ¿Me puedes decir que hace un pelotudo de veinticinco con una chica ocho años menor? Mira Luka, y todos los que lo andan defendiendo. Yo sé lo que pasó. Esa niña estaba ahí, contigo, los vi besarse y sé que la llevaste a esa habitación. Y hay forma de probarlo. Ese imbécil le tomó una foto y acusó a esa chica de habérsela mandado. Pero yo vi la foto y reconocí la habitación de inmediato. Es más, tengo fotos ahí que puedo mostrar como prueba. ¿Qué vas a decir? ¿Qué ella se coló en tu casa, se metió ahí y se tomó una foto?

Vi el video que Tiago hizo al respecto, contando la versión de Grecia y cuadra perfectamente con lo que yo vi. Mira Grecia, no te conozco, pero sé que lo que te pasó es real y si necesitas que testifique en algún lugar lo voy a hacer. Nada me va a gustar más que ver a ese idiota y a sus cómplices tras las rejas. Y ti Dayana, deja de ser tan idiota y creerle a tu novio, todos saben que tienes los cuernos más grandes que un venado.

Y bueno, eso es todo. Mañana haré un unboxing sorpresa. Suscríbanse, los quiero.

Grecia estaba tan anonadada como yo. La persona que menos esperábamos era testigo clave en su caso.

Llamé a Susan de inmediato.

—¿De cómo pasó eso? —le pregunté en cuanto contestó, puse el altavoz para que Grecia escuchara también.

—Sabrina estuvo en esa fiesta y contó lo que vio. Con su video terminamos de hundir a Luka en redes sociales y va a testificar a favor de Grecia.

—Hola Susan, soy Grecia... no entiendo, ¿por qué ella va a hablar a mi favor?

—¿Por qué no lo haría? Deja de ver a todas las mujeres como tus enemigas. Hablaré con tu abogado y quiero un video nuevo esta semana, tenemos contratos pendientes —colgó.

—¡Tengo una testigo! —se alegró tanto que me rodeó con los brazos. Yo mantuve el abrazo lo más que pude, recordando su aroma y la forma perfecta en la que su cuerpo se acoplaba con el mío.

Una cosa tras otra, era como un efecto dominó que iba devolviendo todo a su lugar. Aunque todavía me quedaba un pendiente.

—¿Lo ves? Todo va a salir bien—le dije mientras nos separábamos.

Grecia tomó su teléfono y leyó un mensaje a manera de volver a evadirme.

—Es Evan, debo reportarle dónde estoy cada media hora. —Volcó los ojos—. Estoy en casa de Tiago. Ya voy hacia casa. —Le grabó un mensaje—. Bueno, de nuevo gracias por todo y perdón por todo. La próxima semana empiezan los torneos para el nacional de skate y sé que te aburre, pero bueno, no sé, si en algún momento quieres ir, puedes ir, Daniel participará también —tartamudeó un poco.

—Iré seguro, me encanta verte patinar.

—Sí... bueno—se levantó del asiento y de inmediato la tomé de la mano y la jalé hacia mi regazo.

—No te vayas, todavía hay cosas que no hemos hablado. —Puse la palma de mi mano contra su mejilla y pasé mi dedo por su labio inferior. Ella cerró los ojos un momento, como disfrutando el contacto.

—Tiago... —comenzó a decir, yo no aguanté más y la besé.

Ella me correspondió ansiosa, demostrándome que me había extrañado tanto como yo la había extrañado a ella.

La suavidad de sus labios, la textura de su piel bajo la yema de mis dedos. Todo era un torbellino de sensaciones. La apreté fuerte contra mi mientras besaba su cuello y mi mano derecha comenzó a acariciarle con delicadeza la parte interior de su muslo. De golpe reconocíamos el cuerpo del otro de una forma desenfrenada.

Me acomodé mejor contra el sillón y la ayudé asentarse sobre mi entrepierna. Mientras la besaba ella comenzó a mover instintivamentela cadera de adelante hacia atrás, excitándome más con cada roce. Esta vez noiba a detenerla, ni a poner excusas, la había deseado por tanto tiempo que nadaiba a impedir que cumpliera mis fantasías.

—Yo solo iba a dejarte los cupcakes y a escapar —me dijo cubriéndose el rostro con las manos.

—Esto estuvo mucho mejor. —Le retiré las manos y me recosté sobre ella. La besé, esta vez con ternura.

—Te amo Grecia, no tienes idea de cuánto.

—¿Después de todo me vas a dar otra oportunidad? —Me dirigió su angelical mirada.

—Creo que después de esto queda bastante claro. Y la oportunidad me la tienes que dar tú. Tú fuiste quien terminó conmigo.

Me sonrió con culpabilidad.

Me arrastré por la cama hasta el otro lado, abrí el cajón de la mesita y busqué al fondo. Justo donde lo había dejado en la mañana. Regresé al lado de Grecia, ella se sentó y tomó la cajita.

—¿Ahora sí vas a recibirme esto? —le pregunté, sacando el dije de la caja.

—¿Todavía lo conservas? —se sorprendió.

—Claro, es tuyo. Aunque me lo hayas rechazado siempre lo fue.

Grecia se arrodilló de espaldas a mí y retiró su cabello, sus trenzas ya se habían deshecho. Entendí entonces que quería que se lo colocara.

El dije venía con una corta cadena que se ajustó perfecto a su cuello como una gargantilla. La observé de frente. Su cuerpo completamente desnudo adornado solo por el corazón de oro blanco lucía como el de un ángel.

—¿Se ve bien? —me preguntó.

—Se ve perfecto.

—¿Es como un collar de pertenencia? —preguntó con ese tono que me hacía dudar si bromeaba.

—No... bueno, no sé. Solo si quieres.

Rio y se abalanzó contra mí para abrazarme.

—También te amo, te amo desde que puedo acordarme, pero no estábamos en el momento correcto. Yo era una niña y tú respetaste eso. Gracias.

Oscureció en un parpadeo. Tuve que levantarme a prender la luz y noté que Grecia se puso nerviosa de golpe.

Se levantó de la cama y corrió hacia la sala. Regresó con el celular en sus manos.

—Tengo como mil mensajes de Evan, le dije que ya me iba hace rato.

Yo busqué mi teléfono también, Evan me había llamado.

—Ya es tarde para que te lleve. Y me da flojera salir —le dije y pude notar como me miró con temor.

—¿Quieres que me vaya? —preguntó con tristeza. Por un momento creí que bromeaba, pero no sonaba a su sarcasmo de siempre.

—No. ¿Cómo vas a irte? Llama a Evan para calmarlo y dile que te quedarás a dormir.

Su expresión cambió de golpe.

—Si le digo eso va a matarme.

—No, va a matarme a mí, pero valdrá la pena. Avísale mientras yo le pongo seguro a la puerta.

Ella le escribió y a los pocos segundos Evan volvió a llamarme. Tuve que contestar.

—Hola, Grecia está conmigo, yo la llevo mañana, adiós —dije rápido. Colgué y apagué el aparato. Ya estaba hecho. Con suerte no enfrentaría la furia de Evan hasta el día siguiente—. ¿Te molesta si mañana te llevo hasta la puerta, toco el timbre y corro?

—Eres un cobarde.

—Soy un sobreviviente. —Regresé a acomodarme junto a ella y la abracé. Todavía era temprano para dormir, pero quise disfrutarlo. El cuerpo de mi pequeña reposando sobre mi pecho, mis brazos rodeándola. Tenerla a mi lado me daba paz, debido a que sabía que iba poder protegerla, cuidarla y hacerla feliz. Ahora absolutamente nada se interponía.

Por fin estábamos en el momento correcto.

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