35. Alguien con quien hablar

Lo que pasaba fuera de internet dejó de preocuparme en absoluto. Bastaba con que ignorara a todos en las mañanas durante las clases y en las tardes además de filmar videos conversaba con Luka.

Yo le escribía a diario y él no solía responderme mucho. Pero sí me llamaba. Eso era en cierta forma agradable. Se tomaba el tiempo de hablar conmigo y no solo mandar un mensaje.

Su viaje sería largo, un tour por Asia. Visitaría grandes ciudades como Seúl y Tokio e incluso se adentraría en la selva en Tailandia. No quería ser un Vloger de viajes como los demás. Le daba su toque particular a cada aventura, y hablar con él sobre ello, era como acompañarlo.

Eso me ayudó a determinar mi camino. En cuanto acabara el colegio y ya tuviera dieciocho, me iba a dedicar a ello. Los videos que estaba realizando en ese momento me estaban generando una buena ganancia que estaba ahorrando. O al menos Susan lo hacía. Ella cobraba por mí, nos comunicábamos una vez a la semana, me daba instrucciones o me mandaba los productos que quería que promocione. Mi madre no sabía nada de eso, o estoy segura que habría buscado la manera de demandar a Susan. Confiaba en esa mujer porque también representaba la banda de mi hermano, a Ian y Sophie y solo esperaba que no fuera a estafarme. Si no era así, en un año tendría lo suficiente para empezar a viajar.

—Tokio es increíble. Una semana no es suficiente para conocer ni la mitad de lo que hay aquí. —Me contó Luka—. Descargué varios de tus videos y se los mostré a otros influencers que conocí aquí y están encantados. Vas a tener mucho trabajo rechazando colaboraciones con todos.

—Gracias, ¿viste nuestro video? Es genial, las visitas no paran de subir —le mencioné. El día anterior ya había subido uno de los videos en los que habíamos colaborado y la recepción era asombrosa.

—Sí, a este paso duplicaré seguidores en menos de un mes. Todo gracias a ti. Te compré algo especial aquí como agradecimiento.

—¿En serio? ¿Qué?

—Una sorpresa. Espero que te guste. Pero tendrás que ser paciente, llegaré recién a finales de septiembre.

Eso me desconsoló. Faltaba como un mes. En verdad quería volver a verlo y pasar otra tarde divertida. Solo hablar y verlo en videos no era suficiente.

—¿Viste los comentarios? —me preguntó—. Muchos están pensando que somos novios o algo así.

Por supuesto que los había visto. Y fue como un déjà vu. Varios insinuaban que algo romántico pasaba entre ambos y lo apoyaban, otros que yo era una busca fama que seducía a influencers más famosos. Y por supuesto no faltaban los que decían que al no haberme funcionado esa estrategia con Tiago, iba por Luka. Por otro lado, estaban quienes censuraban nuestra relación por la diferencia de edad entre ambos. Había llegado a leer todos esos comentarios, aunque Luka los había borrado. Creo que pensaba que yo nos los había llegado a ver y solo me quedaría con los positivos.

—A la gente le gusta emparejar a todos...

—Sí... pero es innegable que hay química entre ambos. Ya debo irme, hablamos mañana.

—Adiós —me despedí.

Después de colgar me quedé viendo otros videos. Pensaba que nada podría arruinar mi noche cuando por un maldito momento me apareció en videos recomendados uno de Tiago. Y solo un vistazo fue suficiente para leer el título:

"Les presento a mi novia".

No quería hacerlo, una parte de mi me decía que ignorara eso, que lo que Tiago hiciera ya no era de mi incumbencia, pero la parte masoquista que me dominaba, que busca siempre hacerme daño, le dio a reproducir.

—No suelo hacer esto, porque no suelo estar en relaciones. Pero hace ya varias semanas que hay alguien importante en mi vida y quise compartirlo. —Tiago no se iba con preámbulos, fue directo al punto y me quise morir al ver quien aparecía en escena: Candela, esa chica que me había asesinado con la mirada en el partido de básquet.

"¿Por qué con ella?" pensé.

—Bueno, no sé qué decir, yo menos hago estas cosas, le tengo pánico a la cámara —dijo Candela y de verdad se notaba muy asustada. —¿Qué digo? —le preguntó a Tiago.

—Habla un poco de ti —le dijo sonriendo.

—Me llamo Candela, tengo veintidós años y estudio comunicación, lo que es curioso porque detesto las cámaras. —Pese a lo pálida y tensa que estaba, se veía encantadora. Era una mujer muy bonita y madura. Era lógico que después de mí, Tiago volviese a salir con chicas mayores que él.

No pude más. Lo paré y lo saqué.

Abracé mi almohada y las lágrimas no dejaron de fluir. ¿Por qué? ¿Por qué me importaba? Había sacado a Tiago de mi vida, estaba empezando a enamorarme de otra persona, y aun así... el dolor era insoportable.

Me quedé dormida con la ropa que llevaba puesta y desperté tarde con el sonido de mi celular. Medio dormida y con los párpados entrecerrados porque la luz que entraba a mi habitación me lastimaba los ojos, pude leer el nombre de Samy en el identificador.

—¿Hola?—saludé con voz ronca.

—¡Por fin! ¡Te mandé cien mensajes! —me reclamó mi mejor amiga—. Vístete rápido y sal.

—¿Sal a dónde?

—¡Afuera! Estoy en la puerta de tu edificio.

Cuando escuché eso me levanté como impulsada por un resorte. Me acerqué a mi ventana que daba hacia la calle y distinguí su cabello rubio.

—¡Ya bajo! —Abrí la ventana y le grité.

No tenía tiempo de cambiarme y menos bañarme, así que me lavé la cara y los dientes de forma muy apresurada, me puse mis zapatos y salí corriendo.

Al llegar a la calle, me lancé directo a los brazos de mi amiga. No la veía desde hacía tanto...

—¿Qué haces aquí?—le pregunté.

—Convencí a mi papá de traerme por el fin de semana. Él se fue a pasear con su novia y tú y yo pasaremos todo el día juntas, a menos que tengas otros planes.

—¡Claro que no!

—Bueno es que como siempre me hablas de todos los planes que haces con tus amigos, pensé que te irías olvidando de mí.

—Eso no va a pasar nunca —le respondí... y claro que no iba a pasar porque todo lo que le contaba sobre mis amigos era un invento. Los fines de semana salía a deambular por la calle y la máxima compañía que tenía era un perro callejero que solía esperarme a una cuadra de casa.

—¿Por qué no vamos al parque de Skate del que siempre me hablas? —Sugirió y me hizo frenar en seco. Al parque no iba desde hacía meses y la patineta lo la había vuelto a usar desde el primer día de clases.

—No... está cerrado. Le están haciendo mantenimiento —mentí.

—Qué pena. Me hubiese gustado filmarte. Extraño tus videos de skate y los de cocina.

—Bueno, ya les dije que quería variar, me aburrí de eso. —Volví a mentir. A todos les había dado esa excusa cuando la realidad era que bailar, hacer mímica o solo verme bonita frente a la cámara era el único contenido que podía hacer sola en mi habitación.

—Vi el video que hiciste con eso otros chicos.

—¿Y qué te pareció? —ambas caminábamos al mismo ritmo por la calle, sin rumbo fijo.

—Pues bien... oye, ¿tienes algo con ese chico Luka?

—No, bueno, no sé. Hablamos mucho, casi a diario, aunque en persona solo nos hemos visto una vez. Igual... creo que me gusta.

Samy arrugó la boca, gesto que hacía cuando algo le desagradaba.

—¿Qué? Dilo.

—Es que... ¿no crees que es muy mayor?

—No. Tiago era mayor y nunca te pareció mal.

—Tiago no es tan mayor. Te lleva tres años, pero este chico debe ser por lo menos cinco años mayor que tú. Se nota mucho.

—Eso da igual. No me fijo en la edad. Él es muy dulce y me trata bien. Además, el próximo año cumplo dieciocho y mágicamente a nadie le parecerá mal.

—No te enojes con mi pregunta, pero... ¿en verdad te gusta? ¿O es una especie de revancha contra Tiago?

—¿Por qué piensas eso? —me senté al borde de una fuente de agua apagada. En nuestra caminata habíamos llegado a una pequeña plaza. Samy se sentó junto a mí.

—Se me hace difícil creer que lo hayas dejado de querer tan rápido y... voy a confesare algo. Uno de los motivos por los que vine fue porque pensé que habías visto su video de ayer. Es decir, salió ayer, pero yo ya sabía que lo había grabado y creí que estarías un poco triste.

¿Por qué diablos había tenido que mencionar eso? Claro que estaba triste, muy triste, aunque pretendía que no. Y quise mantener mi actuación, decirle a Samy que Tiago era asunto zanjado y que su video como su nueva novia me daban igual, pero no pude, ese maldito nudo que se formaba en mi garganta con frecuencia apareció y por más que me mordía el labio con fuerza no pude reprimir un par de lágrimas. Mi yo llorona atacaba de nuevo. Ya era normal llorar como dos veces al día y lo detestaba, me odiaba a mí misma por eso.

—Samy... sé que con él todo terminó y no debería importarme pero... lo perdí para siempre. —Me apoyé en su hombro y ella acarició mi cabello.

—No es así. Yo creo que él aún siente cosas por ti. Es que tienes que admitir que tú le terminaste por motivos muy estúpidos.

—Sí, lo sé. Yo lo arruiné. Tenía al chico que me gustaba de toda la vida conmigo y lo arruiné a la primera. ¿Recuerdas cuando te dije que me auto saboteaba?

—Te entiendo. Yo te dije que hice algo parecido.

—Y te dije que no perdiste a Daniel —le repetí lo que habíamos conversado el día de mi cumpleaños.

—No lo sé... da igual. No estamos hablando de mi. Dime, ¿pensaste lo que te dije? Del psicólogo. Nunca me contaste nada al respecto.

—Sí, y tenías razón. Necesitaba ayuda, mi madre me consiguió un psicólogo que trata gente loca como yo. Estoy yendo a terapia dos veces a la semana.

—Me alegro —sonrió.

—Pero no solo debe tratarse de mí. —Me animé un poco—. ¿Quieres volver con Daniel?

—¿La verdad? —miró al cielo y suspiró—. Me encantaría.

"Perfecto" pensé. Tomé mi teléfono y ante la mirada curiosa de mi amiga llamé a Daniel.

—¿No puedes escribir? —me reclamó Daniel al contestar.

—Cállate y escucha —lo regañé. Samy intentaba arrebatarme el teléfono.

—No, no, cuelga —me pedía en susurros.

—¿Qué onda con Samy? ¿Quieres regresar con ella o no?

—¿Por qué preguntas? ¿Ella te dijo algo?

—No, es solo que oí rumores que en el colegio andas fingiendo ser un Tiago versión renovada y me da un poco de asco saber que estás intercambiando saliva y tal vez otros fluidos con chicas random, así que quiero saber la verdad.

—Bueno, sí, supongo. Pero ella no quiere nada conmigo, apenas y me habla.

—En un hipotético caso en el que ella quisiera volver contigo, ¿qué dirías? —lo interrogué. Samy me suplicaba en silencio que me callara, pero no le hice caso.

—Pues obvio que sí —respondió con algo de entusiasmo.

—Genial, porque Samy quiere volver contigo. Llámala ahora. Pero llama, no mandes mensajes—sentencié y colgué el teléfono.

—¡¿Qué acabas de hacer?!—Samy me reclamó, estaba completamente roja y con ganas de asesinarme. Su celular sonó y se puso más roja al leer la pantalla—. Es Daniel.

—Obvio que es él. Ve a hablarle. —Le hice una señal con la mano para que se alejara. Me lanzó una última mirada reprobatoria y contestó, se fue alejando con tal hablaba.

La vi a lo lejos, no escuchaba lo que decía, pero se notaba feliz. Jugaba con su pie, hundiendo la punta de su zapato en la tierra. Me alegraba al menos haberla podido ayudar. Ojalá y todos mis problemas se hubiesen podido resolver de manera tan sencilla.

Samy colgó y regresó hacia mí.

—¿Qué te dijo? ¿Lo arreglaron?

—No, bueno, quedamos en que hablaríamos en persona el lunes. Pero igual estás muerta, te odio.

—No me odias, me amas y en un mundo perfecto serías mi esposa. —La tomé del brazo y seguimos caminando. Moría de hambre así que nos fuimos a comer.

Estar con Samy fue incluso mejor que estar con Luka, o recibir millones de comentarios positivos en mis videos. Me hizo recordar lo importante que es tener a una amiga, en especial una como Samy. No me animé a decirle toda la verdad sobre lo que me pasaba. Mantuve mi postura de estar feliz en esa ciudad y hasta simulé que le mandaba un mensaje a mis amigos para avisarles que no iría al cine con ellos en la tarde. Pero el lunes, no supe si aquella visita había sido algo bueno, porque de nuevo estaba sola y me sentí más deprimida que antes.

El embarazo de mi madre se notaba cada vez más. Me emocionaba un poco. Ya sabíamos que iba a ser un varón y nunca la había visto tan feliz. A veces los espiaba, a ella y a Víctor, y era tan raro... porque se trataban con cariño. Se acariciaban, se besan. Hablaban de las cosas de la boda con mucho entusiasmo y a Víctor le gustaba poner la palma de su mano sobre barriga de mi madre para sentir las pataditas. Sin mí, ellos eran una perfecta familia feliz.

Con esa imagen en la cabeza me fui tirar al suelo de mi habitación. Le escribí a Luka, no hablábamos desde el día anterior y él ya estaba visitando su último destino: Hong Kong.

Grecia: Hola, como estás?

Luka: Bien

Grecia: ¿qué hiciste hoy?

Luka: Nada

Su respuesta me confundió un poco, tal vez estaba ocupado. Cuando hablábamos por mensajes solía ser así de cortante. En seguida mi teléfono sonó, era él.

—Disculpa hermosa, estaba con una persona indeseable, pero ya la despaché —me dijo y el alma que se me había escapado del cuerpo por un momento regresó a mí.

—Solo quería conversar, pero si estás ocupado podemos hablar luego.

—Nunca estoy ocupado para ti. Estoy desayunando —me pidió una video llamada y enfocó lo que comía. Distinguí algo de arroz y mariscos al parecer.

—Que desayuno tan raro —le mencioné.

—Sí, pero me gusta probar lo más raro del menú. A ti te encantaría, aprenderías mucho sobre cocina. La próxima vez que venga, prométeme que vendrás conmigo.

—Si es el próximo año. Sí. —No era la primera vez que me pedía eso y me emocionaba. Significaba que de alguna manera pensaba en estar conmigo en el futuro.

—Mientras tanto te comparé algún regalo más. ¿Algo que quieras que te lleve?

—No, solo sorpréndeme.

—Okey. Regreso en diez días, los estoy contando.

—¿En serio? Si yo estuviera ahí no quisiera regresar nunca.

—Sí, pero hay algo que me hace querer regresar pronto. En realidad, alguien a quien extraño. Y es raro, porque recién la conocí hace tres meses y solo la vi una vez en persona, pero fue suficiente para que cada noche solo pueda pensar en ella y en el beso que nos dimos.

Sentí como me ponía roja. ¿Qué le podía responder?

—¿Soy yo? —tartamudee sintiéndome tonta por hacer esa pregunta.

—Obvio que eres tú. Te extraño. Mucho, y... sé que puede ser raro, pero hablar contigo es mejor que mi viaje o cualquier cosa que pueda conocer aquí. Te juro que es mi momento favorito del día. Eres tan increíble. Nunca he conocido una chica como tú.

—¿A cuántas le dices eso? —le pregunté fingiendo estar indignada.

—A una. No te lo diría si no fuera verdad. Eres la chica más, inteligente, madura y especial que he conocido en mi vida. Y a riesgo de ser mandado directo a la friend zone, ¿puedo saber si sientes algo ligeramente igual? —Enfocó su encantador rostro, y me hizo su pregunta poniendo cara de cachorro. Él era apuesto y muy gracioso, de los chicos a los que no les importaba payasear.

—Sí, creo que me siento exactamente igual. —No me animé a mirar directamente a la cámara al decirlo.

De reojo vi que hacía un pequeño festejo, no sé si estaba consiente que tenía la cámara frontal y lo podía ver.

—Ahora me arrepiento de haber dicho eso... —Puso un gesto de tristeza—. Me será más horrible la espera.

Me reí por el gesto exagerado que hizo.

—Ya me voy, debo comer rápido. Debo hacer un horrible tour por la ciudad.

—Pobrecito.

—Sí, porque solo voy a pensar en ti. Te quiero. Adiós.

Me colgó y me dejo temblando de la emoción. ¿Se me había declarado? Eso parecía, y sentía emoción y nervios por verlo de nuevo.


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