34. Conociendo a Luka

El fin de semana más cercano, Evan por fin pudo visitarme. No le dije nada a mi madre. Solo salí como cada día, a ella le importaba poco a dónde iba. Intenté mostrarme lo más normal que pude con Evan. Me siguió insistiendo en hablar con esa abogada y yo le seguí insistiendo en que adoraba mi vida en esa ciudad.

Ver a Evan era sentirme en casa. Era recordar los días de tormenta, cuando sin que se lo pidiera venía a mi habitación y me abrazaba hasta que me dormía; recordar cada presentación del colegio y buscar entre todos los padres de mis compañeros a mi hermano apoyándome, aunque eso le hubiese costado escaparse de clases; también era pensar que crecer era inevitable, que él se había hecho adulto y nuestros caminos empezarían a separarse.

Cuando se fue y yo regresé a mi casa, no pude evitar ponerme a llorar. Últimamente lloraba demasiado. Pero en medio de mi tristeza, me di cuenta que mi número de seguidores había crecido de manera increíble. En ese tiempo, no necesitaba drogas o alcohol, la validación de la gente de internet lo era todo.

Casi un millón de seguidores nuevos en una semana. En total tenía cerca de dos millones de personas a quienes les había parecido lo suficientemente relevante para darle al botón de seguir y ver lo que hacía.

Me sequé las lágrimas y me mojé el rostro. Estaba lo suficientemente bien para grabar una historia de Instagram agradeciendo por todo.

La felicitación de Luka fue una de las primeras en llegar. Habíamos acordado vernos ese domingo y recordarlo me subió el ánimo también.

Nunca había hecho eso, conocer a alguien de internet. Hubiera tenido miedo de tratarse de alguien anónimo, pero Luka era muy conocido. Conocía su rostro y la semana pasada me había devorado todo su contenido para saber más de él y lo que íbamos a filmar juntos.

Me preparé temprano en la mañana, con una minifalda rosa a cuadros, un crop top y una chaqueta de jean. Me hice un maquillaje sencillo, quería lucir lo más similar a como me veía en mis videos; los nuevos, que diferían bastante a los que hacía con el skate.

No quise darle la dirección real de donde vivía, así que le mandé la ubicación de un edificio situado a una cuadra de mi verdadero departamento.

Lo esperé sentada en las gradas de entrada a ese lugar y casi a la hora acordada un auto deportivo rojo que venía a mucha velocidad frenó de golpe en la acera del frente. Mi corazón latió apresurado, estaba segura que era él. Me levanté y la puerta del chofer se abrió.

Luka salió, se quitó las gafas oscuras e hizo un gesto de asombro al verme.

Cruzó la calle con una gran sonrisa y yo sonreí también. Se notaba que era un chico agradable. Según lo que me había dicho tenía veintidós años. Era un poco más alto que yo, delgado, de cabello oscuro y crespo. Su sonrisa era muy amplia, lo que te hacía confiar de inmediato en él.

—Por fin te veo en persona —me saludó con un abrazo y un beso en la mejilla. Estaba tan nerviosa que no sabía ni qué hacer con mis brazos, así que agarré una mano con la otra detrás de mi espalda.

—Sí, es genial...

—Vamos al auto, vivo a una hora de aquí y mejor no perder el tiempo.

Lo seguí, me senté en el asiento del copiloto y él no dejaba de mirarme mientras encendía el auto. Notó que me sonrojaba así que fijó la vista al frente.

—Perdona, es que... voy a serte honesto. No pensé que fueras tan hermosa en la vida real. Creí que mínimo usabas algunos filtros, y ya veo que no.

—Gracias —no sabía qué decir. Estar tan aislada socialmente por casi un año me había quitado la habilidad de interactuar con gente nueva.

—Te llevaré a la casa que compartimos con mi equipo. Llegamos ayer, fue agotador, pero están con ánimos de hacer algo divertido. Nuestro viaje fue intenso. Estoy intentando viajar más. Variar contenido, hacer cosas que sean interesantes. Quién sabe y te animas a acompañaros en el siguiente viaje.

—Solo si es en vacaciones, no creo que pueda faltar al colegio —respondí con timidez.

—¿El colegio? —volteó a mirarme—¿Qué edad tienes?

Demonios... justo debía preguntarme eso. Por algún motivo asumí que lo sabía. Me hubiera gustado mentirle, pero averiguar mi verdadera edad no era difícil si hacías una búsqueda simple por internet.

—Tengo diecisiete.

—¿En serio? —preguntó, pero lo hizo de una forma agradable—. Hubiera jurado que tenías diecinueve.

Me sentí alagada con eso. Por fin alguien no me veía como a una niña.

—Sí, ¿va a ser un problema?

—No ¿por qué lo sería? —dijo abriendo la ventana. Puso música y el viaje se me hizo muy ligero. Poco a poco conversábamos con más soltura.

Me presentó a parte de su equipo al llegar a la enorme casa donde vivían.

Tres chicos que aparecían con él en sus videos y que también tenían canales medianos.

Fingí que los seguía, pero la verdad solo los conocía de vista. Se llamaban Erick, Daner y Luis. Todos eran de la edad de Luka o un poco mayores. Lo que me hizo sentir muy extraña.

—Grecia aquí es una estrella, así que trátenla como lo que es. —Les dijo Luka después de presentarme.

—¿No eras novia de Tiago Cohen? —Erick hizo la temida pregunta. No quería hablar de Tiago, menos frente a Luka y también me hizo pensar si es que la gente asumía eso. Tiago y yo nunca lo hicimos público. Si bien había rumores porque nos habían fotografiado juntos, no fue nada oficial.

—Algo así, pero ya terminamos.

—Grecia está muy bien conectada con esa familia —le dijo Luka—. Tiene un montón de colaboraciones con Sophie. A nosotros nunca nos hizo caso, no somos lo suficientemente famosos.

—Bueno, es que Daniel es mi amigo desde que estamos en primaria. Y a Sophie la conozco muy bien. Por eso colaborábamos.

—Entonces puedes confirmarnos si lo que Shriek critics dijo ayer es verdad. —Daner se unió a nuestra conversación, les pasó algunas latas de cerveza que había sacado del refrigerador y a mi también me lanzó una. Por un momento tuve la impresión de que alguien se opondría, pero ninguno me dijo nada. Tal vez estaba traumada con el sobre proteccionismo de Tiago.

—¿Qué eso? —pregunté abriendo la lata y tratando de actuar con normalidad.

—Es un canal de chismes, esos tipos se enteran de todo. Y andan soltando muchas cosas exclusivas de ellos. Ahí dijeron que Tiago y tú eran novios y lo mantenían en secreto... Hasta que Tiago te dejó por tóxica.

—¿Eso dijeron? —De pronto me sentí muy mal. Por más famoso que seas, no es agradable que digan cosas negativas de ti, o que encima mientan.

—Obvio no es verdad. —Luka intervino—. La mitad de lo que esos tipos dicen es inventado, o exagerado.

—Imagino. Yo fui quien terminó con Tiago.

—Te creo, es decir, quien podría ser tan, pero tan imbécil como para terminar contigo. —Sabía que lo decía por quedar bien, pero me hizo sentir mejor—. Entonces supongo que eso de que Sophie e Ian tendrán mellizos es mentira.

Tragué la cerveza con dificultad al escuchar eso. ¿Cómo se habían enterado? Lo de Sophie era algo que solo su familia, Evan, Tamara y yo sabíamos y lo habíamos mantenido como un secreto de estado.

—Bueno, no lo sé. Después de lo que pasó el año pasado no hablé con ella. Se fueron al exterior para dejar de pensar en todo esto y no supe más —mentí, no importaba cuánta confianza me dieran esos chicos, o cuán genial me viera dándoles información, no iba a traicionar a Sophie.

—Sí, eso dijeron, que se fueron al exterior porque Sophie no puede tener hijos, por eso perdieron al otro y que alquilaron un vientre. Así que reaparecerán entre octubre o noviembre con sus bebés haciéndole creer a todos que Sophie se embarazó de nuevo.

—¡No es cierto! —reaccioné molesta. Quería a Sophie como a una hermana y me dolía que hablaran mal de ella—. Es decir, conozco muy bien a Sophie y nunca haría eso.

—Bueno, da igual. Esos tipos dijeron de todo, hasta que a su primo Alan, ese que colaboraba con ellos en un principio tiene una hija ilegítima con la hija de un político fugitivo, que encima está casada. Una locura... Lo importante es que decidiste colaborar con nosotros. Y eso es increíble. Trabajemos antes que se nos vaya el día —Luka se levantó con optimismo.

Yo accedí, dispuesta a cambiar el tema, no me sentía cómoda hablando sobre los Cohen y esa filtración de información.

Grabamos varios videos sencillos, sin guion, de manera espontánea. Un par de retos, un par de juegos y reacciones a otros videos. Fue como pasar una tarde de amigos, con una cámara grabando lo que hacíamos y era la primera vez en meses que me sentía tan bien.

En un receso que tomamos, Luka me mostró los videos de su viaje a medio oriente y pude constatar que era verdad. Sí se había quedado un mes con una comunidad en medio del desierto. Esos videos los editaría y subiría luego, intercalándolos con los que habíamos filmado ese día.

Cerca a las ocho de la noche, Luka me llevó de regreso. Se bajó del auto y me acompañó hasta la puerta del edificio. No me animé a decirle que le había mentido y no vivía ahí, así que solo me dispuse a entrar al lobby y salir a la calle de nuevo cuando él se hubiese ido.

—Fue muy divertido —le dije.

—Fue increíble. Podríamos hacerlo todo el tiempo, pero voy a viajar la próxima semana. Cómo me hubiese encantado llevarte conmigo.

—Será en otra —respondí desanimada, viajar me habría sentado muy bien. Mi madre antes viajaba todo el tiempo, siempre se tomaba fotos increíbles y traía objetos de lo más exóticos... Pero a mí y a Evan nunca nos había llevado y esa idea de conocer otros países me andaba rondando desde hacía rato. El problema como siempre, era mi edad. Cómo añoraba crecer.

—Igual regresaré y filmaremos de nuevo. ¿Te animas? —me sonrió y me levantó el dedo meñique de una forma muy tierna. Enganché mi dedo con el suyo, sellando así nuestra promesa. Me solté dispuesta a irme, pero él puso su mano detrás de mi oreja. Me miró a los ojos y creí que me faltaba el aire al entender sus intenciones. Solo cerré los ojos y sentí mariposas en el estómago cuando me dio un beso algo fugaz.

—Adiós bonita —se despidió casi en un susurro y cruzó hacia su auto.

Lo observé irse desde la acera y sentí que vivía un sueño.  

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