28. El regreso de Camila
—¿Camila? —preguntó Alan en voz alta, y si todavía había una mínima esperanza para que Camila diese media vuelta y escapara, con eso se había esfumado.
—¿La conocen? —exclamó el hombre que la acompañaba, era un sujeto alto, rubio y de ojos claros, se notaba que era extranjero y el acento norteamericano lo terminó de delatar. —¡Oh! ¡Son amigos! —dijo con un mal español.
—Sí, hola, que bueno verlos, ya nos vamos. —Camilia se apresuró a hablar y tomó al hombre del brazo para salir de ahí, pero el sujeto no entendió la indirecta, se aproximó a nosotros, primero hacia Alan y le estrechó la mano de manera muy amigable.
—Soy Derek, esposo de Camila, me alegra conocer a sus amigos —continuó estirándonos la mano a todos—. Esta pequeña es nuestra hija Kathy. Presentó a la niña a la que no le calculé más de cuatro años.
Después de estrechar la mano del sujeto me fijé en Camila, ella permanecía estática en la puerta, como pidiéndonos con la mirada que no le siguiéramos el rollo a su esposo.
— ¡Sentemos juntos y hablamos! —No nos dio tiempo ni de responderle, de manera muy escandalosa arrastró una mesa vacía y la pegó a la nuestra—. Vamos Camila, let's talk. Desde que llegamos que no nos presenta a nadie.
—Qué raro —dijo Evan y recibió una patada por debajo de la mesa por parte de Tamara. En la tablet, Ian y Sophie miraban con incredulidad, Alan al darse cuenta le puso la tapa de inmediato.
La niña pequeña se sentó muy alegre junto a su padre y Camila al ver que no tenía más opción se acercó rezongando.
—Bueno... cuenten, cómo se llaman. ¿Conocen a Camila hace mucho? —Era algo gracioso escucharlo hablar, se notaba que sabía bien el idioma, pero su acento era muy marcado.
—Sí, del colegio. Conozco a Camila hace, cuanto, ¿doce años? —dijo Evan mirándola fijamente, sus palabras destilaban maldad—. Perdón, yo soy Evan, él es Alan, él sí era muy, muy amigo de tu esposa—. Al escucharlo Alan intentó mirar para otro lado. —Él es Tiago y ella es mi novia Tamara.
—¿Tu novia? no perdiste el tiempo ¿no? —Camila le dijo a Tamara con algo de saña.
—Como tú. —Tamara le respondió con una sonrisa hipócrita.
—Oh, ¡yo te conozco! —Derek me señaló—. Tú estaban en esa serie...—Chasqueó los dedos intentando recordar—Transalterna ¿no? La veía todo el tiempo. Camila no me dijo que era tu amiga —miró a su esposa, muy sorprendido.
—No me gusta presumir.
La camarera nos trajo algunas cosas que habíamos pedido. Entre ellas un pastel de chocolate para Tamara que la niña miró con la boca hecha agua.
—¿Cariño, quieres? ¿you want some cake? —le preguntó Tamara.
—No, no... nada de inglés —intervino el hombre—. Estamos aprendiendo español, queremos que Kathy sepa el idioma de su madre así que acá solo hablemos español.
—Perfecto, Kathy, ¿quieres mi pastel? —volvió a preguntar Tamara, la niña asintió de inmediato. —¡Que dulzura! ¿qué edad tienes? ¿cuántos años tienes Kathy? —le peguntó lento. La niña miró a su padre, él le susurró la respuesta.
—Tres.
—¿Tres? —preguntó Tamara mostrándole tres dedos a la niña—. ¿Y cuándo es tu cumpleaños?
La pequeña pareció no entender la pregunta así que volvió a mirar a su padre.
—Cinco de mayo, como la fiesta mexicana, ¿recuerdas?
—Interesante, ¿no crees Alan? —Estoy seguro que Evan y su lado malvado disfrutaban eso como nunca.
Tanto Alan como Camila parecían querer desaparecer, evitaban mirarse y todos menos Derek sentíamos lo incomodo que era todo.
—¿Y qué hacen aquí? Pensé que Camila nunca volvería —pregunté para romper la tensión.
—No pensaba volver. Pero Derek insistió en traernos de vacaciones. No creí que me encontraría con nadie.
—Quiero que Kathy conozca sus raíces. Camila siempre tenía excusas para venir, así que la sorprendimos, ¿verdad cielo? —le preguntó a la niña, que ya tenía le rostro cubierto de chocolate—. La llevamos con los ojos vendados al aeropuerto y se sorprendió mucho cuando le dije nuestro destino.
—Sí, vaya que me sorprendió —respondió la susodicha entre dientes.
—Eso lo explica —dijo Tamara. —Cuéntanos, ¿cómo se conocieron? ¿Cuánto llevan de casados?
—Nos conocimos en una fiesta, fue muy loco.
—¿Muy loco? ¿Qué pasó?
—Le pedí bailar, y bailamos y me dio su número y al día siguiente la invité a salir y salimos todos los días.
—Wow, súper loco—dijo Evan con sarcasmo y recibió otra patada de Tamara.
—Nos casamos hace un año y cinco meses, pero vivíamos juntos antes de eso. Todo fue muy rápido entre nosotros. Nos conocimos y pum, matrimonio y una bella hija.
Mientras el gringo hablaba muy entusiasmado, todos, en especial Alan, mirábamos a la niña de rato en rato. Obviamente pensábamos lo mismo. ¿Esa niña podía ser hija de Alan? Era una pequeña muy bonita, muy parecida a su madre, difícilmente notaba algo de su padre en ella. Su nariz era respingada como la de Camila, su piel muy blanca, pero su cabello a diferencia del de sus padres no era rubio, sino castaño claro, y sus ojos eran color miel. Ni Derek ni Camila los tenían de ese color.... Pero Alan sí. ¿Podía ser una enorme coincidencia? Lo dudaba.
Nuestra extraña velada transcurrió por una hora más. Derek no paraba de hablar. Era un buen tipo, se notaba agradable y extrañamente no le doblaba la edad a Camila. El anterior esposo que ella había tendido era un sujeto de cuarentaicinco años, millonario, y estábamos seguro que ese sería el prospecto para un segundo marido de Camila, pero Derek era algo totalmente diferente. Le calculaba unos veintisiete años y por lo que contaba, no era alguien de mucho dinero. Era dueño de una pequeña cadena de restaurantes familiares en California, negocio heredado de su padre que administraba con su hermano.
—Ya nos vamos, es tarde, Kathy debe dormir. —Camila se levantó en cuanto vio que Derek acabó el sándwich que había pedido.
—Un rato más, estamos de vacaciones.
—¡Please mami! —pidió la niña, quien extrañamente la pasaba bien—. I mean: Por favor mami.
—No, que estemos de vacaciones, no significa que vayamos alterar tus horarios. Fue un placer —se despidió tajante. Entonces tomé la oportunidad.
—Derek, danos tu teléfono. Así nos juntamos otro día, te invito a una fiesta o algo. —Sabía que si Camila escapaba en ese momento no la contactaríamos nunca más.
—¡Claro! —Derek lucía fascinado con la idea. Tomó mi teléfono y anotó su número. Camila me asesinaba con la mirada, yo le sonreía de manera triunfante. —Te añadiré mi Facebook, ¡aceptame de amigo!
—Por supuesto.
La familia se retiró y quedamos nosotros solos. Permanecimos en silencio un largo rato. Tamara de inmediato tomó la tablet de Alan y llamó a Sophie.
—¡Por qué demonios nos colgaron! —reclamó mi hermana. —¿Camila está ahí? ¿Sigue? ¿qué paso?
—¡Alan tiene una hija! —le gritó Tamara.
Alan de inmediato le arrebató la Tablet.
—¡Claro que no!
—Por favor, es obvio que esa niña es tuya —acotó Evan.
—¡No! No es cierto. ¿Por qué dicen eso? ¿Qué los lleva a pensar eso? —Estaba nervioso, muy nervioso.
—¿Porque literalmente Camila intentó embarazarse de ti antes de irse a Estados Unidos? —preguntó Tamara.
—Intentó, y no le funcionó, cuando se fue me dijo que no estaba embarazada.
—Según recuerdo, te dijo que se hizo una prueba y le salió negativa. —Se escuchó la voz de Sophie. Alan volvió a parar la tablet sobre la mesa—. Las pruebas de embarazo son efectivas recién como la cuarta semana de la concepción. Es decir que Camila pudo embarazarse apenas unos días antes de que terminaras con ella y hacerse una prueba que obviamente salió negativa.
—Sí, pero... esa niña es de su esposo —insistió Alan.
—Alan, haz cuentas —Interrumpió Tamara—. ¿Camila se fue en qué fecha? ¿Octubre? Y esa niña nació en mayo del siguiente año. Camila tendría que haberse embarazo ni bien llegó a Estados Unidos y la niña nacer prematura.
—Pues eso pudo pasar.
—Esa niña no se parece a su padre —le dije yo.
—No, pero es la viva imagen de Camila, es decir, tú te pareces mucho a tu padre, pero eso no significa que tu madre no sea tu madre...
—Ambos son rubios y ella tiene el cabello castaño. Ambos tienen los ojos celestes y ella los tiene color miel, como los tuyos. —Seguí insistiendo con todas mis observaciones.
—¿Y qué? La genética es así.
—No es así. El cabello rubio y los ojos celestes son genes recesivos, si tus dos padres tienen esas características es imposible que tu tengas otras —acotó Ian.
—No me molestes con tus conocimientos científicos. Esa niña no es mía. Camila me lo hubiera dicho. Aunque sea para sacarme dinero, así que dejen a Camila y su familia en paz y no vuelvan a hablar del tema, o voy a enojarme mucho, ¿oyeron? — Alan se alteró de verdad. Todos asentimos. Pagamos la cuenta y nos fuimos hacia el pub. Esa noche debíamos tocar con la banda y Alan la pasó realmente bien. Bebió lo suficiente como para a dormir hasta el medio día de la mañana siguiente. Después de lo ocurrido en mi cumpleaños ya había aprendido a tomar con más moderación, no quería que nuevamente me embaucaran, o de verdad terminar en la cama con tres extrañas.
—Subí a Alan a un Uber y me lo llevé conmigo, era obvio que sus padres no iban a recibirlo a esas horas y en esas condiciones.
Lo ayudé a tumbarse en la cama de Sophie y yo me fui a mi habitación, intentaba conciliar el sueño cuando el corazón casi se me sale del pecho al sentir que alguien se acostaba mi lado. Prendí la luz de la lámpara y me tranquilicé al notar que era Alan.
—Tiago, tengo una hija —dijo moviendo la boca con lentitud, todavía estaba ebrio. —. Soy papá y no lo sabía, ¿qué voy a hacer?
Bien, mi sueño se había ido, me senté a su lado porque me sentía raro hablándole acostado.
—Mira, no lo sabemos al cien por ciento.
—¡Tiene mis ojos!
—Bueno, sí... pero míralo por este lado. Derek es quien la cría, y parece un buen sujeto, si Camila nunca te lo dijo fue por algo. Si no era que nos la encontrábamos ahora no lo habría sabido nunca.
—Pero ya lo sé, y no puedo tener una hija por ahí. Necesito saber si es mía, estar seguro.
Pensé qué hacer. Alan tenía derecho de saber, y la única forma era interrogando a Camila. Lo convencí de irse al otro cuarto a dormir y al día siguiente armé un plan.
Llame a Derek.
—Hola, ¿qué van a hacer hoy, quieres que hagamos algo? Conozco muchos lugares para llevar a Kathy.
—Oh increíble, Camila me dijo que nunca ibas a llamar. ¡Cami! It's Tiago, ¿viste que sí llamaba? —le gritó alejando el teléfono—. Íbamos de compras.
—Perfecto, yo conozco muchas tiendas y varias me patrocinan así que me hacen descuentos. ¿Qué tal si te paso la dirección y nos encontramos?
Alan se acercó a mí con un plato de cereal y me miró estupefacto.
—¿Por qué hiciste eso?
—Anoche me lo pediste.
—¡No es cierto!
—Me dijiste que necesitabas saber si esa niña es tuya. Hoy salimos con ellos, yo distraigo a Derek y tú interrogas a Camila.
—No, no puedo ir, ¡estás loco!
—¡No seas cobarde!
—No es cobardía. Camila se verá emboscada, no me dirá nada, se enojará y desaparecerá y yo no veré a mi hija o posible hija de nuevo. Ve tú, por favor. Sácale a Derek toda la información que puedas.
—Está bien... pero no puedo ir solo será muy raro. —Consideré y se me ocurrió invitar a alguien. No sé por qué, pero la primera persona que se me vino a la mente fue Candela. La llamé contándole que llevaría a unos amigos extranjeros de paseo con su niña, no sabía si era un plan atractivo para ella, pero sorprendentemente me respondió que sí.
Dos horas más tarde pasé a recogerla y luego nos dimos encuentro con Camila y su familia en un centro comercial. Si tenía suerte, el plan iba a funcionar y obtendría la información necesaria para saber si Kathy era mi sobrina.
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