27. A Alan le va peor que a mi

—¡Eres un maldito cerdo! —me gritó Tamara—. Terminas con Grecia y al toque estás no con una ni dos, ¡sino tres chicas!

Intenté callarla porque notaba que el rostro de Evan se iba poniendo más y más rojo.

—No sé qué pasó. No lo recuerdo. Bebí demasiado, no sé quiénes son esas chicas ni cómo las conocí ni nada, te lo juro. Sé que no lo excusa del todo, pero si tuve sexo con ellas fue por el alcohol.

—Si estabas tan ebrio como para no recordar nada, es imposible que hayas podido tener sexo con tres chicas, no te des tantos méritos —habló Evan por fin.

—Oye, tú qué sabes de mi rendimiento —le reproché.

—Bueno, es cierto. —Tamara se calmó y se sentó junto a nosotros—. ¿Recuerdas eso? digo, la tremenda orgía que te lanzaste.

—No, no recuerdo nada. Pero amanecí desnudo con ellas.

—Yo creo que esas chicas solo buscaban publicidad y te tendieron alguna trampa —dijo Evan y no podía creer que me estuviera apoyando.

—Sí seguro fue eso. ¿Ustedes no vieron en qué momento me fui?

—No somos tus niñeras. Yo estaba ocupado atendiendo el lugar.

—Yo también, recibí tus regalos, los llevé a la parte de atrás y luego te perdí de vista, estaba ocupada.

—Podemos ver videos de anoche para ir reconstruyendo lo que ocurrió y preguntarle a Susan sobre ellas, seguro ella las invitó. —Evan tomó su teléfono para buscar los videos publicados de mi fiesta, mientras tanto yo llamé a Susan. Pensaba que me regañaría por lo ocurrido, pero sonaba muy despreocupada.

—¿Viste el video mío que está circulando? —pregunté con temor. Estaba seguro que iba a regañarme, pero sonaba muy tranquila.

—Sí, lo vi.

—¿Y no vas a decirme nada? ¿Qué hago? ¿Saco una explicación? ¿demando a la tal Sabrina? ¿qué?

—Nada, no hagas nada. Es publicidad, alimenta tu fama de play boy y las mujeres adoran eso. Así que tómalo como si fuera cosa de cada día, ya que lo es.

—No, no lo es. Y eso va a meterme en problemas con alguien que realmente me importa mucho. ¿Puedes localizar a la tal Sabrina y decirle que borre el video y diga que no pasó nada?

—Claro que no. Esto es publicidad para ella también. Sus seguidores siguen subiendo. Esa persona a la que tanto le importas debería saber que esta es tu vida, si no lo va a aceptar que salga de ella, porque solo nos perjudica. —Me colgó.

—¡Maldita Susan! —exclamé.

—¿Seguimos reconstruyendo los hechos? —me preguntó Tamara.

—No, ya olvídalo. —Respondí tomando mi chaqueta para irme de ahí. Odiaba a Susan, odiaba a esas chicas que ni sus nombres sabía. El estar casi seguro de que nada había pasado con ellas, me tranquilizaba un poco, pero ¿Cómo convencer a Grecia de aquello? Tal vez Susan tenía razón, mi vida era esa, mi imagen pública lo era todo y si alguien tenía el valor de estar conmigo debía aceptarlo. Grecia lo había aceptado por años y por eso mismo estaba segura de que yo sería incapaz de estar en una relación seria solo con ella. Cada vez me daba cuenta que, si quería una vida amorosa normal, debía renunciar a mi vida pública, y a esas alturas era casi imposible.

Por días esperé noticias de Grecia. Le mandé varios mensajes, escribiéndole desde lo más profundo de mi corazón, con la esperanza de que los leyera en algún momento.

Después de mis clases del viernes fui un momento al pub, a hablar con Tamara, luego debía ir al aeropuerto, me había comprometido a recoger a Alan y eso me alegraba un poco.

—¿Noticias de Grecia? —le pregunté a mi mejor amiga al llegar. Como cada día esa semana era lo único que quería saber.

—Ayer habló conmigo.

—¿Y? —me emocioné—. ¿Dijo algo de mí?

—De hecho sí, me pidió que te pidiera algo.

—¿Qué cosa? —la emoción aumentaba.

—Dice que mandes sus tuppers de regreso.

—¿Sus tuppers? ¿Enserio?

—Pues sí, esas cosas son caras, no es para andarlas regalando.

—¿Nada más? —pregunté entre dientes.

—Nop. Te sigue odiando. Con Evan no quiere hablar, pero al menos lo desbloqueó.

—Genial. Me voy.

—Espera, vas por Alan ¿no? —preguntó tragando saliva.

—Sí, ¿quieres venir conmigo? —le pregunté con maldad.

—No seas idiota. Solo habla con él y me dices si es prudente verlo. Quiero arreglar las cosas en persona, pero al mismo tiempo no sé si está triste, enojado o no es oportuno.

—Ya, te mantengo al tanto, pero tu háblale bien de mi a Grecia, dile que vea los mensajes que le mandé.

—Claro —me golpeó el hombro y salí de allí.

¡Tres horas! Tres malditas horas de retraso tenía el vuelo de Alan. De haberlo sabido habría ido más tarde, o solo enviado a sus padres que estoy seguro tenían flojera de ir y por eso me convencieron de usar una de los pocos viernes en la noche que no iba a tocar con la banda.

Me puse a buscar cual restaurante de lugar tenía una mesa libre cerca de un enchufe cuando alguien tocó mi hombro.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó Candela. La saludé con un abrazo y le expliqué que esperaba recoger a mi primo.

—Yo espero a mi padre. Su vuelo está retrasado casi una hora.

—El de mi primo, tres.

—Lo siento. ¿Quieres que comamos algo mientras esperamos?

Acepté gustoso su oferta, al menos pasaría una de las tres horas que me quedaban charlando con alguien.

—Me encantó tu fiesta, aunque casi no te vi —me dijo.

—Sí, había mucha gente.

—Y muchos famosos al parecer. Mia me los andaba señalando y obligándome a tomarme fotos con ellos.

—Yo tampoco conozco a la mayoría de gente que estaba ahí, mi representante los invitó, ya sabes, publicidad y eso.

—Sí, entiendo. Bueno, me refiero a que entiendo que debe ser complejo el tener tu estilo de vida. Yo no estoy al tanto de esas cosas: Youtube, Tiktok y eso. A tu hermana la veía a veces porque me gustaba desde que estaba en el colegio y aparecía en "La vida secreta de una espía", pero fuera de eso... soy más de los medios tradicionales. Creo que soy la única universitaria del siglo veintiuno que compra el periódico a diario.

—Bueno, yo no he comprado un periódico nunca. Pero es interesante, conocer a alguien que sí lo haga... —Tomé un trago del café que había pedido. Pensando que mi respuesta había sido un poco estúpida.

—Un día voy a mostrarte mi colección de recortes —dijo sonriendo—. Para que también conozcas a alguien muy aburrido.

—No eres aburrida. Me gusta lo vintage.

—Me gusta esa definición, supongo que soy vintage. —Me sonrió de nuevo.

—Un día puedes colaborar conmigo en un video y mostramos tu colección de recortes viejos.

—Uy, tu audiencia va a amarme —dijo con sarcasmo y luego rio—. Odio aparecer frente a cámaras. Admiro que tú lo hagas. Mia me dijo que tu novia también es medio famosa ¿no?

Metió el dedo en la llaga al mencionar a Grecia y pensé qué decirle.

—Grecia ya no es mi novia, terminó conmigo ese día —respondí sin mirarla a los ojos. En cierta forma, dolía un poco menos decirlo.

—Lo siento. ¿Estabas mucho tiempo con ella?

—De conocerla, casi siete años, de estar de novios, pues...—me hice al que pensaba—. Tres horas.

—¿Es en serio? —Quiso reír y casi se atraganta. —Perdón, no me estoy riendo, es solo que... nunca escuche de una relación tan corta.

—Ni yo, debe ser un record o algo.

—¿Puedo preguntar qué paso? En el partido se veía un poco... intensa, te juro que me mataba con la mirada.

—Solo algunos malos entendidos. Mi relación con ella es complicada. Vive en otra ciudad, está pasando por momentos difíciles, hay que entenderla...

—Wow.... ¿Sabes? Yo también terminé una relación hace poco, pero yo estuve tres años con él. Estaba convencida de que nos íbamos a casar y todo eso.

—¿Y qué pasó?

—Él también estaba pasando momentos complicados, jamás salía de ellos y yo gastaba todo mi tiempo y energía en él. Y así era: él, él y solo él, solo sus problemas, solo lo que sentía, acomodarme a su vida. Creí que valía la pena porque lo amaba y era normal porque éramos pareja, pero, me estaba consumiendo la vida. Estar juntos era una guerra constante y en algún momento entendí que si tienes que pelear tanto por una relación, es porque tal vez no valga la pena. No sé, ahora que estoy sola y pienso mejor las cosas, creo que una relación solo debe fluir, no debe ser complicado. ¿Sino cuál es el punto?

Vaya, de alguna forma me sentí identificado con las palabras de Candela. Era verdad que había luchado mucho por Grecia y que a veces todo era cuesta arriba con ella.

El teléfono de Candela sonó y ella revisó un mensaje.

—El avión de mi papá está aterrizando. Ya debo irme. Me gustó hablar contigo. Espero que bajes al mundo de los mortales más seguido para hablar con nosotros.

Me despedí con un gesto. Y seguí tomando mi café. Hablar con Candela había sido agradable, y me había dejado pensando. Quería a Grecia, claro que sí. Pero tal vez estaba forzando las cosas demasiado entre ambos.

—Te odio—le dije a Alan cuando apareció con su maleta.

—Hola, yo también te extrañé —me respondió pasándome su bolso de mano.

—Esperé tres horas —me quejé, caminando a su lado hacia la salida del aeropuerto, ya era de noche.

—¡Yo estuve catorce horas en un avión! Con un bebé llorón, un señor ebrio, y una loca que no quería sentarse junto a un árabe. Por su culpa retrasaron el vuelo. Estaba convencida de que era un terrorista.

—Yo casi me quedo sin batería.

—Pobrecito. Llévame a casa de Sophie. Hablé con mis padres, dicen que es tarde y no van a abrirme la puerta hasta la mañana.

—Se nota que te aman.

—Me aman, pero aman más dormir.

—Yo también, pero aquí estoy así que tendrás que compensarme el tenerte más cariño que tus propios padres.

Charlamos y escuchamos música todo el camino, estar con él era refrescante. No hablamos de mi vida amorosa y lo agradecí, y tampoco hablamos de la suya y creo que también loa agradeció. Eso hasta que estuvimos en el departamento. Yo no tenía sueño y Alan tampoco. En Alemania era de día, así que debía ajustarse al horario.

—¿Pudo preguntarte algo?

"Que no sea sobre Tamara, que no sea sobre Tamara" rogué.

—¿Desde cuándo necesitas preguntarme si puedes preguntarme algo?

—Desde que te preguntaré algo incómodo. ¿Sabes cómo está Tamara?

"Mierda..."

—Está bien, ¿por qué? —traté de desviar la pregunta. Había esperado que él quisiera evadir el tema y pasara sus vacaciones sin verla o mencionarla siquiera.

—Tú sabes por qué. No hablamos demasiado desde que... ya sabes. Antes conversábamos todo el tiempo, luego dejó de hablarme mucho, luego me confesó que salía con Evan, y partir de ahí, yo le doy like a sus publicaciones, ella le da like a las mías y a veces me manda algún meme. No sé en qué situación nos pone. ¿Crees que debo ir a buscarla?

—¿Buscarla para qué? Mira, si quieres seguir siendo su amigo, pues selo, pero si buscas otra cosa, mejor no.

—¿Por qué no? es decir, ya no estamos juntos. Pero desde que me fui que ya no estábamos juntos, juntos. Yo salía con otras chicas, ella salía con otros chicos, pero luego estábamos juntos cuando llegaba, porque las relaciones que teníamos aparte no eran serias.

—Bueno, pues ahora lo de ella y Evan va en serio.

—¿Muy enserio?

—Alan, tienen un negocio en común y viven juntos.

—Sí, pero... no viven juntos, juntos, son como roommates... con derechos.

—Te lo pongo así. La habitación de Tamara la usan como depósito de los tragos caros para que los empleados del pub no los adulteren. Están viviendo juntos, juntos.

Sé que dije lo que Alan no quería escuchar, pero prefería decirle la verdad. Las posibilidades que tenía de volver con Tamara eran nulas, a menos que ella terminara con Evan y no era algo que sucedería en un futuro cercano.

Alan suspiró y dejó el mando de la consola sobre la mesa. Un poco desanimado me dijo que ya le había dado sueño y se metió a la habitación principal a dormir. Yo apagué la televisión y limpié un poco. Ian solía llamarme a cualquier hora para que le mostrara que todo estaba en orden y ya me había creado un trauma.

En la mañana Alan salió temprano a visitar por fin a sus padres, y quedamos de acuerdo en encontrarnos en la tarde. Yo tenía asuntos que arreglar. Lavé los tupper con la comida que devoré en la semana y los puse en una caja para mandarlos por paquetería a Grecia. Llamé a la arrendataria del departamento que había alquilado para cuando la visitaba. Por cómo iban las cosas, no la visitaría en un buen tiempo, si es que no era nunca. Le pedí que las cosas que había dejado me las mandara, y las que había comprado para la cocina que las mandara a la dirección de Grecia. Al final, había comprado eso para ella y era mejor que ella decidiera qué hacer. Lo que me llevó a pensar ¿qué iba a hacer Gracia ahora? Teníamos varios videos grabados, como para mantener sus redes y su canal activos un par de meses, ¿pero luego? Me preocupaba y me daba pena, pero cortar con ella significaba cortar por completo. Las claves y el mando de sus cuentas se las pasé a Susan y cada que me acordaba revisaba si Grecia me había desbloqueado, aunque sea solo para leer lo que le había mandado. No esperaba que regresara a mis brazos, pero si quería que supiera lo que sentía y pensaba, con eso me era suficiente. Dejar a Grecia me creaba tantas preocupaciones, que me fue inevitable recordar mi conversación con Candela. En esos meses Grecia de alguna forma había consumido mi vida, mi tiempo libre y hasta mis propias preocupaciones. Tal vez romper toda relación con ella era bueno para mí.

****

Cuando Alan me dijo que nos encontráramos en una cafetería en el centro con algunos amigos, jamás imaginé que se refería a Evan y Tamara. No entendía como ellos habían aceptado ir. Aunque si lo pensaba, no aceptar podía ser peor. Después de todo, Evan era uno de los mejores amigos de mi primo y se suponía que todos estaban bien con la situación. O al menos lo pretenderían.

—¿Es genial no? juntos de nuevo. Bueno faltan Sophie e Ian. Pero se conectarán en un momento.

––Por favor no me digas que va a meterlos en video llamada —le murmuré a Evan, quien no disimulaba su gesto de incomodidad.

—Ya están —nos avisó volteando su tablet hacia nosotros—. Hola, digan hola, acompáñenos tomando algo.

No sé si era mi impresión, pero Alan hablaba más rápido de lo normal.

—Qué rayos —dijo Ian, viendo por la pantalla la reunión a la que lo habían incluido.

—Es como en los viejos tiempos. Por si no los ven, está Tiago, Tamara y Evan. —Levantó la tablet y la giró para que Ian y mi hermana pudieran vernos a todos.

—Genial, ¿podemos colgar ya? —preguntó Ian sin nada de tacto, Sophie le dio un codazo.

—Es... casi como estar ahí —dijo Sophie, fingiendo una sonrisa.

—Bueno, no nos vimos en un año, en un año pasan muchas cosas. ¿Cómo están ustedes? Pónganme al día.

—Abrí un pub —respondió Evan.

—Sí, eso me lo habías dicho y que va muy bien.

—Sí y en las tardes funciona como cafetería ya que no podemos abrir todas las noches —acotó Tamara.

La conversación era forzada, la tensión era absoluta y en cierta forma me gustaba, y estoy seguro que a Ian también. Ambos en ese momento teníamos una conexión telepática malvada que nos hacía disfrutar del sufrimiento ajeno.

—Genial... podemos ir un día, y pasar ahí el tiempo. —Alan intentó rescatar la conversación.

Tamara bajó la vista a su celular, como queriendo esquivar la de Alan. De pronto sentí mi celular vibrar y me di cuenta que era ella escribiéndome.

Tamara: esto es muy incómodo. Alan se da cuenta que es incómodo? No le dijiste que hacer esto no era una buena idea?

Tiago: No sabía que iba a hacer esto.

Tamara: Ahora qué hago? Evitamos el tema o hablamos de él? No sé qué hacer.

Tiago: Yo menos, no es mi problema.

Tamara: eres un pésimo amigo!

—¡Sin celulares!—Alan me quitó el aparato de las manos y a Tamara también, por suerte solo los puso a su lado y no vio los mensajes que nos mandábamos.

—Sabes, ya basta. No vamos a seguir evitando el tema —Evan se exasperó y habló al final—. Tami y yo estamos juntos y tenemos una relación muy seria. Eso no significa que dejaremos de ser tus amigos, pero ya supéralo.

—¿Superarlo? ¿En algún momento te he dado a entender que me molesta que estén juntos? Porque claro que me molesta, pero los traje aquí para demostrar que todo está bien entre nosotros. Si Tamara quiere estar contigo, pues bien, no puedo obligarla estar a mi lado, además yo también tengo una relación en Alemania, una muy seria, tanto que cuando vuelva nos mudaremos juntos.

—¿Es en serio? —preguntó Tamara. Claro que ninguno se lo creía.

—Claro que sí. ¿Estás insinuando que no puedo tener una relación seria? ¿O que nadie viviría conmigo?

—No, pero jamás me hablaste de nadie. ¿Cómo se llama?

Me acomodé para ver el show, Tamara sonaba muy retadora.

—Helga.

—¿Helga? —preguntó Evan —. ¿Qué es una señora de sesenta años?

—No, tiene... veinte. Helga es un nombre común en Alemania.

—Muéstranos una foto. —Ian habló a través de la pantalla.

—No tengo una ahora.

—¿No tienes fotos de tu novia? —Tamara volvió a retarlo.

—No, al llegar aquí pasó algo raro y se me borró todo lo del celular —se excusó. Miré hacia la pantalla de la Tablet, Sophie e Ian literalmente comían palomitas de maíz.

—Entonces muéstranos su Instagram.

—No tiene, no se usa mucho allá.

—¿Facebook?

—Tampoco

—¿Twitter?

—No

—Tiktok, Snapchat... algo debe tener.

—Pues no, no tiene nada de eso, y no necesito demostrarles nada. —Alan se levantó, ya estaba un poco enojado.

—Solo admite que es mentira —lo increpó Evan—. No necesitas inventarte una novia. Tamara y yo estamos juntos, tú estabas con ella antes, es lógico que sientas celos.

—No estoy celoso.

—Sí lo estás —dijo Sophie.

—No... ¿están comiendo palomitas?

—Sí.

—Obvio que sí —respondieron Sophie e Ian al mismo tiempo.

Yo no interfería, solo me divertía, mucho. ¿Hacía unos minutos atrás pensaba que eso era una mala idea?: Sí. ¿Había cambiado de opinión?: Totalmente. Creía que la situación no podía empeorar, o mejorar de acuerdo al ángulo en que se lo veía, cuando Alan se calló de pronto y perplejo miró hacia la puerta de la cafetería. Todos volteamos y no nos podíamos creer que quien acababa de entrar era Camila, la otra ex novia de Alan de la que no sabíamos desde hacía años, acompañada de un hombre y una niña pequeña. El cruce de miradas había sido tan obvio que no había forma de fingir que no nos conocíamos.

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