19. Otro nuevo secuestro
Tuve que esperar a que se calmara. Tras unos minutos por fin se limpió las lágrimas del rostro y habló.
—Estoy embarazada.
Le di unos segundos para a que dijera algo más, pero eso fue todo y no supe qué decir. ¿Eso era malo? Muy inesperado sí, pero al final no era una tragedia como pensaba.
—No entiendo ¿eso es algo malo?—le pregunté lo que pensaba, necesitaba que me aclarase las cosas.
—No voy a poder Tiago, no voy a soportar ser la madre de tres bebés muertos —explicó y comenzó a llorar de nuevo. Eso sí me detuvo el corazón.
—Espera Sophie, necesito que vayamos por partes. ¿Tres?
—Sí, son dos —respondió sollozando y sacó de su bolsa un sobre con unos papeles, entre ellos una ecografía que observé fingiendo que entendía qué rayos había ahí. Solo notaba manchas.
—¿Pero están bien? no entiendo.
—Si los pierdo, no voy a soportarlo.
Ahí entendí un poco más, pero decidí que tener una visión objetiva de lo que pasaba por parte de mi hermana no iba a ser posible. Bajé del auto y regresé hacia el centro médico. No podía esperar, así que abrí la puerta de la consulta, frente al escritorio estaba la mujer embarazada de antes y el médico se levantó de inmediato a increparme. Yo agradecía no haberme encontrado con una mujer semidesnuda en la camilla.
—Lo siento, lamento entrar así, pero es una emergencia. Por favor, solo será un momento, es por Sophie —le pedí a la mujer y por suerte ella fue comprensiva, se levantó y me dejó a solas con el ginecólogo.
—¡No puedes entrar así a mi consulta!
—Lo sé, pero tengo a mi hermana llorando en el auto, diciendo que será la madre de tres bebés muertos y necesito entender qué está pasando.
El médico suspiró y me ofreció tomar asiento.
—Tu hermana está embarazada de nuevo, es un embarazo bivitelino. Tener uno tan pronto después de una cesárea siempre tiene riesgos, pero ella ya tiene casi diez semanas, y no ha habido problemas de momento ni tiene por qué haberlos. Tomaremos más precauciones que la anterior vez.
—¿Eso es todo? —pregunté. Esperaba algo más... negativo. Al final el haber vivido en una eterna maratón de Netflix le había servido para mantenerse tranquila en sus primeras semanas de embarazo.
Sophie me dio alcance en ese momento y entró a la consulta disculpándose con el doctor.
—Es todo. —Volvió a dirigirse a mí—. Hablaré con su otro doctor para cambiar la medicación que está tomando y tendrá que hacerse varios análisis, me preocupa su enfermedad en la sangre, pero por mi parte no veo por qué las cosas deban salir mal. — Concluyó dirigiéndose a ambos. Sophie solo bajaba la mirada—. Bueno, pues... felicidades. Sophie te espero la próxima semana; y tú. —Me miró—. Si vuelves a entrar así llamaré a la policía —me amenazó con una sonrisa.
No sabía si iba en serio, pero daba igual, me amenazaban con la policía la menos una vez al mes.
Ya tranquilo y entendiendo todo regresé con Sophie.
—¿Ves? Todo está bien. Creo que el refugio debe esperar, ¿te llevo con Ian?
—¿Qué? ¡No! ¡¿Estás loco?!
—¿Por qué?, ¿no estás embarazada de él? —pregunté con algo de miedo. Ella me golpeó con su bolsa.
—Por supuesto que es de él. Pero no quiero decírselo. No hasta que sea algo concreto. Él ya está rehaciendo su vida y esto va a cambiarlo todo. No quiero interferir así.
Volteé los ojos. Bastante harto, Sophie era una especialista en crear drama innecesario.
—Sophie, te mentí.
—¿Con qué?
—Con Ian. No es verdad que sale y tiene amigos y está feliz. Es absolutamente miserable. Solo va a clases, no habla con nadie, regresa a casa y trabaja todo el tiempo. Su vida se derrumbó cuando te fuiste. Te mentía porque eso te hacía sentir mejor; pero te necesita. —La tomé de los hombros para hablarle más claro, ella estaba muy desconcertada con lo que le había confesado—. No sé de embarazos, psicología ni nada de eso. Pero hay cosas que son simplemente obvias. Tú e Ian están teniendo una nueva oportunidad. Sé que estos nuevos bebés no van a reemplazar al que perdiste, pero tienen que seguir adelante y formar la familia que querían. No puedo prometerte que nada malo va pasar, pero sí que le importan a muchos y todos haremos hasta lo imposible porque todo salga bien.
—¿Estás tomando algún coaching en línea o de donde salió eso? —me preguntó.
—¿Por qué todos me preguntan eso? ¿No puedo simplemente decir lo que pienso y dar algún consejo?
—No, está bien, creo que tienes razón. Quiero ver a Ian, y creo que debo decirle, aunque no sé cómo se lo vaya a tomar.
—Estoy bastante seguro que bien. —Le aseguré. Subimos al auto y llevé a mi hermana a reunirse con su novio... o esposo, seguía siendo muy raro decirle así.
Entramos al departamento, Sophie notó que se veía frío y vacío, me adelanté a tocarle la puerta de la habitación a Ian y como esperaba tardó mucho en responderme.
—Estoy ocupado, si quieres comida mi tarjeta está sobre la mesa de la cocina —Me gritó desde adentro.
—No es eso. Alguien quiere verte.
Me alejé de la puerta porque escuché los pasos fuertes y enojados de Ian acercándose a esta.
—¡Te dije que no quiero a ningún maldito psicólogo! —me gritó y de golpe su expresión cambió al ver a Sophie detrás de mí—. ¿Sophie qué haces aquí? Se supone que no podíamos vernos.
—Se supone, pero tienen que hablar. —Le dije alejándome. Mi hermana se acercó a la puerta, e Ian no lo aguantó, de inmediato la abrazó con fuerza, ella le correspondió. Era una escena muy tierna. Se separaron y Sophie me miró, yo le hice un gesto para que hablara, se notaba que no sabía cómo comenzar, así que abrió la bolsa y sacó la ecografía que me había mostrado. Ian la sostuvo con las manos temblorosas.
—¿Son dos? —le preguntó sin dejar de mirar la ecografía. Yo me preguntaba cómo demonios veía ahí dos bebés, fetos, o lo que fueran.
Sophie tragaba saliva, muy nerviosa. Ian no decía nada y era difícil saber lo que pensaba, me estaba poniendo nervioso a mí también.
—No puedo creerlo —dijo por fin y de golpe cambió su expresión, abrazó a Sophie de nuevo y la tomó del rostro para besarla—. Vamos a tener dos bebés.
Sophie respondió con la cabeza y volvieron a besarse. Era increíble verlos tan felices después de tanto tiempo. Por fin algo bueno parecía suceder. Igual decidí irme, ya todo era muy empalagoso para mi gusto y sabía que en cualquier momento se pondría muy incómodo.
Salí del departamento y regresé donde mis padres. Lo mejor sería pasar ahí otra noche y así darle a mi hermana y a Ian su espacio... en realidad no quería escucharlos tener sexo. Y de paso les explicaría a mis padres que Sophie se mudaría de nuevo.
Mi padre casi me mata cuando me vio regresar sin mi hermana, se suponía que a ella no debíamos dejarla sola, y luego estuvo por matarme de nuevo cuando le expliqué que la había dejado con Ian.
—El psiquiatra no dijo que podían verse de nuevo —señaló muy enojado.
—A la mierda el psiquiatra, necesitaban verse y estar juntos. Sophie está embarazada de nuevo.
Mi madre que venía detrás abrió la boca impresionada en cuanto me escuchó.
—¿Estás seguro?
—Sí, vi la ecografía... la verdad no entendí nada, pero según el médico, Sophie e Ian ahí se ven dos renacuajos. Me voy a dormir, mañana saldré temprano. —Me despedí de mi madre con un beso y los dejé bastante anonadados.
De nuevo inicié mi rutina de cada sábado. Partí a las cinco de la mañana para conducir con calma y llegar a las diez. Le mandé un mensaje a Grecia en cuanto llegué a la puerta de su edificio y ella bajó corriendo.
—Ya tengo editados los primeros videos —anunció en cuanto entró al auto y tiró su mochila y su patineta al asiento de atrás.
—Genial, hoy subimos el primero y anunciamos tu regreso.
—¿Crees que reciba mucho hate?
—No más del usual, yo igual me encargo de callar a todos.
Conduje hacia una plaza que no era muy concurrida, ahí íbamos a tomar aire y conversar. También aprovechábamos los árboles y los senderos ornamentados de ese lugar para tomar fotografías. Tenía cientos de ellas.
—Luego elige la mejor para subir a mi nuevo Instagram —me pidió mi pequeña mientras posaba sobre su patineta.
—Te ves hermosa en todas, es imposible elegir una —le respondí, ella me miró como si yo le mintiera, pero era verdad. Grecia era una muchacha realmente hermosa, delgada de grandes ojos grises y una cabellera larga y rubia. Su cuerpo era perfecto también. Glúteos firmes y pechos grandes, no demasiado, lo suficiente para lucir un bonito escote. Esas eran cosas que recién había empezado a fijarme unos meses atrás.
Revisé un mensaje de Sophie que me había llegado y Grecia se acercó a mí con rostro preocupado.
—Unos idiotas nos están filmando —me explicó tapándose el rostro.
Me fije en varias direcciones y en efecto un grupo de tres chicos nos apuntaban directo con sus celulares.
—¡Oigan! —les grité acercándome—. Por favor borren lo que grabaron.
—No —respondió uno con hostilidad.
—Bórralo —ordené, ya me estaba enojando.
—Ustedes son personajes públicos, podemos grabar lo que queramos. —Se metió otro.
—Mira, no voy a repetirlo, bórralo.
—¿O si no, qué? —El primero volvió a apuntar su celular hacia mí. Le bajé la mano con fuerza y antes de darme cuenta vi como el segundo acababa en el suelo.
Gracia estaba a mi lado y lo había pateado en la entrepierna.
—¡Te dijo que lo borres, idiota! —le gritó y sin darle pausa le metió un puñete en la cara al segundo chico. El tercero que no había hablado hasta el momento, se alejó muy asustando pensando que ahora le tocaba ser golpeado por la chica.
—Yo no filmé nada, lo juro —levantó las manos mostrando que no traía celular.
—Tú, dame el celular —Grecia le arrebató de las manos el aparato al chico que había pateado en la entrepierna, quien seguía doblado de dolor en el suelo. Buscó en la galería y eliminó el video—. Aprendan a respetar. —Finalizó tirándole el teléfono a la cara.
Yo me quedé inmóvil. Sin saber qué hacer. Grecia dio media vuelta y me tomó de la mano. Caminé a su lado muy desconcertado.
—¿Me invitas a comer algo? —me preguntó sonriendo. Como si nada hubiera pasado.
—¿Qué fue eso? —me animé a preguntarle.
—¿Qué? —preguntó como si no supiera a qué me refería.
—Que casi matas a esos chicos.
—Eres un exagerado —consideró—. Con Daniel peleábamos así todo el tiempo. Si no borras tú lo que grabaron, no esperes que lo hagan por voluntad propia. Lo extraño bastante ¿sabes? —. Otra vez perdió la alegría—. Era divertido filmar con él y pelear con idiotas.
—Eso estoy notando.
—Extraño todo. —De ponto se puso aún más triste—. En especial a Evan. Hablo todos los días con él, pero no es lo mismo. Siempre que algo malo pasaba podía llegar a casa, a abrazarlo y él lo resolvía. Y sé que ya soy grande y no debería buscar a mi hermano para que me solucione todo, pero...
—Siempre necesitamos de alguien. Yo todavía necesito a mis padres. Obviamente tú necesitas a Evan.
—Perdón. —Cambió de actitud, evitó mirarme mientras se soplaba las lágrimas. —Solo te cuento mis problemas y me quejo de lo mismo.
—Estoy para eso. Puedes quejarte todo lo que quieras y golpear a todos los que quieras, yo estaré de respaldo. —De pronto se me ocurrió una idea, miré mi reloj, todavía era temprano—. Voy a llevarte con Evan —le dije. Ella me miró con espanto.
—¿Cómo?
—Si partimos ahora llegamos en la tarde, quédate en la noche con él y te traigo mañana de regreso.
—Si mi madre se entera va a matarme, o va a llamar a la policía—. Consideró espantada. A mí no me importó. La volví a agarrar de la mano y la llevé al auto. En el mejor de los casos, la madre de Grecia no iba ni a enterarse, en el peor, me iban a denunciar por secuestro, pero iba a valar la pena.
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