13. Cambios negativos

Lo malo de mi vida, era que ya no había forma de ocultarle nada a mis padres. Si no se los decía yo, se enteraban por Twitter, y lo ocurrido en la heladería ya se había publicado.

Por suerte no había sido tan grave. Mucha gente me daba la razón por haberle gritado al niño, sobre todo los odiadores de niños y mi madre al final se rio. Además que mi hermano se ganó un par extra de zapatos ya que los que habíamos olvidado fueron recuperados por Tamara.

De regreso a mi casa, en realidad a la casa de Sophie que era donde pasaba la mayor parte del día, le escribí a Grecia pidiéndole que se conectara porque necesitaba hablar con ella. Me respondió que a la noche. Así que tuve que esperar.

Ella cumplió y estuvo conectada a la hora indicada. Se notaba que llegaba de la calle, su cabello suelto estaba despeinado y sonreía tan dulce como siempre. Me era un poco difícil creer que andaba metida en tantos problemas como me había dicho Tamara. Solo rogaba que fuese otra mentira de su madre.

—¿Cómo estás pequeña, todo bien?

—Sí, todo bien —me respondió muy extrañada—. ¿Pasó algo?

—No, solo quería conversar contigo, no hablamos hace rato —le mentí.

—Hablamos ayer .—Se rio, y por la forma en la que se ponía nerviosa noté que ya sospechaba algo.

—Sí, bueno, a veces se me hace eterno... ¿cómo te está yendo en el colegio? Ya pasó el primer mes de clases y no me dijiste nada.

—Pues... normal. El colegio no tiene nada de extraordinario—. Poco a poco su dulce rostro desaparecía y comenzaba a fruncir el ceño.

—Es curioso, porque me han dicho que no fuiste nunca.

–¿Quién te lo dijo?

–Eso no importa, lo que importa es...

Me interrumpió.

–Seguro fue mi hermano, aunque él no te contaría cosas mías, así que fue Tamara. Dile que es una metiche. —Ahora sí estaba muy enojada, y no me importó.

–Ella se preocupa por ti, como todos. No estás ayudando a la causa dejando de ir al colegio, o haciendo lo que te dé la gana. Tal vez pienses que es lo contrario, pero solo perjudicas a Evan. Si el juez piensa que eres una chica difícil, menos te dejará con tu hermano o emanciparte.

—¡El juez puede irse a la mierda! –Me gritó. Jamás, jamás Grecia me había gritado, ni la había visto tan furiosa —. Ya han pasado seis meses, ¡seis! y no ha sucedido nada. Evan solo gasta dinero y ya le dije que es inútil, para cuando consiga mi custodia seré mayor de edad. Mi nueva vida está aquí y estoy intentando sobrellevarla como puedo. —Además de enojada ahora se soplaba las lágrimas. ¿De tristeza? ¿De rabia? Tal vez ambas.

—Grecia, te entiendo —le hablé con calma, para tranquilizarla—. Sé que no es fácil, pero... ¿recuerdas a Martha?

—¿La que era tu novia? ¿Qué tiene que ver en esto?

–Creo que Emily es la Martha de tu vida. Yo a los dieciséis también me deje influenciar por una chica que tal vez no pensaba qué era lo mejor para mi...

— ¿Tú qué sabes que de Emily? —El enojo apareció de nuevo—. Emily no es como Martha, no sabes nada de ella, solo te la mencioné una vez. Lo que pasa es que estás celoso.

—Grecia te juro que no es eso. Si tienes una relación con ella, lo acepto, y no me molesta eso en sí, sino que no estés tomando las decisiones correctas.

—Deja de hablar como si fueras mi padre. Solo eras mi amigo ¿sí? Tal vez quiero a Emily más que a ti y el andar sermoneándome no va a darte más posibilidades conmigo. Deja de meterte en mi vida y dile a Tamara que haga lo mismo —determinó y cerró la laptop, dando así por concluida nuestra conversación, que había acabado muy mal. Nunca había peleado con Grecia. Y por un momento me asustó, no parecía ella. Cerré mi laptop también y golpeé mi cabeza contra el escritorio.

—¿Yo era igual de molesto? —le pregunté a Ian, quien como siempre estaba detrás de mí. En verdad debía contratar mi propio wifi para dejar de hablar con Grecia en su sala.

— Sigues siendo molesto —me respondió, y me alegró su respuesta, poco a poco volvía a ser igual de malo y sarcástico conmigo, eso era una buena señal, odiaba verlo desanimado y deprimido—. Pero ella tiene razón, no eres su padre —añadió.

—Ya sé que no soy su padre, ni su hermano. Pero quiero lo mejor para ella. No está yendo al colegio y hasta la arrestaron.

—Educarla y ponerle límites le corresponde a su madre. Si ella no puede criarla que la regrese con Evan, pero no puedes hacer tú su trabajo.

—No esperes demasiado de su madre y Grecia no necesita limites, necesita comprensión. Su vida ha cambiado mucho, intenta encajar y sé lo que se siente.

–No te compares con ella, ni la trates como a una niña. Ya es grande. Yo a su edad vivía solo, estudiaba, trabajaba, me mantenía por mis propios medios y no me anduve metiendo en problemas.

—¿Por qué hablas como un maldito boomer? —lo que Ian decía era cierto. Él se había independizado realmente muy joven. Y a sus veinte años ya manejaba algunos negocios, tenía una esposa, incluso se había sentido preparado para ser padre. Yo a mis diecinueve no podía mantener vivo un cactus y la mayor parte del tiempo me cortaban la electricidad porque olvidaba pagar la factura. Aún así, me desconcertaba escucharlo hablar como a un viejo de sesenta años.

—Porque es la verdad. Si quieres ayudarla, hazlo como un amigo, deja que cometa sus propios errores y aprenda de ellos como hicimos nosotros. No tomes atribuciones que no te corresponden. —Se levantó a servirse una taza de café y noté que algo le molestaba.

—¿Todo está bien? —le pregunté. Él se mantuvo de espaldas a mí, mirando como hervía el agua de la cafetera.

—Sophie y yo vamos a separarnos —me soltó y por un momento creí que había escuchado mal.

–¿Qué? ¿Y eso por qué? No tiene sentido. —De verdad que no lo tenía. Había pasado tres meses desde aquel acontecimiento, y si Sophie seguía a flote era gracias a Ian, quien había dejado de lado su propio sufrimiento por acompañarla, ya que a ella el trauma le había golpeado peor.

–Me lo pidió anoche y esta mañana hablé con su psiquiatra, él piensa que sería bueno. Cree que estamos en un círculo vicioso. Sophie se pone mal, yo me pongo mal por ella mal y ella se siente culpable por hacerme sentir así y eso la pone peor. Ella piensa que si nos separamos yo estaré bien y eso es lo que le importa.

—¿Entonces vas a mudarte?

—No —negó—. Yo voy a quedarme aquí. Mientras vendo el departamento y luego buscaré otro lugar. Sophie no está mentalmente capacitada para estar sola. Ha tenido pensamientos suicidas y el psiquiatra quiere internarla, pero no creo que eso ayude. Así que quedamos de acuerdo en llevarla a casa de tus padres, donde siempre hay alguien que puede vigilarla. Si no hay mejoras la internación será inevitable.

Sabía que Sophie la estaba pasando mal. Pero no imaginaba que tanto. No sabía si aquello era lo mejor, pero si Ian y el médico lo habían decidido así, no me quedaba más que apoyarlos. Igual pensé que sería bueno hablar con Sophie y entender qué pensaba ella al respecto.

Le pedí permiso para entrar a su habitación. Ella se quedaba ahí encerrada todo el día, escuchando música, viendo televisión o leyendo. Su celular no lo había prendido en meses, y por supuesto había dejado abandonado su canal y todo el trabajo que realizaba en redes sociales. Ni siquiera había querido ir al refugio de fauna silvestre que manejaba.

—¿Podemos hablar? –le pregunté y me senté al pie de la cama.

Ella dejó a un lado el libro que tenía en las manos y pareció dispuesta a escucharme.

–Ian me dijo que van a separarse. ¿Es eso lo que quieres?

Sophie dio un largo suspiro y se abrazó las rodillas antes de hablarme.

–Sí. Es lo que quiero.

–¿Por qué?

–Porque lo amo. Lo amo demasiado y por eso quiero que sea feliz. Yo solo soy un ancla en su vida que lo jala a lo más profundo, y no puedo hacer eso. Él... debería salir, conocer a otra chica con la que pueda ser feliz, tener la familia que quería y seguir adelante.

–Sophie eso no tiene sentido. —En realidad quería decirle que dejara de pesar cosas tan ridículas, pero controlaba mi vocabulario porque entendía que no pensaba con claridad —. Ian te ama a ti. Quiere una familia contigo. No va a salir corriendo a buscarse a otra. Dudo que él necesite eso para ser feliz.

—Tiago, no voy a sentirme bien nunca. Mi bebé se murió y yo me morí con él, ¿entiendes? Papá insistió en llevarme a casa, y lo intentaré, pero si soy un estorbo para ellos, me quitaré del medio.

Escuchar eso de Sophie no me dejó más tranquilo. Pero tal vez romper ese círculo era necesario y mi hermana no podía estar en mejor lugar que con nuestra familia. En cuanto a Ian, pues lo convencería de quedarme con él.

Esa noche mi vida se había complicado por ayudar a mis amigos. Decidí pedirle disculpas a Grecia, pero no pude, ella me había bloqueado. Lo único que me faltaba. Supuse que sería un berrinche y me desbloquearía en unos días. Sin embargo, todo pareció ir en declive el siguiente mes, y pensé que nada mejoraría, pero la vida dio un par de giros inesperados para todos.

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