Epílogo

(Un año después de la boda...)

Era casi la hora de cenar. Estabas tranquilamente sentada en el sofá, viendo en la televisión los videos de la boda. No te cansabas de verlos, sobre todo, los de la fiesta. No tenían desperdicio. Escuchaste que se abría la puerta. Debía ser Law llegando de trabajar. Tú habías empezado el MIR, de la especialidad de cardiología, nada más graduarte. Habías tenido la suerte de poder estar en el mismo hospital que Law, pero, hace unos meses, tuviste que tomarte un descanso debido a tu estado.

—Hola, (TN)-ya. ¿Todo bien? —preguntó Law, mientras dejaba las llaves en la entrada y se agachaba junto a ti. Pasó la mano por tu barriga hinchada. Estabas a punto de explotar. No faltaría mucho para que salieran—. ¿Cómo están mi chico y mi chica?

—Ay... Primer embarazo y dos de golpe —comentaste. Te hacía mucha ilusión ser madre, pero tenías un poco de miedo.

—Por lo menos ya tenemos la parejita —dijo Law, mientras se sentaba a tu lado y te cogía de la barbilla para darte un beso—. Jamás me hubiera imaginado formando una familia, pero tengo ganas de tener una mini (TN)-ya y un mini Law correteando por casa.

—Yo también —comentaste, sonriendo.

Unos días después, al llegar el fin de semana. Nami y Robin fueron a visitarte a casa. Estabas tumbada en el sofá cuando llamaron al timbre. Te levantaste con cuidado y caminaste hasta la puerta arrastrando los pies. Tenías ganas de que salieran ya de tu barriga.

—Hola, chicas —saludaste, mientras habrías la puerta. Llevabas puesto un camisón ancho y las zapatillas de estar por casa—. No he podido preparar nada para tomar, lo siento.

—Tranquila, (TN), yo prepararé algo de té para todas —dijo Robin, amablemente, mientras dejaban los bolsos en la entrada.

—Estás gordísima. Deben estar a punto de salir... —comentó Nami, mientras se inclinaba para tocarte la barriga con cuidado.

Te sentaste con la pelinaranja en el sofá mientras Robin preparaba algo de té para beber. Ya habían venido varias veces a casa durante esos años. Nami había sido contratada como contable en una gran empresa de la ciudad y Robin había sido admitida como arqueóloga y trabajaba para el museo Red Line, el más famoso de la ciudad. Poco a poco todo el mundo iba cumpliendo sus verdaderos sueños.

Unos minutos más tarde, el té ya estaba preparado. Robin se sentó en otro de los sofás que había alrededor de la pequeña mesa de cristal. Te fijaste en que parecía algo más contenta de lo habitual.

—¿Tienes algo que contarnos? —preguntaste, curiosa.

—Sí. Estoy embarazada de hace tres semanas —contestó, sonriendo. Nami y tú os quedasteis boquiabiertas.

—Ahora soy la única que no está embarazada —comentó Nami, riéndose—. Hancock está de dos meses. No me imagino un hijo de Luffy.

—¿No te apetece ser madre? —preguntaste a la pelinaranja.

—Puf, de momento no. Ya veremos en un tiempo —contestó ella, algo asqueada.

De repente, sentiste unas ganas inmensas de ir al baño. Te incorporaste lentamente y enseguida se hizo un charco enorme en el suelo. ¿Qué? ¿Acababas de romper aguas? ¿Ya era la hora? ¿Y las contracciones?

—¡Ah! —exclamaste, mientras te cogías de la barriga. Vale, ahí estaban las contracciones.

—¡Hay que ir al hospital! —exclamó Nami, alarmada, levantándose del sofá.

—Tranquilas. Tengo el coche a bajo. En nada llegamos —comentó Robin, manteniendo la calma por las tres.

Entre las dos te ayudaron a bajar hasta el coche. Nami se guardó tus llaves, por si luego las necesitabas. Te metieron con cuidado en uno de los asientos de atrás y Robin enseguida arrancó.

El trayecto al hospital se te hizo eterno. Sentías un grandísimo dolor. No querías ni imaginar cómo sería dentro de unas horas. Nada más aparcar, tus amigas te ayudaron a llegar a la puerta. Las enfermeras no tardaron en aparecer.

No sabes cuantas horas pasaste dentro de esa habitación del hospital. Fue parto natural, así que dolió bastante. Encima dos de golpe, no uno, ¡dos! Viste a Law entrar corriendo a la habitación. Notaste que te cogía la mano. Puede que casi se la arrancaras de tanto apretarla. Todo se pasó cuando los tuviste entre tus brazos. Eran... Vuestros hijos. Por fin podríais abrazarles, acariciarles, jugar con ellos... Pero, ahora necesitabas descansar. Cuando las enfermeras se llevaron a los bebés para limpiarlos, caíste totalmente dormida.

(Unos meses más tarde...)

Era domingo. Estabais en el salón, donde habíais preparado una alfombra con juegos para que los bebés no estuvieran siempre en la habitación. Los dos llevaban un peto vaquero y una camisetita blanca. La ropa de bebés era tan pequeñita y adorable. Los dos tenían el pelo negro y los ojos (t/c). Onigiri se acercaba de vez en cuando para coger los peluches y hacer tonterías ellos. Ya estaba un poco mayor, pero seguía lleno de energía.

Estabas sentada con ellos, jugando con unos bloques, mientras Law preparaba algo de cenar. Se acercó junto a vosotros mientras la comida acababa de calentarse.

—Creo que la niña ha salido a ti... —murmuraste, mientras la mirabas fijamente. Tenía el ceño fruncido mientras miraba a su hermano tocar los bloques- Siempre parece de malhumor.

—Entonces el niño se parece a ti... —comentó, divertido, mientras le miraba. Te giraste y viste que intentaba comerse un moco estirando la lengua.

—Idiota —dijiste, entre risas, mientas le dabas un suave puñetazo a tu marido. Si, tu marido. ¡Qué bien sonaba! Te levantaste a por un pañuelo.

—Ya no debe quedar mucho para que nazca el hijo de Mugiwara-ya, ¿no? —preguntó Law, mientras te miraba limpiar los mocos al niño.

—Sí. Lo tendrá en cualquier momento —contestaste, mientras te girabas hacia él—. ¿No es emocionante? Me gustaría tanto que todos nuestros hijos fueran amigos... Sería muy bonito.

—Nuestra niña tiene cara de pocos amigos, pero espero que sea tan simpática como su madre —comentó él, mientras te acariciaba la mejilla. Se fue acercando poco a poco a tus labios—. Y si son tan guapos como tú...

—¡Law! —exclamaste, avergonzada—. Delante de los niños no.

—Solo es un inocente beso —dijo él, sonriendo de lado—. Voy a acabar de hacer la comida.

—Te quiero tanto, Law... No sabes lo feliz que soy —murmuraste, mientras le cogías de la mano antes de que se levantara.

—Tú eres la que no sabe lo feliz que me ha hecho a mí —dijo él, mirándote fijamente—. Gracias a ti he dejado de estar completamente solo, y bueno, ahora estoy más que acompañado gracias a los tres. Te quiero mucho (TN)-ya.

Comisteis en la mesa del salón mientras observabais jugar a vuestros hijos. Hacía días que no veíais la tele, estabais embobados admirando vuestras dos creaciones. Iba a ser complicado criar a dos hijos a la vez, pero con Law a tu lado sentías que podías hacer cualquier cosa. Juntos superaríais todos los obstáculos y estabas segura de que haríais un buen trabajo.

[•••]

Efectivamente, tal y como hablaste ese día con Law, los hijos de todos los Mugiwaras crearon su propio grupo de amigos. No era de extrañar, ya que, a pesar de seguir cada uno vuestros sueños, no habíais perdido el contacto entre vosotros. Los únicos que no tenían hijos actualmente eran Franky, Brook y Chopper, pero eran como los tíos de los niños.

Ibais juntos al parque, a la playa, al cine, hacíais excursiones... Incluso ibais apuntando a vuestros hijos en la misma escuela. Los vuestros eran los más mayores. La hija de Nami y Sanji era la más pequeña del grupo, ya que tardaron un poco más en tener hijos. A pesar de las diferentes edades, estaban realmente unidos, al igual que lo estuvieron y estaban sus padres y madres.

Cuando la más pequeña de los mini-mugiwaras empezó el colegio, vuestros hijos ya tenían siete años. Eran guapísimos. Físicamente eran muy parecidos, solo que la niña tenía el pelo largo. En cuanto a personalidad, ella era como su padre, algo seria y a veces malhumorada. En cambio, el niño era más alegre y divertido, y bastante torpe se podría decir. Sus personalidades chocaban un poco, pero se llevaban bien, quitando los pequeños roces entre hermanos.

Te casaste con el amor de tu vida, trabajabais juntos, eras una gran cardióloga, teníais una preciosa familia y los mejores amigos del mundo. Podías decir que todo lo que habías soñado sobre tu vida cuando estabas en el orfanato, se había cumplido totalmente.

- THE END -

Gracias a todas y cada una de las personas que habéis leído la historia. Nos vemos en otros proyectos, si os apetece ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top