Capítulo 38
¡Por fin, por fin, por fin! ¡Acababas de entregar tu último examen! Como siempre, Chopper y tú fuisteis los últimos en entregarlo. Os acercasteis a la vez para dárselo a Law.
—Enhorabuena, chicos- os felicitó, sonriendo de lado—. Ahora ya solo queda esperar los resultados.
—¡Gracias, profesor! —exclamasteis a la vez. Chopper se acercó a recoger sus cosas y tú te quedaste en frente de Law—. ¿Vienes a la cafetería?
—Lo siento, pero ahora me toca ponerme a corregir. Queréis saber vuestras notas cuanto antes, ¿no? —contestó, mientras se levantaba y empezaba a meter los exámenes en su maletín.
—Sí, es verdad —dijiste, mientras cogía sus cosas y se acercaba a ti.
—Ahora ve a divertirte con tus amigos. Además, tendrán cosas que contarte sobre la fiesta de fin de curso —comentó, acariciándote la cabeza. ¡Oh, fiesta de fin de curso!
—Vamos (TN), estarán todos en la cafetería —dijo Chopper, que estaba ya en la puerta.
—¡Sí! —exclamaste, mientras te acercabas rápidamente a recoger tus cosas.
Te colgaste la mochila a la espalda y corriste detrás de tu amigo. Antes de salir por la puerta de despediste de Law haciendo un gesto con la mano. Cuando llegasteis a la cafetería casi todo el grupo estaba allí. Ace y Sabo también estaban con ellos. Te sentaste en una silla que había libre al lado de Robin.
—Llegáis justo a tiempo. Luffy nos iba a contar qué tal ha ido su última cita con Hancock —comentó Nami, mientras se frotaba las manos.
—¿Habéis tenido más citas? —preguntaste, algo extrañada, mirando al pelinegro.
—Hemos ido más veces a comer carne, sí —contestó él, mientras se hurgaba la nariz—. Pero... Cuando nos despedimos fue a darme un beso en la mejilla y me moví y... Me lo dio en la boca.
—¿¡Qué!? —exclamasteis tú y Nami a la vez.
—Este tipo no sabe la suerte que tiene... —murmuró Sanji, deprimido.
—Vaya, hermanito... —murmuró Ace, sonriendo. Luffy os miraba, extrañado. Definitivamente no entendía nada.
—Pero... ¿Te gustó? —preguntó Nami, mientras hacía un gesto para que el resto se callara.
—No sé —contestó, encogiéndose de hombros—. Me gusta estar con Hammock porque me rio con ella y me da de su comida. Es divertida.
—Pero, ¿sentiste algo cuando te besó? —siguió insistiendo la pelinaranja.
Viste que la profesora entraba por la puerta. Diste un codazo a Nami. Todos se giraron para ver qué estabas mirando. Se hizo el silencio en la mesa mientras se acercaba. De repente, Luffy se levantó de la mesa.
—Eh, Hammock —saludó, mientras se acercaba a ella—. Tengo que probar una cosa.
¡Ay! ¿Qué iba a hacer? Se puso de puntillas y juntó sus labios con los de Hancock. Así, como si nada. Las mejillas de la mujer comenzaron a ponerse exageradamente rojas. Se llevó una mano a la frente y cayó hacia atrás. Chopper y tú os acercasteis corriendo para examinarla. ¡Estaba ardiendo! Murmuraba cosas extrañas mientras tenía los ojos cerrados. Por suerte no se había golpeado la cabeza contra el suelo.
—¡Luffy! —exclamó Nami—. ¡Eres un bruto! Por favor, qué poco delicado...
—¿Qué? Es que me has hecho una pregunta y quería comprobar antes de contestar. Shishishi —comentó el chico, con una gran sonrisa- Sí me gusta hacer eso. Es divertido. Si Hammock quiere lo podemos hacer más veces.
—Este chico... —murmuraron sus dos hermanos, mientras se llevaban una mano a la cabeza. ¿Divertido? ¿Acaso no sabía lo que significaba ese tipo de besos?
Cuando Luffy pronunció esas palabras te fijaste en que la profesora abrió los ojos como platos. No podía sonrojarse más. Era imposible. Le ayudasteis a incorporarse un poco hasta quedarse sentada. No debía levantarse de golpe. Viste como Luffy se agachaba y se ponía de rodillas en frente de ella. La mujer se llevó las manos a las mejillas.
—Eres muy graciosa —comentó el pelinegro, mientras se reía. Ella se puso todavía más nerviosa y eso le hizo reír más a él.
Nami se acercó para alejar a Luffy. A la profesora le iba a dar un infarto si seguía teniendo al chico cerca. ¡Menuda pareja hacían! Unos minutos después, cuando todo se hubo calmado y comprobasteis que Hancock estaba en condiciones, se despidió para marcharse a su despacho. Ahora todos los profesores debían corregir exámenes.
—Oiga, profesora Hancock. ¿Puedo invitarla a un café? —escuchasteis preguntar a alguien. Os girasteis todos a la vez.
—No. Justo estaba yéndome —contestó ella, elevando la cabeza con un gesto de superioridad. Era increíble como cambiaba su personalidad de una situación a otra.
—Vamos, quédese un rato... —murmuró el alumno, cogiéndola del brazo. Ella intentó soltarse. De repente viste que Luffy estaba allí plantado, cogiendo al tipo del brazo. ¿Cómo había llegado tan rápido?
—Oye. Te ha dicho que no, así que déjala en paz —ordenó Luffy, serio.
—¿Acaso es tu novia? —preguntó el alumno, frunciendo el ceño.
—¿Qué? ¿Novia? —se preguntó Luffy, confundido. Definitivamente no sabía nada sobre esos temas.
—Una novia es la que te da de su comida siempre que quieras —le explicó Ussop. Se te escapó la risa.
—Ah, sí. ¡Entonces Hammock es mi novia! —exclamó Luffy, decidido. El resto de la mesa también empezó a reírse. El tipo nos miró extrañados y se alejó de ellos dos. Viste que Hancock estaba a punto de desmayarse de nuevo.
—¿N-novia? —murmuraba, una y otra vez. Se llevó la mano al pecho—. ¡Creo que mi corazón va a estallar!
—¿¡Qué!? —exclamó Luffy, llevándose las manos a la cabeza—. ¡Chopper rápido! ¡Haz algo! ¡Hay que llevarla a la enfermería!
Estabas a punto de llorar de la risa. Te dolían las costillas de tanto reírte. Eran una pareja demasiado graciosa. Iba a ser interesante si Hancock empezaba a ir más con vosotros. Después de un buen rato tratando de explicarle a Luffy que el corazón de la profesora no iba a explotar de verdad, ella se despidió y se marchó de la cafetería.
Al día siguiente, sábado por la tarde, estabas guardando los apuntes en cajas. No querías tirar nada aunque hubieras acabado, así que lo dejarías ahí, ordenado y almacenado. Escuchaste que sonaba el timbre. ¡Qué extraño! No esperabas a nadie. Te acercaste y te pusiste de puntillas para mirar por la mirilla. ¡Era Law!
—¡Law! —exclamaste, emocionada, mientras abrías la puerta—. ¿Qué haces aquí? ¿No tenías que corregir?
—Ya he acabado. Me pasé toda la mañana, toda la tarde y parte de la noche corrigiendo —contestó, mientras entraba. Si era cierto que tenía las ojeras un poco más marcadas.
—No hacía falta, tenías todo el finde... —murmuraste, mientras cerrabas y le seguías hasta el salón.
—Pero quería verte y estar contigo —te cortó, mientras sonreía de lado. Sacó palomitas y galletas de una bolsa—. He traído una película de miedo y algo de comida.
—¡Bien! —exclamaste, mientras saltabas sobre él y te agarrabas a modo koala—. Pero entonces tendrás que quedarte a dormir conmigo.
—Vaya, menudo problema... —bromeó, antes de darte un suave beso en los labios.
—Tonto —dijiste, sonriendo, mientras te desenganchabas y volvías a poner los pies sobre el suelo.
Te sentaste en el sofá y abriste las palomitas y las galletas mientras Law ponía la película. ¡Habías echado tanto de menos todo esto! Ibais más o menos por mitad película cuando notaste que Law apoyaba la cabeza en tu hombro. Miraste de reojo. ¡Se había quedado dormido! Nunca habías visto a Law durmiendo. Siempre te dormías tú antes y cuando te despertabas él ya estaba despierto. Inclinaste un poco la cabeza, con cuidado, para verle mejor. Respiraba profundamente y tenía los labios entreabiertos. ¡Por favor, era guapísimo!
Seguiste mirando la película mientras él dormía plácidamente. Dejaste de comer y te quedaste lo más quieta que pudiste. No querías despertarle, ya que se había quedado corrigiendo hasta tarde. Cuando empezaron los créditos, Law seguía dormido como un tronco. Era mejor despertarle y que fuerais a dormir a la cama.
—Law... —le llamaste, mientras le sacudías con cuidado. Soltó un gruñido y se incorporó poco a poco mientras se frotaba los ojos.
—¿Me he dormido? —se preguntó, mientras se rascaba la cabeza. Te miró fijamente—. Lo siento.
—Tranquilo —dijiste, sonriendo—. No me he comido todo, ¿eh? Te he dejado galletas. Puedes comértelas mañana.
—Muy amable —comentó, sonriendo de lado. Se levantó del sofá y te estiró del brazo para levantarte a ti también—. Vamos a la cama.
—Vale —dijiste, mientras cogías el mando de encima de la mesa y apagabas la tele.
Law se acercó a la cama. Le miraste fijamente mientras se quitaba la camiseta y los pantalones. Por suerte, estaba de espaldas y no veía como babeabas observándole. Tú ya llevabas el pijama puesto, así que no tenías que cambiarte. Te acercaste y te tumbaste. Cuando él lo hizo, enseguida te incorporaste y te sentaste a horcajadas sobre él. Tenías ganas de sentirle todavía más cerca. Empezaste a acariciar el tatuaje de su pecho.
—¿No te han dado las notas y ya quieres uno de tus premios? —preguntó. Alzaste la vista y te encontraste con sus ojos grises mirándote fijamente. Te inclinaste poco a poco hasta pegar tu torso contra él suyo.
—Me merezco un premio por haberme esforzado —murmuraste contra su cuello. Después, pasaste lentamente tu lengua sobre su piel. Le escuchaste gemir levemente y notaste como su miembro se iba endureciendo poco a poco mientras seguías haciéndolo. Gruñó y se incorporó rápidamente hasta quedarse sentado, juntando su frente contra la tuya.
—Está bien. Me has convencido... —susurró con voz ronca, antes de lanzarse sobre tu boca.
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