Capítulo 36
—Pero el terreno de las ruinas es bastante amplio. Seguro que ni tú mismo recuerdas dónde enterraste los cuerpos —comentó uno de los socios.
—¿Acaso te crees que soy imbécil? —preguntó Doflamingo—. En mi ordenador tengo un mapa de la zona en el que están marcados los lugares de cada una de las tumbas. De todas formas dejemos este estúpido tema y vayamos a tomar una copa para celebrar nuestro exitoso intercambio.
Se subieron entre risas en el coche y escuchasteis que el motor se encendía. Os quedasteis unos minutos quietos y en silencio para aseguraros de que se alejaban lo suficiente y que no volvían para nada más.
—Vaya... Sí era cierto lo de los negocios ilegales. Pensar que hay un profesor así en la universidad... —comentó Robin, seria- Esto no se puede permitir. Iremos a comisaria a entregar las pruebas y que abran una investigación.
—No entiendo como ese tipo no llegó a entrar en prisión... —comentó Sanji. Os quedasteis algo pensativos. Era cierto...
—Puede que utilizara dinero para librarse... —comentó Chopper—. ¿Sabrían algo los directores al contratarle en la universidad?
—Chicos... —murmuraste. Los tres se giraron a mirarte—. Tengo que volver al despacho de Doflamingo. En su ordenador están los planos del lugar donde se encuentra la familia de Law. Necesito conseguirlos.
—Ahora iremos a comisaria. Seguramente mañana se llevarán a Doflamingo. No creo que tengamos problemas para entrar en su despacho —dijo Robin. Se inclinó hacia ti para poner una mano sobre tu hombro y sonrió amablemente—. Todo saldrá bien.
Cuando llegasteis a la comisaria os quedasteis dentro del coche, mientras Robin iba a hablar con los policías. Ese rato esperando se te hizo muy largo. Parecía que habían pasado horas y solo habían pasado veinte minutos cuando la pelinegra volvió a entrar en el coche.
—He entregado todas las pruebas —comentó—. La policía ha decidido que es suficiente información como para iniciar un juicio y una investigación más profunda. Además, permanecerá en la cárcel hasta que se celebre el juicio. En cuanto esté todo preparado irán a buscarle.
—¡Sí! ¡Lo hemos conseguido! —exclamó Chopper, contento. Tú no podías ni hablar de lo emocionada que estabas. Solo te abrazaste a tú amigo—. Ahora ese idiota dejará de molestar a Law.
Sí. Por fin. Podríais estar juntos, podría trabajar como médico y... Pronto podría visitar a su familia y a su tutor, Corazón. Solo teníais que conseguir ese documento dónde aparecían marcadas las zonas exactas en el mapa.
Al día siguiente, mientras estabais en el descanso del almuerzo, un gran alboroto se empezó a armar por toda la universidad. Se escuchaba comentar a varios alumnos que la policía acababa de llegar. Los mugiwaras se miraron entre ellos. Habían estado hablando sobre el tema. Cuando se llevaran a ese tipo, tendrían vía libre para entrar en el despacho.
Tú y Nami os levantasteis rápidamente, dejando el café a medias. No podías ir todos, ya que llamaríais demasiado la atención, así que se había decidido que iríais vosotras dos. Cuando llegasteis al edificio en el que estaba su despacho, la policía ya estaba allí. Iban hablando con Shanks.
—Les prometo que no sabíamos nada acerca de estos hechos —comentaba el pelirrojo, con cierto tono de preocupación—. De haberlo sabido hubiéramos informado inmediatamente.
—Eso deberá explicarlo a los periodistas que están fuera esperando —comentó, uno de los oficiales.
Las dos caminasteis cerca de ellos. No quedaba descarado, ya que los estudiantes seguían paseándose por los pasillos. Os quedasteis en la entrada del pasillo que daba a los despachos. Esperaríais ahí hasta el momento adecuado. Pocos minutos después, visteis como sacaban a Doflamingo con las manos esposadas.
—Puede que la primera vez pudieras pagar tu libertad con dinero, pero ya no tenemos al mismo director. Te aseguro que esta vez te pudrirás en la cárcel —le advirtió uno de los policías. Nunca habías visto a ese tipo tan preocupado. Esa estúpida sonrisa que llevaba siempre en la cara se había borrado.
Una vez desaparecieron de vuestra vista os metisteis rápidamente en el despacho. Habían dejado la puerta abierta y ningún alumno os había visto entrar, ya que todos habían ido detrás de ellos para cotillear. Además, parece que Doflamingo estaba usando el ordenador, ya que estaba encendido y tenía un documento abierto.
Te pusiste a buscar en todas las carpetas mientas Nami vigilaba la puerta. ¿Cómo podía tener tantas cosas? Seguiste abriendo y abriendo documentos... ¡Bingo! Debía ser eso. Leíste el lugar en el mapa. Sacaste el móvil rápidamente he hiciste una foto.
—¡Ya está! ¡Vamos! —exclamaste, mientras empujabas a Nami por detrás. Cuando salisteis os chocasteis con alguien. Alzasteis la mirada y os encontrasteis con Boa Hancock.
—Vosotras... ¿Sois las amigas de Luffy? —preguntó, seria. Asentisteis con la cabeza. Se sonrojó y se puso tímida de repente—. ¿Podríais darle esta nota?
—Sí, claro —contestaste, mientras extendías la mano para coger un papelito doblado por la mitad.
Te lo guardaste en el bolsillo y continuasteis vuestro camino. Te despediste de Nami cuando llegasteis a la plaza de en frente de la cafetería. Querías ir al despacho de Law y contárselo todo. No podías esperar más.
Entraste a tu facultad y corriste por los pasillos hasta llegar al despacho. Law estaba en la puerta intentando deshacerse de un grupo de alumnas. No sabías quiénes eran. Puede que fueran de cursos más altos de medicina o de otras carreras. Te acercaste rápidamente hasta allí.
—Lo siento, pero tengo que hablar con el profesor. Así que, fuera de aquí —dijiste, decidida, mientras te ponías entre ellas y él.
—Sí, claro. ¡Porque tú lo digas! —exclamó, una de ellas, poniendo los brazos en jarra.
Le miraste frunciendo el ceño. Te giraste y pusiste las manos sobre el pecho de Law para empujarle hacia dentro y cerraste la puerta nada más hacerlo. Te giraste para poner el pestillo. Escuchaste como las chicas se quejaban desde fuera, pero te daba completamente igual.
—¿Qué pasa, (TN)-ya? —preguntó Law. Te giraste hacia él. Su cara era bastante inexpresiva, pero podías decir que le notabas algo decaído. O algo por el estilo.
—Ya está todo solucionado —contestaste, emocionada. Te miró un poco extrañado—. ¿No te has enterado? La policía ha detenido a Doflamingo. Lo van a meter en la cárcel.
—¿Qué? —preguntó. Primero se sorprendió, pero pocos segundos después pareció emocionarse. Sonreíste.
—Hemos reunido pruebas de sus negocios y las hemos entregado a la policía —le explicaste, orgullosa.
—¿Qué? Eso es peligroso. Podría haberte pasado algo —comentó, mientras fruncía el ceño y te cogía por los hombros—. ¿Quién te ha ayudado?
—Los mugiwaras —contestaste.
—No... No sé cómo agradeceros esto —murmuró, mientras te rodeaba con los brazos y te apretaba contra él—. Yo quería que esto pasara, pero no sabía cómo hacerlo. No sabía a quién pedir ayuda. No sabía que os arriesgaríais tanto por mí...
—Son tus amigos... Aunque a veces te estresen. Además, yo hubiera hecho lo que fuera por ti —comentaste, mientras seguías pegada a su pecho. Se separó un poco de ti. Cogió tu cara con sus manos y te besó en los labios.
—No te puedes imaginar cuánto te he echado de menos... —susurró, mientras pegaba su frente contra la tuya—. Espero que todavía quieras seguir estando conmigo...
—¡Claro que sí! —exclamaste, frunciendo el ceño. ¿Con quién ibas a estar si no?
—No me puedo creer que todo esto haya acabado —siguió comentando, mientras te acariciaba la cabeza—. Voy a poder ser médico, voy a poder estar contigo...Ya no influirá más en mi vida...
—Y eso no es todo... —comentaste, sonriendo, mientras te separabas un poco de él, para sacar el móvil de tu bolsillo. Te miró con curiosidad—. He encontrado un documento en el que hay un mapa que muestra donde están las tumbas de tu familia.
Law se quedó como paralizado. Viste que sus ojos empezaban a ponerse llorosos. Pocos segundos después las lágrimas cayeron por sus mejillas. Te quedaste un poco parada. No le habías visto así antes. Nunca. Se lanzó sobre ti para abrazarte y te apretó todavía más que antes.
—No sabes lo que significa esto para mí. No lo sabes —murmuró contra tu oído—. Esto sí que no voy a saber cómo agradecértelo.
—Me conformo con ver pelis, jugar a los zombies, pasear juntos y... Hacer el amor —dijiste, mientras notabas que tus ojos también se ponían llorosos, pero no era por tristeza, sino por lo feliz que estabas. Law había sufrido mucho, pero ya se había acabado todo. Querías hacerle el hombre más feliz del mundo. Estuvisteis un rato abrazados.
—¿Me acompañarías mañana a visitar a mi familia? —preguntó, mientras se separaba un poco de ti para poder mirarte. Ya no estaba llorando.
—¡Sí, claro! Podemos comprar flores para llevarlas y con el mapa seguro que encontramos todo enseguida —respondiste, emocionada. Sabías que ese momento era muy importante para él y quería que tú estuvieras presente.
—Bien —murmuró, mientras te acariciaba la mejilla—. Ve con tus amigos. Tengo que hacer unas cosas. ¿Estaréis en la cafetería?
—Sí, supongo —contestaste encogiéndote de hombros. Con todo el jaleo que estaba habiendo todo el mundo se estaba saltando las clases.
—Pues en un rato voy —dijo, mientras se acercaba hacia su escritorio.
Asentiste sonriendo y te pusiste rumbo a la cafetería. Tenías muchas ganas de contárselo a tus amigos. Sin su ayuda no lo habrías conseguido.
(Narra Law...)
Una vez (TN) salió de mi despacho me puse rumbo al de Shanks, uno de los directores, el que comunicó la norma que prohibía las relaciones entre alumno y profesor. Ahora que ese maldito bastardo estaría entre rejas no quería que una estúpida norma me impidiera estar con ella, sobre todo después de lo que había hecho por mí.
—Buenos días —saludé, mientras entraba. Al parecer, los otros tres directores también estaban en el despacho. Los cuatro se me quedaron mirando—. Quiero dimitir.
—¿Qué? ¿A punto de empezar los exámenes finales? No puedes hacernos esto. ¿Sabes cuál es la situación actual? No estamos en un buen momento —comentó Shanks, preocupado por la noticia.
—Estoy enamorado de una de mis alumnas. Si para poder estar con ella tengo que irme de la universidad lo haré —dije, claramente. No quería andarme con rodeos. Se quedaron en silencio. Se miraron entre ellos.
—Está bien. Quitamos esa norma, pero por favor, quédate con nosotros. Por lo menos hasta final de curso —pidió Shanks. Esa norma era una tontería en la universidad. No lo habían hecho a malas. Solo para evitar escándalos y situaciones complicadas, pero no podían evitar que dos personas mayores de edad estuvieran juntas si querían.
—Bien. Me quedaré hasta que acabe el curso. Hablaremos de nuevo entonces —dije, antes de salir por la puerta.
Ahora que Doflamingo no podría intervenir en mi vida laboral esperaba poder ser contratado en algún hospital y poder dejar de ser profesor. Empecé a andar hacia la cafetería.
Cuando llegué busqué a (TN) con la mirada. Ese sitio estaba bastante lleno para ser un viernes. Debía ser por todo lo que estaba pasando con el tema de ese tipo. Estaba sentada en una de las mesas con todos sus amigos.
—¡(TN)-ya! —la llamé, mientras me acercaba hacia su mesa. Se giró extrañada. Bueno, toda la cafetería se giró a mirar. No me importaba quién estuviera mirando. Ya no había de qué preocuparse.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top