Capítulo 28
AVISO 📢
Hay contenido adulto en este capítulo. Lee bajo tu propia responsabilidad 🔞
Ya había empezado el campeonato de fútbol de la universidad Grand Line. Al parecer era un evento bastante importante. Todas las familias, amigos y conocidos de los alumnos podían ir a ver los partidos.
Sorprendentemente, tú y tu equipo habíais conseguido llegar a la final. Que se disputaba esa última tarde. El día antes de las vacaciones de primavera. Luffy, Sanji y Zoro eran muy competitivos. Era prácticamente imposible que alguien les ganara. Ussop pensaba buenas estrategias. Nami era bastante rápida y además sabía cómo distraer a los jugadores del equipo contrario. Tú eras bastante buena portera, ya que en el orfanato siempre te tocaba serlo. Chopper... Chopper hacía lo que podía.
La final era contra un equipo de profesores, concretamente el equipo en el que estaba Law. Durante la primera parte la partida estuvo bastante reñida. Luffy marcó un gol al equipo contrario. Conseguiste parar un balón de Monet y otro de Law, aunque no sabías si este último te la había lanzado menos fuerte aposta. Mihawk consiguió marcarte un gol. Era realmente hábil y rápido.
La segunda parte empezó con un gol de Zoro. Kureha se acercaba hacia el centro del campo. Pasó el balón a Monet, que estaba bastante cerca de la portería. Ibas a parar el balón, pero de pronto algo golpeó tu cabeza.
—¡Ah! —gritaste, mientras caías al suelo de rodillas y te sujetabas la cabeza.
—¡(TN)! —exclamaron Nami y Chopper, mientras se acercaban corriendo. El resto de los mugiwaras llegó rápidamente, junto con Law.
—¡Samanta! ¿Qué has hecho? —preguntó Law, enfadado, mirándole mientras se agachaba junto a ti. Te dolía mucho el golpe.
—Estábamos jugando... —contestó, poniendo cara de buena.
—Ven, vamos a la enfermería para ponerte un poco de hielo —dijo Law. El enfermero se acercó, pero él le hizo un gesto de que no hacía falta—. Le acompaño yo, así hay una baja de cada equipo y seguís jugando.
Todos estuvieron de acuerdo. A ti te daba igual todo, solo querías tumbarte un rato y que te dieran algo para aliviar el dolor. Si claro, estaban jugando con un balón medicinal. Maldita idiota. Podría haber sido muy grave. Cuando llegasteis a la enfermería Law te ayudó a sentarte en una de las camillas.
—Está loca... —murmuraste, enfadada, mientras te acariciabas la cabeza.
—Lo sé... Toma. Ponte esto en la cabeza. Voy a darte algo para el dolor —dijo, mientras te pasaba un trozo de papel con hilo enrollado—. Tendrá alguna sanción. Hay muchos testigos. Tómate esta pastilla.
—Vale... —susurraste. Cogiste con una mano el vaso de agua, pero tenías la otra ocupada con los hielos. Law acercó la pastilla a tu boca y la abriste para que pudiera meterla. Se sentó a tu lado.
—Eres muy buena portera... —comentó Law, sonriendo de lado. Tú también sonreíste.
—Te he parado bastantes goles —dijiste, sacándole la lengua. Él te acarició la mejilla.
—Tienes que descansar un rato —dijo, mientras se separaba de ti y se levantaba de la camilla—. ¿Quieres que me quede?
—No, no hace falta —dijiste, mientras te recostabas. Por suerte, la almohada estaba blandita y no te dolía mucho apoyar la cabeza.
—Bien, voy a encargarme de lo de Samanta —dijo, serio—. Veré que se puede hacer. En un rato vuelvo.
Poco a poco cerraste los ojos y fuiste quedándote dormida. Un rato después, no sabías cuanto, volviste a abrir los ojos lentamente. Al parecer la pastilla había hecho efecto, ya que no notabas dolor. Te incorporaste con cuidado. Miraste hacia delante y te encontraste con Monet.
—¿Qué haces aquí? —preguntaste, extrañada. No pensabas que estuviera preocupada por ti.
—Mira, te explico —dijo, seria, mientras se levantaba de la silla y se acercaba a ti—. Ya hace más de un año que voy detrás de Law y tú que acabas de llegar este curso... No quiero que pienses ni por un segundo que vas a quitármelo.
—¿Por qué me dices eso? —preguntaste—. Yo no estoy con Law. Es mi profesor.
—Oh, vamos... He visto cómo os miráis —dijo, sonriendo—. No soy idiota. Solo te digo que una niñata como tú no tiene nada que hacer. En cuanto me pruebe se olvidará de ti.
—¿Qué pasa aquí? —se escuchó desde la puerta. Las dos mirasteis hacia allí. Era Law. Monet se puso algo nerviosa.
—Me estaba comentando que eres suyo y que yo no tengo nada que hacer. Ya le he dicho que se está imaginando cosas... —contestaste, mintiendo lo mejor que podías.
—Monet, lárgate de aquí. Estáis locas, tú, Samanta y las otras que vais detrás de mí. Creo que he dejado claro mil veces que no estoy interesado. Solo quiero que me dejéis tranquilo. Y a (TN) también —dijo Law, extremadamente serio. Monet fruncio el ceño y se fue corriendo de allí. Él se acercó a mí—. ¿Estás bien?
—Sí... —contestaste. No te habían hecho mucha gracia las palabras de esa mujer. Sin embargo, sabías que Law estaba contigo. No iba a probar a nadie ni te iba a dejar. Al menos no por eso, confiabas en él. Tenías ganas de sentirle cerca de ti otra vez—. Law quiero hacerlo. Ahora.
—¿Qué? ¿Aquí? —preguntó, extrañado. Te encogiste de hombros. Te daba igual donde. Se quedó pensando durante unos segundos—. Ven, vamos a mi despacho.
Te levantaste y caminaste detrás de él. Durante el trayecto, varias personas que habían presenciado el accidente te preguntaban cómo estabas. Todo el rato respondías que bien y sonreías. Cuando entrasteis en el despacho cerró con llave.
—No podemos hacer ruido... —murmuró, mientras te cogía de la cintura y te levantaba para sentarte en la mesa. Se acercó a tu cuello y lo lamió. Gemiste levemente—. Pero creo que voy a hacerte gritar, así que tendrás que esforzarte. Si te hago daño...
—¡Solo hazlo! —le interrumpiste. Tu voz había sonado algo desesperada, pero te morías de ganas de sentirle dentro de ti.
Notabas que tus mejillas se habían calentado. Se lanzó salvajemente a tu boca mientras acariciaba con sus manos tantas partes de tu cuerpo como podía. Cuando os separasteis para respirar, aprovechaste para quitarle la camiseta. Te quedaste admirando sus pectorales y sus abdominales y acercaste las manos para acariciarle. Cogió una de tus manos y la llevó hasta su miembro, haciéndotelo tocar por encima del pantalón.
—Esto es lo que tú provocas... —gruñó, antes de empezar a desabrocharse el pantalón.
Estabas completamente hipnotizada mirándole. Nada más se deshizo del pantalón se acercó otra vez para quitarte la camiseta y el sujetador. Lanzó todo al suelo y se fue directo a uno de tus pezones. Empezó a lamerlo y mordisquearlo, mientras acariciaba tu intimidad por encima de las bragas. Estaba siendo menos delicado que las otras dos veces, pero eso te estaba excitando todavía más. Subió la cabeza y pegó sus labios a tu oído.
—No voy a quitarte la minifalda...Llevo queriendo hacer esto desde que te vi con el uniforme de deporte... —murmuró, con voz ronca. Este hombre conseguía excitarte hasta límites insospechados.
Notaste como empezaba a bajarle el culotte deportivo, junto con la ropa interior. Lo deslizó por tus piernas hasta que cayó al suelo, dejándote tan solo con la minifalda. Te empujó los hombros para tumbarte en la mesa y te estiró de las piernas, para arrastrarte hasta el borde de la mesa. Se bajó un poco los calzoncillos y se agachó para coger un condón de la cartera guardada en el bolsillo trasero del pantalón. Se lo puso rápidamente. Le rodeaste con las piernas, mientras su miembro empezaba a introducirse dentro de ti. Gemiste levemente.
—Tápate la boca con las manos... —murmuró, mientras te cogía de la cintura y seguía entrando dentro de ti.
Le hiciste caso y te llevaste las manos a la boca. Nada más lo hiciste empezó a embestirte rápido y con fuerza. Nada de empezar despacio como las otras veces. Te dolía un poco, pero el placer era mucho mayor. Cada vez que llegaba hasta el fondo de ti te daba la sensación de que ibas a explotar. Además te miraba fijamente con esos profundos ojos grises y eso te excitaba todavía más. No podías apartar la mirada. Si no tuvieras la boca tapada tus gritos se escucharían por todo el edificio.
Pocos minutos después acercó una de sus manos a tu intimidad y comenzó a rozarte con dos de sus dedos, mientras seguía entrando y saliendo de ti. Sabía perfectamente dónde tenía que tocar y cómo tenía que hacerlo. Era demasiado placer para tu cuerpo. Empezaste a agitar las piernas y te quitaste sin querer las manos de la boca. Enseguida Law te la tapó con la mano que a él le quedaba libre. Aumentó todavía más el ritmo, si es que eso era posible. Gemías como una loca bajo de su mano y, al parecer, eso le excitaba a él. Te apretaba la cara con fuerza, pero no te dolía, te provocaba todavía más. Mientras te penetraba duramente, tu clavabas tus uñas en sus bíceps. No tardaste mucho en correrte y él lo hizo casi al mismo tiempo que tú.
Se inclinó sobre ti y te dio un suave beso en los labios. Os quedasteis así unos minutos mientras vuestra respiración volvía a la normalidad.
—¿Te ha gustado? —preguntó, mirándote fijamente, mientras se apartaba de la mesa.
—Sí... —murmuraste, mientras intentabas incorporarte. Te ayudó a bajar de la mesa. Te temblaban las piernas y estabas un poco dolorida, pero... Había sido algo increíble.
—Me costó ir con cuidado las dos veces anteriores... —dijo, mientras te cogía de las mejillas y pegaba su frente contra la suya. Tenerlo tan cerca te daban ganas de hacerlo otra vez, aunque estabas destrozada—. No sabes las ganas que tenía de hacerlo sin contenerme... Ha sido algo rápido, pero a la próxima lo haré durar más.
No te salían las palabras, solo deseabas con todas tus fuerzas que llegara ese momento. No podías creer que al principio te diera tanta vergüenza hacerlo. Te habías estado perdiendo algo increíble. Eso sí. No podías imaginar hacerlo con alguien que no fuera Law. Era perfecto, y no solo te referías al físico. Era inteligente, responsable, protector, cariñoso...Aunque algunas de esas cosas solo las conocías tú. Para el resto era alguien totalmente distinto. No podías evitar mirarle fijamente mientras se vestía. Cuando acabó te pilló mirándole.
—¿Pasa algo, (TN)-ya? —preguntó, sonriendo de lado, mientras se acercaba a ti.
—Solo te miraba... —contestaste, encogiéndote de hombros y sonriendo. Puso una de sus manos en la parte baja de tu espalda y te arrastró hasta pegarte a él. Solo llevabas puesta la minifalda. Te sonrojaste un poco al pensarlo.
—Necesito que te vistas... —murmuró con su barbilla apoyada en tu cabeza—. Porque no tengo más condones aquí y me estoy muriendo de ganas de volver a hacerte mía.
—Ah, sí, perdona- susurraste, mientras te apartabas y te agachabas para recoger tu ropa.
Tus palabras hicieron reír a Law. Levantaste la vista para mirarle. Estabas tan contenta de poder hacer que fuera feliz... Querías seguir haciéndolo para siempre.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top