Capítulo 23
Cuando llegaste al baño suspiraste aliviada. Solo había dos chicas acabando de maquillarse, así que no tendrías que hacer cola. Te metiste rápidamente en la primera puerta que había. Cuando abriste la puerta para salir, alguien entró de golpe. ¡Era Law!
—¿Qué haces aquí? ¿Estás loco? —preguntaste, mientras él te acorralaba contra la pared.
—Tenía ganas de estar a solas contigo —contestó, susurrando cerca de tu oído. Tu cuerpo se calentaba cada vez que le tenías tan cerca.
—Yo también —confesaste, mirándole a los ojos. Aunque no tardaste en apartar la mirada.
Nada más acabaste de hablar se lanzó sobre tus labios y os fundisteis en un apasionado beso. Tenía una mano apoyada en la pared, al lado de tu cabeza, para acorralarte y con la otra te acariciaba la espalda por debajo de la camiseta. Poco después dejó tus labios y pasó a tu cuello, dando pequeños besos, lametones y suaves mordiscos. Tus piernas empezaron a temblar. Necesitabas más, querías sentirle más cerca de ti.
Le apartaste un poco para poder dar un salto y enganchar tus piernas a su cintura. Volvió a pegar tu espalda contra la pared y tú te lanzaste a su boca. Vuestras lenguas chocaban mientras movías tus caderas para restregarte contra él. Notaste lo mismo que las otras veces, pero esta vez no te apartaste. Ese contacto te estaba dando mucho gusto y, ahora mismo no tenías vergüenza de nada.
Bajaste las piernas y volviste a poner tus pies sobre el suelo. Volviste a acercar tus labios a los de Law mientras desabrochabas los botones de su camisa. Cuando desabrochaste el último pusiste tus manos sobre sus marcados abdominales, para poder acariciarlos. Te separaste de su boca y te acercaste a su cuello. Le escuchaste gruñir cuando pasaste tu lengua lentamente. Acercaste una de tus manos al botón de su pantalón.
—(TN)-ya, estás especialmente atrevida esta noche —comentó Law, mientras te frenaba la mano. Le miraste fijamente. No entendías nada. ¿Por qué te paraba? No entendías nada—. Tu primera vez no va a ser en el baño de una discoteca...
—Pero ahora tengo ganas, si no, en mi casa tendré vergüenza —replicaste, poniendo cara de pena.
—No quiero hacerlo aquí ni con alcohol por en medio. Cuando estés lista y preparada lo haremos. Ya se te quitará la vergüenza —dijo él, mientras volvía a abotonarse la camiseta. No podías replicar nada. Lo había dicho muy convencido- Solo quería besarte. No pensaba que se iría de las manos.
—Ahora me siento rara...Por tú culpa —comentaste, frunciendo el ceño.
—Mira como estoy yo, por tú culpa —contestó él, mientras se levantaba un poco la camisa y dejaba ver completamente su erección. Te quedaste mirando embobada. Se marcaba demasiado bajo el pantalón. ¿Cómo sería de grande?
—¿(TN)? ¿Estás ahí? —se escuchó la voz de Nami. Al parecer acababa de entrar al baño. Los dos os quedasteis en silencio.
—Ehh... ¡Sí! Enseguida salgo —contestaste, elevando la voz.
—Vale, espera aquí voy a mear —dijo ella, mientras entraba en el baño de al lado. Law y tú suspirasteis.
—Me voy, nos vemos fuera —dijo, rápidamente, mientras te daba un beso en la frente antes de salir.
El resto de la noche pasó bastante rápido. Hubo un momento que hasta Zoro y Law se acercaron con vosotros al centro de la pista de baile. Aunque Law estuviera serio y quieto, mientras Luffy y Ussop hacían tonterías a su alrededor, te gustaba mucho que estuviera contigo y con el resto. ¡Estúpida norma y estúpido Doflamingo! Podríais hacer tantas cosas juntos si no fuera por eso...
Esta vez te fuiste en taxi con Nami y Robin. Podrías haber vuelto con Law, pero era más disimulado si volvías como las otras veces que habías salido.
Cuando llegaste a tu cama no podías parar de pensar en cómo te habías comportado. Habías sido muy atrevida con él. O tal vez no. ¡No sabías que era lo normal! Lo único que estaba claro es que probablemente morirías de vergüenza la próxima vez que le vieras sin alcohol por en medio... ¿Por qué eras tan tonta? Poco a poco te fuiste quedando dormida.
(Narra Law...)
Ya habían pasado varios días desde el fin de semana. Había llegado el catorce de febrero, San Valentín. Cuando llegué a mi despacho, el buzón estaba lleno de cartas de amor. Los directores habían decidido que la mayor parte de responsabilidad en cuanto a la nueva norma, debía ser por parte de los profesores y profesoras. Por ello, la mayoría de alumnas no cesaban en sus esfuerzos conmigo.
Cogí las cartas y las entré en el despacho. No sabía si cabrían todas en la papelera. La mayoría eran anónimas esta vez, parecía que si les había importado algo el aviso. Mientras me deshacía de los mensajes, alguien llamó a la puerta. Era (TN) y, al parecer, traía algo para mí.
—Buenos días, Law... —saludó, mientras se acercaba. Llevaba una minifalda vaquera con medias, que le quedaba bastante bien.
—Buenos días, (TN)-ya. ¿Tienes algo para mí? —pregunté, mientras inclinaba la cabeza. Tenía curiosidad.
—He preparado una tarta de chocolate... Y he traído un trozo, porque no te la ibas a comer entera —explicó, mientras dejaba encima de la mesa. Estaba dentro de una cajita de plástico. Perfectamente cortada y decorada.
—Tiene muy buena pinta... —murmuré, mientras la observaba. (TN) era buena cocinera. Le habían enseñado bien sobre eso en el orfanato—. Yo también te he preparado algo. Aunque no soy tan buen cocinero como tú...
—No importa —dijo ella, riendo, mientras yo sacaba unos bombones de la bolsa que había traído.
—Son de chocolate (...), tú favorito —comenté. A ella se le iluminaron los ojos.
—¡Muchas gracias, Law! Tienen muy buena pinta... —agradeció, emocionada. Incluso se acercó hasta mi silla para darme un beso en los labios. Se quedó mirando los sobres de encima de la mesa—. ¿Son cartas de tus fans?
—Sí. Me estaba deshaciendo de ellas. Pensaba que con la nueva norma dejarían de molestarme —contesté, mientras lanzaba a la papelera las pocas que quedaban. Me hizo gracia que llamara "fans" a las locas que iban detrás de mí—. Bueno, se hace tarde. Ve yendo al salón de actos.
—Ah, es verdad —murmuró, mientras miraba el reloj que había en la pared. Antes de que se alejara le estiré del brazo y le acerqué a mí, para poder darle un beso de despedida. Ella sonrió tímidamente—. Ahora nos vemos.
(Narrador externo...)
Ese día teníais una conferencia. Iban a venir unos doctores y doctoras de uno de los dos hospitales privados de la ciudad. Os explicarían el día a día del hospital e incluso os contarían casos reales con imágenes y vídeos. Iba a ser muy interesante.
Chopper y tú os sentasteis en primera fila. Los profesores se sentaron al final del todo, para poder vigilarnos a todos. Os habíais juntado los cuatro cursos de medicina, aunque tampoco es que fuerais muchos en total.
Tú y tu compañero tomabais notas de todo aquello que decían los expertos. Después teníais que hacer un pequeño trabajo sobre la conferencia, así que era importante que estuvierais atentos. No era difícil, ya que estabas fascinada por cada cosa que explicaban. Desde que tenías el portátil que Luffy te regaló, podías apuntar rápidamente todo lo que quisieras.
Hubo varios descansos cortos durante la conferencia. Cuando acabó, Chopper y tú os dirigisteis hacia la cafetería, donde estarían el resto de los Mugiwaras. Ese día, Law tenía que comer con el resto de profesores y los invitados, así que no se sentaría con vosotros como otras veces.
Estabas sentada en una esquina de la mesa. Nami estaba a tu lado y Chopper estaba en frente de ti. Hoy llevabas dos sándwiches de jamón y queso para comer. Justo en la mesa de al lado estaban los profesores y los médicos. Una de ellas no se había separado de Law desde que acabó la conferencia. Se había sentado en frente de él. No podías evitar escucharles hablar.
—Esa tarta tiene muy buena pinta. ¿Puedo probarla? —escuchaste preguntar a la mujer. ¿Qué? ¡Claro que no! ¡Era toda para Law! Te habías pasado toda la noche haciéndola...
—Lo siento, pero tengo mucha hambre —contestó él. Suspiraste aliviada.
Una vez acabaste de comer te acercaste a la barra para pedir un café. ¡Qué casualidad! Law y la doctora estaban yendo también hacia allí. Pediste el café y apoyaste un brazo en la barra mientras esperabas. Ellos dos se habían puesto a tu lado para pedir. Por suerte, no tardaron mucho en servirte el café.
—Veo que triunfas entre las universitarias —comentó la doctora, riéndose. Tus compañeras habían estado rondando a su alrededor toda la mañana—. Aunque, no deberías perder el tiempo con ellas, pudiendo estar con una mujer de verdad que pueda satisfacer correctamente tus necesidades...
Te pusiste nerviosa al escuchar ese comentario y notaste como la taza se deslizaba entre tus manos. El ruido que hizo al golpear contra el suelo y romperse en pedacitos provocó que todo el mundo se girara. Enseguida te agachaste para recoger el desastre que habías armado, pero te cortaste el dedo con uno de los pedazos.
—¡Señorita! No se preocupe. Yo lo recojo —exclamó una de las camareras que estaban en la barra.
—¡(TN)-ya! Te acompañaré a la enfermería a que te curen el dedo —dijo Law, algo preocupado, mientras se acercaba para ayudarte a incorporarte.
—Creo que puede ir sola. Tampoco es para tanto —escuchaste comentar a la doctora, con voz despectiva.
Law no le hizo caso y empezó a caminar junto a ti. Tenías un poco de vergüenza, ya que odiabas ser el centro de atención y, en ese momento, todos estaban pendientes de lo que había ocurrido. No tardasteis en llegar a la enfermería, ya que estaba bastante cerca de la cafetería. El enfermero estaba ocupado tratando un esguince, así que Law se encargó de ti. Te desinfectó el corte y te puso una tirita.
—Esa mujer no se ha separado de ti desde que se ha acabado la conferencia —susurraste, antes de que Law se apartara de ti.
—Es una buena doctora, hemos estado conversando sobre cosas interesantes —contestó él.
—No estabais hablando de medicina cuando estábamos en la barra —murmuraste, frunciendo el ceño.
—Tienes razón. Se ha desviado del tema, pero no tienes nada por lo que preocuparte. De verdad, no seas tonta —dijo él, mientras te estiraba para levantarte de la camilla. Decidiste dejar el tema. Tampoco querías ser una pesada. Nunca antes habías sentido celos por un chico. Además, si él lo decía, sería verdad.
—¿Vendrás este fin de semana a mi casa? —preguntaste, sin alzar la voz.
—Claro que sí. Aún te debo dos premios... —murmuró, cerca de tu oído, mientras salíais de la enfermería. Te sonrojaste. Deseabas con todas tus fuerzas que llegara ya el fin de semana.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top