Capítulo 11
Casi te caes del autobús intentando bajar tu pequeña maleta. Llevabas ropa para el día siguiente, pijama y bolsa de aseo. No te habías dejado nada. Viste que Chopper estaba en una esquina, apartado del resto de la clase y cerca de los profesores. Te acercaste rápidamente hasta él.
—¡Chopper! —exclamaste, mientras te lanzabas a abrazarlo.
—No me abraces, tonta. No me gusta que me abracen —decía, mientras sonreía y se quedaba quieto para que siguieras estrujándole.
—¡Qué pareja de fracasados! —exclamó una de tus compañeras.
—Los fracasados más inteligentes de la clase —comentó Law, lo suficientemente alto para que todos escucharan—. Me gustaría tener un viaje tranquilo. Sin escuchar tonterías.
—Tienes razón, profe —dijo Samanta, sonriendo.
Era la líder del pequeño grupito de cuatro que había en tu clase. Tenía el pelo largo y castaño claro. Sus ojos azul cielo eran preciosos. Parecía una modelo. Además aparentaba más edad, al contrario que tú. Eso sí, era bastante estúpida. A veces no sabías se hacía la tonta o realmente lo era, ya que al pensar planes podía ser bastante inteligente. Eso te confundía. En unos minutos llegó el autobús que la universidad había contratado para llevaros.
—Yo tengo que sentarme por delante, si no me mareo —dijo Samanta, poniéndose una mano en la cabeza. Sus amigas asintieron.
—De acuerdo, ponte por delante con tu pareja —dijo Marco.
Finalmente, Samanta y una de sus amigas, Olivia. Se sentaron en los asientos que estaban a la misma altura que Law y Marco. Las otras dos se sentaron detrás de ellas y, Chopper y tú detrás de los profesores. El resto se repartió por el autobús. El viaje duraría dos horas. No habías dormido muy bien, así que decidiste cerrar los ojos y te apoyaste en el hombro de tu compañero para dormir un ratito. Él no puso problemas.
(Narra Law...)
El viaje no había hecho más que empezar y ya estaba harto. Tener a Samanta al lado era un suplicio. No paraba de intentar sacarme conversación y yo solo le contestaba con monosílabos. Menos mal que Marco intervenía en la conversación. ¿Cómo no iba a ser asocial si estaba rodeado de imbéciles? Pocos se salvaban.
Me giré hacia atrás y vi a (TN) apoyada en el hombro de Chopper. Este iba escuchando música con los cascos y mirando por la ventana. Pensar que esos dos iban a compartir habitación me daba... ¿Celos? Todas estas cosas nuevas que estaba sintiendo eran muy interesantes.
Por fin, llegamos al maldito hostal. Se me había hecho eterno. Repartimos a cada pareja las llaves de su habitación y luego fui a la mía a dejar la maleta. Teníamos un piso solo para nosotros. Mi habitación estaba a un lado del pasillo y la de Marco al otro lado.
El día fue algo aburrido. Estaba un poco de malhumor. Después de comer en el hostal fuimos al hospital. Lo único que me alegró levemente fue ver por fin a todos mis alumnos concentrados en algo relacionado con la medicina. Sobre todo a (TN) y a Chopper, que escuchaban con verdadera emoción cada una de las explicaciones que daban los diversos médicos. Bueno, especialmente disfrutaba viendo a (TN) con ese brillo en los ojos, para que mentir. El problema era que estar allí me recordaba las ganas tenía de estar trabajando en un hospital a tiempo completo.
(Narrador externo...)
¡Había sido un día increíble! El hospital te había parecido una autentica pasada. Médicos de diversas especialidades, herramientas modernas y de buena calidad... No habías podido evitar imaginarte trabajando allí. Querías ayudar a toda la gente que fuera posible, pero aún te faltaba mucho por aprender.
Ya habíais cenado todos juntos en el restaurante del hostal. Chopper y tú estabais a punto de apagar las luces para ir ya a dormir. Al día siguiente seguiríais recorriendo la parte del hospital que faltaba por ver. Era muy grande. El más importante de todo el país. ¡Menos mal que Shakky te había dado la noche libre en el trabajo y que Perona se había quedado a Onigiri!
Más o menos a mitad de la noche te despertase. Notabas un picor en la pierna. Te bajaste los pantalones largos de pijama y enfocaste la zona con la linterna del móvil. Te había picado un mosquito en la cara interna del muslo. Eras alérgica y se te había inflamado bastante. Genial...
Te levantaste de la cama y saliste al pasillo. Abriste la puerta con cuidado para no despertar a Chopper. El profesor que estaba más cerca de tu habitación era Law. Te sabía mal despertarle, pero te picaba y te escocía... Los profesores llevaban botiquines. Golpeaste la puerta dos veces. Law abrió la puerta. No parecía que hubiera estado dormido. Llevaba un pantalón de pijama gris y una camiseta de manga corta.
—(TN)-ya... ¿Pasa algo? —preguntó desde la puerta.
—Creo que me ha picado un mosquito y soy alérgica. Quería saber si tenías alguna crema —le explicaste.
—Sí, pasa —dijo, mientras se apartaba de la puerta. Te hizo una señal para que te sentaras en la cama. Abrió el botiquín y enseguida sacó la crema—. ¿Dónde te ha picado?
—En la pierna —contestaste, mientras te señalabas la zona por encima del pantalón.
—Pues... Tendrás que quitarte el pijama para que te la ponga. O te la pones en tu habitación. Lo que prefieras —dijo, serio, mientras se sentaba a tu lado. Notaste que tus mejillas se sonrojaban. Preferías que te la pusiera él, puestos a elegir. Pero... ¿Era buena idea?
—Prefiero que me la pongas tú... —contestaste, después de dudar durante unos segundos. Temías haber sido muy atrevida, pero él mismo te había dado la opción.
Te incorporaste un poco para quitarte los pantalones. Law apartó la mirada, para que estuvieras más tranquila. Te volviste a sentar y le enseñaste la picadura. Estaba más grande que antes. Se puso un poco de crema en los dedos y la puso sobre la zona. Masajeó lentamente hasta que tu piel absorbió el producto. No parabas de sentir un cosquilleo por dentro mientras los dedos de Law acariciaban tu piel.
—Vale. Mañana estará menos hinchado —comentó, mientras apartaba la mano para cerrar bote de crema. Se levantó para volver a guardarlo y aprovechaste para ponerte el pantalón.
—Muchas gracias —dijiste, mientras caminabas hacia la puerta. Justo ante de que abrieras se escuchó a alguien llamar.
—Profesor, me duele mucho la cabeza... —comentó Samanta mientras abría la puerta de par en par y ponía una mano en su frente, dramatizando. Abrió los ojos y te miró frunciendo el ceño—. ¿Qué haces tú aquí?
—Necesitaba una pomada —contestaste, seria.
—Toma un paracetamol y tómatelo en la habitación —contestó Law, mientras le acercaba la pastilla.
—Pero yo también quiero tomarme la medicina aquí dentro —se quejó Samanta.
—Basta de tonterías. Voy a dormir, así que cada una a su habitación —dijo Law, frunciendo el ceño. Samanta se fue indignada. Antes de que salieras él te cogió del brazo. Te giraste para mirarle—. Buenas noches, (TN)-ya.
—Buenas noches, profesor Law —te despediste, sonriendo, antes de empezar a andar hacia tu habitación. Estabas contenta y no sabías exactamente por qué.
(Narra Law...)
Cuando las chicas se fueron me tumbé en la cama. Estaba pensativo. No me podía creer que (TN) hubiera accedido a que yo le pusiera la crema. Me arrepentí al proponerlo porque pensé que tal vez le había incomodado... Pero, sorprendentemente había dicho que lo hiciera yo. Además, otra vez ese rubor en sus mejillas, verle con tan poca ropa, tocar su piel... Me llevé una mano a la cabeza.
Nunca me había sentido así. Estuve acostumbrado a hacer lo que quisiera con las mujeres que contrataba Doflamingo, pero sabía que no debía actuar así con (TN). Maldito bastardo. Podría haberme enseñado como actuar bien con alguien que te gusta. Cerré los ojos e intenté dormirme, aunque me iba a costar, como siempre.
A la mañana siguiente me desperté bastante pronto. Quería darme una ducha rápida antes de que todos se levantaran. Como los baños eran comunes si iba pronto estaría solo.
Efectivamente, una buena ducha fría era lo que necesitaba. Al salir de la puerta me encontré con (TN), que salía también del baño de las chicas. Llevaba unos vaqueros negros ajustados y su jersey granate estaba mojado por el pelo.
—¿Despierta a estas horas? —pregunté. En teoría hasta dentro de una hora no tenían que desayunar.
—Es que vi que no había secador y quería ducharme pronto para tener el pelo seco antes de irnos —me explicó, sonriente.
—¿Quieres que vayamos a tomar un café a la cafetería? Mientras esperamos... —propuse. No me apetecía encerrarme otra vez en la habitación.
—Sí, claro —contestó enseguida—. Había pensado ir. Voy a dejar primero mi bolsa de aseo en la habitación.
—Está bien, te espero allí —dije, mientras empezaba a andar. Asintió con la cabeza y se puso en marcha hacia su habitación.
Antes de sentarme en una de las mesas que había libres me acerqué a la barra para pedir un café solo y un café con leche y un toque de caramelo. Ella siempre pedía lo mismo en la cafetería de la universidad. Pocos minutos después apareció por la puerta. Me buscó con la mirada y cuando me vio se acercó sonriendo. Estaba preciosa cuando sonreía...
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