Capítulo 7
Espero a Theo impaciente, pues no soy la clase de chica que es buena con las esperas, me pongo un poco ansiosa y más cuando no tengo la menor idea de a dónde nos dirigiremos, pero cuando lo veo salir de la oficina de Heinrich y caminar hacia mí con una sonrisa, me es inevitable pensar que mi espera ha valido la pena.
—¿Lista? —pregunta cuando llega a mi lado y asiento dándole una pequeña sonrisa.
Agradezco que Heinrich no ha salido y que no hay nadie a nuestro alrededor para que vea que estoy a punto de salir con el príncipe, pues no quiero iniciar alguna especie de drama. Theo abre la puerta de su auto para mí y me vuelve a sonreír cuando subo a este, ese pequeño gesto logra ruborizarme, e intento descartar la idea en mi cabeza de cualquier tipo de nerviosismo dentro de mí, él no tarda en subirse y encender el motor de su auto, cuando ambos nos encontramos en la autopista, es ahí donde decido romper el silencio.
—¿Y qué es ese algo que quieres mostrarme? —pregunto, él luce concentrado mientras conduce, pero me da una rápida y corta mirada antes de volver a mirar hacia el frente.
—Ya verás —es su respuesta y ruedo los ojos recargando mi cabeza en la ventana, dispuesta a ver la calle para no hacerle más preguntas, me da la impresión de que no me dará una pista.
Cuando veo que estaciona su auto en el nuevo hospital general de la ciudad, me encuentro frunciendo el ceño al no entender qué hacemos aquí, ¿quiere hacerme donar sangre o algo por el estilo?
A medida en que avanzamos hacia la entrada y Theo saluda a un par de médicos y enfermeras, me doy cuenta hacia dónde vamos, nos dirigimos al área que ha recreado el hospital para los niños con cáncer, tiene que ver con la fundación en la que la mayoría de la ciudad está trabajando en ella.
Caminamos por un largo pasillo, lejos de todos los enfermos y los médicos, entramos a una nueva habitación, la cual está oscura, Theo cierra la puerta detrás de él y se apresura a buscar el interruptor para encender las luces. La habitación es enorme, aunque en su mayoría hay objetos amontonados alrededor, que le quitan un poco de espacio al lugar, pero no hay duda de que es enorme, hay un par de juegos qué percibo al instante, juegos infantiles que están siendo armados, pequeños resbaladeros para niños que no pasan de seis años, mesitas, casitas, pequeños trampolines, y un estante que seguro es para los libros que deben de estar dentro de una de las cajas.
—Este es mi mayor proyecto —habla muy cerca de mí que manda una onda de electricidad por mi cuerpo, debido a su cercanía—. Vengo seguido para construir esta área exclusiva para los niños, quiero que no solo sientan que están aquí porque tienen una enfermedad que quizás acabe con su vida en algún momento, quiero que se olviden de eso estando aquí, por eso he recreado esta pequeña área.
Doy un par de osos al frente para admirar las paredes, en ellas hay distintas frases motivacionales, que seguro van más dirigidos a los papás y familiares que a los niños.
—¿Tú creaste esto? —pregunto lo suficientemente alto para que me escuche a mis espaldas. Tengo que admitir que estoy admirada, no esperaba que viniéramos aquí, más bien, no esperaba que él estuviera trabajando en esto, un lugar especial para los niños y tengo que admitir que me resulta sorprendente.
Escucho sus pasos avanzar hacia mí y me volteo para enfrentarlo. Asiente con orgullo y le da una mirada a la habitación.
—En mis tiempos libres vengo a pintar las paredes y escribir las frases, he estado ocupado así que no he venido en más de una semana, pero espero tener un poco de tiempo el .
Señala hacia las cajas de juegos.
—Tengo que terminar de armarlos.
Lo observo con asombro.
—¿Trabajas en esto tú solo?
Asiente. Le veo suspirar y llevarse las manos a los bolsillos de su pantalón.
—Mi madre murió de cáncer y siento que no tuve oportunidad de hacer mucho por ella, así que construir esto para los niños es mi manera de ayudar a ellos y a sus familias.
Me quedo mirándolo fijamente, no es como creía que era, pienso. Al menos, no del tipo arrogante, sé que quiero decirle algo al respecto, pero estoy sorprendida de que las palabras no salen tan fáciles de mi boca como deseo.
—No sé qué decir, es tierno —suelto sin más, él frunce los labios y observa a su alrededor como si le costara creer lo que digo, siento la necesidad de halagarlo.
—En verdad es tierno —insisto—, seguro que los niños van a amarlo.
—Eso espero —agrega con voz esperanzadora.
Hay un pequeño silencio entre los dos.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?
Se lleva una mano a la nuca y hace una mueca, pensativo.
—Alrededor de un mes y medio, planeo terminarlo pronto, al menos esa es mi meta, pero a veces tengo deberes que me impiden venir aquí.
Supongo que es por su título de príncipe, seguro tiene miles de compromisos más importantes que este. Me muerdo el labio inferior debatiéndome en si decirle lo que espontáneamente acaba de pasar por mi cabeza.
—¿Necesitas una mano? —pregunto con intriga, él me mira curioso—. Digo, si necesitas un poco de ayuda extra, yo podría venir y ayudar cuando necesites a alguien.
—¿En serio?
Me mira con asombro.
—¿Por qué no?
—Honestamente, me vendría muy bien un poco de ayuda —dice animado—. Sería muy útil, me temo que yo solo no podría terminarlo a tiempo.
—¿A tiempo para qué?
Frunce los labios.
—El aniversario de mis padres —responde sin más—. Me gustaría poder tenerlo listo para el día de su aniversario, será en dos meses y quiero inaugurarlo ese día, en honor a la memoria de mi madre.
De pronto, siento ese pequeño remordimiento que llega a sentir uno cuando sabe que algo hizo mal e intenta seguir por la vida como si nada hubiera pasado, y yo había cometido un grave error, había juzgado a Theo sin realmente conocerlo.
—Bien, entonces cuenta conmigo, los fines de semana son mis días de descanso, así que podría venir aquí y echarte una mano cuando la ocupes.
—Me parecería bien, podría agendar los fines de semana para ambos.
Ambos nos quedamos en silencio, estoy observando los juguetes y la pintura en las paredes y sé que Theo está observándome porque presiento su mirada sobre mí, cuando volteo en su dirección, la desvía discretamente.
Escuchamos un pequeño ruido al exterior, lo que hace que ambos salgamos de la habitación hacia el pasillo, los médicos que hay alrededor, le ofrecen una cálida sonrisa y uno que otro se molesta en hacerle una pequeña reverencia. Por mi parte, intento pasar por desapercibida, pero sé que es imposible cuando vengo caminando junto al príncipe. Me doy cuenta de que la mayoría en el hospital siente un gran afecto por él.
—Oye, ¿Quieres que te lleve a casa? —pregunta una vez que ambos nos encontramos subiendo a su auto.
—¿Planeabas dejarme aquí? —cuestiono en un tono serio y me cruzo de brazos, veo que de pronto su rostro se vuelve serio. Me echo a reír porque estoy casi segura de que cree que en verdad pensé que iba a dejarme aquí, mi risa parece hacer que él también se ría, pero es más como una risa seca—. Vivo en el mismo edificio de Cassidy, ¿sabes dónde es?
Asiente y enciende el motor dispuesto a conducir hacia mi departamento.
—Quiero aclarar que no iba de dejarte en el hospital y dejar que regresaras sola a casa —dice después de un tiempo, una sonrisa se forma en mis labios.
—Lo sé, luces del tipo de chico que te deja frente a la puerta de tu departamento después de tener una cita.
—Veo que te encanta sacar tus propias deducciones, ¿Qué te hace creer que en verdad soy esa clase de chico?
Me encojo de hombros, no tengo una respuesta con certeza, pero luce como esa clase de chicos.
—Solo lo creo.
Enarca una ceja.
—¿Así como crees todas esas cosas que dijiste en la fiesta de mí?
Debí imaginármelo, nuestro primer encuentro no es algo que ninguno de los dos vamos a olvidar y claro, debí suponer que tarde o temprano él podría reprochármelo.
—Bien, las personas se equivocan —digo removiéndome en mi asiento—. Aún no te conozco con exactitud, pero no luces como la persona que creí que eras. Te he juzgado mal, lo siento.
—¿Ahora tienes un nuevo concepto de mí?
Me muerdo el labio inferior, si lo tengo, definitivamente no es como yo creía. No se lo digo, solo me encojo de hombros, dispuesta a molestarlo con mi respuesta.
—Aún estoy construyendo ese nuevo concepto —digo con una pequeña sonrisa—. Si tienes suerte, podrías saberlo más adelante.
—¿En alguna otra fiesta? —bromea, no hay pizca de enfado o reproche en su voz. Hago una mueca.
—En realidad, pensaba mandarlo a una editorial para que sea publicado por una de esas revistas de chismes de la realeza —bromeo con humor y una risita absurda escapa de él, la encuentro linda—. ¿Quizás Gossip Royals?
—Oh sí, ellos amarían tener la primicia, que inteligente eres.
Con una mano, bato mi cabello de forma dramática.
—Lo sé, incluso estaba escribiendo mi informe sobre el famosísimo Theodore Altenberg, futuro rey de Alemania —continúo bromeando, él chasquea su lengua.
—Claro, teniendo en cuenta que Gossip Royals es el sitio web con los mejores chismes de la realeza —dice esto último en un tono algo serio que me hace dudar por un instante en sí reconoce que estoy bromeando o no.
—Solo bromeo —agrego con seriedad, no queriendo incomodarlo.
—Tranquila, también yo. Es solo que Gossip Royals es uno de los sitios más polémicos cuando se trata de la realeza, puedo asegurarte que cualquier miembro de ella, odiamos ese sitio, sé de alguien en específico.
Minutos más tarde, Theo estaciona su auto frente a mi edificio y se apresura a salir de él para acompañarme hasta la puerta de mi departamento, justo como había previsto.
—Bien, aquí vivo —digo una vez que estamos frente a mi puerta—. Gracias por traerme.
—De nada —responde y hay un pequeño silencio entre ambos, pienso que es el momento correcto para que yo abra la puerta y desaparezca, pero mis pies parecen pegarse al suelo y como de costumbre, suelto lo que pienso.
—¿Por qué me llevaste a ese hospital?
Mi pregunta parece tomarlo por sorpresa por un momento y pone una expresión neutra antes de responder.
—No lo sé —dice llevándose las manos a los bolsillos de su pantalón—. Solo quería hacerlo.
Enarco una ceja deseando que se explique mejor, ya que considero que esa no es la verdadera razón por la que me llevó, sin embargo, el celular en su bolsillo suena y se apresura a sacarlo.
—Lo siento, tengo que irme —dice no muy animado de atender la llamada.
—Adelante —digo con un gesto despreocupado—. Será mejor que entre, así que gracias por traerme.
Por mi parte entro a mi departamento y cierro la puerta, soltando un suspiro pesado una vez que estoy dentro. Tengo que admitirlo, Theo me ha sorprendido con esa visita al hospital y aún más, me ha dejado con la intriga de por qué ha decidido llevarme.
*********
¡Holaa! Espero que estén bien, ahora si me tomo un poco de tiempo en actualizar ya que estuve algo ocupada, pero recien acabo de terminar este capitulo y espero lo disfruten, más adelante sabremos por qué Theo a llevado al hospital a Leigh, ¿No les parece lindo lo que hace por esos niños? Les dije, Theo es un amor y super tierno<3.
Por cierto, muchisimas gracias por las +5000 lecturas, en verdad, aprecio mucho que se tomen la molestia de leerme, significa mucho para mi<3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top