Capítulo 57
—De todas las personas que creí que podían lastimarme, jamás pensé en ti —espeta con sumo dolor en mi dirección, su comentario provoca una punzada de dolor en mi pecho, mis ojos se llenan de lágrimas y niego.
—No quise hacerlo —digo con voz rota. Ha sido Nathaniel quien se ha animado a besarme y yo no he hecho nada para detenerlo porque me ha tomado por sorpresa. Theo niega.
—¿No querías hacerlo? Porque a mí me parece todo lo contrario, si no quisieras hacerlo no...
—Theodore, por favor, Leigh está diciendo la verdad.
—¿Y quieres que te crea a ti? —le pregunta a su primo con odio—. No pueden negarme algo que he visto con mis propios ojos, se han besado, ambos.
—Si, pero te juro que...
—¡No me jures nada, Nathaniel! —Su voz se ha transformado, y su tono es duro, da un paso hacia nosotros—. ¡Eres la persona menos indicada para jurarme! ¡¿Ya se te olvidó todo lo que me hiciste?!
—No lo he olvidado y lo siento, sé que me deje llevar por Dorothea, pero con Leigh tiene una explicación, no ha sido ella quien me ha incitado, ha sido culpa mía.
Una risita seca y sarcástica sale de Theo.
—¿Quieres verme la cara de estúpido? ¿Ambos? —voltea en mi dirección, aún hay dolor en su mirada, pero también hay ira. Yo niego y camino hacia él, me hace una seña para que me detenga y lo hago—. Ni te me acerques que no conseguirás convencerme, lo he visto todo con mis propios ojos, ¿o me dirás que fue producto de mi imaginación? Creí que me querías.
Sus últimas palabras logran romperme a llorar.
—Te quiero —aseguro, y vuelve a negar.
—Si lo hicieras, no te besarías con ningún otro hombre, mucho menos con alguien como él.
—Por favor, déjame explicarte. Todo tiene una explicación.
—No hace falta, me ha quedado más que claro. —Me mira directo a los ojos—. Lo nuestro era demasiado perfecto para ser real, al final, terminaste resultando como todas. Me viste como un título que podría darte poder, ¿no?
—Eso no es cierto. Sabes muy bien que tu título no me interesa.
—Ah ¿no? Entonces que quieres que crea, ¿eh? ¿Que el besarte con Nathaniel nomás fue por error? —Quiero gritarle que sí—. ¿Quieres que confíe en ti como si nada de esto pasó? ¿Qué te ame y al final te vayas con otro príncipe que te resulte mejor que yo?
—Me conoces bien, no voy a hacer eso.
Ríe.
—No, Leigh, te conocí. O creí hacerlo, pero estaba equivocado. Fui un tonto.
—Theo, insisto, todo esto tiene una explicación y no es la que tú crees, por favor, déjame explicarte.
—¡Qué ya te he dicho que no hay nada que explicar, Nate! ¡Lo he visto todo con mis propios ojos! ¡¿Qué me van a explicar?! ¡¿Cómo estuvo el beso?! ¡¿Acaso quieres que te pregunte qué tan bien besa?! ¡Es más! ¡Seguro que ya te la llevaste a la cama! ¡¿No es así?!
Nathaniel camina hacia Theo, quien está hecho una furia.
—Por favor, cálmate —insiste, manteniendo la calma.
—¡¿Cómo quieres que me calme si la mujer que amo me ha engañado frente a mis narices?!
—¡Por favor, Theodore, déjame explicarte las cosas! —grita Nathaniel en el mismo tono que su primo, quien ya ha colmado su paciencia.
—¡No tienes nada que explicarme! ¡Ninguno de los dos! —grita Theodore con suma molestia. Su mirada se dirige a mí—. Dime una cosa, ¿realmente te gusta o solo juegas con él como jugaste conmigo?
—¿Sabes qué? Ya me hartaste, estaba intentando ser bueno contigo, pero ya veo que no vale la pena —dice Nathaniel molesto—. ¿Acaso tú no te cansas de ser el idiota egoísta que eres? Porque lo único que has hecho toda tu vida es ver por ti y no por lo demás.
—¡Por favor! ¡¿Vas a decirme todas mis verdades?! —se queja Theo—, te recuerdo que has sido tú quien se metió en la cama con mi novia años atrás.
—Quizás eso no hubiese sucedido si no fueras el idiota que acostumbras a ser que solo piensa en sí mismo y complace a todos —dice Nathaniel golpeándole el pecho con su dedo índice—. ¿O me vas a decir que miento? Todos aquí sabemos que siempre has sido así, que quieres complace a todos los demás y no te importa herir a las personas que amas y te aman.
—Oh, vamos, no necesito tu estúpido sermón. Eres la persona menos indicada para hacerlo. —Esta vez es Theo quien golpea el pecho de Nathaniel—. ¿Qué acaso no fue suficiente quitarme a Dorothea y ahora tenías que irte con ella?
Me señala.
—Eres un completo imbécil que no puede estar conforme con tenerlo todo, ¿no? ¡Siempre quieres más! ¡Quieres todo lo que los demás podemos tener!
Nathaniel ríe al mismo tiempo que niega.
—¿Sabes una cosa? No eres el único que jugó sucio —espeta Theo con odio, le sostiene firmemente la mirada a Nathaniel—. ¿Recuerdas a Elena? También compartí cama con ella, así los dos estábamos a mano.
La expresión en el rostro de Nathaniel se transforma en completa ira, tomó a Theodore de la camisa y lo golpea en el rostro, Theo le regresa el golpe y en cuestión de segundos, comienzan una pelea.
Como ambos hombres se encuentran gritando en la habitación antes de comenzar a golpearse, algunos invitados se han acercado a la habitación a ver que está pasando, lo que fue bueno para ayudar a separar a ambos.
—¡Caballeros! ¡Ninguno llegará a nada a golpes! —aclara un hombre que tiene gran similitud a Nathaniel. Lo reconozco como su padre. El pecho de Theo sube y baja con fuerza, Nathaniel se abalanza para volver a golpearlo mientras cuatro hombres más lo retienen, lo mismo es con Theo.
Nathaniel forcejea un par de veces y levanta las manos al aire, indicando rendirse para que no vuelvan a sujetarlo.
—Tienes razón, no llegaremos a nada a golpes, el daño ya está hecho ¿no? —dice seguro, da un paso hacia su padre y Theo. Una sonrisa socarrona se forma en su boca—. Y para rematarla, yo te diré una última verdad —dice con seguridad y malicia. El padre de Nathaniel le da una mirada seria.
—Nathaniel —sentencia en advertencia. Este ríe secamente.
—Vamos, en algún punto se tenía que enterar ¿no? —le dice a su padre—. Tiene que enterarse de la verdad que todo el mundo oculta de él, la verdad que el rey tanto mantuvo en secreto.
—Nathaniel, no lo hagas.
—¿Por qué no? ¿Acaso la honestidad no es lo primordial en esta vida?
—Nathaniel, le hicimos una promesa a Johan... —intenta persuadir su padre, Nathaniel niega.
—Claro, la corte lo hizo. Pero yo no estaba ese día allí, así que no tengo por qué cumplir con algo que no prometí.
—¿De qué demonios hablas? —pregunta Theo con preocupación. Su rostro se ha vuelto serio, los hombres que están sosteniéndole, dejan de hacerlo y comparten miradas cómplices, incluyendo los hombres que estaban con Nathaniel.
—¡De la verdad que tu padre nunca te dijo! —gritó con fuerza, tenía la intención de que la mayoría lo escuchara—. ¡Su secreto más preciado! ¡El príncipe heredero al trono!
—No estoy comprendiendo.
—Nathaniel, no sigas. Ya basta —ruega su padre. Nathaniel ríe nuevamente.
—¡Vamos! ¡Todos aquí lo sabemos! ¡Sabemos el secreto del rey! —grita en todas las direcciones—. ¡Sabemos que la perfecta reina no era su madre!
Me lleno de asombro tanto que estoy creyendo por un momento que he escuchado mal, volteo a ver a todos los presentes, nadie se mueve de sus lugares y tienen expresiones serias en sus rostros que no muestran ningún asombro, lo que me dice que Nathaniel no está mintiendo.
—¿Qué? —susurra Theo, su cuerpo se tensa en su lugar y su rostro palidece.
—Nathaniel, es suficiente, este no era el momento... —aclara su padre. Nathaniel lo mira con ira.
—¿Entonces cuando sería el momento? ¿Nunca? —pregunta y se voltea a ver a todos—. Cada uno de ustedes lo sabía. Sabía que la reina melanina no era la madre biológica de Theo.
—Eso no es cierto —dice Theo, Nathaniel se acerca a él.
—Lo es —jura—. Tu madre lo intentó por años, pero no pudo hacerlo, no pudo concebir por lo que terminaron recurriendo al método de inseminación artificial, alguien les prestó el vientre para poder tener un heredero, solo porque tu madre no pudo hacerlo.
Theo niega.
—Estás mintiendo. —Lágrimas se acumulan en sus ojos. En busca de confirmación, voltea a ver a su tío, quien tiene una expresión seria y ninguna sorpresa—. Por favor, no es cierto. —La voz de Theo se rompe en segundos al ver que su tío no dice nada, cierra los ojos con fuerza intentando contener las lágrimas.
—Estás mintiendo, tú solo quieres herirme —le dice señalando a Nathaniel—. Por favor, tío, le suplico que me dé una respuesta, esto no es verdad... ¿O sí?
Su tío, quien aún continúa en el medio, agacha la cabeza, apenado.
—¿Entonces es verdad? ¿No está mintiendo? —dice en un tono apenas audible, voltea a ver a todos, la mayoría personas pertenecientes a la corte real—. ¡¿Ustedes lo sabían no es así?! ¡Todos ustedes! —grita con odio, todos agachan el rostro, avergonzados de haber callado el secreto.
—¡Lo sabían! ¡Lo sabían y no me lo dijeron!
De entre las personas, Heinrich aparece con una expresión tímida y sería.
—Hijo, tu padre nos pidió que guardáramos silencio, quería ser él quien te lo explicara todo. Por favor...
—¡Por favor nada! ¡Me han mentido toda mi vida! —grita con miles de lágrimas, hay ira y dolor combinados en sus palabras.
—Theo, tu padre tuvo sus razones para hacerlo, por favor, estás muy alterado, intenta calmarte para que...
—¡Para que nada! ¡Toda mi vida lo sabían y no dijeron nada! ¡Se burlaron frente a mis narices todo este tiempo!
—Hijo, tus padres querían...
—¡¿Querían qué?! ¡¿Protegerme?! ¡No me vengan con esa mierda barata! —Toma un par de respiraciones—. Han cometido un error si han creído que me estaban protegiendo porque no es así, yo confíe en cada uno de ustedes, creí que...
—Theodore, todo tiene una explicación —interrumpe su tío—. Tu madre no podía tener hijos, tuvo demasiadas complicaciones para concebir y nunca lo logró, tuvo demasiados abortos y tus padres creyeron que lo correcto era....
Theo levanta una mano en el aire para hacerle callar.
—No sigas, no hay nada correcto con todo esto —dice aún en un tono duro—. Por favor, lárguense de mi palacio.
Nadie se mueve de su lugar.
—¡Se los ordeno a todos! ¡Quiero a todos fuera de inmediato!
—Theo... —insiste Heinrich, a quien Theo voltea a ver con una mirada llena de dolor, niega y seguido de eso, pasa empujando entre la multitud para salir de inmediato de la habitación.
Hay un silencio sorprendente, nadie se atreve ni a murmurar, todos tienen rostros serios, algunos están en un estado de sorpresa y otros de dolor. Estoy sorprendida al igual que muchos, estoy intentando procesarlo todo, recuerdo que una vez Stefan me dijo que la reina tuvo muchas complicaciones para tener a Theodore, pero jamás imagine que no pudo tener hijos.
Siguiendo mis instintos, salgo de la habitación de inmediato y corro por los pasillos a buscarlo, a un par de metros de distancia, encuentro una puerta abierta con las luces encendidas, me apresuro a entrar para encontrarle en una esquina de la habitación tirándose del cabello, para luego acercarse a una mesita y tirar todo lo que hay en ella en un arrebatamiento de ira.
—¡Theo! —grito para poder llamar su atención, levanta su vista, sus ojos están rojos por el llanto.
—¡¿Qué quieres?! —espeta con desprecio. Tomo su pregunta como una invitación para entrar a la habitación y llegar a su lugar, a mitad, antes de que pueda hacerlo, con un gesto de mano me hace detenerme.
—No quiero verte —susurra entre lágrimas—. Ni a ti, ni a nadie. —Está más que destrozado. No hay palabras adecuadas para describir en el estado que está, se le ve fatal. Trago el nudo que se ha formado en mi garganta y doy un paso más para intentar de nuevo llegar a él—. ¡Te dije que te largues! —Su tono de voz me toma por sorpresa que me estremezco y detengo en un segundo. Insiste. Nunca le he visto en un estado como este, ni siquiera cuando murió su padre estuvo en tal estado. Escucho pasos detrás de mí y me volteo para ver que Stefan ha llegado a mi lado. Luce igual de sorprendido que yo—. ¡Te pedí que te largues! ¡No quiero volverte a ver!
Vuelve a gritarme, el cuerpo de Stefan se tensa a mi lado, me temo que es la primera vez en que presencia a Theo en un estado como ese. El sonido de un objeto rompiéndose hace que salgamos de nuestro trance.
Stefan reacciona de inmediato, tomándome del brazo.
—Vamos, esto es muy duro para él, démosle un poco de espacio —dice llevándome hasta afuera de la habitación, cuando por fin hemos salido, vuelve a hablar.
—Yo... —quiero hablar, pero no tengo palabras para explicar todo esto, estoy demasiado aturdida como sorprendida. No hace falta que hable para saber que Stefan me entiende—. ¿Tú lo sabías?
Niega.
—Sé lo mismo que tú, no puedo creerlo, es difícil de hacerlo.
Asiento, ahora soy yo quien ha comenzado a llorar. Con una mano, quito con brusquedad las lágrimas.
—No es conveniente que esté solo —le digo.
—No voy a dejarlo —me asegura—. Pero creo que lo conveniente es que vayas a casa, no querrá ver a nadie, debemos darle su espacio para que procese todo esto.
Detesto esa idea, pero está en lo cierto, es testarudo y no escuchara a nadie en el estado en que está, se negara a cualquier persona.
—Conseguiré que te lleven a casa si te apetece.
Juego con mis manos.
—Me gustaría quedarme.
No quiero abandonarlo. Stefan me regala una mueca.
—No querrá verte, ha dejado en claro que no quiere hacerlo y se negara a hablar contigo —me dice con tristeza—. De nuevo, creo que lo conveniente es que te vayas a casa, no es bueno que estés aquí con él estando así, necesita privacidad.
Stefan lo conoce mejor que nadie, incluso mejor que yo, por lo que no insisto.
—Prométeme que hablaras con él y no lo dejaras.
—Te lo prometo.
Rompo los centímetros que nos separan y le doy un abrazo que no duda en aceptar.
—Vamos, el personal te llevará a casa, yo iré a buscarte cuando él esté mejor.
Me separo de él y dejo que me acompañe hacia la salida del palacio. Un guardia se encarga de escoltarme a casa junto con el chófer. Hoy, las cosas se habían salido de control, si Theo no estaba contento el mismo día de su coronación, esto había sido la cereza que faltaba en su pastel para derrumbar todo. Su vida se había transformado en tan solo segundos y el secreto que el rey tanto trató de ocultar por fin se había revelado.
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