Capítulo 53
Theo me espera tal y como dijo que lo haría, me siento agradecida de que Friedrich al final nos interrumpiera para así poder procesar todo con claridad, el asunto por el que nos interrumpió no era tan importante por lo que termine solucionándolo en menos de cinco minutos.
Hago mis esfuerzos por volver a concentrarme en el trabajo, pero por más que lo intento no puedo dejar de pensar en todo lo que Theo me había confesado en la habitación, me costaba creer que no había aceptado la propuesta de matrimonio por parte de Dorothea, estaba casi segura en que ambos se comprometerían. Pienso en sus palabras y la manera en que dijo que no estaba dispuesto a comprometerse con alguien como ella, pero si conmigo, bajo la privacidad que me proporciona mi escritorio, pienso un momento en ello, ¿se lo habrá comentado a alguien más? Porque estoy segura de que la corte real desaprobaría algo como ello, por más cliché que la cosa sonara, yo no era una princesa y la insistencia de la corte con mantener el linaje real era tan grande que podrían desaprobar la idea de Theo, lo que me hace pensar por qué la corte real desaprueba que Theo pueda comprometerse con alguien no perteneciente a la realeza si Johan no tenía ningún inconveniente con ello. Además, Theo menciono que en Alemania no existe tal ley que impide a un príncipe casarse con una chica no perteneciente a la realeza.
Paso el resto de la tarde dándole vueltas al asunto y de vez en cuando le doy una miradita a Theo, quien decidió esperarme en la sala de la recepción frente al televisor. Hoy decido terminar luego mi turno, por lo que me apresuro a ir a firmar mi ficha de salida sin siquiera esperar a que el personal de cambio de turno llegara, ya que Friedrich ha accedido a ser quien se encargue del cambio de turno.
Voy directo hacia Theo una vez que he firmado, y este se levanta de inmediato de su lugar. No hemos dicho a donde iremos, pero deduzco que será mi departamento, así los dos tenemos privacidad para poder hablar. Le hago una seña para que me siga hacia la salida, este hace caso y caminamos en silencio hacia ella, al llegar a la puerta, como si el destino quisiera que los tres tuviésemos un encuentro —o más bien Theo—, Nathaniel aparece frente a nosotros.
Detenemos nuestro paso frente a él, quien se sorprende al vernos y puedo decir que está realmente asombrado de ver a Theo aquí porque sus cejas se alzan y frunce el ceño.
—¿Nathaniel? —suelta Theo con incertidumbre. Su primo se aclara la garganta, me da una mirada a mí y luego a Theo.
—Hola —es su respuesta corta, su boca se abre para decir algo más, pero termina cerrándose, después vuelve a mirarme en busca de ayuda, sin embargo, no tengo nada que decir—, yo uhm...
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta Theo, no hay molestia en su voz, pero su tono es serio y está sorprendido al igual que Nathaniel.
—Estoy hospedándome aquí —contestó. Theo dio un paso al frente, Nathaniel hizo lo mismo, yo me quedé en mi lugar.
—No tenía idea de que estabas hospedándote aquí, ¿cuándo llegaste?
—Hace dos días. Dime, ¿es cierto sobre tu compromiso con Dorothea? —Había una pizca de tensión en el aire, las palabras de Nathaniel salieron de su boca con intriga y curiosidad, sin embargo, era bueno disimulando sus emociones porque tenía el presentimiento de que estaba ocultando lo que sea que estuviera sintiendo—. Escuché la noticia en televisión —aclara al ver que no tiene respuesta, Theo toma una bocanada de aire y suspira.
—No vamos a comprometernos —asegura—, no soy su tipo y tú bien lo sabes.
Esto último sale con una pizca de odio de la boca de Theo, la tensión incrementa, Nathaniel y él se sostienen la mirada por un rato. No le ha gustado el comentario de Theo, lo noto cuando su mandíbula se contrae y asiente.
—Supongo que eres más del tipo de alguien como Leigh ¿no? —se queja en un tono serio y bajo, ambos aun sosteniéndose la mirada. Mi mención me sorprende un poco e intento comprender a que se refiere conmigo, no sé de dónde ha venido eso, pero su comentario me disgusta. Theo da un paso más hacia el frente, dispuesto a restarle, no me gusta el rumbo por el que parecen querer ir las cosas, si dejo que continúen con ese juego de miradas, van a iniciar una pelea en cualquier segundo, por eso soy yo quien se entromete llegando al lado de ambos.
—Nosotros ya nos íbamos, es algo tarde y tenemos asuntos importantes.
Me gano la mirada de ambos y siento el alivio cuando la tensión se desvanece solo un poco, Theo retrocede y Nathaniel se queda en su lugar, como si agarrar el brazo de Theo evitará una pelea aquí en el hotel entre ambos, tiro de su brazo hacia mí y le hago una seña hacia la salida.
—Espero que tengan una agradable velada —grita Nathaniel en nuestra dirección al alejarnos de su lado, ubico el auto de Theo y no suelto su brazo hasta llegar a su auto. Siendo el caballero que habitualmente es, abre la puerta para mí antes de subirse. Dentro del auto, le toma unos minutos encender el motor.
—No tenía noción de que Nathaniel se estaba hospedado aquí —suelta con intriga y curiosidad, yo tengo la mirada hacia el frente y me muerdo el labio inferior.
—Bueno, llego hace dos días —agrego y él asiente. Hay un breve silencio, siento que le debo una explicación sobre su primo por lo que me animo a hablar—. Estaba en la sala de la recepción cuando se enteró de la noticia de tu compromiso con Dorothea, supongo que también debió de sorprenderlo bastante.
—Supongo que si, a todos nos sorprendió —aclara antes de encender el motor y echar el carro a andar hacia mi departamento.
No tocamos el tema, por lo que me pregunto de nuevo a que quería referirse Nathaniel con su comentario, no tengo duda de que lo ha hecho con intención de enfadar a Theo y creo que lo ha conseguido. Como son las seis de la tarde y esta es la hora del tráfico, hacemos un poco de tiempo en llegar a mi departamento, al llegar a este, siento la necesidad de hablar en el estacionamiento antes de bajar del auto por lo que agarro el brazo de Theo antes de que abriera la puerta de su auto. Abro la boca para hablar, ahora que sé que ambos estamos solos y no hay manera en que seamos interrumpidos es el mejor momento para hablar, pero las palabras se quedan atacadas en mi garganta y el solo hecho de saber que ahora estamos solos me pone nerviosa. Dejo que mis palabras salgan tal y como pasan por mi mente.
—Lo siento Theo, yo... —me pongo más nerviosa de lo normal, lo cual detesto—, esto es complicado, no sé si pueda hacerlo.
Su ceño se frunce.
—¿Podrías explicarte mejor? —pregunta sin comprenderme. Tomo una bocanada de aire.
—Sé que hemos venido aquí para hablar los dos y que tienes una buena explicación que darme, pero tienes que comprender que todo esto es nuevo para mí —confieso—, hablamos un poco en el hotel y es evidente que te has explicado, pero no sé si quiera de nuevo otra explicación.
Niego. Al principio, estaba segura de querer venir a mi departamento a solas con él, pero he sentido un ligero arrepentimiento, no quiero otra explicación, por lo menos no ahora.
—Sigo sin entenderte —dice frunciendo el ceño y buscando una respuesta en mi rostro—. ¿Estás pidiéndome que me vaya?
Creo que no lo pudo haber dicho mejor que yo. Quiero asentir y decirle que sí, que lo conveniente es que me dé un poco de espacio por el momento, pero no lo hago, me aferro un poco más a su brazo.
—Yo... —No sé cómo explicarme en estos momentos, me tomo mi tiempo para aclarar mis pensamientos—. ¿Cómo puedo estar tan segura de lo que me has dicho es cierto? ¿De qué tú y Dorothea en verdad no se comprometerán? Y si esto es cierto, ¿qué sucederá después? Te convertirás en rey, ¿y luego qué?
Mis preguntas lo toman por sorpresa, suelto mi agarre a su brazo y lo aprovecha para pasarse la mano por el cabello y despeinarlo un poco.
—Yo... Quiero creer que la corte real estará de mi lado.
Sus ojos recaen en los míos, me resultan dudosos.
—¿Y si no es así?
Suspira.
—Leigh, yo no tengo una respuesta concreta —confiesa avergonzado. No estoy sorprendida, a decir verdad, veía venir una respuesta como esa, lo que me hace negar. Vuelve a suspirar.
—Puedo lidiar con Dorothea y su familia, pero no puedo lidiar del todo con la corte —continúa explicándose—, ni siquiera sé por qué no quieren dejar que me comprometa con quien yo quiera y por qué hay tanta disputa en que yo gobierne Alemania, en parte creo que es conveniente seguir sus reglas, al menos hasta que puedan dejarme tomar las riendas—. ¿Crees que eso sea posible? —pregunta y bajo la mirada hacia mis manos, con las que estoy jugando, intentando controlar mi ansiedad por llevar las cosas con calma y no brutalidad como suelo hacerlo la mayoría del tiempo, pues no suelo callarme nada.
—No creo que sea conveniente que dejes que ellos manejen tu vida, les estás dando un control que no deberían tener.
—¿Y qué quieres que haga? No hay manera en que se me permita hacer lo que yo diga sin antes ser analizado, ni siquiera mi padre podría hacer todo lo que deseaba.
Su respuesta es algo brusca. Cosa que me sorprende.
—Por lo menos deberías de intentarlo, ¿no? No creo que tu padre fuese la clase de persona que se dejase manipular por la corte real, en cambio tú...
—No lo entiendes, la corte real es muy importante en las monarquías, sin ella, un rey no es un rey —protesta.
Una mueca se dibuja en mi boca.
—Entiendo que las cortes reales son importantes, pero no entiendo la parte en que tú no puedas tomar tus propias decisiones, si tú eres el rey deberías hacerlo, no puedes permitir que dirijan tu vida solo porque son la corte real —digo mirándole directamente—, sé que todo esto que ha pasado en estos últimos meses ha sido complicado, entiendo que en parte puedas sentirte un poco perdido porque has perdido a tus padres a edades tempranas, pero no comprendo por qué ellos tienen que tener el control de tu vida, eres adulto, Theo, y además eres el rey, por lo menos tienen que hacer un intento de escucharte. No creo que estés haciendo lo correcto.
Niega. Puedo ver que mis palabras no le han gustado para nada porque la expresión en su rostro cambia y se llena de seriedad.
—Y supongo que tú sí sabes que es lo correcto para mí, ¿no? —espeta con una pizca de molestia—, todo el mundo cree saber que es lo correcto para mí, hacen suposiciones con las que imaginan que me harán beneficiar cuando realmente ven su propio beneficio. Creo estar lo suficiente adulto como para saber que es correcto para mí y que no. Por si no lo ves, todos los días intento comprender a la corte real, me aprendo leyes y estudio discursos con la finalidad de mejorar por el bien de Alemania, soy consciente de los errores que he cometido en el pasado, pero tengo intención de corregirlos.
—No puedes cambiar el pasado —digo con seguridad—, no puedes corregir tus errores, pero si puedes mejorar tu futuro, pero en mi opinión, no creo que estés haciendo lo correcto.
Theo niega. Llegados a este punto, está molesto.
—Entonces dime qué es lo que tú consideras correcto, porque no creo que tengas idea de lo que es gobernar un país.
—¿Y tú sí?
Soy consciente de que he cometido un error al decirle esto, está claro que tiene idea de lo que es dirigir un país a diferencia de mí, pero me ha enfadado el hecho de que se ha molestado solo por la corte real, ¿Qué tan idiota es para no darse cuenta de que la corte real está manipulando le?
—Te he llegado a conocer lo suficiente como para saber que la corte real influye en ti, ¿A caso tú no lo ves? Desde que te convertiste en rey, no tienes tiempo para nada, espera, incluso desde antes de convertirte en rey, siempre ponías a la corte real y todas esas cosas de príncipe primero que todo —suelto, molesta—. Y entiendo que estés ocupado la mayor parte del tiempo como para vernos, pero me parece...
—¿Estás haciendo todo esto solo porque no podemos pasar tiempo juntos? —dice con molestia e incredulidad—, creí que desde el principio te quedó en claro que mi vida no era sencilla, por si no lo sabías, nunca lo ha sido, no puedo ser una persona normal, nunca lo he sido con exactitud, siempre ha existido reglas alrededor que debo seguir, deberías entenderlo. Si todo esto de la corte real es porque últimamente no hemos estado viéndonos...
—No es por eso —interrumpo—, entiendo muy bien que eres un príncipe y que tienes reglas que seguir y que tu vida es muy diferente a la mía, pero desde que te convertiste en rey no siento que seas la misma persona que conocí al principio, tan solo mírate.
—Bueno, las personas cambian todo el tiempo, ¿no es así? —dice agitando las manos en el aire—, no me puedes pedir que sea la misma persona para siempre.
Ahora soy yo quien está molesta.
—Claro, todos cambian, y tú lo has hecho, pero no siento que has cambiado por ti mismo, has cambiado para los demás, para complacerlos.
—No busco complace a nadie.
—¿Estás seguro de eso?
Posé la mano en la manija de la puerta, y esperé una respuesta de su parte, como imaginaba, no tenía una porque yo estaba en lo cierto, Theodore quería complacer a todos en la corte real.
—¿Lo ves? Estoy en lo cierto.
Antes de que pueda decirme otra cosa, me apresuro a salir del auto y caminar hacia el edificio de mi departamento, no tardo mucho en escuchar la puerta de su auto abrirse y cerrarse.
—¡Vamos! ¿Vas a dejar esta conversación así? —se queja molesto. Detengo mi paso para enfrentarlo.
—Bueno, creo que ha quedado en claro todo.
Me cruzo de brazos en mi lugar, hay una buena distancia entre los dos. Theo camina hacia mí.
—Y según tú, ¿qué ha quedado en claro?
—Que eres idiota por dejar que los demás manejen tu vida solo por querer darles el gusto. No puedes ir por la vida complaciéndolos a todos, solo te haces más daño a ti.
—No lo hago. Hago lo que yo mismo quiero sin importar qué.
—¿Ah sí? —Ahora soy yo quien da un paso hace el frente, aun manteniendo la distancia entre los dos—. Contéstame esta pregunta, ¿consideraste casarte con Dorothea solo por el bien de Alemania sin importar si tú eres feliz a su lado o no?
—No metas a Dorothea en esto, ella no tiene nada que ver con esta conversación.
—¡Tiene mucho que ver! —grito, molesta—. ¡¿Lo hiciste?!
Un nudo se forma en su garganta y traiga con fuerza.
—Vamos Leigh, no sigas con esto —dice en un tono más tranquilo, por la forma en que lo ha dicho y ha dudado por un segundo, sé que lo considero en más de una ocasión, y no me molesta por el hecho de que Dorothea esté involucrada, me molesta por el hecho de que está arruinando su propia vida al dejar que otros llevan las riendas de ella solo por miedo al fracaso.
—Tú no hagas esto. Por lo menos se sinceró contigo mismo si no vas a serlo conmigo.
—Estoy siendo sincero.
Niego.
—No. Estás mintiendo. Y solo estás arruinándote con ello. —Agito mis manos en el aire—. ¿Qué no lo ves?
Cierro los ojos con fuerza para contener las lágrimas. Me doy media vuelta dispuesta a terminar ahora si con esta conversación.
—¡Leigh! ¡Si te vas ahora, nosotros...!
—¡¿Si me voy ahora qué?! ¡¿Vas a terminar conmigo?! —grito con furia, a estas alturas, mi paciencia se ha ido— ¡Porque si es así, yo termino primero contigo! ¡¿Y sabes una cosa más?! ¡Tus indirectas de matrimonio puedes ir a declarárselas a Dorothea! ¡Ve y dile que has cambiado de opinión! ¡Y así te conviertes en el perfecto rey de Alemania que tanto aspiras ser!
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