Capítulo 50

La habitación de Theo aquí es completamente diferente a la de Berlín, a pesar de que lo encuentro grande, no es mucho más grande que su otra habitación, sin embargo, la cama es sumamente confortable que en el instante en que me acuesto en ella, el sueño comienza a ganarme. Hay un silencio tranquilo y relajante a nuestro alrededor, solo somos los dos, sin tensiones, malentendidos, personas de la corte, Dorothea ni otra persona dispuesta a interrumpirnos que me agrada la idea de estar en este palacio.

—Como estaba diciéndote, tendremos que dar un baile —continúa hablando mientras entrelaza su mano con la mía y la levanta en el aire—, esto siempre sucede en la mayoría de los reinos, después de que un príncipe o princesa es coronado como rey o reina, se les hace un baile donde se invita a todos los reyes de distintos reinos e invitados que sean de su agrado, es para celebrar su coronación.

—Interesante —digo—. ¿Me invitarás?

Una risita corta se escapa de él.

—Por supuesto, estás en mi lista de honor —dice divertido, me da la impresión de que está bromeando, su rostro se vuelve serio indicándome lo contrario—. Ha sido difícil hacer que te dejen estar en primera fila el día de mi coronación, normalmente, los primeros asientos están reservados para gente de la corte real, duques, condes, familias importantes de otros reinos, pero he insistido en que te den un asiento allí, me ha costado pelearme con más de uno, pero lo he conseguido, al final de cuentas, soy el rey y deben de obedecerme —dice esto último con una pequeña sonrisa, me acomodo de lado en mi lugar para mirarle, escudriño su rostro, su mirada me indica que está hablando seriamente, cosa que me sorprende porque ha dicho que se ha peleado solo para que yo tenga un puesto en primera fila el día de su coronación oficial.

—¿En serio te has peleado por darme un lugar el día de la coronación?

He escuchado con claridad sus palabras, pero estoy aturdidas y sorprendida de lo que dicho que tengo que volver a preguntárselo, asiente.

—No iba a dejar que no estuvieras presente, me decepcionaría bastante saber que no estarías el día de mi coronación —dice analizando mi rostro—, ese día, es el día más importante para un príncipe y lo es para mí, siempre creí que cuando fuese coronado como rey, mis padres estarían a mi lado, pero la vida da vueltas de una forma tan inesperada que eso no podrá ser posible, ahora tú eres la persona más importante para mí, después de mis padres, me has ganado en muchas formas que no podría permitirme saber que no asistirás.

Suelto mi mano que aún continúa entrelazada con la suya, para acariciarle la mejilla tiernamente. Sus ojos me observan curiosos y no puedo evitar acercarme a besarle.

—Prometo estar allí —le digo una vez que me separo de sus labios—. En primera fila, tal como tú lo deseas, majestad.

—En realidad, de ahora en adelante debes de hablarme de usted, no tutearme, se considera una falta de respeto si lo haces —dice tan serio que mi sonrisa se borra de los labios, al ver mi nueva expresión se echa a reír en una ligera carcajada, le doy un golpe en el pecho y ruedo los ojos—. Descuida cariño, solo estoy bromeando contigo —dice nuevamente divertido, vuelvo a rodar los ojos—. Créeme, estoy dispuesto a dejar que rompas todas las reglas que un rey debe seguir —agrega antes de inclinarse para besarme.

Pasamos el resto de la noche hablando sobre la coronación y el baile, al parecer, sucederían en un par de días y ahora que Agatha y Edgar estaban aquí, Theo hablaría con ellos para pedirles que se quedaran hasta el día de su coronación. Aunque hablaba con avidez y cierto entusiasmo sobre el tema, sabía que, de una manera, lograba colársele en los nervios.

A la mañana siguiente, despierto con el cuerpo de Theo a mi lado, su brazo descansa plácidamente en mi cintura y siento su cálida respiración chocar con mi cuello lentamente, lo que me indica que aún continúa durmiendo, por unos segundos, pienso en volver a dormir, pues no tengo intenciones de despertarlo, sin embargo, termino moviéndome entre sus brazos, provocando que un gruñido salga de él, al ser despertado, no es una persona mañanera.

—¿No podías quedarte quieta por lo menos por una hora o algo parecido? —protesta en mi oreja lo que hace que los vellos de mi cuello se ericen por su ronca voz, una risita absurda se escapa de mí.

—Lo siento —digo y gruñe de nuevo, siento que deposita un beso en mi cuello.

—Buenos días.

—Buenos días.

—¿Crees que Agatha y Edgar ya deberían de estar despiertos? —pregunta y me muerdo el labio inferior, pensando, al final, termino encogiéndome de hombros.

—Probablemente deben de continuar durmiendo —se me ocurre decir.

—Tal como nosotros deberíamos de estarlo si no hubiera sido por ti —me regaña, cosa que me hace reírme de nuevo.

—Volvería a decir que lo siento, pero ambos sabemos que no lo hago —termino contestando, cosa que hace que sea él quien ríe ahora, una risita corta y seca.

—De acuerdo, entonces debemos comenzar el día.

No tengo la menor idea de cómo es que consiguieron traerme ropa nueva y limpia para cuando tome una ducha, Theo le había pedido a una persona del personal, que nos trajera un nuevo cambio a cada uno para poder tomar una ducha y cambiarnos con ropa limpia en vez de ponernos nuevamente lo que traíamos ayer, para mí, me daba la impresión de que la ropa aquí era elaborada dentro del palacio porque no hay manera en que se le pueda conseguir un traje sumamente impecable y elegante como el que acostumbra a usar y ni hablar del encantador vestido azul marino corto y simple, que hace juego con su traje.

Nos reunimos junto a Edgar y Agatha en el gran comedor para el desayuno, donde se nos sirve una gran variedad de platillos, huevos revueltos con tocino y jamón, panqueques con mantequilla y miel, una gran variedad de fruta picada, yogur y cereales, no estoy acostumbrada a desayunos de este tipo, aun así, lo disfruto y como hasta llenarme como todos.

Para las doce y cuarto, decidimos que es conveniente regresar a Berlín, me guste o no, tengo que volver al trabajo y Theo tiene nuevamente asuntos importantes que tratar con la corte real. Por la tarde, Agatha decide hacerme compañía en el trabajo mientras que Edgar es invitado al palacio.

—Cuéntame Leigh, ¿tuviste oportunidad de solucionar las cosas con Theo? —me pregunta Agatha mientras está leyendo un par de documentos que Heinrich dejo esta mañana sobre el hotel en España, una pequeña sonrisa se dibuja en mi boca.

—Supongo que sí —termino diciendo, ella asiente.

—Bien, solo hay que darle un tiempo a ese hombre para que las cosas entre ustedes mejoren —continúa hablando—. A veces hay que hacernos mejores amigos de la paciencia a pesar de que es complicado.

—Oh, paciencia es lo que yo menos tengo.

Ambas reímos.

—Bueno, deberás aprender a tenerla. Cambiando de tema, ¿cómo está eso de la propuesta del hotel en España?

Una mueca se forma en mi boca.

—Heinrich ha abierto una sucursal allí y le gustaría que la dirigiera, hemos hablado sobre ello un poco, pero no estoy segura en que vaya a dirigirla, me gusta tanto Alemania como para querer irme de aquí.

—¿Le has rechazado?

—Sí, le he dado a entender que no tengo intenciones de dirigir el hotel allí y le desilusiona un poco saberlo, su oferta es grandiosa, no puedo negarlo, sin embargo, no siento que este hecho para mí.

Le cuento un poco sobre la propuesta y le muestro los folletos que Heinrich ha dejado en el mostrador.

—La verdad es hermoso y lujoso —se ve diciendo, al analizar el folleto—, yo en tu lugar aceptaría dicha propuesta, aún eres joven y te queda mucho por experimentar, esta es una oportunidad que no siempre se ve en la vida.

—Estás en lo correcto, no voy a negarlo, pero me gusta...

—Alemania —termina por mí—, ¿o estás segura de que no es por Theodore?

Una risita seca se escapa de mí.

—Tenlo en cuenta que no es por él, he hecho mi vida aquí y no tengo ganas de volver a iniciar de nuevo, mi vida nunca fue fácil, desde niña he estado yendo y viniendo de un lugar a otro que no he tenido nada de estabilidad para mí, aquí he conseguido tenerla y no lo digo por él, sino por mí, me he hecho de grandiosos amigos, un empleo que disfruto y por primera vez me siento en casa. De niña fui adoptada y viví en casas hogares por un tiempo, por eso créeme cuanto te digo que no quiero estar yendo y viniendo de un lugar a otro.

—Oh ya veo, entonces deberías quedarte —concluye—, este es un lugar grandioso para alguien como tú.

—¿Te sientes mal por cerrar la posada?

Toma una bocanada de aire y centra su mirada en un lugar fijo, después deja caer el aire que ha contenido.

—Entregué mi vida hacia ese lugar, tengo millones de recuerdos que atesoro allí, pero como todo lo que comienza, a veces tiene un fin y creo que este es el momento —confiesa—, les hemos avisado a los empleados con tiempo para que puedan buscarse nuevos empleos y aunque a muchos les ha dolido saberlo, han estado de acuerdo.

—Les irá bien con la florería que Edgar desea.

—Eso espero querida, eso espero.

La semana pasa rápida gracias a la compañía de Agatha en el trabajo, hace que todo sea mucho más ligero y agradable, estar con ella ha hecho que entre las dos se cree un lazo más fuerte, una amistad de la cual me encariño cada vez más rápido. A pesar de que Edgar continúa viendo a Theo, por mi parte, no he sabido nada más de él y tampoco he tenido oportunidad de verle nuevamente, desde que estuvimos en el palacio en Berlín, Edgar se encarga de hablarme de él cuando regresa al hotel, me dice que está bien, pero que tiene demasiado trabajo y que aún sigue memorizando ese discurso, también me dice que me manda saludos, esto último me hace dudar y me da la impresión de que él mismo me lo dice solo para que no me sienta mal.

Cassidy viene a buscarnos por la tarde, desde el primer instante se llevó bastante bien con Agatha que también ha estado conviviendo con las dos y nos hemos estado reuniendo en mi departamento después del trabajo para cenar.

Hoy, me encuentro sola en el hotel, realizando un poco de papeleo, así que cuando escucho el carraspeo de una voz, levanto la mirada para encontrarme con un hombre que luce un elegante e impecable traje de color gris y gafas de sol, lo que me impide ver su rostro.

—Bienvenido al hotel Schumacher, ¿en qué puedo ayudarle? —digo en el tono más amable posible, por un segundo espero a que el hombre frente a mí se quite las gafas, pero no lo hace, sin embargo, siento su mirada a través de ellas. Enarco una ceja al ver que ha pasado casi un minuto y no ha dicho nada, su silencio comienza a incomodarme que me levanto de mi lugar, lo que provoca que se anime a hablar.

—Luce como un buen lugar, ¿no es así?

No reconozco la voz de primera instancia, pero sé que la he escuchado en un lugar y cuando por fin deja el misterio de un lado, quitándose las gafas, reconozco quien es y soy yo quien lo ve con asombro y misterio. Le señalo con el dedo índice al tiempo en que quiero pronunciar su nombre.

—Sé que la última vez en que tuvimos oportunidad de vernos, las cosas se salieron un poco de control entre nosotros —aclara en un tono tan serio y con una pequeña pizca de pena en su voz, no tengo nada que decir al respecto porque estoy sorprendida de que Nathaniel, el primo de Theo este frente a mí, aquí en el hotel, como si esto me hiciese saber que Theo podría presentarse en cualquier momento, volteo hacia la puerta principal por instinto. No hay ningún alma cruzando la puerta, solo somos nosotros dos y el mostrador que nos divide un par de centímetros.

Decidida a continuar con el profesionalismo, me aclaro la garganta antes de continuar a hablar.

—¿Puedo ayudarle en algo?

Como si él también pensara que su primo se aparecerá en cualquier instante, voltea hacia la puerta para confirmar que estamos solos.

—Una habitación individual —se limita a decir, dejando a un lado mi asombro, vuelvo a tomar lugar en mi silla y comienzo a registrarle como huésped.

—¿Me permite su nombre?

—Nathaniel Bergmann.

—¿Podría decirme por cuantos días desea hospedarse?

—Tres.

Mantenemos una conversación limitada y corta, ambos manteniendo el profesionalismo, al finalizar el papeleo, le entrego su llave y le indico donde están las habitaciones, espero pacientemente a que se vaya, pero se queda parado frente a mí, esta vez observándome con suma curiosidad.

—¿Se le ofrece algo más? —pregunto. Se lleva las manos a los bolsillos de su pantalón y se acerca más hacia el mostrador, de nuevo, voltea hacia la puerta antes de volver a mirarme.

—¿Aun continuas tu amistad con Theodore?

Su pregunta es serena y curiosa.

—Claro —respondo cortante, pienso en que ahora si va a irse, sin embargo, continua de pie frente a mí.

—Supongo que asistirás a su coronación, ¿no es así?

—Sí. —Vuelvo a ser cortante, no tengo intenciones de dar respuestas largas a alguien como él, pues no es confiable. Como no consiguiendo lo que quiere, deja caer un bufido.

—Mira Leigh, el día que nos conocimos, no tenía la menor idea de quien eras, sí, te vi en el baile, pero no sabía que salías con Theodore, sé que entre él y yo ha pasado algo, nuestra relación no es buena, pero quiero aclararte que no tengo nada en contra tuya, ni tampoco intenciones de ofenderte, te pido una disculpa si en un momento te ofendí el día del baile.

Me muerdo la mejilla mientras lo observo, estoy sorprendida por sus palabras, no esperaba un comentario como ese y no tengo una respuesta a ello. Suena sincero, pero no me resulta una persona de fiar por lo que no sé qué responderle, agradezco que el teléfono fijo que aún conservamos en el hotel suene y evite que pueda darle una respuesta, le ofrezco una diminuta sonrisa antes de atender de inmediato el teléfono.

La señora Müller es quien ha llamado en mi rescate para hacer una reserva ion telefónica, agradezco que se trate de ella porque nuestra llamada toma más de media hora y hace que Nathaniel termine yéndose sin que yo haya aceptado sus disculpas.

Corro con la suerte de no volver a topármelo por el resto de mi turno, me temo que nunca había salido tan apresurada del trabajo como lo he hecho en esta ocasión, pero no tengo intenciones de encontrarme con Nathaniel en el camino y no deseo hacerlo, al llegar por fin a mi departamento, busco a Cassidy para contarle.

Nos encontrábamos frente al sofá, ambas comiendo de nuestras cajitas de comida china.

—No me sorprende el hecho de que esté aquí en Berlín, Theo tuvo que invitarlo a fuerzas, es parte de la tradición, lo que me sorprende es el hecho de que haya decidido hospedarse en el hotel de mi padre.

Concluye antes de llevarse una bocanada de comida a su boca.

—A mí me sorprende ambas partes —confieso—, después de lo que sucedió entre ellos dos el día del baile, si fuese Theo no lo invitaría, rompería con la tradición.

—También yo, pero Theo hace todo lo que la corte real le pide —dice esto, rodando los ojos—. Además, Nathaniel no está aquí solo por la coronación de Theo, su padre tiene un puesto en la corte real, según papá antes de la coronación se les ha convocado a todos a una reunión importante.

—¿Sobre la corona?

—Sí, el primer ministro los ha convocado a todos, he escuchado que al principio Theo se negó a esta reunión, pero el ministro tiene cierto poder en la corte que se ha salido con la suya solo que Theo no se presentará.

—¿No se presentará? —pregunto con el ceño fruncido. Ella niega.

—Como te digo, no ha estado de acuerdo con la reunión, por eso no va a presentarse —responde—. Le pregunté a papá que pensaba sobre ello y está de acuerdo en que no se presente, no sé por qué, pero me da la impresión de que esta reunión no es por algo bueno y papá no quiere decirme nada.

—Quizás porque eres muy entrometida.

Bromeo, me da una mirada seria.

—Lo digo en serio Leigh, he escuchado que desde hace unos meses no han ido las cosas bien dentro de la corte real, Theo nunca asiste a ellas porque no le gustan, pero su padre nunca faltaba y aunque mi papá tampoco es afecto a ellas sé que está al tanto de todo lo que sucede dentro de ellas cosa que Theodore no hace.

—Bueno, sea lo que sea, no me agrada que tenga que ver con la estadía de Nate en el hotel.

—A mí tampoco.

Concuerda conmigo. Continuamos hablando un poco sobre el hotel, y la corte real, Cassidy insistía en el tema lo que me hacía sentirme intrigada porque no tenía ni idea de que era eso que mantenían en secreto dentro de ella y que demostraban ocultar a Theo. Dos horas después, decidió que era tiempo de regresar a su departamento dejándome sola, me despoje de mi ropa y me apresure al baño para tomar una ducha, necesitaba relajarme y distraerme un poco, cosa que fue casi imposible porque aún tenía a Nathaniel en mi cabeza y su disculpa.

Vamos Cassidy, el chico estaba mintiendo, no es una persona confiable. Me repito.

Termino de tomar la ducha y como sé que vivo sola, no me preocupe de meter ropa conmigo al baño, por eso envuelvo la toalla sobre mi cuerpo al salir. Estoy decidida a ponerme pijama sabiendo que ya no tengo planes por el resto de la noche, sin embargo, escucho que tocan la puerta principal, me quedo quieta en mi lugar como si fuera posible que quien está detrás de la puerta estuviese observándome, de nuevo, se molesta en tocar y vuelvo a centrarme en el presente, decido ponerme una playera y unos jeans para atender.

Tomándome mi tiempo —aunque lo hago de manera rápida—, me cepillo el cabello y compruebo que luzco bien en el espejo porque no quiero salir toda desparpajada. La persona en la puerta continúa insistiendo a medida que me acerco.

Tengo que admitir que esta ocasión ha sido una de esas veces en las que no piensas quien podría estar detrás de la puerta y no te pasa nadie por la cabeza, como quien dice, me ha agarrado desprevenida porque jamás imagine ver a la misma princesa de Dinamarca frente a mi puerta. Si, Dorothea estaba en mi departamento.

—Espero no ser inoportuna en venir a esta hora —habla asomando con un poco de discreción la cabeza hacia dentro de mi departamento—, ¿te encuentras sola? —pregunta, su tono de voz es firme y autoritario, derrocha poder como toda su presencia, yo aún continúo aturdida por el solo hecho de verla frente a mi puerta, al ver que no hay respuesta de mi parte, enmarca una ceja en mi dirección. Hago una mueca y parpadeo un par de veces, debo de estar delirando en algún punto porque es imposible que ella conozca donde vivo.

—¿Y bien? —insiste. Su voz me saca de mi trance.

—Lo siento. ¿Qué haces aquí?

Rueda los ojos con esa arrogancia lo que me hace enfadar, porque no hay pizca de amabilidad en ella, le toma unos segundos aclararse y responderme.

—No interesa como haya conseguido tu domicilio, solo he venido a hablar contigo, estoy dispuesta a ofrecerte un trato —dice de manera directa. Bien, esta chica no se anda con rodeos, pienso—. ¿Puedo pasar? —insiste. Por mi mente pasa cerrarle la puerta frente a sus narices, está tan cerca de mí que si la cierro, podría propinarle un buen golpe y vaya que disfrutaría de ello, suena como una fantástica idea, lamentablemente, me hago a un lado para invitarle, ella se abre paso como si nada y cierro la puerta detrás de nosotras, le hago una seña para que me siga a mi pequeña sala y ambas tomamos asiento una frente a la otra.

—Bien, no voy a quitarte mucho tiempo, tengo cosas mucho mejores que venir a verte y estoy segura de que tú también las tienes —habla con seguridad—. Sé que Theodore y tú mantienen un romance fuera de las cámaras y como sabes, no es una novedad que la corte real sepa que él se ve con alguien que no pertenece a la realeza, a estas alturas, continúa haciendo berrinches como niño chiquito con tal de que tú asistas a la coronación. —Hace una pausa para que yo procese todo, me sorprende que esté describiendo a Theo como un niño berrinchudo—. Mira, aunque ha conseguido lo que quiere, la corte real lo desaprueba, quizás su padre estaba fascinado contigo tanto como su hijo, pero la corte real aún conserva sus tradiciones y no van a permitir que un rey se case con una plebeya que ni siquiera es alemana.

Esto último lo dice con cierto desprecio que me hace estremecer en mi lugar.

—¿Perdón? ¿Desde cuándo acá un rey no tiene derecho a tomar sus propias decisiones? —me quejo, sé que le ha sorprendido que le he contestado, pero debe saber que no soy la clase de persona que se queda callada—. Si no me equivoco, Theo es el rey ahora.

Una risita hipócrita y falsa sale de ella.

—Oh, querida, él podrá ser el rey, pero tiene mucho que aprender —responde—, sus padres lo criaron de una manera muy distinta, y no me sorprende porque, han sido bastante considerados con alguien como él, y quieras o no, han creado a un hombre débil, está claro que sus sentimientos suelen cegarlo, es impulsivo y bastante humanitario, un rey debe ser fuerte, enérgico y debe poner límites, él no los pone, ¿crees que andar en casas hogares llevándoles de comer a niños le sirve de algo? ¿Crear fundaciones a enfermos? Todo eso no le sirve de nada, mucho menos cuando no lo hace delante de los demás, Theodore no entiende que es lo que conlleva ser un rey, mi padre asegura que no tiene liderazgo y tampoco sabe cómo gobernar. Como ya dije, se deja llevar por los sentimientos y eso puede llevarle a la ruina al país, y no es una sorpresa que tú tengas las mismas ideologías que él, es por eso que ambos han congeniado a la perfección.

—¿Es eso? ¿Has venido aquí a ofender le nada más? —pregunto enmarcando una ceja en su dirección—, me parece ridículo que hagas esto.

Ella niega.

—No. No lo es —termina—, soy una princesa, futura reina de mi país, Theodore y yo pertenecemos a la realeza por nacimiento y tú no eres alguien que merece el trono, no sé si te lo ha pedido ya, pero no me sorprende que quiera convertirte en su esposa en un futuro por eso estoy aquí, para proponerte que te alejes de él a cambio de lo que tú quieras, tengo dinero, no sería una molestia darte cualquier suma, solo pídemela.

Ahora soy yo quien suelta una risita seca.

—¿Crees que vas a convencerme con dinero?

Rueda los ojos.

—Tengo en claro que no será fácil, pero no soy de las que se da por vencida fácilmente —aclara—, quiero el trono, quiero ser reina de Alemania tanto como de Dinamarca y sé que la corte real está de acuerdo con ello, estoy dispuesta a hacer lo que sea por conseguirlo, tengo su aprobación.

Niego.

—Estás loca.

Me levanto enfadada de mi lugar y ella hace lo mismo. Me dirijo hacia la puerta, decidida a abrirla, ella me acompaña, sé que no ha dejado en claro sus ideas, pero no estoy dispuesta a escucharla.

—Piensa lo bien, Theodore no tiene idea de lo que es ser rey y tú mucho menos, ustedes dos terminarían destruyendo al país, podrían perderlo en cuestión de segundos —continúa hablando—, mi oferta es clara. Quiero que te alejes de él.

Niego.

—Créeme, si me alejara de él, sería por mi cuenta, no por estupideces que desea una princesa malcriada como tú —espeto con asco y su mandíbula se contrae, mi comentario ha logrado enfadarle.

—Bien, ya veo que no tendremos un trato —dice molesta—. Espero te quede claro que has perdido una gran oportunidad porque estoy dispuesta a darte guerra, conseguiré el trono cueste lo que cueste y me despojaré de ti.

Termina antes de salir de mi departamento, yo le estampó la puerta antes de que pueda terminar de salirse y estoy segura de que se ha golpeado con ella, lo que me hace gracia la cual desaparece de inmediato.

¿Qué demonios ha sucedido? La princesa de Dinamarca ha venido a declararme la guerra en persona, esto tenía que ser un sueño, uno muy feo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top