Capítulo 47
—¿Nadie te ha hablado sobre ello?
Niega.
—Lo que le haya dicho mi padre, debe ser privado porque no toda la corte lo sabe —contesta con una mueca—. Sin embargo, a los hombres que les ha contado, me da la impresión de que no son de su suma confianza porque hoy, demuestran estar en su contra.
Enarco una ceja sorprendida, deja caer un suspiro y continúa.
—Cuando te conviertes rey, tienes derecho a escoger a hombres de tu confianza que pertenecerán a la corte real, así el rey tiene hombres de su confianza, aunque algunos de ellos han permanecido en el parlamento por generaciones, mi padre escogió a Heinrich, Daniel, Jonas y Joseph. Heinrich, a pesar de que siempre ha tenido su puesto dentro de la corte, rara vez entra en ella, Daniel, Jonas y Joseph, pasan todo su tiempo en ella junto con el resto. Últimamente, Jonas se ha comportado distinto, es como si ya no fuese más un aliado porque ha preferido seguir las órdenes de Sebastián, uno de los hombres qué ha estado en la corte desde antes que mi padre gobernara y tengo que señalar que es un hombre envidioso y ambicioso, mi padre tenía problemas con él todo el tiempo.
—¿Por qué no decides quitarlo de la corte, si está dándote problemas? —pregunto.
—No es sencillo, como te digo, tiene años dentro de ella, quitarlo ahora es tener a toda la corte en mi contra. No me favorecería para nada, al contrario, me perjudicaría.
—Pero eres el rey ahora, ¿no es así? Firmaste los papeles que te convierten en rey de Alemania, ¿acaso eso no es oficial?
Asiente.
—Claro que lo es.
—Entonces, ¿cuál es el problema? Eres tú el rey, deberías de tomar tú las decisiones.
Niega.
—No puedo hacerlo, nadie estaría de acuerdo conmigo.
—¿Ni porque eres el rey?
Me da una mirada sería.
—La corte real tiene cientos de años, siempre se ha regido de una manera y cambiarla solo a mi conveniencia no me dejaría mucho apoyo de los demás. Además, ellos tienen poder tanto como yo, se necesita que toda la corte esté de acuerdo en la toma de decisiones, de lo contrario, cualquier plan se revoca.
—¿Y dejarás que te perjudiquen ellos a ti?
Su mandíbula se contrae, pensativo.
—No lo sé Leigh, hay cosas que yo no puedo decidir por mí mismo como me gustaría.
Una risita seca se escapa de mí.
—Me suena ridículo. Si eres el rey, deberías de ser tú quien toma las decisiones y no ellos por ti y...
—No lo entiendes —me interrumpe, negando—. No funciona de esta manera. Por favor, no estoy de humor para tener esta discusión contigo —suelta algo irritado, yo levanto mis manos a modo de defensa, hay un breve silencio incómodo a nuestro alrededor —ninguno de los dos nos animamos a romperlo—, diez segundos más tarde, Theo se levanta del sofá y me mira, sus ojos son distantes.
—Creo que será mejor que me vaya. Te veré después.
No se despide como de costumbre, camina hacia la puerta, la escucho abrirse y cerrarse indicándome que estoy sola. En otra ocasión, lo hubiese seguido hasta la puerta, pero su repentino cambio de humor me ha sorprendido, que no lo he hecho.
De pronto me siento molesta por la manera en que ha decidido irse solo por una pequeña discusión a la que no ha decidido hacerle frente.
La noche pasa larga, porque tengo a Theo en mente e intento ignorar el hecho de que hemos discutido y ha sido absurdo a mi parecer. Por la mañana, despierto tarde y mi enfado no está presente, sabiendo que llegaré tarde al trabajo, me tomo mi tiempo. Al llegar al trabajo, no hay nada fuera de lo normal, hago mi inventario como de costumbre, hasta que Cassidy aparece con un semblante serio, me entrega su celular y lo tomo confundida.
—Deberías leerlo, lo publicaron hace unas horas —dice Cassidy en un tono no muy contento, se aleja del mostrador y camina hacia uno de los sofás donde se desploma, enfadada. Decidida a saber que la tiene así, leo el título del artículo. Es otra entrevista a Dorothea.
Gossip Royals,
¡Hola, fans de los Royal!
A todos nos encanta saber la vida de la realeza y cómo es que pasan su día a día, hoy de nuevo, tenemos el gusto de entrevistar a la encantadora princesa de Dinamarca, a quien le hemos tomado cariño. Le hemos preguntado un poco sobre su vida y nos ha contado que últimamente vive bajo un enorme estrés gracias a que pronto se podría encontrar gobernando Dinamarca, quien sabe, quizás al lado de un encantador príncipe, que esté dispuesto a ser su consorte, o ella podría estar convirtiéndose en la reina de otro importante país, uno nunca sabe que es lo que podría pasar en la sorprendente vida de la princesa de Dinamarca.
Hablando con la princesa, nos permitimos tocar el tema del rey Johan Altenberg de Alemania, quien lamentablemente recién falleció, preguntándole a la princesa sobre esta noticia, le fue inevitable no echarse a llorar, sabemos que ella y el príncipe Theodore Altenberg, hijo del rey de Alemania y ella tenían una hermosa relación que se vio en una triste ruptura hace años, sin embargo, ambos solían encontrarse en distintas celebraciones a las que eran invitados, tocando el tema de la muerte del rey, la princesa nos dijo:
"Theodore es un buen hombre, aunque mi corazón aún no puede perdonarle el daño que nuestra relación causó, estoy con él en momentos como este porque sé que él estaría conmigo si algo así le pasará a alguno de mis padres. La muerte del rey Johan nos ha tomado a todos por sorpresa y no quiero imaginar que tan fuerte debió golpearle la noticia a Theodore, quien es su único hijo.
Me he enterado de que ese mismo día, como es costumbre, ha asumido el control de su país, no tengo mucho que decir sobre ello, solo espero de todo corazón que sepa ser un buen líder como lo fue su padre, porque el príncipe aún es joven y le falta mucho por aprender, ser rey de la noche a la mañana es algo muy drástico, ahora tiene miles de tareas y responsabilidades que debe cumplir para que su preciado país no se vea en la ruina. Así que le deseo lo mejor para ello y desde Dinamarca le mando fuerza, cuenta conmigo para lo que sea."
Aquí podemos ver la nobleza que posee la princesa al decidir apoyar a la persona que alguna vez la hirió y no la amo como es debido, está dejando los rencores aun lado para apoyarlo y ella es admirable. Ahora, sabemos que el príncipe está saliendo con alguien a quien el palacio se ha encargado de ocultar muy bien, le hemos preguntado sobre ello a la princesa Dorothea y se ha animado a hablar, dolorosamente sobre el tema:
"Sí, he tenido oportunidad de conocer a la chica. Honestamente, dudo mucho que esté apoyándole en momentos como este, o quizás lo hace por su interés —la corona—, desde que la vi, supe que era una interesada, no me sorprendería si dijeran que el rey ha muerto por alguna extraña sobredosis o algo parecido y la culparan a ella porque tiene esa pinta, la pinta de ser una chica cazafortunas, sin embargo, al rey le ha dado un infarto y aunque esto me duele y destroza mi corazón, me alegro de que no haya sido por envenenamiento u otra cosa parecida."
Interesados en sus opiniones sobre la chica, le preguntamos más sobre qué piensa sobre ella:
"No tengo mucho que decir, no me gustan los problemas ni mucho menos difamar a la gente, yo solo les estoy diciendo lo que aprendí de la chica tras tratarla, porque no estaría aquí sentada hablando de ella sin antes conocerla. Lo que pienso de ella es que está con Theodore por dinero y ahora que se ha convertido en rey, no dudo que quiera convertirse en reina, lo único que deseo es que Theodore abra los ojos y se dé cuenta de que está con la chica incorrecta antes de que sea muy tarde."
Tuvimos el placer de continuar conversando con la princesa, quien se disculpó al llorar por esta entrevista y haber tocado un punto sensible de su vida, ella aún ama al príncipe y a juzgar por su mirada, estamos seguros de que podría perdonarle si él quisiese abrir los ojos, dejar a la chica cazafortunas y volver con quién creo, es su amor verdadero, la princesa Dorothea de Dinamarca.
Salgo de mi lugar y me acerco a Cassidy, me siento en el sofá frente a ella.
—Quiero matarla —espeta molesta—. ¿Quién se cree que es para dar una nota como esa?
—¿Una princesa?
Me fulmina con la mirada.
—Vamos Leigh, ¿Acaso no estás molesta?
Me quedo mirando sus ojos azules por unos instantes, no creo que molesta sea la palabra correcta, más bien estoy sorprendida a pesar de que no debería de estarlo, sabiendo que debo esperarme cualquier cosa de una chica como Dorothea. Suspiro.
—¡Está loca! —grita—. Está ofendiendo a Theodore y al rey al mismo tiempo con ello, no le creo el cuento de qué la muerte de Johan le haya afectado.
—Tampoco yo —digo, aún con el teléfono en mano, vuelvo a leer la nota—. La única cazafortunas aquí es ella, ni siquiera me interesa el dinero de Theo o el poder que tiene de ahora en adelante, es patético.
—¿Sabes que es patético? Qué ella no dejará de molestarte, deberías hacer algo.
Aprieto los labios.
—Vamos Cass, ¿qué puedo hacer yo? ¿Una entrevista y que toda la prensa se entere de quién soy?
—Podrías quejarte con Theo... —sugiere. Lo que me hace pensar en él y el cambio repentino de humor que tuvo ayer al estar en casa, podría decírselo, podría encargarse de que la princesa se detenga, que la noticia desaparezca tal y como lo había hecho el rey.
—Tienes que hacerlo, porque a pesar de que Alemania no tiene idea de quién eres, está dándote una mala reputación.
Cassidy tenía razón. Lo que menos quiero, es tener problemas y lo que Dorothea está haciendo es meterme en problemas.
—Tienes razón, podría hablar con Theo al respecto.
—Hablando del rey...
Dice con un movimiento de cabeza hacia la puerta, donde Theodore se encuentra entrando, como de costumbre, se acerca al mostrador y al notar que no hay nadie, frunce el velo, su gesto me saca una sonrisa, Cassidy se levanta de su lugar para saludarle y hago lo mismo, ambas llamamos su atención. Hoy luce un elegante traje azul marino, su cuerpo es rígido y aún tiene el velo fruncido, aun así, lo encuentro atractivo.
—¡Majestad! —exclama Cassidy dándole un pequeño abrazo que él acepta con una sonrisa, cuando se separan y por fin me ve, veo que se tensa y su sonrisa es reemplazada por una mueca. Me cruzo de brazos sobre mi pecho para sentirme más segura.
—Hola —es él quien saluda primero. Levanto una mano a modo de saludo y estoy por decir algo cuando Heinrich aparece.
—¡Theo! —dice extendiendo los brazos—. Estaba esperándote.
Ambos hombres comparten un saludo.
—¿Hablarán de negocios? —pregunta mi amiga y ambos asienten.
—Algo así —responde Heinrich—, este hombre aquí se ha mantenido en misterio así que vamos a averiguar sus planes. Si nos permiten, estaremos en mi oficina.
Antes de que ambos vayan hacia la oficina de Heinrich, Theodore se detiene para hablarme.
—Por favor, tenemos que hablar más tarde.
Sin más, desaparece de nuestra vista.
—¿Sucede algo entre ustedes? —pregunta Cassidy tomando uno de los dulces de cortesía que ofrecemos junto al mostrador—. Porque sentí nuestro encuentro tenso.
Sabiendo que es mi mejor amiga y confidente, le cuento.
—Ayer estábamos en mi departamento conversando, probablemente dije algo que no fue de su agrado y se fue molesto.
—¿Le ofendiste?
—¡¿Qué?! ¡No! ¿Por qué dices eso?
—Porque a pesar de que Theo es de carácter, te tiene paciencia y consideración a todas tus ocurrencias y comentarios, no olvidemos como se conocieron —aclara. Regreso al mostrador y me siento en mi lugar.
—No, estuvimos hablando sobre los problemas que tiene dentro de la corte, al parecer no le va bien. Hice un comentario y estoy segura de que le disgustó tanto como para que se fuera sin despedirse.
Cassidy dirige su mirada hacia donde está la oficina de su padre, como si pudiese ver a ambos hombres.
—No creo que tu comentario debió molestarlo por completo, ha estado bajo mucha presión estos días, debe estar estresado.
Asiento en acuerdo. Cambiamos de tema y conversamos hasta mi hora del almuerzo, donde Theo sale de la oficina de Heinrich hacia donde me encuentro.
—¿Tienes tiempo para hablar? —Pregunta, termino de firmar mi receso y asiento, ambos nos encaminamos hacia afuera.
Durante el transcurso, no decimos nada, hasta estar por fin solos en el estacionamiento, junto a su auto. Se lleva una mano por su pelo y lo despeina.
—Yo... Ayer no tuve un buen compartimiento, te pido disculpas por haberte dejado, así como si nada —dice apenado. Lo observo por unos segundos, aún luce tenso.
—Tranquilo, entiendo que estás bajo presión y...
Niega.
—No es una justificación, no debí ser grosero contigo, por favor, déjame compensarlo.
Sus ojos se encuentran con los míos, lo desafío con la mirada por un tiempo como si tuviese mucho que pensar.
—Un pretzel podría compensarlo.
Su sonrisa es encantadora.
—Entonces, vamos.
No hay clientes esperando por comprar un pretzel, somos los únicos allí, decidimos quedarnos en una de las mesas y conversar tranquilamente en el lugar.
—Gracias por comprender. De nuevo, no es justificación, pero no la he tenido fácil estos días, siento estar volviéndome loco.
Le creo, desde que se convirtió en rey, se le ve más tenso que nunca.
—El trabajo debe estar agobiándote.
—Lo hace —responde, le da un mordisco a su pretzel, y habla—. También leí el artículo esta mañana...
Levanto la mirada a la suya, luce apenado, debe de haberse enterado mucho antes que yo.
—Cassidy me mostró la nota hoy —digo con una mueca en la boca—. Era de esperar algo como eso, ¿No? Dorothea no parece la clase de chica que se queda con los brazos cruzados.
—No, no lo es. Debí suponer que te declararía la guerra al presentarte en el baile —su voz suena arrepentida y eso me toma por sorpresa, mi ceño se frunce y continúa hablando—. La noticia salió en Alemania hoy, pero lleva más de una semana circulando en Dinamarca y el Reino Unido, la corte real cree que esto no es bueno para mi reputación, está difamándote y difamándome, no es conveniente que un rey tenga ese tipo de artículos circulando por internet y vendiéndose como pan caliente en los periódicos, creen que podría destruirme.
No comprendo.
—¿Destruirte?
—Verás, Dinamarca siempre ha tenido una buena relación con nosotros, incluso después de lo que pasó entre Dorothea y yo, nos hemos mantenido al margen frente a las cámaras, sin embargo, ahora que ella ha decidido dar sus opiniones de manera pública, está perjudicándome, creen que soy estúpido aún por prácticamente no fijarme a quien elijo para tener una cita. —Mira directo a mis ojos—. Todos los que no te conocen, no dudan que seas una cazafortunas.
Una risita seca se escapa de mí.
—Sabes que eso no es cierto —observo—. No estoy contigo por tu dinero, ni siquiera me importa tu título —aclaro, intenta poner una sonrisa.
—Cariño, estoy consciente de ello. Sé que no estás conmigo por eso, pero ellos no lo ven así, y por más que yo intenté explicarlo, se niegan a escucharlo.
—¿Qué te dicen? —me animo a preguntar y se tensa.
—En primera, desaprueban nuestro romance, creen que estoy siendo inmaduro y caprichoso al defenderte y en segunda, consideran que haga las paces con Dorothea antes de que ella genere más polémica.
—Suena patético.
Me cruzo de brazos, de pronto no estoy sintiéndome bien.
—¿Qué harás al respecto?
Traga con fuerza. En su mirada veo duda y aquello me molesta. Me molesta que no pueda darme una respuesta.
—Aún intento averiguarlo, quiero hacer lo correcto —contesta con firmeza, luego de un tiempo—. Si debo hacer las paces con Dorothea, pues estoy dispuesto a hacerlo —confiesa, me tenso en mi lugar.
—Por favor, comprende que tengo que ver el bien de Alemania y mío —sus palabras me hacen sentir que yo quedo fuera, no se lo digo, me muerdo la lengua para no hacerlo—. La corte real cree que es conveniente hacerlo para un buen lazo entre ambos países.
—¿Y qué es lo que crees tú? —pregunto con interés en saber qué es lo que él piensa al respecto.
Su cuerpo se tensa y sus labios se fruncen no sintiéndose cómodo con mi pregunta, aun así, toma una gran bocanada de aire que deja caer pesadamente antes de responder.
—Mi opinión no es tan importante —se encoge de hombros no muy contento—. Considero que, en parte, están en lo correcto. Ellos tienen mucha más experiencia que yo en esto, por eso debería seguir su consejo.
Su respuesta no me deja contenta, tengo el presentimiento de que Theo está dejando su persona a un lado, está aceptando lo que la corte real quiere y considera que es mejor para él sin saber lo que realmente es mejor para él, Dorothea no es confiable y ellos quieren una alianza entre ambos por el bien de Alemania, suena patético. Antes de que yo pueda darle mi opinión sobre ello, su teléfono suena y es del palacio, se disculpa y se levanta a atender la llamada dejándome sola por más de quince minutos.
—Lo siento, tengo que regresar al palacio, el duque de Cambridge ha venido a verme, tengo que atenderle —se disculpa un tanto apenado—. Vamos, te llevaré de vuelta al hotel.
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