Capítulo 43
Theo me lleva hasta mi departamento, se disculpa sin muchos ánimos por tener que irse, me despido de él, entro al edificio y marco el piso en el que vivo. Decido no entrar a mi departamento y detenerme frente al de Cassidy, doy dos golpecitos a la puerta y un minuto después me abre con una enorme sonrisa.
—Leigh, pasa —me insta con su habitual entusiasmo, se hace un lado y yo entro, cierra la puerta detrás de ella y me dirige toda la atención—. ¿Sucede algo?
Frunzo los labios y me balanceo sobre mis talones, segundos más tarde me encojo de hombros.
—Supongo. —Una respuesta corta sale de mi boca. No estoy deprimida, de eso estoy segura, más hay algo en la actitud de Theo que me hace sentirme extraña, su falta de entusiasmo fue contagiosa, mi amiga se dirige hacia su sala y yo hago lo mismo, tomo asiento en el sofá frente a ella.
—Acabo de ver a Theo —digo y ella asiente atenta, otra mueca se dibuja en mi boca—. Había algo en él que no sabría explicarte con exactitud, es evidente que hay algo que le preocupa.
Cassidy me regala una mirada que encuentro tierna.
—¿Estás preocupada por él? —pegunta y asiento.
—Su padre vino a verme.
Cassidy es mi mejor amiga, de todas las personas que he conocido en mis años, no hay una persona que me comprenda mejor que ella, es mi confidente y la veo como una hermana.
A pesar de que al principio me sorprendo por soltar mis palabras, pienso en que puedo confiar en ella y contarle sobre la visita del rey.
—¿Johan? —pregunta mi amiga para afirmar, asiento mordiéndome el labio inferior y me llevo las manos al rostro para ocultarme.
—Le prometí no decir nada a nadie —digo avergonzada, he roto mi promesa, sin embargo, estoy segura de que Cassidy no dirá nada.
—Sabes que no saldrá nada de mi boca —asegura con serenidad—. Dime, ¿te dijo algo malo?
Me apresuro a negar. Tomo una gran bocanada de aire, dispuesta a contarle.
—Juro que jamás imaginé que el rey vendría a visitarme, me tomó por sorpresa fue todo muy inesperado —hice una pausa al recordar el encuentro con el rey—. Aun me resulta extraño, dijo que vino a hablar conmigo sobre su hijo y efectivamente hablamos de él, pero no me queda en claro porque decidió hacerlo conmigo, soy prácticamente una extraña para él.
—No para Theo —interrumpe—. Sé honesta Leigh. ¿Seguro que no te dijo algo malo? Ya sabes, ¿algo como que te alejes de él?
Niego.
—Créeme, en algún momento imaginé que podría decirme algo como eso. He visto tantas películas en la tele donde los príncipes no pueden estar con plebeyas y ese montón de cosas así que sí, eso pasó por mi mente, pero no fue así, más bien hablamos sobre su relación con Theo y, a decir verdad, el rey no luce como una mala persona.
Cassidy bufa.
—Johan posee mucha nobleza al igual que Theo y ni hablar de su madre.
Le cuento a Cassidy un poco sobre la conversación que tuve con el rey, le cuento sobre el tema de la princesa Dorothea, la madre de Theo y la preocupación del rey ante su hijo siendo coronado en el futuro, lo que decido omitir es la carta.
—Bueno, papá y Johan son mejores amigos desde que estaban en la universidad y lo sabes bien, son prácticamente confidentes y saben muchas cosas de ellos mismos, hace unos días, mi padre y él se reunieron para jugar golf, lo cual no me extraño del todo porque suelen salir a jugar golf a menudo, y hacer otras cosas —dice restándole un poco de importancia a esto último—. Conversando con mamá un poco, ella cree que ambos ocultan algo, no puedo hablar de esto con seguridad porque no tengo la menor idea de qué podrían ocultar, pero según mamá tiene que ver con Theo, sabes que las cosas en la corte real no están saliendo favorables.
—No lo entiendo —niego con la mirada perdida—. Más bien, entiendo la parte en que las personas no estén de acuerdo con que Theo gobierne a Alemania porque creen que va a descuidar el país gracias a esa absurda fama que ha ganado con los años, más lo que no entiendo, es porque hay tanto misterio de parte del rey. Theo es su único hijo, el único heredero al trono por parte de él, es obvio que no le quedará de otra más que convertirse en rey.
—Aunque esto último es cierto, recuerda que Theo tiene primos y ellos pueden reclamar el trono, conociste a Nate en el baile —dice haciendo memoria—. Honestamente, dudo mucho que eso sea uno de los misterios del rey, no imagino a alguien queriendo reclamar el trono, aunque podría existir una posibilidad como esa...
Se muerde el labio inferior, pensativa. Yo, por mi parte, me pregunto quién sería capaz de reclamar el trono, ¿será eso una de las razones por las que el rey es tan misterioso?
—Theo también luce preocupado, últimamente le he notado distante.
—Bueno, supongo que es normal, papá dice que planean nombrarlo rey en menos de un mes, no me sorprende que esté angustiado y distraído la mayoría del tiempo, tiene que memorizar sus votos hacia Alemania y...
—¿Van a nombrarlo rey?
Mi voz suena sorprendida, no tenía ni idea de que iban a nombrarlo rey en menos de dos meses.
—¿Qué no te lo ha dicho? —Pregunta con asombro, niego. Se acomoda mejor en su lugar—. Se supone que el rey planeaba nombrarlo rey para el cumpleaños de la reina, al menos esa era la idea, pero hubo un par de situaciones que hicieron al rey cambiar de planes, Theo estaba al tanto de ello, me sorprende que no te lo haya dicho.
Ambos hablamos de muchas cosas, más rara vez mencionamos el tema de su coronación, sé que va a convertirse en rey tarde o temprano, pero no imaginé que sucedería tan pronto, yo más bien había escuchado que sería a finales de año.
—No tenía ni idea de ello.
Cassidy suspira.
—Según lo que sé, los primeros planes del rey era coronar a Theo en diciembre, así, cuando llegara Navidad, Alemania ya tendría a un príncipe y recibiría el Año Nuevo con un nuevo monarca, sin embargo, esos planes cambiaron a principios de año, el rey quiso cambiar las fechas para el cumpleaños de la reina, creía que sería más significativo para Theo, pero no pudo hacerlo. Si todo sale bien, Theo podría estar gobernando para septiembre. Es por eso por lo que lo has notado distanciado o distraído, tiene que estar en todas esas juntas importantes, reuniones con reyes y presidentes, viajes de negocios, repasando y memorizando las leyes, discursos y otras cosas más que hacen los príncipes.
Ahora me queda más que claro por qué Theo luce preocupado, si estuviese en su lugar, el tema de la coronación me tendría distraída y preocupada todo el tiempo.
Decido pasar la noche en su departamento, ambas dejamos de un lado el tema de Theo y el rey, y decidimos relajarnos como en los viejos tiempos, ya he olvidado lo divertido y relajante que es pasar una noche de chicas con mi mejor amiga.
Hoy es un día bastante tranquilo, no hay huéspedes nuevos alrededor y ya he acabado con la mayoría de mis deberes, estoy relajada, he pasado la mayor parte del tiempo en la cocina con el resto de los empleados, conversando, que, por la tarde, cuando todos regresamos a nuestros habituales deberes, regresamos de buen humor.
—Disculpe señorita, quisiera reservar una cita con usted si eso es posible.
Estoy leyendo un nuevo contrato que Heinrich ha elaborado para el nuevo hotel en España, le he prometido darle una leída y ayudarle a corregirlo en caso de ser necesario y eso estoy haciendo, que no presto atención a la persona que tengo en frente y su voz es apenas audible para mí.
—Disculpé, solo alquilamos habitaciones —digo revisando los papeles—. Tenemos habitaciones dobles, individuales, contamos con servicio a la habitación y...
Una risita absurda sale de su boca, levanto mi mirada para verlo por primera vez, Theo está parado detrás del mostrador, riendo.
—Me temo que no me escuchaste bien, ¿no es así? —pregunta divertido y niego, apenada.
—Lo siento, estaba concentrada leyendo estos papeles, es el nuevo contrato de Heinrich para el hotel en España —cuento animada—. Si no me equivoco, me pediste una habitación.
Niega.
—Pedí reservar una cita contigo, que es lo opuesto a alquilar una habitación.
Otra risita se escapa de él y me uno a ella.
—¿Qué me dices? ¿Crees estar disponible?
Me muerdo el labio inferior.
—Dame media hora y termino mi turno.
—Bien, te espero.
Decido apresurarme a leer los papeles, aunque les presto suma atención y corrijo lo que considero necesario, estoy segura de que Heinrich tendrá el mismo éxito que con este hotel, ya que el hotel en España luce bastante prometedor, como sé que él vendrá a buscarme mañana por la mañana para revisar los documentos, guardo los papeles en un sobre, y los meto dentro de un cajón, termino de guardar y acomodar el desorden en el escritorio, apago el monitor, voy a firmar el turno de salida y regreso a donde Theo, quien se levanta del cómodo sofá en el que se encuentra para acercarse a mí, hoy luce muy diferente, más fresco y alegre.
—¿Lista para irte? —pregunta con ánimo.
—Claro, antes, tienes que decirme a qué clase de cita planeas llevarme —inquiero, acercándome más a él. Su sonrisa hace que mi mirada se pose directo en sus carnosos labios, me muerdo el labio inferior, me acerco más a él dispuesta a besarlo, Theo nota mis intenciones, se acerca más a mí y coloca una mano en mi cintura para acercarme más a él, su otra mano recorre mi brazo hasta llegar a mi cabello y meter un par de cabellitos sueltos detrás de mi oreja.
—Me gustaría mantenerlo en sorpresa —se limita a decir, inclinándose más hacia mí para besarme, yo no dudo en aceptar el beso. Sus labios son suaves y me dejo perder entre el beso, olvidando cuando fue la última vez que tuve oportunidad de besarle.
—¿Seguro que no me lo dirás? —pregunto con curiosidad entre el beso, un gruñido sale de él.
—Ese es el problema —dice tomando un poco de distancia entre nosotros, sin soltarme—. Si te lo digo, ya no será una sorpresa y realmente no quiero que te niegues a ella.
No protesto ni cuestiono más sus palabras, nos vamos a su auto y conduce hacia la carretera, veinte minutos más tarde, voy reconociendo el lugar, nos dirigimos hacia el palacio de Charlottenburg, mejor conocido como su casa.
—Es mi imaginación o presiento que estás conduciendo hacia el palacio —me veo diciendo, me gano una rápida y corta mirada de su parte.
—No te enfades, mi padre me ha pedido que te traiga, está animado con la idea de una comida entre los tres, creo que en parte le agradas.
Cuando el rey dijo que podríamos comer un día juntos, no pensé que eso sucedería tan pronto, observo mi atuendo, traigo unos jeans ajustados y una playera simple, nada fuera de lo común. Si hubiese tenido idea de que vendría al palacio real, me hubiese arreglado, quizás un vestido sencillo hubiese sido mejor que mi atuendo informal.
—Tranquila, te ves encantadora —habla, notando mi inseguridad, me ruborizo.
—Me lo hubieses dicho antes.
—Créeme, también es inesperado para mí, mi padre me ha pedido traerte de último momento, hoy ha sido nuestro único día libre —cuenta animado—. En verdad no tienes por qué preocuparte, en el palacio nadie va a criticarte, ni siquiera mi padre.
Sus palabras suenan sinceras, más no sirven de mucho para tranquilizarme, ir a comer con el rey me pone aún nerviosa, incluso después de que yo lo he recibido en mi departamento.
Llegamos al palacio, Theo estaciona su auto en la cochera y me anima a salir, cuando se dirige a abrirme la puerta, estoy nerviosa, sin ninguna intención de soltar su mano, dejo que me lleve por los enormes pasillos, el palacio es más admirable de día.
—Tranquila, todo saldrá bien —insiste, susurrando muy cerca de mi oído, provocando que los vellos de mi piel se ericen.
Continuamos caminando por un pasillo largo hasta que detenemos nuestro paso frente a dos puertas enormes de color marrón. Theo toca y segundos después abre.
El rey se encuentra detrás de un escritorio y al percatarse de mi presencia y la de su hijo, se apresura a levantarse y ajustarse el traje.
—Hola, papá, traje a Leigh como me pediste —dice Theo en un tono serio, el rey sonríe, acercándose a mí para saludarme con un abrazo, lo cual me sorprende, ya que yo estoy a punto de hacerle una reverencia.
—Hola, Leigh, ¿cómo has estado?
A Theo parece sorprenderle el gesto de su padre tanto como a mí, me las arreglo para contestarle.
—Bien, ¿y usted?
—Con mucho trabajo, me alegra que Theodore te haya podido traer hoy —contesta, contento—. Les pedí a los cocineros que prepararan codillo de cerdo, es un platillo simple, pero exquisito, espero que te guste la carne, ¿o eres vegetariana?
Me apresuro a negar.
—Para nada, me encanta la carne —admito lo cual le causo hacia a él y su hijo, yo me ruborizo.
—Descuida papá, no tienes por qué preocuparte por un menú vegetariano como cuando viene la tía Eloise —habla Theo y ambos sonríen.
Los tres caminamos juntos hacia el pasillo en dirección a la cocina, ambos hombres han comenzado una pequeña conversación privada, gracias a que el rey pregunta sobre cómo le ha ido a Theo en la junta con el rey de Escocia, por mi parte, me siento ajena a la conversación y decido mantenerme callada. Cuando llegamos a la mesa, —es enorme, está hecha para más de cincuenta personas—, el rey se sienta en el extremo de la mesa, Theo a un costado, a su derecha y yo me siento al lado de Theo, tan pronto como tomamos asientos, los meseros llegan con las bandejas de comida y nos sirven.
—Dime Leigh, ¿qué te parece la vista del palacio? Quizás después de comer, Theo podría darte un recorrido —habla el rey intentando hacer conversación, yo le ofrezco una tímida sonrisa.
—Su palacio es algo intimidante —digo, en vez de decir interesante. Me arrepiento al equivocarme de palabra y no puedo evitar sonrojarme—. Perdón, quiero decir interesante, no intimidante, bueno, es intimidante también pero más interesante y...
Theo y su padre me observan de una manera divertida, estoy haciendo el ridículo y me siento aún más tonta cuando ambos se echan a reír.
—Solo a ti se te ocurre decir que el palacio es intimidante —dice Theo divertido, hago mis esfuerzos para no cubrir mi rostro con la servilleta.
—No quise decir eso —suelto más hacia el rey, quien no demuestra ninguna pizca de enfado, al contrario, parece divertido—. Si soy sincera, el día del baile noté que a pesar de que su casa es enorme tiene esta armonía hogareña que en realidad es agradable —digo con sinceridad, me siento orgullosa por no haberme equivocado. La sonrisa del rey y su hijo desaparece de los labios y comparten una íntima mirada, de pronto me siento incómoda, mis palabras han causado algo en ellos.
—Melania solía decir eso todo el tiempo —contesta el rey con la mirada perdida, Theo asiente.
—Lo siento si los he ofendido —me veo diciendo, ya que siempre suelo meter la pata en situaciones en las que me siento ajena. El rey se apresura a negar.
—Oh no, tranquila, no ofendes a nadie. Es solo que no habíamos escuchado una opinión como aquella en años —confiesa, cabizbajo—. La mayoría de las personas que visitan el palacio alaban sus aposentos y estructura, más jamás mencionan la vibra que hay, personalmente, creí que habíamos perdido aquella vibra hogareña cuando mi esposa se fue, es bueno saber que aún persiste.
La voz del rey suena un poco apagada pero sincera. Aquello me reconforta un poco, a pesar de que he tocado un punto sensible para Theo.
—Así es, es bueno saber que aún conservamos algo de ella, ¿no? —agrega Theo hacia su padre. Queda más que claro que ambos extrañan a la reina, se puede ver en la mirada del rey el amor que aún siente por su esposa, aún continuamos comiendo y aquella pequeña conversación provoca un enorme silencio en la habitación, hasta que el rey se anima a romperlo.
—Es más que bueno, ella estaría orgullosa de ello, sabes lo importante que era para ella que este castillo se sienta como un hogar y no como un castillo —murmura el rey aun con la mirada perdida. Un mayordomo cruza la habitación y se coloca al lado del rey, hace una pequeña reverencia y se aclara la garganta.
—Lo siento majestad, han llegado los papeles que solicitó, además que el señor Cromwell requiere su presencia —habla el mayordomo. El semblante del rey cambia de inmediato y su cuerpo se pone rígido, comparte una mirada con su hijo y conmigo.
—Lo siento chicos, no creo poder terminar la cena con ustedes, esto es importante —dice levantándose con prisa de su asiento, se alisa el traje con las manos y voltea a su mayordomo—. Dile al señor Cromwell que lo veré en mi despacho.
Theo se levanta también de su asiento.
—¿No terminarás la cena? —pregunta con el ceño fruncido y el rey niega.
—Lo siento, sabes que el señor Cromwell no viene muy seguido a Alemania, y son asuntos importantes los que tenemos que ver —contesta con seriedad. Su mirada se posa en mí—. Lamento mucho la interrupción Leigh, ha sido un gusto verte y me encantaría repetir esto con ambos, quizás podríamos tratarnos un poco más, eres agradable.
El rey desaparece tan rápido como puede, dejándonos a los dos solos, Theo vuelve a tomar asiento en su lugar y suspira.
—Lo siento —dice en un tono bajo—. Esto estaba yendo agradable y...
—Sigue siendo agradable —le corrijo poniendo una mano sobre la suya y darle un pequeño apretón—. Entiendo que tu padre tiene asuntos importantes que tratar, de todas formas, es el rey, tiene un país que dirigir.
Mis palabras logran sacarle una sonrisa.
—Quizás podríamos repetir esto después con él, en verdad quería conocerte —confiesa a modo de disculpa. Algo me dice que es cierto, que realmente ha sido del agrado del rey, sin embargo, Theo luce un poco decepcionado por el hecho de que su padre tuvo que levantarse de la mesa de manera imprevista y nos dejara sola, me pregunto cuántas veces sucede una situación así.
—¿Ustedes...?
—No solemos comer juntos la mayoría del tiempo —contesta antes de que pudiera terminar mi pregunta—. Siempre hay un imprevisto, si no es por parte suya, es por parte mía así que rara vez comemos juntos —dice esto con decepción, le doy un pequeño apretón de manos. En parte, entiendo cómo se siente, comer solo a veces puede hacerte sentir vacío. Dejo que mi pulgar acaricie su mano en lo que pienso en algo que decir, tengo miles de opiniones en la cabeza, todas referentes a su relación con su padre, que me da la impresión de que nunca tienen tiempo para pasar tiempo juntos, y no podemos culpar al rey por ello, tiene que dirigir a su país y si sucede una emergencia, la tiene que solucionar de inmediato.
Terminamos de comer los dos en silencio, Theo luce distante y absorto en sus pensamientos, yo por otro lado, me encuentro en una situación similar y cuando se ofrece a darme el recorrido por el palacio, su ánimo incrementa un poco, mientras va contándome pequeñas anécdotas de él cuando era niño y todas esas travesuras que solía hacer en el palacio. Cuando vamos de vuelta hacia el comedor para que pruebe por segunda vez un postre, que Theo le ha pedido al chef preparar especialmente para mí —es suflé de chocolate, uno de sus favoritos, según cuenta— nos encontramos al rey, llevando un sobre amarillo tamaño carta, debajo de sus hombros, se sorprende al vernos.
—Chicos, ¿apenas inician su recorrido? —pregunta con curiosidad y Theo niega.
—De hecho, vamos de vuelta al comedor para que Leigh pruebe el suflé de chocolate —contesta Theo.
—De acuerdo, ambos diviértanse —dice el rey sin prestarnos mucha intención, y se apresura a cruzar el pasillo con toda velocidad. En lo único que puedo pensar, es en que es eso tan importante que el rey oculta de su hijo, porque hay algo en él que encuentro sumamente misterioso. E incluso Theo parece notar que su padre oculta algo.
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