Capítulo 37
Resulta que Nate, es el príncipe de Liechtenstein y primo de Theo, —no presto muy bien atención, por qué parte de su familia son primos, pero son parientes— cuando Theo estaba saliendo con la princesa Dorothea, para Dinamarca y Alemania, parecían la pareja perfecta, incluso se llegó a creer que ambos podían comprometerse y cuando los dos terminaron, nunca se supieron los motivos por los que rompieron, sin embargo, Nate los había sacado a relucir en la pelea y ahora todos comentan sobre ello.
Stefan se ha llevado a Theo dentro del palacio, y Nate se ha ido con Dorothea, quien después de que los guardias lograron separar a ambos hombres, intervino defendiendo a Nate.
—Esto es un desastre —se queja Cassidy, caminando a mi lado. Ambas nos dirigíamos hacia adentro—. Pobre Theodore, debe de estar más que molesto.
Es evidente que Theo se fue molesto de aquí, poseía una expresión seria en el rostro, por culpa de la ira y también percibí una pizca de dolor en su rostro, cuando Nate confesó lo del engaño. Lo ha humillado delante de todas estas personas, que ahora se sienten con la autoridad y derecho de juzgar a ambos hombres y tomar bandos de quien es mejor y quien no, me resulta patético.
Niego al escuchar a dos mujeres decir que Theo se lo merecía, justo al pasar por su lado.
—Lo siento Cassidy, tengo que ir a buscarle —le digo a mi amiga, para poder apresurar mi paso e ir en busca de Theo en el palacio. Dentro, el baile parece continuar, no todos abandonaron el salón así que hay un ambiente diferente que al de afuera, la vibra es más ligera y agradable, aquí no hay críticas, todos parecen estar metidos en sus propios asuntos, bailando, platicando o comiendo.
Salgo del salón y camino por el pasillo que da en dirección a otras puertas, es enorme y tengo el presentimiento de que voy a perderme, también de que alguien puede regañarme por prácticamente, escabullirme hacia las habitaciones, sin ninguna invitación.
Continúo caminando y abro un par de puertas, en busca de Theo, me siento extraña abriendo habitaciones, pero no voy a detenerme hasta encontrarle, necesito asegurarme de que está bien. Confieso que Nate me ha parecido un chico agradable, nuestra pequeña conversación se ha sentido bastante agradable y familiar, en el sentido en que me recordó cuando conversaba con Cassidy, sin alguna incomodidad o tensión, nunca imaginé que él y Theo tuviesen alguna diferencia, también tengo que decir que no imaginé que fuese un príncipe.
Veo a Stefan correr a toda prisa del otro lado del pasillo, corro hacía el tan rápido como puedo, su mirada se encuentra con la mía y detiene su paso abruptamente. Frunce el ceño por la sorpresa.
—¿Leigh? —pregunta en un tono agitado por haber estado corriendo—. ¿Qué haces aquí?
—Estoy buscando a Theo, ¿se encuentra bien?
La versión que tengo de Stefan frente a mí es desaliñada, no trae consigo su saco, y su camisa blanca parece estar desfajada y arrugada. Hace una seña hacia el fondo del pasillo.
—Escaleras arriba, continúa caminando derecho por el pasillo, doblas a la izquierda y su habitación es la última —responde, haciendo señas con las manos—. Iré a buscarle un poco de hielo.
Sigo las indicaciones que me ha dado y hago mi mayor esfuerzo por no perderme, los pasillos son tan largos que me toma casi diez minutos llegar a la habitación de Theo. Me detengo frente a ella y doy tres golpes, si murmura que puedo pasar, no escucho nada, aun así, abro la puerta —que por suerte no tiene llave— y entro. Theo está sentado sobre el borde de la cama, su encantador rostro luce amoratado y su ropa está igual de desaliñada que Stefan —salvo que su camisa se encuentra desabotonada y puedo ver su abdomen—, sus ojos lucen desanimados cuando se encuentran con los míos.
—Leigh.
Pronuncia mi nombre de una manera que apenas puedo escuchar, tomo aquello como una invitación para entrar a la habitación, cierro la puerta detrás de mí y me apresuro a llegar a su lado, desde cerca, puedo ver lo mallugado que luce su rostro —sé que no es el momento adecuado para pensarlo, pero luce guapo aun con su rostro todo lastimado—, percibo un pequeño rastro de sangre por su labio inferior y deduzco que Nate lo debió de haber reventado al propinarle un golpe.
—Dios, ¿te encuentras bien? —pregunto luego de unos segundos, su mandíbula se contrae.
—Estoy bien, ¿cómo llegaste hasta aquí?
—Stefan me dio las indicaciones —asiente y una extraña mueca de dolor, se forma en él—. Auch —se queja, escudriño su habitación, es sencilla, aunque me da la impresión de ser una habitación de un niño pequeño, ya que las paredes están pintadas de un tono azul y hay dibujos de autos a modo de decoración, la cama en la que Theo se encuentra sentado, es King size y los edredones de un tono negro, si no estuviese lastimado, ya me hubiese burlado de su dormitorio, pues no va con su personalidad de adulto. Al otro lado de la habitación, diviso un escritorio con un montón de papeles encima y una silla, voy corriendo hacia ella para tomarla y colocarla frente a él.
Un gritito pequeño se me escapa de los labios al ver tan cerca su rostro. Cuando él y Nate estaban en el suelo golpeándose, no parecía que fuese tan grave como Theo se ve en estos momentos, con delicadeza estiro una mano hacia su rostro para tocarle su ojo amoratado, un quejido se escapa de él y arruga el ceño.
—Lo siento —me disculpo, Theo cierra los ojos con fuerza y nuevamente estiro mi mano para analizarle bien el rostro.
—Pudo haber sido peor —suelta después de unos segundos, sus ojos se encuentran con los míos y me temo que no brillan de la manera habitual en que lo hacen—. Hemos dado el espectáculo más grande.
Continúa hablando, yo solo analizo su rostro, de cerca, la sangre en su labio inferior no es tan fresca, aunque si tiene un par de heridas abiertas cerca de su ceja, de pronto, siento la curiosidad de saber que tan golpeado quedó Nate, porque estoy segura de que para que Theo tenga el rostro de esta manera, debió de golpear bastante fuerte a su primo.
Stefan abre la puerta de la habitación y llega a nuestro lado con una bolsa de hielo y un botiquín de primeros auxilios.
—Lamento la demora, sabes que las distancias son sumamente largas —aclara dejando el botiquín sobre la cama y entregándole la bolsa de hielo a Theo para que se la coloque sobre su ojo morado.
—Yo puedo curarle —me apresuro a decirle a Stefan, cuando comienza a sacar las gasas y agua oxigenada del botiquín, dudoso, detiene sus acciones y voltea a verme, comparte una mirada con Theo y él asiente.
—Uhm... vendré más tarde, creo que iré a traer más hielo por si acaso —se excusa para darnos un poco de privacidad a ambos, espero a que salga de la habitación para ponerme manos en marcha. Tomo un poco de algodón y le pongo agua oxigenada para comenzar a limpiar sus heridas, comienzo con las que están abiertas, Theo suelta un gruñido en cuanto hago contacto con la herida que tiene entre la ceja, la cual tiene un poco de sangre.
—Va a dolerte —le aclaro, a pesar de que ya se ha dado cuenta de ello. De mala gana asiente.
En silencio, comienzo a limpiarle cada una de sus heridas, él solo se limita a quejarse y hacer muecas de dolor, a estas alturas, puedo notar que ha vuelto a molestarse.
—Ya casi —digo limpiándole la última herida—. Terminamos —agrego un minuto después, intenta ofrecerme una sonrisa, la cual decae, debido a que aún le duelen las heridas, comienzo a guardar todo en el botiquín, mientras me observa fijamente.
—Gracias —dice, cierro el botiquín y me reincorporo en mi lugar para verle.
—¿Cómo te sientes ahora?
Sé que está adolorido y que su respuesta es más que obvia, pero no sé qué decir. Baja su mirada hacia sus manos y juega con ellas nervioso.
—No tengo las palabras adecuadas para describir mis sentimientos en estos momentos —asegura, no muy contento—. Lo único que puedo asegurar es mi desprecio hacia Nate.
Suelto una risita.
—Si te sirve de algo, espero que haya quedado peor que tu —aquello le hace gracia—. Lo digo en serio Theo, no debió decir lo que dijo.
El ambiente a nuestro alrededor se torna pesado, él aún continúa con su cabeza cabizbaja en sus manos.
—Bueno, tarde o temprano saldría a la luz —dice, sus ojos hacen contacto con los míos, veo una pizca de dolor en ellos—. Quizá me lo merecía, no fui tan bueno con ella —dice refiriéndose a la princesa. Sí, a nadie le agrada que la persona que te gusta hable de su ex pero aquí estamos los dos, solos en su habitación, teniendo esta conversación.
—El único que se merece la paliza que ha recibido ha sido Nate —interrumpo, con seguridad—. Independientemente de lo que haya pasado, lo que ha hecho es humillarte ante todos, y eso no...
Tres golpes a la habitación nos interrumpen, la puerta se abre y aparece Stefan con una extraña mueca, después se hace a un lado para dejar ver al rey, quien tiene el rostro serio y una expresión de angustia en sus labios. Theo y yo nos levantamos de nuestros lugares, de inmediato.
—¿Estás bien? —pregunta el rey con angustia, sus ojos fijos en su hijo y a pesar de que Theo no luce tan mal como al principio, al rey le da una mala impresión. El cuerpo de Theo se tensa en mi lugar y traga con fuerza.
—Uhm... ¿Les importaría darme un poco de privacidad con mi padre? —nos pregunta a Stefan y a mí—. Serán solo unos minutos.
Comparto una última mirada con él y me ofrece una sonrisa que se convierte en una mueca, Stefan espera por mí en la puerta, me apresuro a cruzar la habitación no sin darle una reverencia al rey antes de salir. Stefan cierra la puerta detrás de nosotros, cuando salimos, comenzamos a caminar con paso lento por el pasillo.
—¿Va a regañarle? —me veo preguntando al ir escaleras abajo. Suspira.
—Estoy seguro de que no está contento con lo sucedido, y tampoco está enfadado con Theo, más bien preocupado.
Terminamos de bajar las escaleras en silencio. Detenemos nuestro paso a un lado de ellas, Stefan se lleva las manos a los bolsillos de sus pantalones.
—Gracias por curarle —dice sincero—. Trabajo para el palacio, pero el príncipe es uno de mis mejores amigos, el único, se podría decir, le conozco muy bien, en serio, gracias.
—Nate ha sido un idiota —formulo, lo cual hace que él ría.
—He pasado por una de las otras alcobas al buscar el hielo, las clases de boxeo le han servido bastante a Theo.
—¿Lo ha dejado mal? —pregunto volviendo a caminar, no sé a dónde vamos, solo estoy siguiéndole.
—Con suerte, a Theo le desaparecerán los golpes en unos días —contesta con una pequeña sonrisa—. A Nate podrían durarle todo el mes.
Río. Una risita corta y seca.
—No tenía idea de que era su primo.
En estos momentos es cuando me comienzo a arrepentir por haber conversado con Nate, Stefan se encoge de hombros.
—Estoy seguro de que no lo sabías —me defiende—. Hay demasiados miembros de la realeza que son familia de Theo y ni él tiene idea.
Una sonrisa se dibuja en mi boca. Doblamos por otro pasillo.
—Solo espero que su padre no esté enfadado con él —me veo diciendo—. El único culpable aquí seria Nate, realmente ha humillado a Theo.
Stefan bufa.
—Bueno, entre ellos dos hay mucha historia, digamos que siempre han competido por quien es mejor y Dorothea solo ha sido la cereza perfecta para terminar el pastel entre ellos.
Me muerdo el labio inferior, insegura en si preguntar, pues tengo curiosidad de saber qué fue lo que pasó entre ellos.
—Debió ser doloroso para él... —intento decir deseando que Stefan comprenda que puede contarme la historia.
—Lo fue, él la amaba. Estaba muy enganchado a ella y seguramente escuchaste que todos creían que eran la pareja perfecta, había demasiada química entre ellos o al menos eso aparentaban, más bien Dorothea lo hacía, ella, digamos que veía más bien una corona sobre su cabeza y un hermoso título de reina sobre ella que a un chico.
—¿No le quería?
Se encoge de hombros.
—Si lo hizo o no, no lo sabemos con exactitud. A pesar de que se conocían de casi toda la vida, Theo realmente se interesó por ella, en ese entonces, solía salir a bastantes fiestas y pasársela en antros con diferentes chicas, ella solía verle cada fin de semana, después fue casi de diario, fue ella quien se le declaró a él, lo cual hizo que sus sentimientos por ella incrementaran. Durante los primeros meses que salieron, Theo dejó todo el drama en que se involucraba a un lado, comenzó a salir a cotilleos y eventos con ella porque Dorothea se moría para que la prensa los viera, ser la novedad en las revistas y todo ese tipo de cosas en las que aparecen, no era una santa como aparentaba, amaba tanto salir de fiesta que Theo, por eso en parte congeniaron muy bien, sin embargo, Theo comenzó a involucrarse más en sus deberes como príncipe que no podía asistir a todos los lugares con ella, de vez en cuando, tenía que cancelar algunos planes, comenzó a decirle que no era un buen chico por no prestarle toda la atención que merecía, solía decirle que si continuaba descuidándola, podría irse con cualquiera, porque claro, es guapa. —Hace una pausa, ambos detenemos nuestros pasos en medio del pasillo—. Quizá no soy la persona adecuada para decirte esto, pero le conozco muy bien para saber que no va a decírtelo y sé que eres una buena chica Leigh, puedo ver que eres sincera y lo que hay entre ustedes dos, no se compara con lo que ha tenido con cualquier otra chica —asegura, volvemos a caminar—. Una noche que ellos dos discutieron, Theo se besó y durmió con otras chicas, estaba molesto porque había sido una pelea bastante fuerte, Dorothea se enteró de ello y le confesó que había estado acostándose con Nate desde hace meses.
—¿Quieres decir que ella lo engañaba?
Asiente.
—Llevaba meses haciéndolo —confiesa, disgustado—. El que Theo se haya ido con otras chicas y se haya enterado de ello fue lo que hizo que soltara todo.
—Wow —suelto con sorpresa.
—De alguna forma, él se sigue sintiendo culpable por ello, le metió demasiadas cosas a la cabeza y le hizo sentir culpable por haberla engañado.
—Suena patético, ¿no acabas de decir que ella llevaba tiempo engañándolo?
Vuelve asentir.
—Claro, pero eso no le quito que destrozara los sentimientos del príncipe.
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