Capítulo 35

Un hombre del palacio vino a buscarme por la mañana, por suerte, he programado mi reloj para despertar alrededor de las seis, y quince minutos antes de las ocho, ya estoy lista para a tiempo para ir a la iglesia donde será la ceremonia para la reina. Estoy algo nerviosa en el asiento trasero del auto, llevo puesto un modesto y sencillo vestido de color azul marino, sé que la realeza tiene normas de vestimenta, y tengo la esperanza de no infringir ninguna, mi intención ahí es solo acompañar a Theo y no llamar la atención, aunque si voy a estar con el príncipe, presiento que eso no será fácil.

Al llegar, el hombre del palacio baja del auto y camina hacia mí para abrirme la puerta, extiende una mano en mi dirección, la tomo y salgo del auto, para que segundos más tardes, me quede sola en la entrada de la iglesia, me es inevitable no tomar una gran bocanada del aire al contemplar la hermosa fallada, algunas parejas están entrando y me siento un poco más segura cuando noto que no estoy infringiendo el protocolo, al menos, ya tengo un punto a mi favor.

Me quedo parada frente a los escalones, dudosa de si entrar o no, quizás Theo ya se encuentra sentado justo en frente al lado de su padre, como sé que no puedo quedarme todo el rato afuera, me armo de valor para entrar, a pesar de que hay bastantes personas alrededor ya en sus asientos, aún no luce lleno como pensé que estaría, con un poco de seguridad en mí misma e ignorando las miradas de los demás, camino hacia los asientos del frente, no tengo idea si están reservados para algún miembro perteneciente a la realeza que fuese importante, pero tomo asiento en la esquina, justo en la tercera fila, a mi derecha, las personas siguen buscando asientos en las bancas del otro lado del pequeño pasillo que nos divide, a lo lejos, percibo la cabellera de Theo, en una de las filas de en frente que están al otro lado del pasillo, puedo confirmar que se trata de él cuando voltea y mira a todos lados en busca de alguien, nuestras miradas se cruzan, discretamente levanto mi mano a modo de saludo, una sonrisa se forma en sus labios, la persona que se encuentra a su lado, parece decirle algo al oído que provoca que se reincorpore nuevamente en su lugar, impidiendo que me salude de vuelta, me percato que esa persona es el rey.

He visto al rey un par de veces en fotografías, cuadros y revistas de todo el país, sin embargo, jamás he tenido la oportunidad de verlo de cerca —aunque no estamos tan cerca—, da la impresión de lucir más grande de lo que se le ve en televisión, su cabello ya es blanco por las canas y noto que no se parece nada a su hijo físicamente, lo único que tienen en común, son aquellos ojos azules. Él y su hijo parecen estar intercambiando un par de palabras, posee un semblante serio y da la impresión de que puede estar regañándolo, aunque descarto la idea después de ver que una diminuta sonrisa se posa en sus labios, imagino que él y Theo ya han hecho las pases.

En el instante en que escuchamos al coro cantar, nos levantamos de nuestros asientos para recibir al padre, es la única y última vez en la que Theo y yo volvemos a cruzar miradas, el resto de la misa, me la paso atenta. Espero a que el padre salga de la iglesia, seguido por el rey, su hijo y otras personas importantes del parlamento real, al exterior, algunas personas se acercan al rey y Theo a darles sus condolencias y darles palabras de ánimo por haber perdido a su esposa y madre. Paso por un lado del rey y Theo, intento ser lo más discreta posible para no llamar la atención de ninguno de los dos, —no funciona para nada porque ellos ya han terminado su conversación con aquella pareja que luce más o menos de la misma edad del rey—, siento que la mano de Theo agarra mi brazo con fuerza y tira de él para evitar que me vaya, mi cuerpo choca con el suyo, no estoy prestando mucha atención a mi alrededor, pero no dudo de que alguien pueda estar contemplando la escena.

—Padre, quiero presentarte a alguien —anuncia Theo llamando la atención del rey, quien está volteando en dirección contraria a nosotros, aquello me toma por sorpresa y comparto una pequeña mirada con Theo, preguntándole qué diablos está haciendo—. ¿Papá?

Insiste cuando el rey no se voltea, ya que otra persona se acercó a hablarle, le hace una pequeña seña a su hijo para que espere. Mi boca se abre con asombro, quiero quejarme, pero no tengo nada en mente, la cierro y niego.

—¿Qué es lo que estás intentando hacer? —pregunto nerviosa, una sonrisa juguetona aparece en la boca de Theo, si esta fuese otra situación, ya le hubiese plantado un beso en sus perfectos y carnosos labios.

—¿Qué crees que hago? Voy a presentarte a mi padre —contesta con naturalidad.

—¿Acaso estás loco?

—¿Por qué debería de estarlo? —Pregunta—. ¿Qué no es eso lo que hace cualquier pareja? Presentar a su chica o chico ante sus padres.

Estoy a punto de soltarle un buen comentario sobre por qué no debería de presentarme ante el rey, lamentablemente, me quedo sin palabras ante su comentario.

—¿Vas a presentarme ante tu padre como tu pareja?

Tiene que estar bromeando, pienso.

Theo asiente confirmando que no miente.

—Por supuesto —asegura—. Es más que claro que tú y yo somos más que amigos, no le veo nada de malo presentarte ante mi padre como mi pareja.

Tiene un buen punto, Theo y yo somos más que amigos, y quizás algunos conocidos ya se han dado cuenta de ello, pero que me presente ante el rey, eso es algo que no veía venir nunca. Mis nervios aumentan.

—No puedes hacer eso —suelto de golpe, esta vez me ofrece una sonrisa que me deja ver su blanca dentadura.

—Por supuesto que puedo, cariño. Toma esto como una formalización a lo que sea que tenemos —se acerca a mí y coloco su mano en mi espalda baja, me volteo hacia donde su mirada se dirige, el rey le ofrece una sonrisa a su hijo y después su mirada se posa en la mía, me sonrojo demasiado y quiero salir corriendo—. Papá, ella es Leigh Taylor, Leigh, él es mi padre, su majestad, el rey Johan de Alemania.

No sé si Theo hace esta mención de presentarme a su padre como el rey de Alemania solo para poner mis nervios más de punta, porque de alguna manera aquello sirve para intimidarme más de lo que ya estoy y tengo que decir que hago una de las cosas que más temía hacer en este día, no seguir el protocolo que tiene la realeza sobre hacer una reverencia hacia la familia real porque yo simplemente le doy un abrazo al rey en vez de estrechar su mano, este es mi fin. Ni el rey, ni Theo se esperaron que yo fuera a abrazarlo, lo sé por las caras de asombro que ambos tienen en el rostro.

—Uhm... Leigh y yo estamos saliendo —murmura Theo aun sorprendido por mis actos. Estoy a punto de decirle que no es el único sorprendido, yo también lo estoy, y con este comentario de su hijo, el asombro del rey aumenta, su mirada vaga entre Theo y yo, quien ha vuelto a colocar su mano sobre mi espalda baja, ¿Qué acaso no piensa que puede estar asegurándonos una tumba en estos momentos?

—Ya veo —es la respuesta del rey ante la confesión de su hijo, yo contengo la respiración.

—Leigh es estadounidense, la conocí en una de las fiestas de caridad que asistió con Heinrich y su familia.

—Ah, esa chica —murmura el rey como si estuviese recordando haber escuchado de mí, una sonrisa similar a la de Theo se posa en sus labios, una mujer se acerca al rey y llama su atención—. Bueno, es un placer conocerte señorita Leigh Taylor, gracias por asistir a la misa, lo aprecio mucho. Disculpen —se excusa antes de dirigirse a la mujer que le habló. Aprovecho que ya no está a nuestra vista para encarar a Theo y fulminarle con la mirada, él luce completamente divertido. Para demostrarle que siento lo contrario a lo que él siente en estos momentos, le doy un golpe en el pecho.

—Auch, ¿a qué ha venido eso? —se queja.

—He hecho el ridículo frente a tu padre —digo llevándome las manos a la cara para esconder mi vergüenza, él chasquea la lengua.

—Tranquila, cariño, todo ha salido bien —dice apresurándose a envolver sus brazos alrededor de mi cuerpo y dejarme un pequeño beso en la frente—. Estoy seguro de que le has agradado.

Resoplo.

—¿A qué se refería con "esa chica"? —murmuro sobre su traje, mi pregunta apenas audible.

—Probablemente escuchó sobre ti en algún lugar del palacio.

Como si fuera poco, su respuesta me hace sentir más nerviosa. Levanto mi barbilla para mirarle.

—Estás mintiendo, ¿no?

—No Leigh, en el palacio no hay secretos para el rey —contesta mirándome a los ojos—. Al menos no siempre...

Intento ocultar mi rostro que estoy completamente rojo en su traje, ¿desde qué momento deje que la situación se saliera de control? Yo nunca me comporto de cómo lo estoy haciendo ahora, sin embargo, aquí estoy, sintiéndome toda incómoda y nerviosa por conocer a una persona, cuando soy yo quien pone en esa situación a los demás, esto es mi karma por haber intimidado a tantas personas en mi vida.

El carraspeo de una voz llama nuestra atención, haciendo que me separe de Theo para volver a encontrarme con el rey, apenada, me alejo del príncipe con discreción, sin embargo, él no me deja ir.

—Papá —pronuncia en un tono educado. El rey se queda frente a nosotros en silencio por unos segundos.

—Recuerda que hoy es el baile en honor a tu madre así que más vale que estés ahí Theodore, no quiero que faltes.

Dice a modo de despedida, no se espera a que Theo dijera algo, solo se da media vuelta y se dirige hacia uno de los guardias a quien le murmura algo y él lo escolta hacia un auto negro que supongo es el auto en el que ha venido.

—Dime, ¿se ha enfadado por el hecho de que haya venido?

El tono del rey era neutral, no había pizca de molestia o contento en su voz, sin embargo, sus últimas palabras me dan la impresión de que no se quedó conforme con algo.

—Descuida, cree que por alguna razón podría faltar al baile de esta noche —confiesa, con una mueca en los labios—— ¿Te importaría ir a un lugar más tranquilo? ¿Quizás tu departamento?

Asiento en acuerdo y me hace una seña hacia su auto.

Llegamos al edificio de mi departamento, ambos subimos al elevador, nos inunda un pequeño silencio, yo aun pienso en mi encuentro con el rey, muero de curiosidad por saber qué pensaba de mí porque no puedo sacar de mi cabeza la manera en que dijo "Ah, esa chica", es como si estuviese al tanto de mí. Aquello me perturba un poco.

—Bien, aquí estamos —murmuro entrando al departamento, cuando Theo se introduce en él, cierro la puerta y le sigo hacia la sala. Theo deja caer un suspiro al tomar asiento en el sofá, me siento a su lado, se acomoda mejor en su lugar para quedar frente a mí, hago lo mismo—. ¿Cómo te sientes? —me atrevo a preguntarle, luce mucho más tranquilo que la noche anterior, menos afligido.

—Mejor que ayer —asegura, estamos tan cerca que no hace falta que estire toda su mano para acariciar mi mejilla, su contacto hace cosquillas sobre mi piel—. En serio, gracias por acompañarme, me hubiese gustado que te sentaras a mi lado en la misa.

Sonrío.

—Si, también pensé en intercambiar asientos con tu padre.

Ríe.

—Creo que hemos hecho las pases, al menos, no ha estado molesto esta mañana y ha hablado bien conmigo.

—Me alegro —digo acercándome más a él para recargar mi cabeza sobre su hombro y abrazarle por la cintura, no duda en aceptar mi abrazo y coloca su brazo sobre mis hombros—. ¿Cómo te sientes al respecto? —pregunto. Theo hace círculos con sus dedos, sobre mi hombro.

—No lo sé, supongo que no quiere estar peleado con su único hijo en un día importante y yo tampoco lo quiero así que estamos bien, en serio —dice para luego guardar silencio por casi un minuto—. Si ella estuviera aquí, querría que nosotros estuviésemos bien, celebrándole. Y pienso hacerlo, sé que no querría vernos a ambos deprimidos por ella.

—Debe de estar muy orgullosa de ti por pensar así —me veo diciendo, una diminuta sonrisa se forma en su boca.

—¿Qué me dices de ti? —pregunta—. ¿Estás lista para el baile?

Chasqueo la lengua.

—Si, sobre eso, resulta que este príncipe tan peculiar que conozco mando a uno de sus amigos a decirme que no fuera a comprar algún vestido y no lo hice. En momentos como este, estoy comenzando a arrepentirme de no haberlo hecho porque no creo ir al baile sin un vestido.

—Que grosero de su parte —bromea.

Nos quedamos de aquella forma por unos minutos, el silencio a nuestro alrededor es bastante agradable, aún es temprano, falta bastante tiempo para el baile, ya que este se llevará a cabo en la noche, estoy tan relajada al lado de Theo que me quedo dormida y creo que él también lo hace, el sonido de su celular vibrando dos horas más tarde, nos sobresalta a los dos. La mirada somnolienta de Theo se encuentra con la mía, tiene el ceño fruncido y una mueca debido a que no encuentra su celular, me alejo un poco de él para que pueda buscar mejor en su traje. Checa la llamada más no responde, guarda de vuelta el teléfono y suelto un bostezo.

—Dios, me quede profundamente dormido —murmura, me llevo una mano a la boca para cubrir mi bostezo.

—También yo —respondo, su teléfono celular vuelve a sonar.

—Es Stefan —dice volviendo a sacar el celular, esta ocasión responde la llamada y se levanta del sofá para caminar a lo largo de la habitación mientras escucha con seriedad lo que sea que su amigo le esté diciendo. Me levanto del sofá cuando se acerca—. Papá está buscándome, quiere que esté en el palacio ahora, ha regañado a Stefan por no saber dónde estoy.

Aún me encuentro aturdida por culpa del sueño, otro bostezo se me escapa al mismo tiempo que asiento.

—Deberías de ir —formulo, él asiente.

—Prometo que tendrás tu vestido para esta noche —dice acercándose un poco a mí para tomar mi rostro entre sus manos—— Ten por seguro que lucirás hermosa en él.

Planta un corto y rápido beso en mis labios, a modo de despedida.

Alrededor de las seis de la tarde, los golpes a mi puerta son intensos, me apresuro a llegar a la entrada y abrir tan rápido como puedo porque quien sea que está del otro lado de la puerta, parece desesperarse con cada segundo que tardo. Un hombre de cabello blanco, ojos verdes y que debe medir por arriba del metro ochenta, se encuentra frente a mi puerta con un maletín en una mano y en la otra una bolsa en la que supongo se encuentra guardado un vestido.

—Señorita Taylor, soy Adam Peters, amigo y modista de la familia real, su alteza real el príncipe Theodore, me ha mandado para arreglarla para el baile de esta noche.

Ni siquiera espera una invitación de mi parte para entrar al departamento, simplemente se abre paso como Juan por su casa y busca un lugar donde colocar sus cosas, cierro la puerta e insegura, camino hacia él, quien me analiza fijamente.

—Bien querida, no tendremos mucho tiempo, el baile será alrededor de las nueve y son las seis, si queremos estar listos para él, debemos comenzar ahora, así que apresúrate a tomar una ducha, de inmediato.

Sentencia, yo había tomado una ducha esta mañana antes de ir a misa, pero no protesto la petición de Adam, simplemente camino hacia el baño y tomo una ducha larga, para cuando salgo, Adam ya ha instalado sus cosas en una esquina de mi sala, no sé cómo le hizo, pero también ha traído consigo un tocador. Theo había dicho que me vería hermosa con el vestido, pero yo no lo considero así, pues el vestido es sexy, esa es la palabra para describirlo, es de un tono negro, con cuello en forma de V, con tirantes finamente delgados como los fideos de espagueti, con una sexy hendidura lateral que deja al descubierto mi pierna derecha, no sé qué es lo que tiene en mente Theo con este vestido, pero quizás para un baile real puede ser bastante comprometedor.

—¿Qué opinas Leigh? ¿Cabello suelto o recogido? —pregunta Adam intentando descifrar como mi cabello luce mejor, ambos nos quedamos mirando al espejo.

—Recogido —decimos al mismo tiempo, y sonreímos. Me plancha el cabello y después lo sujeta en una cola de caballo alta para que se pueda apreciar mejor el vestido, mi maquillaje es bastante sofisticado, mis ojos marrones resaltan con la sombra de ojos que decide colocarme y el labial es de un tono piel.

—Dios, el príncipe hizo bien en escoger este vestido para ti —asegura Adam, orgulloso—. Sea lo que sea que haya tenido en mente, se quedará sin palabras cuando te vea, luces sexy.

Sus palabras dibujan una sonrisa en mis labios.

—Si te confieso algo, pensé que escogería algo sofisticado y no tan llamativo, tú sabes, algo correcto y elegante.

Adam bufa.

—Chica, con este vestido y este cuerpo que tienes, tendrás a más de un hombre detrás de ti esta noche, a Theodore se le han salido las cosas de la mano, opacarás a todas las chicas en el baile —asegura, dándome los últimos retoques, ya son alrededor de las ocho y media, todavía nos falta llegar al palacio.

—Hay un auto real en la entrada esperando por ti, si lo deseas, puedes esperarme a que guarde todas mis cosas y te acompaño a subir a él —dice y aquello me reconforta, pues estoy comenzando a ponerme nerviosa.

—Suena una buena idea.

Le ayudo a Adam a guardar sus cosas, quien tengo bien en claro que hace maravillas, para ser él solo, sin ningún ayudante, hoy, me temo que soy una versión de mí misma que no conozco, luzco bastante sexy con el vestido y al igual que Adam, comparto el mismo pensamiento sobre quien sabe qué diablos pensaba Theo al hacerme asistir al baile con este vestido.



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