Capítulo 19

Por la mañana, Theo se presenta alrededor de las nueve con una enorme sonrisa en los labios, y por supuesto, la mía no tarda en aparecer en cuanto le veo recargado frente al marco de la puerta.

—Buenos días —murmura para Cassidy y para mí, luce diferente, trae puesto unos pantalones de mezclilla, cosa que nunca le he visto vestir antes y tengo que decir que le sientan bien, una camisa de cuello blanca y encima un suéter de esos que suelen usar los viejitos, aun así, luce encantador.

—Hola, Theo —murmura Cassidy no con mucho entusiasmo, ya que para ella, estar despierta a las nueve de la mañana es demasiado temprano, afortunadamente, no tarda mucho en desaparecer con un gesto y dirigirse al baño donde unos segundos más tarde se escucha la regadera, yo había tomado una ducha alrededor de las ocho y media de la mañana porque no podía dormir del todo, porque mi mente aún continuaba recapitulando los hechos de anoche y en lo único que podía pensar era en volver a estar cerca de Theo.

Ambos compartimos una mirada, enarca una ceja en mi dirección.

—¿Qué no piensas saludarme? —pregunta y es suficiente para que mi sonrisa incremente, sin pensarlo, corro hacia él y envuelvo mis brazos sobre su cuello, él no tarda en envolver sus brazos sobre mi cintura, no dudo en besarlo—. ¿Y bien? ¿Qué tal estuvo tu primera noche en París?

Pregunta tomando un poco de distancia entre nosotros, aún sin quitar sus manos sobre mi cintura.

—Estuvo bien —me encojo de hombros—. Este hotel es bastante cómodo.

Asiente.

—Bueno, es uno de los mejores, con el mejor servicio a la habitación si me lo preguntas —agrega con una sonrisa—. Por cierto, ¿desayunaste? Estaba pensando en que podríamos ir a tomar el desayuno juntos, conozco un lugar que creo que podría gustarte.

—Tienes suerte, aún no he desayunado —respondo—. Y tengo hambre, así que más vale que no te equivoques.

Me alejo de él para ir a buscar mi bolso, el cual se encuentra en la cama, como Cassidy aún no sale del baño, pienso en que sería bueno dejarle una pequeña nota, pero a falta de papel y lápiz, termino escribiéndole un mensaje de texto y enviándoselo, ya cuando hemos llegado al lobby. Theo llama a un taxi y le da las indicaciones sobre el lugar que mencionó antes, en el transcurso del viaje, mi mirada está fija en la ventana contemplando lo hermoso que es París por las mañanas.

Bajamos del taxi, Theo le paga al hombre y espera a que este desaparezca para entrar a lo que me parece más una casa que un restaurante.

—¿Has venido aquí antes? —pregunto admirando la estructura, la casa posee un gran ventanal con una protección de color blanco, una puerta doble que también es de color blanco, mientras que la casa es de una tonalidad azul celeste y tejado blanco.

Se lleva las manos a los bolsillos de sus pantalones y contempla la vista.

—Es una vieja posada, acostumbraba a venir aquí con mis padres cuando visitábamos Francia, si bien lo recuerdo, la última vez que estuve aquí fue hace dos años, a mamá ya le habían detectado cáncer y como ya te dije, a ella y a papá les encantaba Francia, así que seis meses antes de su muerte, estuvimos aquí por última vez.

—Entonces, este lugar es especial para ti —me limito a decir, noto que se tambalea sobre sus talones.

—Demasiado especial —dice—. Ven, vamos adentro.

Theo abre la puerta y espera a que entre, la posada es bastante curiosa a mi parecer, el piso de madera le da un toque rústico, y las paredes están pintadas en la misma tonalidad que la pintura de afuera, una recepcionista nos saluda a ambos desde el lado del mostrador y no tarda mucho en abandonar su puesto y venir hacia nosotros.

—Buenos días, bienvenidos a la posada Pierre, ¿desean reservar alguna habitación o disfrutar de nuestro restaurante? La especialidad de hoy es Le gratin dauphinois.

—Oh, ese es uno de mis platillos favoritos —confiesa Theo, ganándose la mirada de ambas.

—Pues supongo que es su día de suerte —dice una voz a espaldas de la recepcionista. Una mujer de alrededor de unos cincuenta y tantos años se acerca a nosotros con una cariñosa sonrisa, sus ojos se posan en Theo y su sonrisa se ensancha, extiende los brazos y Theo no duda en ir a abrazarla—. Mírate, cada vez vienes más guapo o es solo mi imaginación.

Una risita se escapa de los labios de Theo.

—Agatha —saluda—. Es un gusto verte por aquí.

Ambos se separan, la mujer vuelve a mirar de manera cariñosa a Theo.

—Oh, el gusto es mío Theo, ha pasado tanto tiempo desde la última vez que te vimos, Edgar estará muy contento de saber que estás por aquí y has venido a visitarnos. —La mirada de Agatha se posa en mí e intento poner una amigable sonrisa—. Veo que no traes tan mala compañía, ¿eh?

Theo voltea en mi dirección.

—Agatha, ella es Leigh —nos presenta—. La he traído aquí para que pruebe tus habilidades culinarias porque estoy seguro de que son las mejores del país y no hay duda de que va a amarlas.

—Ay mi niño, adoro que hables de mí de esa manera —dice Agatha, sonriente—. Estoy muy feliz de verte aquí, ¿cómo has estado?

A pesar de que la pregunta es simple, parece íntima entre ellos dos. Theo suspira.

—Pienso en ella todos los días —dice en un susurro que apenas alcanzo a escuchar, estoy segura de que se refiere a su madre, Agatha le da una cariñosa sonrisa.

—Si ella pudiera verte en estos momentos, estaría muy orgullosa de ti y del gran hombre que te has convertido —le dice con ternura—. Y también, le diría a esta jovencita que traes contigo, que no debería dejarse engañar por el encanto de un príncipe, y menos por uno tan peculiar como es Theodore —bromea en mi dirección.

—Su madre solía decir que Theo es todo un coqueto, bajo toda esa capa de príncipe noble, así que deberías de cuidarte de este hombre. —No puedo evitar reírme y darle una mirada a Theo.

—Oh, créame, no es una novedad, eso se le nota desde lejos.

Agatha ríe, y después se dirige a Theo.

—Sabes que solo bromeo —aclara—. Tu madre estaría contenta en ver que por fin estás sentando cabeza.

Con un gesto me señala, sin intenciones de ser discreta y las mejillas de Theo se tornan rojas, se aclara la garganta, dispuesto a desviar la atención.

—Deberíamos de dejar de tener esta conversación antes de que me pongas en ridículo —le dice a Agatha y ella ríe.

—De acuerdo, los llevaré a una mesa y pediré que les traigan el desayuno.

Tal y como dice, Agatha nos encamina hasta una mesa, junto al lado de la ventana, el restaurante está casi vacío, ya que solo hay una pareja en una de las mesas en el centro de la habitación, Agatha desaparece tan rápido como se asegura de que estemos cómodos.

—No creí que fueras cercano a la dueña de la posada.

Theo luce distraído mirando hacia la ventana, le toma unos segundos mirarme.

—Como dije, solía venir aquí con mi familia, con los años, Agatha y su esposo se volvieron viejos amigos.

—Se ve que te quiere. —Por la manera en que ella se expresó de él y lo recibió, pude notar que había un gran aprecio. Mis palabras parecen agradarle porque sonríe.

—También yo —asegura—. Es imposible no quererlos cuando se han mostrado tan cariñosos y atentos con mis padres desde el primer instante en que entramos a este lugar.

El desayuno no tarda mucho en aparecer, Le gratin dauphinois, es un platillo típico de Francia, se trata de un plato horneado de patatas gratinadas cortadas en finas rodajas y mezcladas con nata fresca o leche. Desde el momento en que me llevo un trozo de este delicioso platillo a la boca, me veo suspirando.

—Definitivamente has acertado —le digo señalando al platillo, Theo me mira divertido—. Has hecho la mejor elección de tu vida al traerme aquí para el desayuno, tanto que quiero comprometerme contigo.

Ríe.

—Dios, sueles hacer que cualquier comentario que salga de tu boca suene tan interesante.

—Lo digo en serio, podría comprometerme contigo gracias a este platillo.

Niega divertido.

—Bien, si te ha gustado, debemos probar el postre, quizás y me quieras poner un altar después de probarlo —bromea y le hace una seña a uno de los meseros para que retiren nuestros platillos y encargarles el postre, que no tarda mucho en llegar.

Se trata de un postre que es de chocolate, conocido como Molten lava cake, donde me veo suspirando más que por el desayuno.

—Te juro que estoy a punto de morir —expreso con la boca llena—. Este postre es el mejor, tengo que aprender la receta.

Agatha aparece en nuestra mesa con una amable sonrisa.

—¿Cómo va todo, chicos? ¿Están disfrutando del postre?

La mirada de Theo se posa en mí y yo asiento tan inmediato como puedo.

—Lo siento, pero quisiera saber quién es el chef aquí, toda la comida que sirven es exquisita —digo y Agatha sonríe.

—Gracias, querida, me halagas con tu comentario, pero no soy chef profesional, solo una amante de la gastronomía que ha seguido las recetas de su familia por años —dice y la observo con asombro.

Wow, estoy sorprendida. Eres maravillosa cocinando —lo digo en serio, todo lo que había probado hasta el momento era magnífico—. Estudié gastronomía y me gradué hace dos años, pero creo que mi especialidad son los postres y planeo abrir una pastelería algún día, me gustaría aprender cómo preparar su postre, me ha fascinado.

Agatha sonríe contenta.

—Bueno, no suelo compartir mis recetas con desconocidos, pero hay algo en ti que te hace especial —dice con una enorme sonrisa—. Y vienes con Theodore, así que creo que vale la pena enseñarte una de mis recetas favoritas.

—¿Lo dice en serio? —pregunto—. Porque realmente me gustaría aprender a preparar el Molten lava cake.

Mi mirada se dirige a Theo, quien tiene los codos recargados sobre la mesa y juega con sus manos mientras escucha nuestra conversación.

—¡Por supuesto! —exclama Agatha—. ¿Qué me dicen de venir mañana? Podría enseñarles a cocinar a ambos,

Vuelvo a voltear en dirección a Theo para esperar a que, de una respuesta, se encoge de hombros.

—Por mí no hay ningún problema —responde—. De antemano les informo que no soy buen cocinero, pero haré mi intento.

—Bien, entonces es oficial, los esperaré mañana aquí a las nueve en punto —dice Agatha contenta—. Les enseñaré todo lo que sé.

***

Después del desayuno, decidimos caminar un rato por los alrededores, ya que el clima es bastante agradable y así podemos admirar los diferentes locales que hay, Theo había optado por comprar un par de crepas para ambos.

—No sabía que habías estudiado gastronomía y que deseabas tener tu propia pastelería —dice a medida que avanzamos, me tomo mi tiempo antes de responder.

—Eso fue hace un par de años atrás, cuatro para ser exactos, en el último año fue cuando decidí venir a estudiar a Alemania.

—¿Jamás ejerciste? —pregunta y niego decepcionada.

—La verdad es que no tuve oportunidad de buscar realmente un empleo sobre mi vocación, comencé a trabajar en el hotel de Heinrich tres meses después de que había llegado a Alemania, aún no terminaba mi carrera, me había dado trabajo como asistente de cocina, pero necesitaba más personal en recepción que dentro de la cocina, yo no tenía suficiente dinero como para mantener mi departamento y no quería molestar a mis padres pidiéndoles dinero, Heinrich pagaba más como recepcionista y traductora así que decidí cambiarme de puesto y así quedarme en Alemania —digo recordando como fue mi llegada a Alemania, yo tenía veintiún años y ninguna experiencia viviendo sola, adaptarme a una vida lejos de mis padres fue difícil—. Sobre abrir una pastelería, aún está en mis planes a futuro, quizás a uno muy largo porque aún continúo ahorrando para ello.

Theo asiente, procesando todo lo que he dicho, hay un largo silencio entre los dos.

—¿Y estudiar gastronomía era tu sueño? —pregunta y asiento tan rápido como puedo—. Eso es bueno, el que hayas podido cumplir tu sueño, yo estudie ciencias políticas, si me lo preguntas, la deteste.

—¿Querías estudiar otra cosa en su lugar?

Asiente.

—Mecánica —responde—. Tengo una gran afición por los autos, pero a mis padres no les agradaba mucho que quisiera estudiar eso, así que ellos decidieron que estudiara ciencias políticas y no tonterías.

—La mecánica no es una tontería —aseguro—. Al contrario, me parece que es una buena carrera.

—Sí, bueno, no tuve elección —dice decepcionado—. Como príncipe, hay muchas cosas que se me permiten hacer y otras que no. Además, la mayoría de los príncipes que conozco estudian carreras similares, es conveniente para nuestro futuro.

—Eso apesta —aclaro—. Deberías tener derecho a tomar tus propias decisiones, ser libre.

Hace una mueca.

—No es tan fácil como parece —niega—. Quizás decirlo lo es, pero aplicarlo es todo lo contrario. Cuando estoy con mi padre y quiero hablarle de todas esas ideas que tengo para cuando me convierta en rey, es como si mi cuerpo se paralizara y mi voz desapareciera, no tengo el valor suficiente para decirle lo que realmente pienso porque habitualmente tiende a rechazar mis ideas, cree que aún soy demasiado joven para tomar muchas decisiones y más si son referentes a nuestro país.

—Dios, eso sí que es complicado.

—Demasiado —afirma con una pequeña mueca—. A veces siento que mi padre cree que no sabré dirigir el país, que no soy capaz de protegerle como él lo hace, me temo que no entiende que yo soy diferente, no soy él y mi manera de proteger las cosas que amo no son iguales a las suyas.

—Es porque todos somos diferentes, ninguna persona es igual a otra —digo y asiente.

—Perdona si insisto, pero ¿Siempre has querido tener tu propia pastelería?

Suspiro.

—Sin duda, sí —respondo—. Aunque lo veo como algo complicado por el momento, por mucho que disfruto trabajar en el hotel de Heinrich, el sueldo apenas me alcanza para pagar la renta de mi departamento y algunos otros gastos, por eso quizás termine abriendo mi pastelería en casa en vez de Alemania.

—¿Por qué no cambias de trabajo?

Me encojo de hombros.

—No lo sé, creo que de alguna manera me siento cómoda trabajando para Heinrich y disfruto el trabajo, ¿sabes? Algunas veces creo que sería bueno abrir un hotel en vez de una pastelería, quizás podría funcionarme.

—¿En serio? —pregunta con asombro.

—Solo es una idea vaga, nada seguro.

—Si me lo preguntas, creo que tienes bastante potencial para hacer lo que tú quieras, eres una mujer decidida y honesta.

—¿Ah sí? —detengo mi paso y sus ojos me observan curiosos mientras oprime una sonrisa.

—Bueno, digamos que he sido uno de esos afortunados a los que les has dado tu opinión honesta —aclara colocando sus manos sobre mi cintura y ahí está de nuevo, aquella sensación que su toque provoca en mi cuerpo—. Si no hubiese sido por eso, ninguno de los dos tuviéramos oportunidad de estar aquí.

Se inclina con lentitud y planta un tierno beso en mis labios. El ruido de voces y música acercándose a nosotros poco a poco, hace que ambos nos separemos, volteo en dirección a donde proviene el ruido, me percato de una gran multitud de personas, carrozas, marionetas gigantes, bandas y batucadas acercándose a nosotros.

Frunzo el ceño.

—¿Qué es...?

Mi pregunta se queda a medias porque pronto nos vemos rodeados por la multitud, quienes intentan animarnos para que nos unamos a su entusiasmo, Theo y yo reímos.

—Es el carnaval de París, se celebra cada año —grita por encima de todo el ruido—. ¿Te apetece seguirlos?

Una mujer choca con mi espalda, empujándome hacia Theo, quien aún continúa sosteniendo mi cintura y evita que tropiece, vuelvo a reír, antes de admirar a mi alrededor, es inevitable no contagiarse del entusiasmo que estas personas provocan, asiento contenta y Theo entrelaza nuestras manos, antes de gritar junto con un par de jóvenes y tirar de mí para seguir a todos.




***

¡Feliz lunes a todos! Espero que se encuentren todos bien, aquí les traigo un nuevo capítulo que espero que disfruten, por fin estoy de vacaciones y puedo escribir con tranquilidad porque del otro modo, no tengo tiempo...

Por si no lo sabían o leyeron la nota que comparti en mi perfil, sí, planeo hacer una trilogia y mi adorado y dulce Theo es el segundo principe de esta trilogia, creanme, ya comence a escribir sobre el último principe pero aún no les revelare ningun dato al respecto, prefiero mantenerlo en secreto por ahora! Aunque más adelante les compartire más al respecto, por el momento, disfruten de leer esta historia, que aún le falta mucho jaja

Tengan un bonito dia todos💖

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top