Regresa lo que daño
Salio de la enfermería después de los sermones que Shamal le había dado, suspiro, al menos tenía copia de su trabajo en su computadora solo era cuestión de ir a imprimirlo.
Decidió ir a la biblioteca por un libro de economía, caminaba pensando en como decirle al profesor que no podía entregarle el trabajo hoy, tal vez le podría dar una prorroga no valdría la misma puntuación pero algo era algo. Estaba consiente que tal vez toda la universidad ya se hubiera enterado de lo que Mochida le hizo, estaba acostumbrado a que todos lo molestaran por culpa de ese idiota, se había cambiado en la enfermería, sus ropas estaban secas, había tomado prestado ropa de Shamal, no de su gusto pero peor era nada.
Ahora usaba una camisa blanca con un chaleco gris sin mangas y un pantalón negro y zapatos anaranjados. De buena suerte que no llevaba su mochila en ese momento si no también su laptop se hubiera arruinado, camino por el corredor abierto donde se podía ver el patio trasero.
Observó que había algunos alumnos ahí pero no le intereso, ahora debía preguntarle a la bibliotecaria si podía usar su impresora, rogaba al cielo que dijera que “si”
(...)
Si su sádico tutor lo viera, definitivamente estaría orgulloso de él, había puesto en practica todas sus enseñanzas.
Todo el grupo de Mochida estaba golpeado y algunos con moretones visibles en sus cuerpos. Sacudió su ropa sin importarle la pila de cuerpos que estaban detrás de él.
— Esperó les haya quedado muy en claro, que ya no deben meterse con Tsunayoshi — ordeno con una sonrisa sádica en su rostro siguiendo su camino
Ahora que lo recordaba, no le había entregado el libro a tsuna, camino por el corredor donde había visto pasar al castaño hace unos momentos.
— Este lugar es enorme — murmuro pasando al lado de una pelinaranja que lo observó de reojo
(...)
Kyoya caminaba feliz, cosa que asustó a la mayoría, en sus manos estaba el regalo Tsunayoshi. Un par de tonfas que tenían un mecanismo de cadenas con púas, definitivamente el castaño lo conocía bien.
Ansiaba probar sus nuevas tonfas con alguna desafortunada alma, paso cerca del corredor al lado del patio y sintió que la vida lo premiaba, el grupo de Mochida estaba algo golpeado entrando al corredor, sonrió y fue hacia ellos.
— Kamikorosu.
Y con eso las caras del grupo se colocaron azul.
(...)
— ♪Hoy fue un asco pero me estoy recuperando♪ — cantaba saltando como niño pequeño por el pasillo, entre sus brazos tenia imprimido su trabajo
Su animo había subido rápidamente y ahora nada le molestaba, estaba seguro que a Kyoya le había encantado su regalo, lo había mandando a crear pensando en él.
Valió la pena pedirle ese favor a Verde, a pesar de que ahora debía ver la manera de aumentar un poco los ingresos al área donde trabajaba.
Lo que se hace por la amistad.
— Hana — llamo levantando la mano
— Tsuna, ya toda nami-chu sabe lo que paso — anunció cargando unos libros mientras el castaño la observaba expectante —. Ahora todos saben que si te hacen o dicen algo Kyoya los mata.
Suspiro ante lo dicho por la fémina, pero tal vez era lo mejor, ya no tendría que llamar a su amigo por su apellido y fingir que le temía.
— Bueno que se le va hacer — se encogió de hombros mientras la fémina solo reía
Ambos se despidieron y siguieron su camino con tranquilidad, sus saltos no disminuían, estaba feliz y no le avergonzaba demostrarlo.
— ¡Kyo-kun! — llamo al observar al azabache caminando limpiando sus tonfas — ¿eh? Tan rápido las has utilizado — comentó ladeando la cabeza
— Si, gracias por el regalo, Usagi — agradeció sonriendo
Observo como las mejillas del más pequeño se teñía de carmín, no había nadie en ese pasillo, ya que a esa hora la mayoría estaba en el gimnasio o la cafetería, así que abrazo al castaño, este no rechazo la muestra de cariño del mayor y le correspondió el abrazo.
— ¿Como me llamaste Kyo-kun? — pregunto dándose cuenta de ese detalle —. No me llamabas así desde que éramos niños – comento sonriendo
— Bueno, no esta mal ¿verdad? Ya que no hay que ocultar que nos conocemos y somos amigos — contestó
— Buen punto.
Ambos seguían conversando sin darse cuenta que aún seguían abrazados, cuando lo hicieron el castaño se rió a carcajadas, el mayor lo cargo en su hombro mientras Tsuna le golpeaba levemente riéndose más fuerte.
Dos personas habían visto esa escena, una de ellas solo se recostó en la pared tratando de entender lo que había visto, y la otra sonriendo al encontrar lo que buscaba.
Si una vez había logrado que se interesara en su personas, podía hacerlo de nuevo. Solo era cuestión de entrar el escena cuando él estuviera solo.
— Tsu-kun, vaya que has cambiado pero sólo un poco, pero igual seras mío — sonrió con arrogancia y decidió irse para que nadie la viera
¡He vuelto señores!
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