Reconozco ese trasero donde sea

Vanessa

La última vez que Vanessa salió a escondidas del palacio fue cuando aún era novia del principe y creía que la realeza estaba loca, aún lo sigue pensando, pero está vez no sale a escondidas para escaparse, sino para que sus guardias no vayan a seguirla, además, lo último que quiere es que la vaya ver cómo una enferma sólo por dar a luz.

Miró a ambos lados del palacio con cuidado de cerrar la puerta de servicio lo más lento posible, cerró su chaqueta, se puso el gorro y salió corriendo bajo sus posibilidades hacía ese amplio jardín del palacio de Buckingham.

Lo ultimo que quería era mojarse cuando más hace frío, pero los médicos no tienen una hora fija de trabajo y no podía seguir dormida sabiendo que uno de sus pacientes estaba mal.

Como dice Alex, dramas de los médicos.

— ¡Demonios! — Dijo para sí misma — Tendré la peor gripe de toda la historia y si yo estoy enferma todos los niños también lo estarán, y todos enfermos, es una pesadilla —

Bajó por el sendero de rosas del jardín hasta ese hospital que no la deja dormir porque sabe que sus pacientes la necesitan, en cuánto sintió ese olor tan característico se sintió en casa de nuevo, bajó el gorro de su chaqueta y caminó por los pasillos para ver a los pacientes que más la necesitan. Si Alexander se llega a enterar de que está en el hospital, pondrá el grito en el cielo, se supone que el rey contrató más personal médico para que ella pudiera disfrutar de su cuarentena en el palacio junto a sus bebés sin estar preocupada por las enfermedades de sus pacientes, pero su especialidad es nunca hacerle caso a Alexander, así que aquí está en plena madrugada escapando cuándo todos están dormidos, de seguro ese rey  piensa que la está abrazando pero las gemelas le darán una buena sorpresa.

Estará furioso, pero le gusta hacerlo enojar, vamos, se ve más guapo.

Él objetivo de escaparse es volver al palacio antes del amanecer, meterse de nuevo a la cama y fingir que estaba dormida, pero iba tan distraída mordiéndose el labio y pensando en lo guapo que se ve Alexander sin camisa, cuándo choco fuertemente con alguien tirando libros de medicina sobre el suelo.

— Dios, es mi culpa — Dijo ese médico inmediatamente — Yo levantó los libros —

Pero al momento Vanessa se inclinó y lo ayudó a recogerlos, reconoció ese cabello negro, esos ojos coquetos y esa impecable bata blanca de un médico qué derrite el corazón de sus pacientes.

— Hola Sheppard — Vanessa soltó un suspiró — ¿Tú nariz sigue mejor? —

Ese médico la ayudó a ponerse en pie, y sonrió ampliamente con esa bandita blanca sobre el arco de su nariz. 

— Sobrevivire cariño, pero déjame decirte que tu esposo golpea muy fuerte — Sheppard miró ambos lado del pasillo verificando que ningún guardia del rey los vea hablar junto al consultorio — Creí que estabas en baja por maternidad, hicimos un trato y te prometí que yo me haría cargo de tus pacientes, vete a casa y recupérate, tener bebés no es fácil, vete antes de que vengan a buscarte — Sheppard le guiño un ojos y se alejó lentamente por el pasillo — Gracias por dejarme volver a tú vida —

Todo habría sido perfecto si él no hubiera dicho volver a tu vida

¿Que vida? Su soltería se terminó desde que un príncipe entró por su ventana y se robó su inocencia.

— ¿A mi vida? No, dios Sheppard, creó que no me entendiste — Vanessa camino hasta su casillero con ese médico cuidando sus pasos —  Tú eres mi amigo y de eso jamás pasarás ¿Lo entiendes? Entre nosotros jamás existirá algo más que una relación de trabajo, debes entenderlo Sheppard o a la mierda pero la próxima vez la que te golpeará soy yo —

Sheppard se recargó en el marco de la puerta con una sonrisa de lado.

— Lo entiendo, prometo no volver a pedirte que me des clases de anatomía, y no coquetearte delante de tu esposo, pero en el hospital trabajamos juntos, el paciente es de los dos, vámonos a operar — Sheppard la miro con el ceño fruncido — ¿Y el rey, no irás con él? —

Vanessa miró su reloj, definitivamente el sol ya salió, eso significa que las gemelas ya se despertaron y que Alexander ya se enteró que esos besos salivosos son de sus gorditas y no de ella.

— ¡Al diablo! Él también puede esperar, pero mi paciente no —

Y vaya que la cirugía que realizaron sí se tardó más de lo que pensaba, porqué cuándo  logró salir del hospital el sol ya estaba en las posición más alta del día, incluso por un momento pensó que Alexander estaría afuera del hospital mirandola con su típicos ojos de molestia, pero no, tampoco hay nadie y eso es extraño en un rey que siempre se enoja, literalmente por todo.

Vanessa ni siquiera se quitó ese uniforme médico de color rosa, hasta tiene unas gotas de sangre en la mejilla y en algunas partes de su blusa, edta cansada y lleva el cabello suelto con sus rizos dorados naturales, tiene las mejillas sonrojadas por los piropos de algunos pacientes y  todo hubiera sido perfecto, regredariaba la cama y descansaría antes de escuchar el largo regaño de Alexander, sino fuera porqué todos los jardines del palacio están llenos de elegantes personas, sobretodo de mujeres con cortos vestidos de diseñador y con caros tocados sobre su cabeza.

¡¿Y como demonios entrará a su cada?!

No pueden verla así, ya de por sí no la quieren mucho, y si la ven vestida de está forma los asesores le darán otra fuerte regaño por no ser la reina perfecta que Inglaterra necesita, definitivamente entrar por la puerta principal es una locura, asi que Vanessa se escondió entre unos arbustos y las rosas rojas y se puso de puntillas para saber porqué su casa esta llena de miembros de la realeza.

Aunque no tardo mucho en entender el porqué, esos malditos juegos de los caballeros ingleses, ese mismo juego de rudeza y caballos que él equipo de Alexander nunca pierde y al parecer está vez tampoco fue la excepción porqué ese rey se quitó la camisa llena de barro en una clara señal de victoria.

— ¡Condenado Alexander! Eres un descarado — Dijo llena de coraje al verlo muy contento por ser él centro de atención de las damas, incluso sonríe, y para que sus celos la maten más lentamente, platica muy animadamente con una de esas mujerzuelas, cómo si se conocieran de toda la vida — ¡Por su culpa se me cortará la maldita leche!  —

Vanessa cerró los ojos y al abrirlos de nuevo volvió a verlo sin camisa, mostrando ese pecho perfecto de piel dorada, con la espada arqueada en una clara invitación para verle el trasero, su pantalon cuelga de su cadera y sólo hace que esas mujeres de mirada deseosa quieran descubrir que hay más abajo de ese pantalon.

Sin embargo sólo hay una forma de entrar en el palacio y es por la entrada de la servidumbre.

— ¿Majestad que hace escondida aquí? — Le preguntó esa joven sirvienta con rostro asustado — ¿Se siente mal? ¿Quiere que le llame al rey? —

Vanessa negó de inmediato y se mordió el labio soportando la vergüenza, pero el sonrojo en sus mejillas la delata.

— ¡Dios, de verdad perdóname! — Dijo más avergonzada que nunca — Pero no tengo otra opción, cambiemos de vestimenta, prometo regresar tu ropa en cuánto entré al palacio, pero tienes que darme ese uniforme —

La chica de servicio apenas asintió dejando su vestido de lado para tomar ese uniforme rosado de doctora, Vanessa logró ponerse ese vestido con dificultad, por una parte porqué está escondida entre los arbustos y porqué le queda tan pequeño que sus senos casi se salen de la tela y su trasero casi puede verse, pero cuándo sintió un extraño frío entre su entrepierna, recordó que la noche anterior planeaba otra cosa y no era dormir.

— ¡No llevo pantaletas! — Vanessa tomó una gran respiración y puso sobre su cabeza ese tocado que le esconde el rostro — Si se me levanta la falda todos me verán el trasero, bien chica, te veré dentro del palacio lo más rápido que pueda 

La sirvienta sonrió nerviosa y le dio esa bandeja llena de copas de vino para que su disfraz sea más creíble.

Vanessa comenzó a caminar entre los jardines del palacio, pero ahí en medio de la gente más poderosa de Inglaterra, notó la gran diferencia entre las sirvientas normales y ella, todas llevan zapatillas idénticas y ella, bueno, lleva puestos un par de tenis blancos qué llaman la atención.

Aferró la bandeja fuertemente y caminó sin miedo, esperando qué Alexander no la descubra, pero se dio cuenta qué funcionó, cuándo varios miembros de la realeza tomaron copas de vino sin saber que es la reina, aunque camina rápidamente porque ese par de tenis que lleva fueron un regaló muy especial de Alexander y si él los ve, la descubrirá.

— Espera sirvienta — Vanessa se quedo helada al escuchar esa voz, hasta se mordió el labio esperando que Alexander no la descubriera, pero no se volteó al escuchar como se acerca a ella — Necesitó otra copa de vino —

Ese rey no la reconoció, ni siquiera posó sus ojos en ella, sólo tomó una copa y la desecho como basura, Alexander soltó un par de carcajadas riéndose con sus amigos mientras hablan sobre su victoria sobre la casa contrincante. Vanessa quedó absorbida entre la multitud de invitados, pero aún así lo miro de reojo, con el cabello rubio despeinado, con sus fuertes músculos al aire libre y ese colgante con el anillo de bodas qué siempre lleva sobre el pecho.

Le hubiera gustado que la mirará pero ese rey se vio absorbido por el festejo, por su compañeros de equipo y por un par de damas  iglesias que quieren ser parte de la celebración pero en la cama del rey. Vanessa ya está acostumbrada a ver cómo las mujeres se le insinúan descaradamente a su esposo, le hablan al oído y posan sus horribles manos sobre su pecho, casi acercan su boca a los labios de ese rey y quizá hasta lo imaginan yaciendo con ellas en la cama, lo qué no se saben es que ya lo tiene domado, no le gusta decir eso porqué suena muy animal, pero es la verdad.

Por una parte forman un gran equipo como pareja, pero también está así de domado o hechizado, gracias a ese especial perfume que le hizo su amiga, la perfumista.

Vanessa se sonrojo al momento porqué ese es su secreto que sólo tienen esa perfumista y ella.   Comenzó su andar de nuevo porqué tambien recordó que no lleva pantaletas y al estar en cuarentena y con ese fino sangrado que a veces tiene, podría hacer pasar la vergüenza de su vida.

Al entrar al palacio dejó la bandeja sobre las manos de su mayordomo y miró a esa pobre sirvienta que tiene los ojos horrorizados.

— ¿Qué, que pasó? — Preguntó sin entender porque esta así de nerviosa  — ¿Me veo mal? ¿Ya no quieres el uniforme? ¡¿Dios, lo rompí verdad?! —

Vanessa se dio la media vuelta tratando de ver si hay algún orificio en su trasero, pero al darse la vuelta ella se quedó igual de sorprendida que la pobre sirviente que acaba de salir corriendo.

— No sabía que también trabajarás de sirvienta, pensaba que eras doctora ¿Acaso también tienes otra profesión? —

Alexander se recargó en el marco de la puerta con sus manos sobre su cintura, flexionando esos fuertes músculos que tanto lo caracterizan.

— Si, trabajo cómo prostituta entre mis pacientes — Dijo con sarcasmo rodando los ojos molesta

Alexander levantó su ceja y la miró fijamente.

— Bueno, creo que tus pacientes pagarán millones por ti porqué  ese vestido te queda espectacular, parece qué tú trasero y tus senos van a salirse en cualquier momento — Dijo Alexander llenó de burla — ¿Segura que puedes respirar bien? —

— ¡No, no puedo respirar!  — Vanessa lo fulminó con la mirada y se acercó hasta el — Deja de verme así y ayúdame a quitarme esta cosa qué me está matando —

Alexander soltó una carcajada junto a su cuello haciéndola estremecer por la cercanía, la tomó de la cintura y la pegó fuertemente a él, después golpeó su trasero como si se deleitará con eso durante la cuarentena.

— No, no te ayudaré, creó que me gusta cómo te ves así, es muy sexy — Alexander la tomó del cuello y la besó en la mejilla — Además, tu trasero se ve más grande... ¿No llevas pantaletas? —

Vanessa se alejó rápidamente antes de que eso que caracteriza al pequeño Alex se levanté, se bajó el vestido y reprimió la mirada pervertida de ese rey.

— No tonto, no llevo ropa interior por eso necesitó cambiarme — Vanessa tomó asiento rápidamente en el suelo y cerró las piernas de inmediato, pero fue imposible que Alexander no viera ese hilillo de sangre que baja por su piel — ¡Mira lo que me pasó! Otra vez estoy sangrando, que vergüenza, no me veas Alexander, vete de aquí —

Pero ese rey no se fue, en lugar de eso tomó asiento a su lado y limpió ese hilillo de sangre con un pañuelo quitando los rastros de sangre de su piel.

— No me iré porqué yo te hice esto, yo te embarace y por mi culpa estás así, sólo por primera vez en tu vida deja que sea romántico contigo, aunque sea solo unos segundos  —

Alexander terminó de limpiar ese rastro de sangre y la besó dulcemente en la mejilla, deleitandose por la suavidad de su piel.

— ¿Sabes porqué te descubrí en los jardines? —

— ¿Porque no tenía pantaletas?

— No sucia, porque yo reconozco ese trasero donde sea ¿Cómo no iba a saber que eras tú? — Alexander se recargó en la pared con una sonrisa de lado iluminando toda la habitación con su felicidad — ¿Tenías miedo de que te regañara? Porqué es obvio que me di cuenta que te escapaste de mi cama para ir al hospital —

— Alex, sólo fueron un par de horas, además tú ya sabes que yo puedo irme en cualquier momento —

— Es verdad — La tomo de la barbilla y la obligó a mirarlo — Quizá lo parece, pero yo nunca estoy molesto contigo, solo no debes tenerme miedo —

—No te tengo miedo — Dijo burlona sonriendo ampliamente — Tengo miedo de lo que le harás a mis internos —

— Bueno al parecer ese tal Sheppard te tiene en el hospital y yo te tengo aquí, solo procura que no se sobrepase contigo o lo mato y esta vez no es broma  — Alexander soltó una carcajada tirandola en el piso para estar sobre ella y tener el control de la situación, la beso suavemente hasta que cosquilleo dentro de ese masculino pantalones se hizo agobiante — ¿Me podrías decir porqué nunca quieres verme ganar? Te pierdes el mejor momento del día cuándo me quitó la camisa —

Vanessa trató de levantarse pero Alexander aferro sus manos a sus piernas para dejarla debajo de él y tenerla bajo su control.

— Bueno Alex, porqué yo te puedo ver cada vez que quiera, y porque me da miedo que alguien te haga daño, prefiero no ver como te golpean o te matan —

— ¿En pocas palabras prefieres no ser mi doctora? Tus palabras acaban de matarme querida. — Alexander se toco el pecho fingiendo una molestia — Creo que me sanare con un par de besos —

Apenas estaban a punto de unir esa pasión que se desborda por sus labios, cuándo unas vocecitas de unos trillizos  los sorprendieron.

— ¿Porque están desnudos? — Christian se detuvo delante de ellos con una mirada extraña, pero Andre llegó detrás de el para terminar la situación con broche de oro — ¡Mi mamá si es una sirvienta! Les dije que somos pobres —

— ¡¿Qué?! Nadie está desnudo  —
Contestó rápidamente Alexander

Pero Helena, esa adorable rubia que siempre llora por las noches para que su papá la abrace, sonrió mostrando sus dientes de leche.

— Pero papi tu no tienes camisa y a mi se le ven las bonitas pompis, como las que tienen las gemelas — Helena se burló saltando sobre su papá para aferrarse a él con fuerza — ¿Qué están haciendo aquí? ¿Otra vez haciendo más bebés? —

Bueno fuera estar haciendo bebés, resulta que el dolor de la entrepierna la está matando y si no corre hasta la ducha todo saldrá mal, además, tiene que irse de inmediato o todos esos bebés que están dormidos en su habitación se despertarán asustados por no ver a su mamá.

— No, estábamos planeando como abandonarlos en un internado  — Vanessa soltó carcajadas al escuchar los llantos de los trillizos y los intentos de Alexander por calmar esos llantos — Vamos niños es broma, no lloren...—

Nota de la autora

JAJAJAJAJAJAJA

Alex esas bromas no se hacen a los niños JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Al parecer a ese rey si le gustó ver a su esposa vestida así, pero me gusto que le pusiera un alto a ese médico coqueto.

Sheppard se lo merecía

En fin, les tengo una gran sorpresa, espero que descubran cual es...........................

🥰😍🥰😍🥰😍🥰

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