¿Quieres que te ayude a caminar?

Vanessa

Sin duda despertar después de una noche de sexo debe ser algo completamente romantico y Vanessa aprendió que sus mañanas después del sexo son románticas, sí, pero Alexander tiene una rara definición del romanticismo, con él pasó del tiempo a entendido que el romance de su esposo a veces es algo aterrador, claro que la hace sentir bien cuando la acaricia con suavidad al sentir sus dedos por la suave piel de su espalda tratando de despertarla, su tacto es tan suave que la hace reír y los besos que deja en su cuello le dicen que su querido esposo ya está despierto y con ganas de más.

Vanessa refunfuño molesta y se cubrió con la sábana al sentir las manos traviesas de Alexander jugando cerca de su cintura para acomodarla y dejar que el pequeño Alex juegue cerca de ella.

— Ya Alex — Vanessa se cubrió como la sábana como si fuera una momia, ese rubio que está a su lado en la cama no fue tan considerado con ella, sí, la hizo gemir hasta que pensó que ya no podría más, pero también tuvo razón cuando le juro que no caminaria al día siguiente — Déjame dormir —

Pero Alexander cuando se decide a molestarla lo hace y no se detiene, le alejó la sabanas de la cara y se puso sobre ella con sus manos a cada lado de su cabeza, como una jaula entre sus brazos para no dejarla escapar, la cadena de oro donde tiene su anillo de bodas se recuesta sobre el pecho de Vanessa cuando siente los besos de Alexander en su mejilla, pero cuando lo volvió a mirar pudo admirar los rastros de su espléndida noche de sexo.

Las marcas de sus manos en esos amplios hombros de piel dorada, su  cabello rubio despeinado, sus mejillas rosadas, sus labios hinchados por los besos y sobre todo esos ojos azules llenos de diversión, ese pecho marcado donde a ella y a sus hijas les gusta dormir y ese pequeño Alex que se esconde detrás del bóxer.

Dios, sino fuera rey, sería totalmente su médico favorito, pero también es ese caballero romántico y poeta que la hace horrorizar con sus frases poco románticas.

— ¿Qué te dejé dormir? Te dejé dormir toda la mañana y vaya que dormiste porque ni las llamadas de los niños te despertaron — Vanessa cerró los ojos esperando escuchar esa frase de poeta de su rubio favorito — Quizá no puedes caminar porque dejé tu lindo trasero rojo y adolorido ¿Quieres que te ayude a caminar, amor? —

Vanessa abrió los ojos y lo fulminó con la mirada mientras Alexander le roba otro beso en esos labios adoloridos de la noche anterior y se levanta de la cama burlándose de ella y su adolorido trasero, Vanessa tomó asiento con mucho cuidado, su trasero arde y las palpitaciones le recuerdan todo lo que hizo una noche anterior, pero quería sexo ardiente, ahora posiblemente todos se enteren que paso una noche con su amado.

— Alex — Dijo apenas en un hilillo, no de dolor, sino porque se está muriendo de sueño — Por tu culpa estoy así, tú y tus ideas pervertidas en la cama me han dejado sin poder caminar bien —

Alexander se acercó a ella cuando terminó de abrocharse la camisa, luce absolutamente apuesto que aunque no le guste, no puede despegar la mirada de él ni por un segundo, quiere y necesita ver a Alexander en todo momento, ver esa sonrisa de lado, ese lado pervertido y divertido mientras se porta como todo un caballero convertido en rey.

— ¿Yo? Pero si yo soy un caballero con la conciencia muy limpia — Alexander se acercó lo suficiente para ponerle el vestido, esta tan adormilada que apenas puede mantener los ojos abiertos — Tú, querida esposa eres la de los deseos y muy sucios por cierto —

Vanessa lo fulminó con la mirada mientras siente esos movimientos masculinos tratando de cerrar los botones y guardar sus pechos detrás de la tela, pero al parecer Alexander es bueno para quitar bragas porque siempre las rompe, pero no para poner la ropa.

Alexander se alejó de ella un par de pasos y la examinó con la mirada, cómo si hubiera algo en ella que definitivamente no le gusta, Vanessa se pasó las manos po el cabello y abrió los ojos asustada, quizá se ve horrible, posiblemente ya no es lo suficientemente bonita para ese hombre delante de ella, sin duda, su cuerpo ha sufrido cambios por todos sus embarazos, por un momento sus ojos se llenaron de terror, asustada de  que Alexander ya no la vea como aquella mujer que lo hace perder la cabeza, pero su miedo se fue en él momento en que esos preciosos ojos azules se llenaron de diversión.

— No me gusta ese vestido, Vane — Alexander le desabrocho de nuevo los botones — Quitatelo —

Vanessa sonrió ampliamente porque se esta jodidamente feliz de que su cuerpo y que ella aún le siga gustando al padre de sus hijos. Así que dejo caer el vestido otra vez al suelo y se recostó en la cama al sentir a Alexander sobre ella, pasó la manos por su cuello y enrredo sus piernas sobre la cadera de Alexander para no dejarlo ir jamás.

— Ya vez Alexander, tú eres el pervertido en esta relación — dijo llena de emoción al ver cómo los músculos de Alexander se flexionan, sus ojos se llenan de deseos y al sentir sus besos muy cerca de sus labios — Es que eres insaciable, por tu culpa estoy así, y  tiene razón, me duele el trasero, tú y la maldita menopausia me van a matar —

Alexander se escondió en su cuello y soltó una larga carcajada que la hizo estremecer.

— ¿Menopausia? Imposible, apenas tienes 30 años, tú y yo sabemos que tienes, pero no diré la palabra que te asusta — Alexander se desabrocho la camisa y dejo que Vanessa pasará las manos por esos grandes hombros de los cuales se aferra ante cada embestida — Ahorita te quiero dar algo y no son consejos de cono aceptar a un nuevo posible bebé —

Y vaya que le dio ese algo que la dejó aturdida durante todo el día, ya han pasado horas desde que regresaron del motel, horas lejos de ese hombre que la hace suspirar y aún siente las piernas temblorosas y esos latidos en su corazón que la hacen sentir como una adolescente sin remedio.

Después del motel no ha visto a Alexander, sus asesores lo han mantenido tan ocupado que está segura que esos viejos señores se están vengando de ella por haber desaparecido con él rey toda una noche, pero no sólo los asesores están molestos con ella, sino todos sus hijos también, apenas y pudo calmar el llanto de los trillizos, y se le partió el alma al ver los ojos hinchados de las gemelas por estár llorando y su corazón se hizo añicos al ver las mejillas rosadas de Bella. Claro que se siente mal, Vanessa se siente pésimo de saber que sus hijos lloraron toda la noche mientras ella soltaba gemidos de placer, pero sólo necesitaba esa noche, una sola noche y ya.

Porque ahora que vio cuanto le afectó a sus hijos estar alejados de ella, sabe que jamás volverá a dejarlos pasar una noche solos. Vanessa es una buena mamá, de verdad que lo es con sus hijos, pero también es una mujer que tiene necesidades, después del asunto del hospital a estado muy sensible y necesitaba que Alexander la abrazara toda la noche y que le recordará lo mucho que la quiere.

Vanessa se abrazó a los cuerpos regortedes de Christian y Andre y los llenó de besos como una mamá obsesionada con sus hermosos bebés. Fue imposible negarse a sus peticiones, no cuando la miran con esos preciosos ojos azules y con esa mirada infantil con la que siempre cae en las locuras de sus hijos. Vanessa sabe que esta idea loca no le gustará a Alexander, no le gustará ver que su enigmática y gran biblioteca está convertida en un pequeña guarida infantil para ver películas y hacer pijamadas. Ese lugar con los domos de cristal para ver las estrellas por la noche, es ideal para ver películas, Alexander se molestará cuando vea todo el desorden, pero ella hará frente a su furia sólo por ver esas sonrisas emocionadas de sus hijos.

Vanessa se puso en pie sólo por un momento y ya tenía las manos de sus hijos aferradas a su ropa para no dejarla ir, pero no quiere irse, quiere quedarse con sus hijos toda la noche, quiere sentir sus manitas por su rostro y sonreír al escuchar sus carcajadas, quiere que todos la aplasten al dormir y quiere curar los llantos de las gemelas cuando tengan pesadillas y  despertarse cada dos horas para darle de comer Bella, sentirlos cerca,  protegerlos y contarles cuentos bellísimos que no los asusten, simplemente quiere ser la mamá perfecta para sus adorables demonios.

— Mami — le dijo una de las gemelas, quizá solo fuera un balbuceo que nadie entendería, pero al volver a ver a su bebé tratando de gatear entre las almohadas para llegar hasta ella, supo que la estaba llamando para no dejarla ir y su corazón se llenó de amor.

— No me voy a ir pequeña bebé — Le dio un adorable beso en la punta de su minúscula nariz a su bebé y las recostó junto a sus hermanas — Sólo iré por el libro de cuentos que a ustedes les gusta

Se alejó por los pasillos llenos de estantes de libros, para la demás gente, Buckingham sea un lugar inmenso,  para ella es su casa y claro que sabe donde está cada cosa, por eso no le fue difícil encontrar el libro que ella misma compró y guardo, tomó una par de escaleras de madera y subió para alcanzar ese libro de cuentos infantiles, sus hijos serán felices al escuchar cuentos de verdad y no las boberías que les cuenta su papá.

Pero el libro están en el último nivel de la estantería y tuvo que ponerse de puntillas para alcanzarlo, sólo un par de centímetros más y él libro será suyo, pero se llenó de horror al sentir que alguien movió su escalera y la hizo tambalearse, pero unas fuertes manos la aferraron de la cadera para que no cayera al suelo.

— ¿Qué le hiciste a mi biblioteca? —

Vanessa lo fulminó con la mirada a Alexander y aferró el libro a su pecho, no sin antes darle un golpe en el hombro, antes de que ese hombre con mirada traviesa se burlara de ella.

— ¡Me asustaste! — Vanessa se acomodó la pijama y se agarró de la escalera para no caer al suelo — Es una pijamada ¿No te gusta? Si quieres puedo hacerte un espacio en la cama y sino, creo que esta noche dormirás solo en tu habitación —

— Siempre haces lo que ellos quieren ¿Lo sabes? — Alexander se recargó en los estantes de libro y soltó un suspiro — A veces los veo llenos de chocolate y corriendo en calzoncillos por el palacio, y solo puedo pensar qué tú los estás criando como niños normales y no como príncipes —

Vanessa miró de reojo a Alexander, por un momento parece como si estuviera enojado, pero lo conoce, puede que se moleste porque los niños no sean los perfectos príncipes, pero sólo necesita mirarlo fijamente para que las mejillas de Alexander se sonrojen y acepte que siempre hará lo que ella y los niños quieran.

— Lo se Alex, pero yo quiero hijos no momias así como te criaron a ti — Vanessa se mordió el labio divertida y volvió a subir sus gafas — Mira por la ventana, está lloviendo, nublado y hay truenos, es el clima perfecto para ver películas y hacer una pijamada. ¿Quieres dormir con nosotros? —

Alexander negó con la cabeza y la tomó fuertemente de la cintura para que no cayera cuando se puso de puntillas para tomar otro libro de cuentos.

— Ya sabes que yo no puedo hacer esto. Un rey no hace pijamadas —

— No estoy invitando al rey, te estoy invitando a ti, a Alexander —

Alexander soltó una carcajada que la hizo estremecer.

— Tú si qué sabes convencerme, sólo lo hago para molestarte ¿Quien crees que dejo todos esos dulces para los niños? Pues yo, porque pijamada sin dulces no es pijamada — Alexander soltó un quejido y se alejó un poco — Ven, déjame tomar el libro, yo te ayudaré —

Vanessa negó con la cabeza divertida, sólo le hace falta un pequeño centímetro para tomar el libro entre sus manos, incluso se mordió el labio y se estiró lo más que pudo, pero cuando escuchó la voz de Alexander supo que su romantico poeta diría otra cosa que la asustaria.

— Desde aquí no puedo ayudarte a bajar el libro, pero si puedo bajarte las pantaletas —

Y en menos de un segundo Vanessa perdió el equilibrio al sentir sus bragas fuera de su lugar y ahogó un gritó de horror al saber que está a punto de caer de las escaleras, hubiera sido un golpe terrible pero no cayó sobre el piso, sino sobre los brazos de Alexander.

Ese fuerte caballero la bajó suavemente al piso y la tomó de las mejillas para besarla mientras la recarga sobre los estantes de libros, como dos enamorados de la literatura que se esconden bajó los cientos de libros que tiene la biblioteca del palacio. Por un momento el coraje que sentía por haberla bajado de esa manera se disipó al sentir sus labios sobre los de ella, está tan enamorada de ese hombre rubio de fuerte hombros, que se puso de puntillas y se abrazó a su cuello para pagarse más a él.

Mientras siente como ese travieso rey de Inglaterra le acomoda las bragas de nuevo en su lugar.

— Wuakala, ya otra vez se están besando —

Alexander y ella se separaron en el momento perfecto para ver como su hijo Christian hace cara de asco, pero tampoco puede enojarse con ese adorable bebé que tiene bigote de chocolate, sólo se lamentó no tener su celular cerca porque estaba segura que le habría tomado cientos de fotografías a su pequeño rubio.

— ¿Necesitas algo Christian? — le pregunto Alexander sin alejarse ni un momento de ella, claro que los dos están llenos de nervios porque no querían que su hijo los encontrara así, pero es inevitable esconderse con niños en el palacio.

— Si — Christian caminó hasta ellos y tomo de la mano a su mamá — Ya deja de besar que mi papá por favor, queremos jugar con el y no podemos porque siempre estas besandolo —

Vanessa no pudo evitar soltar una carcajada y él muy pervertido de Alexander hizo una cara de inocente y tomó a Christian en brazos, su pequeño hijo se abrazó al cuello de su papá como si fuera un niño completamente consentido, él favorito de su papá, porqué sólo con hacer esos ojos de niño pobre y adorable, Alexander cae bajó sus encantos y está segura que va a aceptar las locuras de su bendición

— ¿Papi porque nunca nos has llevado a la playa? — Christian sonrió de lado, totalmente adorable — ¿Somos pobres como dice Andre? ¿O no quieres llevarnos porque tienes miedo a que intenten matar de nuevo a mami? —

Por un momento Alexander se quedó callado, como si su hijo le hubiera dicho algo que caló en lo más profundo de su ser, quizá se esta debatiendo en su interior, Vanessa ya estaba preparada para el llanto de su hijo cuando su papá le dijera que no pude llevarlo a la playa porque es el rey y tiene muchas responsabilidades, pero se sorprendió de inmediato al escuchar la voz de Alexander y se enamoró mil veces más de él.

— Entonces vamos a la playa — Alexander bajó de nuevo su hijo y le movió el cabello rubio — Dile a todos tus hermanos que arreglen sus maletas porque vamos a ir a un lugar muy especial —

Vanessa abrió los ojos llena de sorpresa al escuchar las risas de emoción de sus hijos y los escuchó corriendo por toda la biblioteca porque se van a la playa.

— ¿Estas loco? — Vanessa se pasó las manos por el cabello — Acaba de pasar el problema con el hospital, estamos de luto, no puedo irme de esa manera —

Pero Alexander negó con la cabeza, la volvió a besar y se alejó rápidamente para tomar a sus gemelas que llegaron gateando hasta él.

— ¿Escuchaste lo que dijo Christian? Yo no quería que mis hijos se dieran cuenta de los problemas, pero es imposible porque cuando salen a los jardines ven que toda la maldita gente deja recuerdos para los muertos afuera de mi casa, se que soy el rey y que debería estar aquí, pero voy hacer lo mejor para mi familia y no dejaré que mis hijos escuchen como alguien intento matarte — Alexander sonrió ampliamente cuando sus gemelas le dieron besos en cada una de sus mejillas y su rostro se llenó de orgullo como un papá enamorado de sus gemelas — Ahora cariño, ve y busca un buen traje de baño que resalte ese sexy trasero que ayer deje rojo ¿O quieres que te convenza con un par de besos?

Nota la autora

Y se nos van de viaje, 🤣😅🤣😅 no cabe duda que Alexander siempre hace lo que sus hijos le piden.

Jajajajaja

Y la pobre de Vanessa de verdad no podía caminar, pobrecita, sin duda necesita una consulta con el doctor Alex.

Aquí les dejo una imagen del doctor Alex para que se enamoren más de él.

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😘😘😘😘

¿Que si nos enseña al pequeño Alex? Es  para una tarea.

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