No le digas a mi madre que yo soy la pervertida
Alexander
— Se que tengo que decirte Alteza, pero Alexander por dios, ya deja de sufrir por una sola mujer. Eres él rey de toda Inglaterra, uno de los hombres más ricos de Europa y puedes hacer lo que quieras, mira todas las bellas damas inglesas que hay aquí, podrías pedirle sexo oral a cualquiera y todas dirían que si, porqué desean ser la concubina del rey — Su amigo lo tomó por los hombros como si intentará abrirle los ojos — Ningun hombre de la realeza le es fiel a su esposa y ellas lo saben, solo estamos juntos por nuestro dinero, tienes tanta suerte que podrías tener muchísimas amantes y la reina no tendría que decir nada —
¿Que la reina no dirá nada?
Si claro, Vanessa primero le corta el pequeño Alex, de todos modos es doctora y no le teme a la sangre.
Alexander fulminó con la mirada a su amigo, nada bueno sale de ese hombre cuando está lleno de alcohol, es estupido que mencioné a una amante cuando él siempre esta detras de la falda de su esposa, así como le pasa a él, sólo que Vanessa no tiene falda sino un uniforme de hospital, claro que siempre quiere quitárselo pero ella se escapa con la excusa de estar con sus internos. No tuvo mas remedio que soltar un largo suspiró y tomar un trago de vino mientras escucha los horribles consejos de su amigo, pero Alexander solo quiere disfrutar de la fiesta, de la vista del río Tamesis y tambien de las bonitas piernas de esa doctora.
Alexander ya sabía que venir a una fiesta con sus amigos no sería la mejor idea, le gusta divertirse, lo que no le gusta son los horribles consejos que le estan dando porque al parecer quieren que se divierta con otras mujeres para que esos asquerosos lords ingleses puedan estar encima de Vanessa, porque ella se ve deslumbrante y su simple sonrisa tiene a todos los hombres hipnotizados, porque sí Alexander tiene a su alrededor a mujeres por el siemple hecho de ser él rey, Vanessa casi tiene encima a esos ingleses para obtener la atención de la reina, por eso le dieron vino, un buen lugar y lo sentaron al alrededor de muchas mujeres, para qué ellos pudieran quedarse con su esposa.
¡Idiotas!
— Disculpen señoritas — dijo Alexander al ponerse de pie pero una mujer, qué conoce muy bien, porque de joven se acosto con ella muchas veces, se colgó de su brazo para detenerlo
— ¿Podemos tomar una copa, alteza? —
Alexander se quitó aquella mano femenina de su brazo y trato de ser lo más cortés y cabelleroso posible.
— No, no me interesa nada contigo —
Caminó entre las personas de la fiesta, el aire es frío y parece que esta a punto de llover, y a pesar de la suave musica, el río Tamesis ruge con fuerza y Vanessa parece no tener frío, quiza ya se acostumbró al clima de Londres, luce preciosa en ese vestido corto de color verde qué la hace ver muchísimo más blanca y quiza tiene las mejillas rosadas por las barbaridades que le están diciendo esos hombres, se ve tan linda recargada en ese barandal mientras su vista esta absorta en un punto de la torre de Londres, sus delicados tacones y sus largas piernas llaman la atención de todos y nadie sabe que esa chica bonita está embarazada de él.
Es su gordita favorita, pero ella no debe escuchar que le dice así o literalmente lo mandará al hospital
— Hola Alex — dijo Vanessa con una amplia sonrisa, no dudo ni un segundo en tomarla de la cintura y acercarla hasta él mienstras fulmina con la mirada a esos hombres — Ven a ver esto, es grandioso, mira está hermosa vista del río Támesis que desde el palacio no se puede admirar —
Se acercó mucho más a ella y aferró su mano a su cintura, Vanessa parece emocionada de todo a su alrededor, es una de las mejores fiesta de Londres, claro que tiene mucho por disfrutar, más cuando es su momento del día a solas, sin niños, ellos dos para estar juntos sin pensar en biberones o traseros de bebés, sólo ellos dos y un par de copas de vino, bueno solo él, porque Vanessa no puede.
— ¿Quieres ir a la torre de Londres? — le preguntó junto a su oído, quizá Vanessa temblo por el frío o por la cercanía de su voz.
Pero a ella parece no importarle el frío, ni que Alexander esté celoso y deseoso, sólo suelta carcajadas que atraen a más hombres a su alrededor, y mucho menos tiembla de frío, mueve sus vistosas caderas cubiertas por ese vestido y luce llena de emoción.
— No Alexander, quiero ir a ese lugar de chocolates, esa tienda que está cruzando el río, dicen que tiene los mejores chocolates de todo Londres — Vanessa levantó su ceja, como sino se hubiera dado cuanta que el pequeño Alex si quería ir a un lugar oscuro — ¿Tú quieres ir ahí? —
Alexander casi se da una bofetada mental por ser un pervertido, ahora es él quien se aprovecha de los síntomas del embarazó, ciertamente ya no tiene vómitos, ni mareos, pero preferiría vomitar a estar deseoso todo él tiempo, porque no puede ni sentir el roce de Vanessa o respirar su delicioso perfume porqué su pequeño Alex ya está listo para la acción y eso en medio de una reunión en el parlamento, no es nada cómodo.
— No como creés, yo solo pensaba en llevarte a esa chocolatería — dijo tratando de no sonar como un pervertido cuando lo único que quería era llevarla ahí y quitarle la ropa para hacerla suya — Creó que a los niños les gustará mucho conocer la torre de Londres —
Vanessa frunció el ceño y negó con la cabeza.
— ¡¿Qué?! Llevar a los niños no es una buena idea, sí las gemelas se cayeron de las escaleras, ahora imagínate caer desde una torre, se podrían morir — Vanessa negó con una amplia sonrisa — ¿Creés que a las gemelas les guste estar sin ropa cuando crezcan? Sino tuviera niños, yo estaría desnuda todo el día... —
— Shshs, no digas nada porqué luego se hace realidad —
Vanessa se puso de puntillas aunque tiene zapatillas de tacón y enredó sus manos alrededor de su cuello, pero apenas tuvo tiempo de pasar sus manos por su trasero cómo un caballero para que un fuerte aire de lluvia no levanté su lindo vestido.
— Alexander no seas hipócrita, tú siempre quieres verme desnuda —
— Pero a mi hijas no, ni siquiera me gusta verlas sin pañal — Alexander cerró los ojos al momento — Con sólo imaginarlo ya me siento mal —
Sintió los delicados labios de Vanessa cerca de su boca y abrió los ojos para disfrutar de ese momento, la tomó de las mejillas y estaba a puntos de darle un besó, sólo a unos cuantos centímetros, pero la molesta voz de su amigo los separó y Alexander soltó un quejido furioso.
— ¿Te sientes enfermo? — preguntó su amigo, él muy atrevido tomó a Vanessa de los hombros y la alejó de él — Conozco un muy buen lugar en el centro de Londres, ahí podemos compartir pareja sin que nadie sepa que son los reyes, tú te acuestas con mi esposa y yo con tú reina —
Alexander sintió la furia inundando sus venas, estaba a punto de perder la razón, pero Vanessa fue más inteligente y se alejó de aquel hombre para tomarlo de la mano.
— No gracias, no me interesa probar las miserias de otro hombre, porque eso alcanzo a ver, solo miserias — Vanessa sonrió con maldad y superioridad — Además, tenemos otra fiesta que atender, porque ya sabes no nos importa ni una mierda tu vida, nos vemos —
Vanessa lo tomó por el brazo y lo obligó a salir de la fiesta sin decir ni una sola palabra, tampoco es que pueda oponerse, esta tan alcoholizado que pensaba salir inconsciente de la fiesta, por eso cuando Vanessa lo sentó en el auto y la miró tomar el mando mientras maneja por la ciudad, por esa sola razón de verla tan guapa manejando, tuvo ganas de tener sexo ahí mismo, es un efecto de lo mucho que le está afectando el embarazó.
Alexander no es un hombre vulgar, en realidad recibió la mejor educación en los colegios más prestigiosos de Europa, pero nada de esa educación y ese buen comportamiento sirve cuando Vanessa esta cerca, se siente tan caliente que ya no puede controlar su cuerpo y siente que se va a desmayar sino esta entré las piernas de Vanessa, quizá ella sufre de llanto excesivo, pero su pequeño Alex sufre de asfixia y todo es por culpa de una menopausia de nueve meses.
De verdad que siempre trata de ser un caballero, mantener la compostura y la elegancia para que ninguna dama noté sus deseos, pero Vanessa siempre desata la versión animal de él, la mira con tanto deseo que se sonrojo nerviosa y se recargó en el asiento de su auto, porque ella no solo le da hijos y se adueña de sus palacios, sino que también de sus preciados autos.
— ¿Estas bien? ¿Quieres vomitar o algo así? Porqué te vez muy extrañó — Alexander sonrió de lado, quizá ya mañana se arrepienta de su locura, pero esta vez quiere aprovechar los vidrios oscuros del auto para hacer algo indebido — ¿Te sientes mal por el embarazó? Creo que tengo un par de medicamentos en mi bolso —
Vanessa se quitó el cinturón y se inclinó hacía el asiento de atrás, parece absorta mientras trata de buscar su bolso, pero levantó su lindo trasero y eso fue su perdición, Alexander la tomó por la cintura y cómo pudo la recostó en él asiento trasero.
— No me siento enfermo Vanessa — Alexander la besó en el cuello haciéndola reír — Pero si necesitó la consulta de una doctora urgentemente
— Si, creó que ya estoy sintiendo que es lo qué te tiene tan enfermo — Vanessa trato de alejarlo por los hombros — Vamos Alex, podemos tener sexo en el palacio, él auto deportivo es muy incómodo y no puedo moverme bien —
Alexander soltó una carcajada y negó con la cabeza, la recostó en al asiento y se metió entre sus piernas de manera delicada, claro que no es él mejor lugar pero es peor no sentirla, la beso suavemente manteniendo ese erotismo que los hace necesitarse al momento, acarició su delicada piel y cuando estaba a punto de bajarse la presilla del pantalón, Vanessa detuvo su mano.
— Espera, necesitó decirte algo —
— Ya me lo dirás después, como un caballero romántico quiero decirte que necesitó estar dentro de ti —
— Eso es muy romántico — dijo con tono sarcástico.
— Gracias, siempre me esfuerzo por sorprenderte —
Bajó delicadamente el tirante de su vestido y se inclinó para besar su hombro desnudo, se entretuvo probando esa suave piel hasta casi llegar a su pecho, pero primero pasan horas besándose antes de comenzar a hacer el amor.
— Alex eres muy romántico cuando bebes unas copas de más — Esa doctora con el vestido desecho pasó las manos por su cabello — Tenemos que buscar una niñera para los niños, para poder pasar noches solos —
Alexander rodó los ojos y soltó un suspiró, Vanessa parece querer distraerlo con cientos de cosas para bajar el deseo que lo está matando
— ¿No podemos hablar esto después?
— Si, si podemos — Vanessa soltó un par de carcajadas — Lo hago para molestarte Alex, tú sigue con tu trabajo mientras tratas de meter a tú pequeño Alex en mí —
— Qué romántica eres para explicar el proceso de tener sexo —
— ¡Shshs! ¿Vamos a tener sexo si o no?
Vanessa lo ayudó a desabrochar la presilla de pantalón y cuando lograron encontrar un lugar cómodo en ese pequeño asiento trasero, se acomodó en sus piernas listo para el balanceo de caderas, escondió su cabeza en su cuello y levantó la mirada al escuchar un ruido cerca de la ventanilla de su auto, de principio no vio nada más que vidrios empañados por los besos, pero se llevó un gran susto al ver la cara de un niño pegado a la ventanilla, Christian pega su rostro tratando de ver que están haciendo sus papás.
— Hola mami — Christian las mejillas pegadas al cristal y sus ojos se hicieron grandes — ¿No tienes frío? — Él pequeño abrió la puerta del auto y entró sin fijarse en la posición extraña de sus papás, se quitó su pequeño abrigo de osito y trato de ponérselo a su mamá — Toma, con esto no sentirás frio —
Vanessa asintió con las mejillas rojas de vergüenza y poco a poco se alejó para que el niño no noté lo que estaba a punto de suceder, tiene el cabello despeinado, los tirantes abajo y los labios hinchados.
— ¿Estaban jugando? — ninguno pudo responder algo porque Alexander se esta acomodando la camisa y Christian saltó a los brazos de su mamá — Abuela los estaba viendo desde la ventana, creo que ella está enojada con papá —
— ¡¿Me trajiste a la casa de tú madre?!
Vanessa cubrió a Christian con su chaqueta.
— Eso era lo que trataba de decirte, pero tú estabas, ya sabes, raro, yo querida decirte que hoy es el cumpleaños de mi madre, ven Christian vamos a la casa — Alexander bajó del auto y caminó hasta la puerta principal, Vanessa aferró a Christian a su pecho y y se acercó para acomodarle los últimos botones de la camisa y se inclinó para pasar más manos por su cabello — Ya sabes, mi mamá te adora solo se hace la dura, siempre hace una cena y de seguro querrá qué nos quedemos a dormir —
Alexander abrió los ojos y negó con la cabeza.
— ¿Dormir aquí? No, claro que no, si quieren pueden quedarse ustedes pero yo me voy al palacio, tú madre me pone de nervios —
La puerta se abrió de repente y su suegra saltó de alegría para abrazar a Vanessa y a su hijo, a él apenas y lo miró.
— Alteza, quiero decirle que no dormirá con mi hija —
Alexander soltó un suspiró, odia venir a esta casa, pero en cuanto entró las niñas saltaron a sus brazos y pudo hablar a solas con Vanessa
— ¿Ya vez? Podre ser él rey de Inglaterra, pero tú madre me odia por el simple hecho de estar con su hija —
— Vamos, mi madre no puede ser tan mala, ella...bueno, a veces tiene mal carácter —
— Si tu lo dices — Alexander dio un último vistazos a sus gemelas que están juntando en el piso y a Bella que duerme en su portabebé, pero ver a los trillizos volviendo loca a su abuela, lo llenó de felicidad, siguió a Vanessa hasta la cocina, y se recargó en el banco mientras la mira escogiendo un par de harinas — ¿Vas a cocinar? —
— Si —
Alexander soltó una carcajada y se burló todo lo que pudo, más porque Vanessa entrecerro los ojos al tomar los ingredientes del pastel
— ¿Quieres arruinar el cumpleaños de tú madre? — se acercó hasta ella y la pegó a la encimera — Porque la última vez casi quemas la cocina del palacio —¿O quieres hacer algo más divertido como besarnos? —
Vanessa soltó una suave riza y puso los ingredientes dentro de un recipiente, la muy pervertida movió su cadera haciendo chocar su trasero con su pequeño y vigorizante Alex. No pudo soportar más ese movimiento de caderas y la tomó por el cuello para besarla apenas pudiendo tomar el recipiente antes de que cayera al suelo, porque Vanessa se olvidó del pastel y esta más entretenida besandolo, la muy pícara tomó asiento en el banco de la cocina con una sonrisa pervertida.
— Creo que el pastel de mi madre puede esperar — esa rubia sonrió ampliamente y lo tomó de la camisa para acercarlo — Bésame guapo —
Los dos pueden escuchar los gritos de los trillizos corriendo de un lado a otro, el balbuceo de las gemelas y el llanto de Bella, pero no quieren separarse, necesitan seguir besándose de la manera más romántica posible y por extraño que parezca, nadie llegó a interrumpirlos en la cocina, los ingredientes del pastel quedaron a un lado y Vanessa se aferra a él con fuerza mientras mueven sus labios en un suave beso.
— ¿Podrías dejar de besar a mi hija? Tienes demasiados hijos, ve a cuidarlos — Vanessa lo mordió en el labio antes de separarse lentamente cuando su madre entró en la cocina — Los hombres son unos desconsiderados, creen que con un par de besos vamos a olvidar el dolor del parto —
— Mamá por favor, no hablemos de esto —
Vanessa lo mantuvo cerca pero esa señora lo fulmina con la mirada, como si quisiera encajarle un cuchillo por estar besando a su hija, no puede culparla, eso sintió él cuando ese niño besó a Helena, cuando esa niñas ponen nerviosos a sus hijos, cuando las gemelas de quitan el pañal y cuando otro hombre abraza a su adorable Bella.
— Así que tendrán otro bebé — Esa señora cortó una verdura con fuerza — ¿Dígame alteza, no se cansa de embarazar a mi hija? Si claro, como no le duele hacer el bebé... —
Sintió esos labios junto a su oído y Vanessa habló en voz baja.
— No le digas a mi madre que yo soy la pervertida —
Alexander sonrió ampliamente haciendo enojar mucho más a su suegra. ¿Pero qué puede hacer si su hija es la atrevida? Se pasó las manos por el cabello y mostró su lado más atractivo de la noche.
— En realidad a los hombres también nos duele tener un bebé, si supiera todo lo que me hace pasar su hija para complacerla...—
— ¡Alex! — dijo Vanessa llena de angustia, pero esa señora que lo señala con un chillido, se puso roja por el coraje.
— ¡Ustedes dos son igual de calientes!
Quizá no debió decir eso pero al final esa señora no lo molestó más. Después de soportar una horrible cena, no porque la comida fuera mala, porque en realidad es exquisita y porque sus hijos están felices, sino porque esa señora no lo dejó de fulminar con la mirada y tampoco dejó de hablarle en un idioma que no entiende, quizá hasta lo ofendio y se burló de él, lo bueno es que no habla español, pero cuando la cena acabó y vio a su chófer esperandolo para llevarlo al palacio de vuelta, por fin pensó que se iría pero no pudo resistirse a la mirada de súplica de Vanessa, de todos modos es la casa de ella, una casa que su suegra invadió con sus cosas raras.
Así que no tuvo más remedio que quedarse en esa casa y aceptar que su suegra lo asesine con la mirada.
— Alteza, usted dormirá en otro cuarto, no quiero que mi hija y usted traumen a mis nietos —
Lo peor para Alexander fue ver el cuarto, le dio el más feo, uno llenó de libros y polvoriento, la cama está en el piso y no hay calefacción, un rey no es digno de dormir ahí, simplemente podría irse de la casa y regresar a su lujosa habitación en Buckingham, pero eso significa no complacer a sus hijos y a Vanessa, de todos modos una noche durmiendo como un plebeyo no lo hace menos rey.
— ¿Alexander puedo dormir contigo? — Alexander salió de la ducha y vio a Vanessa de pie junto a la puerta — Ya sabes que no puedo dormir en otro lugar —
Vanessa cerró lentamente la puerta tras de ella, de seguro no quiere despertar a los niños y mucho menos a su madre.
— Claro, ya sabes que siempre puedes dormir aquí —
Vanessa asintio y miró la cama improvisada y cuando se acostaron en el piso, se hizo un ovillo a su lado y se aferró a su pecho con fuerza, como si quisiera cubrirse del frío.
— Creo que es mejor si nos vamos al palacio, lo siento Alex, se que no estas acostumbrado a dormir así — Vanessa lo tomó de la mejilla y metió sus piernas entre las suyas — No le hagas caso a mi madre, solo esta celosa —
Alexander se recargó en su brazo, la noche es perfecta, no hay lluvia, ni truenos que despierten a los niños, así que esta noche si podrá tener a Vanessa para él sólo.
— Me gusta ese cuarto, sobretodo porque esta abrazada a mi y no cuidando a los niños — Alexander la tomó de la barbilla y la besó dulcemente — ¿No crees que deberíamos de terminar lo que empezamos en el auto? —
No dio tiempo a que Vanessa respondiera algo, simplemente se puso sobre ella y entre sus piernas y todo lo demás pasó a un segundo plano, se olvidó de estar haciendo el amor en casa de su suegra, no se olvidó de los niños, pero no se preocupó por ellos porque duermen en la habitación continua, sólo disfruto a Vanessa toda la noche así como quería hacerlo desde hace días, por la mañana intentó hacerce el dormido mientra Vanessa acaricia su pecho, pero sus mejillas se pusieron rojas porque su madre acaba de darse cuenta que su hija es una pervertida
— ¡Ustedes no tienen remedio! — Su suegra soltó el aire furiosa — Vengan niños, vayamos al palacio a dar un paseo en los jardines y tú Vanessa, date una ducha para que dejes de ser tan caliente —
Nota de la autora
JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Creo que la madre de Vanessa solo está celosa, ya saben, celos de una adorable y tierna suegra.
😂🤣🥰😂
No sé ustedes pero yo me muero de ganas por saber como le dirán a los niños que tendrán más hermanos, creo que será un dulce y demoniaco momento.
JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Pero antes de que venga el drama de hijos enojados, es bueno dejarlos disfrutar de una noche a solas.
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