Niños enamoradizos
Alexander
Alexander se pasó las manos por el cabello en cuánto se quitó el casco, sonrió ampliamente y sintió como sus ojos brillaron de adrenalina al ver como todos los invitados los celebran a él y a su equipo al ganar el torneo de polo, sintió a sus amigos palmeando su espalda y los gritos lo aturdieron un poco, pero en ningún momento dejó de caminar para salir del campo de juego porqué sólo tiene un objetivo en mente y es esa rubia de corto vestido qué tiene el rostro despreocupado mientras platica con unos médicos y que sin saberlo, despierta sus fantasías más ocultas.
Al fin su más grande deseo se esta cumpliendo porqué esta vez Vanessa está ahí en el jardín mirándolo jugar, a la mierda con el hospital y sus enfermos, sabe que les está quitando a su mejor doctora con el pretexto de que está en cuarentena, pero por primera vez hará lo que siempre quiso, se cobrará sus miles de venganzas y le dará un beso delante de todos.
Así que llegó seguro de sí mismo, sin camisa, sudoroso y con algo de barro por el juego, y sin previo aviso, tomó de la cintura a esa rubia para darle media vuelta y la besó ahogando ese gritó de terror que estaba por soltar de su labios en forma de corazón.
Vanessa ya después tendrá tiempo para avergonzarse.
— Disculpen — Dijo a esos médicos en cuánto terminó el apasionado beso, hablo él porqué Vanessa aún sigue en estado de shock — Me llevaré a mi esposa porqué ya la han molestado mucho al hablarle de asuntos médicos, diles adiós cariño —
Vanessa no rechisto, tiene la mirada perdida cómo si el beso la hubiera impactado demasiado y sólo se toca los labios adolorida, tiene las mejillas coloradas y mientras se alejan de esos médicos de nuevo hacía el calor de la reunión, habló levemente llena de vergüenza, lo tomó del brazo y lo obligó a detenerse.
— Alex sabes que tenemos prohibido hacer esto en público — Dijo mirando a todos lados, quizá ya esta traumada por los asesores — No puedes besarme delante de todos, las reglas de la realeza mencionan qué los reyes tiene que ser fríos delante de todos, cómo si nos odiaramos —
Alexander soltó una carcajada que se perdió entre el griterío del grupo ganador, en realidad todos esos ingleses de clase alta y miembros de la realeza están más ocupados festejando, así que se acercó a esa rubia y con tal descaro que solo un rey puede tener, le tocó el trasero haciéndola brincar del susto porque apretó esa suave piel.
— ¡Alex, aquí no! Ya que estemos solos sí, pero aquí todo el maldito mundo nos ve —
— ¿Te creció el trasero verdad? Ahora imagínate con una pequeña tanga color rojo, joder ¿Segura que no quiere irte de aquí? Podríamos ir al lugar secreto otra vez si quieres pero ahora sin los niños — La tomó de la barbilla al verla llena de vergüenza y la beso cerca de la comisura de los labios, aunque aún tiene en mente verla en esa tanga roja, bajó su nivel de perversion porqué ella tiene razón, todo el maldito mundo los está viendo — Vamos, yo siempre quise besarte después de ganar un juego, digamos que es mi recompensa por ganar, además es sexy cuándo te pones nerviosa
A Vanessa le hubiera gustado decir algo, lo sabe porque tiene una mente más retorcida y pervertida que la de el, pero sus compañeros de polo y los invitados del partido no la dejaron, así que la vio sonrojarse justo en el momento en que su madre, sí, esa terrible mujer que tiene por suegra, se acercó con los niños, por un momento ambos se fulminaron con la mirada pero no se dijeron nada, la verdad no quería tenerla aquí en su palacio, pero después de una buena sesión de sexo oral, no pudo decir que no a la petición de Vanessa y al final lo convenció para que su suegra de nuevo esté aquí.
Venssa acercó ese cochecito de bebés con una sonrisa en el rostro, con los ojos llenos de adoración mientras aleja la manta que esconde esos cuatro pequeños bebés, por supuesto que Bella se abrazó al cuello de su mamá llena de celos, pero las gemelas no dejan de dar vueltas a su alrededor como si él fuera su presa.
— Miralos Alex, son preciosos— Dijo esa rubia llenando de besos a esos pobres bebés — Vamos abrazalos, es la primera vez desde que nacieron que están despiertos por completo ¿Crees que son bonitos? Porqué yo creo que los bebés más guapos de Inglaterra —
La vio inclinarse para llenar de besos a esos bebés que no hacen más que abrir sus boquitas al ver como su mamá se los come a besos, pero Alexander es más listo, así que aprovechando que su suegra ya no está, se tomó el atrevimiento de ponerse detrás de esa doctora para hacerle saber lo mucho que la desea.
Y lo mucho que su doctor Alex la necesita.
— ¡Alexander ya! — Vanessa se alejó unos pasos con las manos en la cintura — Pareces un perro en celo —
Y otra vez lo llamó "perro" y para colmo "en celo" lo daño justo en su hombría porque a un rey jamás se le puede decir eso.
— ¿Y si les pintamos el cabello a las niñas? — Dijo fingiendo su perversion, tratando de cambiar de tema para sonar cómo un esposo más normal, se inclinó sobre el cochecito y miró los mechones pelirrojos de las niñas, esos que sobresalen de sus pequeños gorritos, después pasó la mirada por esos dos bebés, tan rubios como él oro más puro — Sus hermanos son rubios, es que el pequeño Alex y Maximilian son igual a sus demás hermanos, rubios como la casa de la monarquía, pero las bebés, bueno, se que es una locura, pero un poco de tinte rubio y ya parecerán ser mis hijas y no es que no lo sean, ya que tienen todo mi rostro, sino que nadie cree que él rey tenga hijas con cabello rojo —
Vanessa entrecerro los ojos y negó con la cabeza divertida mientras deja que Bella juegue con sus mechones de cabello.
— Cállate Alexander, es una pésima idea y no te digo nada porque acabas de ganar — La vio morderse el labio divertida — Las niñas son pequeñas, el color de su cabello puede cambiar, pero tampoco puedes negar que los pelirrojos existen en tu familia, porque los hay, y muchos —
Alexander se mordió el labio divertido y se acercó hasta las niñas para alejar ese gorro que oculta su cabello rojizo, cuando dejó esos suaves mechones al aire libre, notó los tonos cobrizos que antes no estaban, tan diferentes al tono rojizo con el que nacieron, también noto en los cuatro bebés su piel blanquecina qué sólo hace que se vean como pequeños ratones por sus pijamas rojas.
Escuchó el suspiro de Vanessa.
— Estaré con mi madre en la sala principal atendiendo a los invitados, pero también me voy porqué tengo que dar pecho — Alexander la volvió a besar cuando se acercó para darle a Bella, dejo sus labios sobre su mejillas y respiró el elixir de su perfume, ese que inexplicablemente lo hace sentir como un loco por ella — ¿Puedes cuidar a las gemelas un momento? —
Alexander bajó la mirada hacía ese par de bebés que no dejan de dar vueltas a su alrededor.
— ¿Quieres que me quede sólo con ellas? — Negó con la cabeza e intentó tomar en brazos a esa bebé escondida en el cuello de su mamá — No, mejor déjame a Bella, ella es más normal —
Vanessa negó con la cabeza y retrocedió unos pasos con el cochecito de bebés.
— No, Bella y los bebés se van conmigo — Dijo con burla en los ojos — Vamos, las gemelas son un amor de bebés, miralas son tan adorables...solo no las pierdas de vista porque a veces son suicidas
Alexander la siguió con la mirada hasta que se perdió dentro del palacio con los bebés, soltó un suspiró y pasó su mirada sobre las dos bebés más locas de la familia, lo dice porque las gemelas siguen corriendo a su alrededor amenazando con caerse, sobretodo porque corren muy rápido y aún son pequeñas y gorditas.
— ¡Papi! — Gitaron esas bebés en medio de las risas — Nosotras no somos traviesas —
— No claro que no, solo que a veces parecen ser hijas del diablo, diabólicas e inmortales — Alexander trató de tomarlas de la mano para ir detrás de Vanessa pero esas bebés no lo dejaron — A veces creo que la vez que las dejé caer de la cuna sí las afectó
Quizá no debió dejarlas caer, así como la vez cuando Helena sin querer se cayó por las escaleras teniendo un pequeño corte en la frente, esas veces pasaron dos cosas, Vanessa se enojó muchísimo y él tuvo que calmar el llanto de las niñas, pero quizá los golpes ya las dejaron más locas que antes.
De un momento a otro ya no las vio corriendo a su alrededor, solo fue un pequeño momento de distracción por culpa de uno de los invitados que llegó a felicitarlo, Alexander pasó la mirada por todo el jardín buscando a sus gemelas, pero son tan pequeñas que es difícil encontrarlas. Comenzó a caminar por los invitados con la mirada en todos lados hasta que vio esos dos inconfundibles overoles.
Casi corrió pero alcanzó a tomarlas a ambas antes de que cayeran al estanque del jardín.
¿Ya ven porqué dice que están locas? O quizá sólo puede que se parezcan a él.
Alexander por fin pudo tomarlas en brazos y las aseguro en medio de sus músculos para que ahora si no se bajen porque con esas niñas ya no se sabe que locuras puedan cometer.
— Casi se daban una ducha con agua fría niñas —
Una de sus preciosas gemelas, su Aurora, movió su cabeza batiendo sus mechones rubios.
— No me quiero bañar quiero estar mugrosa siempre papi —
Alexander soltó una fuerte carcajada y besó a esas niñas en la mejillas.
— Les aseguro que cuándo estén grandes y quieran gustarle a un chico, no querrán estar mugrosa para nada — Pero al momento se arrepintió de hacer dicho eso — Dios, olvidenlo, ustedes jamás tendrán un novio, sólo olviden lo que acabo de decirles —
Estuvo a punto de regresar de nuevo al palacio más porque a través de los grandes ventanales pudo ver a Helena y Andre junto a su mamá, pero falta uno, falta ese niño rubio que se enamora hasta de las muñecas, falta su pequeña réplica de mujeriego, falta su pequeño Christian.
Pero tampoco fue difícil encontrarlo, lo halló sentado cerca del estanque tratando de esconderse tontamente entre las rosas del jardín, pero su cabello rubio lo delata al igual que sus ojos llenos de amor.
Vaya que este niño es enamoradizo, así como lo era él, qué orgullo.
— ¿Que haces Chris? No sabía que te gustaban las flores —
Las gemelas aplaudieron con emoción espantando a las niñas que su hermano estaba mirando.
— ¡Chris está enamorado papi! —
Christian se alejó de las rosas con un par de pétalos enredados en el cabello, ese curioso niño alargó su mano y sacudió su cabello, se muerde el labio nervioso y sus mejillas están sonrojadas, así como dice su mamá, cómo un muñeco.
— Papá espantaste a mis amigas, ahora ya no podré ver a las hijas de las enfermeras — Christian tomo asiento en la orilla del estanque — Y mami ya no va al hospital, jamás podré volver a ver a esa niña —
— ¿Qué es lo que te pasa? —
Su hijo soltó un suspiró como si su pequeño corazón le doliera demasiado, pobre de esa niña pelirroja, al parecer su hijo ya tiene ojos para otras niñas.
— Estoy enamorado papi, así cono tu que jamás puedes dejar de ver a mi mami —
Alexander solto una fuerte carcajada
— ¿Qué dices? Pero si tu sólo eres un niño, aún no puedes estar enamorado —
Christian entrecerro los ojos enojado, aunque es imposible que se vea furioso, sus ojos azules se iluminan con los pocos rayos de sol, su piel se ve más blanca por las pequeñas motas de nieve y tiene los labios rosados.
— Mi corazoncito me duele cada vez que veo a las hijas de las enfermeras, son tan bonitas — Dijo con voz soñadora — ¿Qué hago si quiero que todas sean mis novias? En mi corazón tengo mucho espacio para todas —
Alexander miró a su hijo, vaya que Chris si heredó su lado mujeriego, porqué esas mismas palabras eran las que el decía cuándo estaba joven ¿Porqué privarse de las mujeres cuando son tan bellas y hay tantas en el mundo? Claro disfruto mucho de su soltería y de acostarse con mujeres diferentes cada noche, pero cuando conoció a Vanessa eso cambió, así pasará con su hijo.
Sin embargo Alexander levantó la mirada y miró a esa niña en particular que tiene loco a su hijo y al momento se horrorizó, no quiero sonar como un mal hombre, pero es la niña más fea de todo Londres.
— Ay no Chris, esa niña no es la indicada para ti, hay más niñas en el mundo. Ven, yo te enseñaré a que las chicas caigan rendidas ante ti — Las gemelas se abrazaron a su pecho cuando comenzaron a caminar, busco por todo el jardín hasta que encontró a una adorable niña perfecta para su hijo, la hija del Lord de Cambridge, se inclinó sobre Chris y le sonrió con burla — Acercate a esa niña y dale un beso en la mejilla como un caballero —
Chris se horrorizó al momento.
— ¿Y si no le gustó? No quiero que su papá me regañe —
— Su papá estará encantado de que te acerques a su hija, pero recuerda que todos los príncipes primero deben actuar como un caballero — Dijo alentandolo — Además yo estaré aquí cuidándote, ven Chris —
Su hijo sonrió ampliamente y se acercó a esa linda niña de cabello rubio, en ningún momento alejo la vista de su hijo, por lo menos no hasta que las gemelas soltaron una carcajada y ambas se cruzaron de brazos con sus ojos llenos de diversión
— ¿Papi y nuestros novios? Nosotras también queremos dar besitos —
Alexander estuvo a punto de contestar pero Chris llegó completamente enamorado.
— Papi, yo quiero tener muchas novias — Su hijo brinca de un lado a otro lleno de felicidad — Creó que necesito hablar con mi mami, siento mariposas en el estómago ¡Mamá! —
Alexander lo siguió con la mirada hasta verlo abrazarse del cuello de su mamá alejando a sus hermanos para platicar su nueva aventura. Después de que se vayan los invitados celebrará a solas con su familia, quizá de nuevo una extraña cena en algún lugar embrujado cómo la torre de Londres, dónde cortaban cabezas de reinas, sí, ese es el lugar perfecto para una cena.
Pero sus gemelas lo tomaron de las mejillas alentandolo fuerte antes de llenarlo de besos.
— ¿Papi te comió la lengua el ratoncito? —
Estas niñas están locas si creen que tendrán novios algún día. Alexander comenzó a caminar de nuevo hacia el palacio, riéndose de sus gemelas.
— No niñas, ustedes no pueden hacer eso, no podrán tener novios hasta qué yo les de permiso y eso será nunca —
Pero esas niñas ya le acabar de dar el primer aviso de que serán un dolor de cabeza cuando están más grandes, preciosas, con sus mechones rubios, sus mejillas sonrojadas y sus grandes ojos azules, pero con una mente que dan miedo.
— Entonces papi le diremos a la divertida tía de Paris que nos ayudé —
Nota de la autora.
¿Alguien quiere ayuda de la tía Celine para tener novi@s?
Yo escuché que da sesiones gratuitas sobre el amor. Jajajajaj
🤣😅🤣😅🤣😅😅😅😅😅😅
Awww, que bonito es Chris, ese niño tiene un corazón tan amplio que ahí podrán caber todas las mujeres de Londres. Awww, que romántico.....
Y las gemelas, bueno, esas niñas ya están mostrando que serán mucho peor de lo que fue su papá. Ellas si son el karma de nuestro rey.
JAJAJAJAJA
Y hablando de otras cosas, al parecer la cuarentena le está costado muchísimo a Alexander, el y su pobre pequeño Alex, están sufriendo demasiado por la espera.
Aquí les dejo una foto de nuestro doctor Alex, supe que consulta hasta los casos más desesperados y necesitados para que agenden su cita.
Por cierto, hablando de temas más serios e importantes, todo este fin de semana estuve leyendo la situación que está sucediendo en Peru, se que hay personas que me leen desde allá y quiero decirles que entiendo su desesperación y lo injusto que puede ser el gobierno contra los ciudadanos.
No sé rindan, el pueblo hace al gobierno, se que la situación ha estado bastante difícil en las últimas horas, pero quiero decirles que estamos con ustedes desde México.
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