Lo siento querido, pero en mi hospital no eres bienvenido...

Nota de la autora.

Hola a todas. JAJAJAJAJA Ya que las dejé con mucho drama el día de ayer, esperó que les guste este nuevo capítulo tanto como a mi.
Me gustaría saber que piensan de este capitulo

¿Creen que Vanessa fue muy dura con Alexander?

¿Creen que el doctor Sheppard merecía quedarse con Vanessa?

Jajajajajaja comenten sus teorías locas, me encanta leer sus comentarios.

No olviden votar y comentar.

Alexander

¡Diablos!

Es lo primero que pensó Alexander en cuando Helena se hecho a correr al verlo con esa felicidad plasmada en su pequeño rostro, es como si lo viera como un héroe o el mejor padre del mundo. Pero ver a su hija con la manos alzadas esperando a que la tomé en brazos, lo hace sentir un pésimo padre, una escoria, una mierda, porque la noche anterior rechazó su llamada, quizá su hija se pasó la noche en vela esperando a que le contara un cuento, pero Alexander primero pensó en sus deseos y después en sus hijos.

Es un padre de mierda.

— ¡Papi! Te extrañé muchísimo — Helena corrió por los pasillos del hospital hasta arrojarse a sus brazos. Su hija se abrazó a su cuello con mucha alegría, pero su pequeña nariz se arrugó  — Hueles a un perfume que no es el de mi mami ¿Porque hueles a otro perfume? ¿Abrazaste a otra mujer? —

Alexander se quedó como una estatua, apenas puede respirar y su corazón palpita al mil por hora mientras Helena lo observa con esos grandes ojos azules que lo hacen sentir eternamente culpable. Es imposible explicarle a esa pequeña rubia de cuatro años todo lo sucedido. Seria traumante decirle que si abrazó a otra mujer, que estuvo a punto de engañar a su querida mamá, que estuvo a punto de cometer su mayor estupidez y que el remordimiento lo está matando poco a poco.

Alexander carraspeo, tratando de buscar las palabras correctas para no arruinarlo más. Durante todo el viaje de regreso, las horas se le hicieron eternas y tuvo el suficiente tipo para pensar en miles de disculpas, en miles de formas para que lo perdonen, pero no encuentra ninguna posibilidad en la cual Vanessa lo haga.

— Mamá tendrá otro bebé, fue por culpa de las gemelas y le duele muchísimo — Helena lo tomó de las mejillas feliz de tenerlo de vuelta — ¿Quieres ir con ella? Se pondrá feliz de verte —

— Me encantaría — le sonrio sin que su hija se de cuenta de lo nervioso que está — ¿Me podrías llevar a verla?

— ¡Claro!

Es el rey, así que Alexander está acostumbrado a caminar entre miles de personas y a que lo miren, pero mientras pasa por esos lúgubres pasillos blancos, hasta el sonido de las camillas lo hace sentir mal. Porque mientras estaba como un idiota en New York, Vanessa sufría dolores de parto y jamás la deja sola en estos momentos, tendía que estar ahí, tomándola de la mano, diciéndole que no pasa nada o quizá haciéndola reír, pero lo único que hizo fue traicionarla de nuevo. 

Todo por ser un maldito calenturiento.

Alexander no puede llegar a ver a su gordita embarazada con las manos vacías, así que en cuanto vio el ramo de rosas rojas en la recepción de hospital, lo tomó como un hombre desesperado buscando cualquier cosa para agradarle a la chica que quiere.

— A mamá le encantarán esas rosas. Te estuvimos llamando, pero tu sirviente dijo que estabas ocupado ¿Que estabas haciendo? — Helena se bajó de sus brazos y lo tomó de mano para llevarlo rápidamente hasta el área de maternidad donde los gritos de las mujeres en trabajo de parto ya no asustan a su hija — Mi mami se pondrá muy feliz de verte de nuevo. La otra noche me dijo que eras como su principe azul —

"Si, soy un principe azul que no vale ni dos libras" pensó Alexander

Alexander esperaba encontrarse a miles de enfermeras en la habitación como los años anteriores donde se sigue el protocolo cuando nace un heredero, pero todo está vacío, salvo por la luz del baño, donde se encontró a Vanessa sentada en la taza del baño y con su cabeza recargada en el lavamanos, su cabello cubre su rostro, pero su vientre está tan rojo que de seguro esta en esa posición para soportar el dolor. Le gustaría tomarla de los hombros y ayudarla a recostarse en la cama, pensó en sus miles de reacciones y acercarse así es la última.

Así que, al igual que un adolescente que va a ser padre por primera vez, está temeroso con el ramo de rosas entre sus manos. Siente que la cabeza está a punto de explotarle porque no ha dejado de pensar en los llantos de Vanessa que escuchó por el teléfono, en esas horas que paso sola y en su maldita estupidez que de seguro la daño de nuevo.

— Papi está aquí y trajo un regalo para ti ¡Que romántico!— Vanessa levantó el rostro de inmediato — ¿Te gusta? —

Alexander apenas se acercó lo suficiente en ese pequeño baño y rozó su mano sobre el hombro de Vanessa mientras le dio el ramo de rosas como todo un hombre arrepentido. Pero en lugar de eso, lo fulminó con la mirada y lo miro con asco. Esta furiosa, llena de rabia y tiene los ojos hinchados por el llanto.

— Papá, creo que no le gustaron las rosas que te robaste de la recepción —

Gracias querida hija por ser tan sincera

— ¿Es cierto lo que dice Helena? ¡¿Como demonios me das unas rosas robadas?! ¡¿Estas loco?! — Alexander tuvo que cerrar los ojos cuando Vanessa estrelló el ramo sobre su pecho arruinando todas las rosas, lo golpeó hasta que se canso y arrojó el ramo lejos de ella — ¡Tu regalo es un maldito asco! Quizá a tu amante le gusten estás malditas rosas asquerosas y robadas —

Auch

Alexander trató de tomarla por la cintura cuando Vanessa se tuvo que aferrar al lavamanos a causa de una contracción tan fuerte que casi la hace llorar, porque sus mejillas se pusieron rojas y respiró con dificultad.

Pero Alexander no puede seguir mirándola así, menos cuando no pudo soportar más y solto un quejido de dolor, con el rostro afligido y llena de un dolor insoportable, así que sin preguntarle, la recargó sobre su pecho y la beso en la frente. Seguramente Vanessa aceptó porque el dolor es insoportable y sus manos se aferran a su saco muy fuertemente mientras pasa el dolor, pero cuando levanto su rostro, lo miró detalladamente con sus ojos llenos de un brillo o de lagrimas, es como si estuviera en una batalla interna por perdonarlo. Alexander la tomó de las mejillas a punto de besarla, con sus labios a unos escasos centímetros de ella, pero de un momento para otro Vanessa lo alejo violentamente.

— Llegaste con ese ramo de rosas para pedirme perdón y estabas apunto de besarme  — Vanessa comenzó a llorar haciéndolo sentir aún más mierda que antes — ¡Pero ni siquiera limpiaste las marcas de labial del cuello de tu camisa! ¡Apestas a perfume de prostituta! —

Alexander quizo abofetearse por ser tan tonto, pero entre el ajetreo y el maldito remordimiento, olvido cambiarse la camisa y ahora lo arruino aún más que antes, porque Vanessa llora desconsoladamente, su rostro se tornó rojo y sus quejidos se confunden con los gritos de dolor de las otras mujeres.

— Lo siento muchísimo Vane  — Alexander apenas y pudo rozar ese vientre que guarda a su bebé porque Vanessa se alejó — No hice nada con esa mujer, te lo aseguro que no hice nada. Odiame todo lo que quieras pero no me iré de aquí, te prometí que siempre estaría contigo durante los partos. Enojate o gritame, pero tendremos a este bebé juntos —

Vanessa levantó su rostro con los ojos llorosos y los labios entreabiertos, tuvo tantas ganas de besarla como nunca antes, porque a pesar del dolor y del agotamiento, es tremendamente bonita, los que no fue agradable fue la sonrisa malvada que apareció en su rostro, Alexander sabe que se lo hará pagar muy caro.

— Creo que no te ha quedado claro lo que te dije. Este es mi hospital y no te quiero aquí conmigo. Tendré a mi bebé yo sola, ¡no necesitó que me hagas vomitar con tu olor a prostituta! — Vanessa lo miró de arriba a bajo, sin furia, como si fuera una basura que le estorba, paso de largo y dejo que un par de enfermeras la ayudaran a recostarse en la cama. El dolor es tan fuerte, que Vanessa se quito la blusa y se la arrojo con furia —  Yo no vuelvo con algo que ya vomite a menos que me guste y tu Alexander ya no me gustas tanto. Ya ni siquiera eres atractivo para mi —

— ¡Pues eso no decías cuando te quedabas en mi cama! — grito furioso. Vanessa se sonrojo y las enfermeras se miraron nerviosas.

— ¡Pues hubiera preferido tener sexo con tu maldito guardaespaldas! —

Alexander se quedó sin aire, pero ese aturdimiento no duró demasido porque otros médicos entraron a la habitación, seguidos de esa tal Sheppard que le pone los pelos de punta por como ve a su esposa. Alexander está tan furioso que tomó asiento junto a Vanessa y al verla solo con un sostén la cubrió con su saco para que ese maldito no vea sus preciosos senos.

— Doctora. Esta ya casi dará a luz. Necesitó que uno de estos hombres salga de la habitación, solo puede quedarse el padre del bebé — la doctora preparó un par de cosas, pero Alexander sonrió con hipocresía a aquel médico, porque es el padre y ese maldito es quien se ira — ¿Quien se quedará con usted durante el parto? El que se quede podrá cortar el cordón umbilical, aunque los hombres siempre se desmayan al ver a los bebés llenos de sangre —

Alexander frunció el ceño confundido. La enfermera ni siquiera debería de preguntar eso. Él es el papá del bebé, es quien debe estar ahí con Vanessa, tomarla de la mano y cargar a su bebé.  Alexander estuvo a punto de decirle a la enfermera que se fuera y que ese maldito hombre no volviera ni siquiera a acercarse a su esposa, pero Vanessa lo interrumpió.

— Tu te quedarás conmigo ¿Verdad Sheppard? — Vanessa le sonrio ampliamente a ese doctor, tiene gotas de sudor y su largo cabello roza la punta de su vientre — Lo estuvimos practicando. No quiero que te vayas Sheppard, quedate conmigo —

— Me encantaría hacerlo, linda — Alexander fulminó furioso a ese doctor, mientras ese desgraciado pone sus manos sobre el vientre de Vanessa y acaricia su suave piel — Será como tener un bebé juntos ¿Tu esposo no se quedará? —

— No, el rey ya se va, siempre está muy ocupado con la corona  — Alexander esta tan impactado que no hizo nada, pero a duras penas Vanessa se levantó de la cama con tanta dificultad que tuvo que recargarse en él para caminar, pero solo lo tomó de la mano y lo saco de la habitación, no sabe sin sonríe para hacerlo sentir mal o para ocultar el dolor de otra contracción — No quiero tener a la vomitaba de mi ex cerca, vete Alexander, yo puedo tener a mi bebé sola, no necesitó a un hombre como tú. No sé, vete y ve si hay alguna enfermera a la que quieras conquistar y déjame en paz. ¿Lo entiendes? ¡Se acabó para siempre! ¡Toma tus malditas cosas y lárgate de Buckingham! —

Alexander cerró los ojos cuando escuchó la puerta cerrarse frente a su rostro. La furia que siente no tiene comparación a ninguna otra. Camina de un aldo a otro del pasillo respirando fuertemente como un padre desesperado por ver a su hijo.

Después de unas horas, tomó asiento en  las incómodas sillas fuera de la habitación en medio de otros padres que sonrien felices y besan a sus esposas, pero Alexander está solo en medio del pasillo. Miró a sus hijos pasar y pensó que se acercaría a él, pero solo pasaron de largo, tocaron la puerta y se echaron a los brazos de ese condenado doctor Sheppard

¿Que demonios tiene ese doctor que Alexander no tenga?

Porque Sheppard no solo se esta ganando a Vanessa, sino a sus hijos, ni siquiera las gemelas levantaron sus pequeños brazos hacia él y eso fue un maldito golpe bajo.

Porque lo hizo sentir como maldito desconocido para sus hijos. Como un idiota al que solo quieren para comprar juguetes, como el desconocido que les da libras para que guarden silencio y lo dejen trabajar, se sintió como si no fuera el papá de esos cinco niños.

Pero ningún golpe, ni ninguna de sus peleas en la universidad, nada, lo preparó para escuchar el llanto de su nuevo bebé, tan potente que resonó por todo el pasillo. Alexander levantó la mirada porque mientras los otros padres entran emocionados a ver a su bebé, la puerta de la habitación de Vanessa está cerrada. Mientras Alexander esta afuera de la habitación con el rostro totalmente desesperado, ese tal Sheppard corta el cordón umbilical de su bebé y se esta quedando con lo que es suyo.

Se está quedando con todo.

— ¿El bebé que es? —

Alexander apenas pudo alcanzar a esa enfermera que salió de la habitación con su bebé en brazos. Su cabeza duele, no ha dormido, y solo quiere que Vanessa lo perdone, pero nadie en este maldito hospital lo quiere cerca.

— Es niña — La enfermera miró a todo lado temerosa y se acercó con la bebé — Es muy pequeña, necesita estar en la incubadora. La reina dijo que usted no puede verla... pero es su hija Alteza 

Alexander alejó la manta rosa de la cara de su bebé, y sonrio ampliamente al verla. Es tan pequeña, demasiado para su gusto, porque nació a los ocho meses. Ya no llora como antes, pero no despega la mirada de él, como si supiera que él es su papá y no ese mugroso doctor.

— ¿Puedo abrazarla? —

— No, lo siento Majestad—

Alexander se paso las manos por el cabello mientras observa como esa enfermera se lleva a su bebé por el pasillo. Ésa bebé es tan diferente a sus otros hijos, con sus mechones de cabello negro y esos preciosos ojos, que esa bebé se quedó graba en su memoria

No cabe duda que el karma es una perra con el Rey de Inglaterra.

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