Final.

Este es el final definitivo de la historia, si decides seguir leyendo la historia es por decisión propia, si es así, espero que te encanten los capítulos especiales, son divertidos y no afectan el final de la historia

Vanessa

—  Majestad no puede quitarse la corona —

Vanessa nunca fue buena para seguir órdenes. No por cualquier cosa la llaman la doctora indomable, quiza porque le encanta romper las reglas. Bueno, le encantaba. Ahora con los asesores delante de ella tratando de pintarla en oleo tiene que seguir sus reglas. Es la nueva reina de Inglaterra. Ya no es una broma tonta cuando le decía a sus amigos que jamás lo sería. Dios, si tan solo supieran lo pesada que es la Corona la entenderían.

Pero lo logrará. Es la reina, es neurocirujana y sobretodo es mamá.

Así que cuando escucho los llantos de sus bebés, recién nacidas ahí al otro extremo de la sala, con sus pequeños rostros rojos buscando consuelo, no lo pudo soportar más. Primera están sus preciosas gemelas.

Además, sus pechos duelen horrible.

—  Basta. Después podemos seguir — se quitó la corona ante el rostro sorprendido de lo asesores — Tengo que darles de comer a mis bebés. Otro día pueden colgar mi retrato en el palacio —

Se bajó del trono y casi corrió para llegar a su hijas. Las cubrió con una manta de ositos y las arropó junto a su pecho. No quiere ser una reina débil a la que cualquiera pueda hacer sentir mal. Es fuerte y lo demostró ante todos al dar a luz hace unas horas y estar aquí como la nueva muñeca del palacio, con un hermoso vestido, sus altas zapatillas y una sonrisa impecable.

Salió de la sala del trono sin importarle seguir con la celebraciones de la coronación. Entró a la biblioteca porque es el único lugar que está solo y es como su segunda casa, se quitó las zapatillas, dejó caer sus joyas sobre una mesilla y tomó asiento con sus hijas en brazos. Daría todos sus millones que tiene en su cuenta bancaria por no ser la reina... pero su hija es la heredera. No va a dejarla sola en eso. Solo Vanessa puede enseñarle a ser la mejor reina de Inglaterra.

—  No lloren o me volverán loca. Yo sé que tienen hambre, pero a mami le duelen sus senos — dijo a sus gemelas que están a punto de llorar buscando con sus boquitas comida. Trató de quitarse el vestido con urgencia o lo llenará de leche, pero cuando siente su pecho mojado, sabe que es demasiado tarde, ahora olerá a leche podrida.

— Yo te ayudó. Soy experto en vestidos femeninos... no pienses mal — sonrió al escucharlo caminar hasta el sillón y sentir la respiración de Alexander en su cuello, logrando que su piel se sienta sensible. Cuando le desabotono el vestido, dejó un beso en su cuello y bajó por su espalda.

— ¡Basta Alex! — dice divertida.

Pegó a una de sus gemelas a su pecho, no deja de mirarla ni un instante mientras toma leche. Ambas son perfectas. Son tan pequeñas, perfectas, hermosas, lindas y sobre todo suyas. Dios, si antes no podía tener bebés, en este momento ya no sabe que hacer con tantos. ¡Cinco pequeños bebés y todo en tiempo récord!

— Son totalmente distintas a mi — la otra bebé lloro por la atención de Alexander, la tomo en brazos y la acuno en sus brazos.

¿Algún dia dejarán de tener gemelos?

— Tampoco se parecen a sus hermanos — miro a sus bebés, una y otra vez. Jodido Alexander, tiene buenos genes — No creo que sean parecidas a mi. Tanto que duele el parto para que ninguno de mis bebés sea como yo y todos salgan copias exactas de ti. Eso no es justo. —

Alexander soltó una carcajada, armónica y chistosa. Se recargó en el sillón. Esta igual de cansado que ella, lo oculta muy bien detrás de su traje caro y su rostro atractivo, pero al recargarse de esa manera, lo sabe, él estuvo tomando su mano todo el tiempo en el hospital. No lo culpa si se queda dormido aquí. Sus hijos y las gemelas ocupan mucho tiempo.

— Claro que son como tú. Su rostro es parecido al tuyo, dios, sus ojos son muy coquetos, tienen esos hoyuelos en sus mejillas y su cabello es perfecto. Es como si viera dos mini Vanessas —

— Ellas me recuerdan a Ishaq — acaricio la cabecita de sus bebés para calmar su llanto — Tienen el mismo tono de cabello que él —

Alexander la miró de reojo, ninguno de sus hijos se parece a ése árabe, todos tiene sangre inglesa, pero esta demasiado cansado para pelear y Vanessa llora cada vez que lo recuerda, así como lloró la primera vez que Andre la llamo mami.

Llora cada vez que lo recuerda, hasta cuando compra el mismo helado que un día comieron, no puede ponerse celoso, ella estaba enamorada de él.

— Tengo algo para ti — sacó una caja de su saco. La había tenido guardada toda la noche, pero las gemelas, los asesores y los invitados no lo dejaban sólo — Es un pequeño regalo que te prometí hace tiempo —

Tomó en brazos a sus gemelas para que Vanessa pudiera abrir su regalo. Recargó sus pequeñas cabecitas sobre su pecho y como un experto con bebés, ya no las movió para nada, no quiere un vómito sobre su traje.

— ¿Qué es esto? — pregunto ansiosa al destapar la caja y tomar un pequeño papel.

— Nunca lo olvide, yo te prometí que te llevaría a verlo y eso haré — Vanessa tiene las mejillas rojas, no sabe si por el cansancio o por las ganas de llorar —Es el lugar donde esta la tumba de Ishaq 

Vanessa soltó un grito emocionada y se arrojo sobre sus brazos sin parar de besarlo en las mejillas. Él sabía la ubicación de la tumba desde hace unos meses, pero Vanessa es tan arriesgada que no quería que algo se complicará en su embarazo.

— ¡Oh Alex, es magnífico! — tomó asiento sobre sus piernas y sin lastimar a las gemelas lo beso en los labios — Gracias, muchísimas gracias —

Las gemelas se quedaron dormidas, así que las recostó en su portabebé y las cubrió con una manta. Ya con tres hijos, nada puede salirle mal. Regresó con Vanessa, y la sentó de nuevo sobre él, tratando de no lastimarla porque hace unas horas dio a luz.

— Iremos después de la cuarentena. Dejaremos a los niños y nos iremos tú y yo de vacaciones. Quiero una sola noche donde no estén los niños pidiéndome ir al baño en la madrugada

Pero en lugar de sonreír de nuevo, Vanessa hizo un par de pucheros y se soltó a llorar desconsoladamente. Sus ojos están llenos de lagrimas y respira rápidamente.

— Alex, tu eres tan romántico y yo soy muy fría contigo — recostó la cabeza sobre su pecho — No soy una buena esposa, novia, amante o lo que sea —

— No tienes que cambiar en nada. Tu eres perfecta para mi así, fría y testaruda. No importa si te escapas del palacio para ser una mujer normal, mientras no estés en la cárcel todo esta bien —

Vanessa le dio un suave golpe en el pecho y lo miro directamente a los ojos, sin titubear. No es de esas mujeres que gritan su amor a los cuatro vientos todos los días, pocas veces le dice algo romántico, pero lo quiere, lo sabe porque la conoce, cuando lo besa, cuando lo abraza y hasta cuando se esconde debajo de su escritorio. No es un hombre de las cavernas, pero ella es suya y lo será para siempre.

— Quiero decirte algo Alexander —

Por un momento al ver la expresión de su rostro, se asustó y pensó lo peor, de ella puede esperar cualquier cosa, quizá no le gustó la idea de ser reina, si es eso, no le importa, mientras este con él no pasa nada, pero si quiere dejarlo toda su vida se destruirá. Aferró sus manos a sus caderas, marcandola como suya. Imaginarla lejos, lo hace sentir enfermo.

— ¿Es algo malo? — pregunto sin poder ocultar cierta molestia en su voz. Es el rey, si ella quiere el mundo entero se lo dará.

— Te amo Alexander — Vanessa mostró su mejor sonrisa — Lamento no decirlo antes, soy muy poco expresiva, dios, esto es muy vergonzoso, soy doctora y no debería decir esto, pero siento aquí, en mi corazón que no podría estar sin ti. No como antes. Yo no quiero estar lejos de ti nunca Alex — 

No pudo decir ni una sola palabra, se quedó igual de mudo como cuando nacen sus bebés, en shock. Pero no dudo en tomarla por el rostro y acercarla para darle el mejor beso de su vida. Solo quiere demostrarle lo mucho que la quiere y decirle gracias por ayudarlo a ser un buen rey. La sostiene contra sí, pero un par de manos pequeñas y una cabeza en medio de ellos, los separaron por completo.

— No me gusta que beses a mi mami — Christian tiene los brazos cruzados en medio de los dos.

— ¿No deberían estar dormidos? — pregunto Alexander a los niños con rostros adormilados.

— Nos escapamos de nuestras nanas — Andre se puso de puntillas para ver en el portabebé — ¿Podemos conocer a las gemelas? —

Vanessa tomó a las pequeñas en brazos dormidas, pero aún así, muestran pequeñas sonrisas que la hacen enloquecer de amor y Alexander solo piensa que tiene unas horas de nacidas y atraen tanta atención con un parloteo de pestañas, que cuando estén grandes atraerán a muchos hombres, esas gemelas, tendrán muchos guardaespaldas, feos y viejos, para que no se enamoren.

— Wow — dijeron ambos niños.

— ¿Donde esta Helena? — pregunto Alexander. — ¿Se volvió a subir a mi auto? —

—  Esta en la sala del trono. Esta llorando. Esta celosa de las bebés —

Contestaron sus hijos sin dejar de ver a las nuevas bebés, Alexander trato de ponerse en pie, pero Vanessa le dejó las gemelas en los brazos.

— Yo iré con ella. Es una plática de chicas —

Vanessa caminó por el palacio, ya se acostumbró a él de todas las formas e irse de aquí le rompería el corazón. La puerta de la sala del trono está abierta. El trono de oro resplandeciente es impresionante, pero eso no llama su atención, sino su hija de tres años sentada en el.

— ¿Que pasa bebé? — se arrodillo delante de ella. Preocupada y con un dolor en el pecho — No llores cariño. ¿Tuviste pesadillas? —

Su hija negó con la cabeza, sin parar de llorar, sus regordetas mejillas están llenas de lágrimas y su pijama de abejita la hace ver adorable.

— ¿Entonces qué te pasa? Ya sabes, que con mami no puedes tener secretos —

La tomo de la barbilla y delicadamente limpió sus lagrimas. Su hija se echó sobre su pecho desconsolada.

— No me gustan las gemelas. ¿Las podemos regalar? — 

— No cariño. Eres su hermana mayor, ellas te querrán muchísimo ¿Pero eso no es lo que tienes, verdad? —

— No — su pequeño cuerpo tembló del llanto — Ahora que eres la reina ¿También nos dejarás solos como papi?

Escuchar eso le conmovió el corazón. Alexander nunca los deja solos, pero es difícil de explicarle que el rey no puede darse el lujo de ser papá todo el día.

— No dejaré a tus hermanos, a las gemelas y muchos menos a ti, que eres mi pequeña princesa consentida — le hizo cosquillas que sacaron una sonrisa en el rostro de su bebé — Papi y yo siempre vamos a estar con ustedes —

Se alejó de su hija y tomó su nueva Corona, resplandeciente por todas las joyas. Su hija luce muy emocionada cuando se acerca de nuevo.

— ¿Quieres usarla? —

—  Esta prohibido —

— Yo soy la reina, yo te dejo hacer lo que quieras —  su hija sonrió aún más cuando puso la Corona sobre su cabeza y Vanessa soltó una carcajada al ver como la Corona cae por la frente de su hija.

— Parezco una reina de Disney. Pero solo soy una princesa —

La cargo tratando de no lastimarse y que la Corona no caiga por el suelo. Abrió las puerta del balcón principal en Buckingham. El aire es frío, pero la ciudad de noche es preciosa.

— Helena, tú y yo somos las reinas —  Vanessa se alegró al ver el rostro emocionado de su bebé con la Corona puesta. Ella es especial y es la heredera al trono. Su hija río emocionada al ver todo de noche abrazo sus pequeños brazos a su cuello.

— Y toda Inglaterra es nuestro reino, mi pequeña bebé — 


Fin

Si, es el final de esta historia. Tengo que confesarles que no esperaba que mi historia tuviera este final, es realidad pensaba que Vanessa y Alexander no terminarían juntos. Pero cada vez que escribía más y más sobre Alexander me di cuenta que debía tener una segunda oportunidad y aquí esta este final, que sin duda fue el mejor.

Jaja para mi es muy difícil decirle adiós a esta dramática historia, es muy especial. Así que estaré subiendo capítulos especiales sobre su vida, supongo que serán varios capítulos. Si, hasta que salga el tercer libro, que estoy segura que les gustará.

Así que a más tardar el domingo habrá un poco más de su historia...

En fin. Las invito a leer mis otros libros.

Florencia Bellerose sigue la tradición familiar con su tienda de perfumes en París. Le encanta su vida y tiene todo lo que necesita, su viejo ático, sus perfumes y una cena romántica junto a su novia mirando la Torre Eiffel, esa es su vida perfecta. Pero el día que escuchó la campanilla de su perfumería tocar y ver ese hombre de enigmáticos ojos, supo que ella y sus perfumes cambiarían para siempre, porque ahora esta embaraza y su novia no lo sabe.

¿Alguien sabe que hace e Cleopatra Londres?

La ultima Faraona de Egipto, mujer de julio cesar y Marco Antonio. La única y verdadera reina de Egipto.

Cleopatra no pensaba despertar en un nuevo mundo, creía que era un castigo de los dioses por no ganar la guerra. Ahora tendrá que descubrir cual es el verdadero motivo por el cual sus dioses decidieron darle una segunda oportunidad, solo que hicieron que Cleopatra despertara miles y miles de años después...

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